La realidad puede llegar a ser uno de los mayores secretos. Existen realidades difíciles de ver. Realidades que exigen una mirada de un tercero para darte cuenta de la verdad. Por momentos vivimos en una fantasía tan placentera que volver a la realidad es algo sumamente duro y doloroso. Jamás creí que ver la realidad fuese tan complicado, ¿quién se lo hubiese imaginado? Sin embargo, lo peor no es ver la realidad, sino que reaccionar ante ella.

Mi gran amigo Daniel Vargas regresó de Barcelona dos meses después de haber comenzado las clases. No obstante, con un poco de ayuda, tardó poco tiempo en ponerse al día con las materias. Apenas tuvimos la oportunidad, salimos los dos a dar una vuelta y despejarnos.

Caminamos algunas calles, mientras hablábamos de todas las cosas que habíamos hecho las últimas semanas durante el receso. Me contó acerca de su viaje de trabajo y yo le dije, con lujo de detalles, todo lo sucedido en Buenos Aires, mas no sin antes mencionarle acerca del Studio, María y mis aventuras allí. Nos perdimos en la conversación de una manera inimaginable hablando horas y horas intentando ignorar un hecho fundamental: la realidad.

-Veo que mi amigo Germán se ha enamorado -murmuró de manera rápida en un sonido apenas audible.

-No entiendo a qué te referís.

-¿Acaso me vas a negar lo que me estás contando?

-Sí, de hecho.

-Germán, lo quieras o no te enamoraste de aquella chica llamada María -expresó con una sonrisa maquiabélica en el rostro sin más preambulos - no me podés negar lo que entiendo de tus palabras -agregó.

-Eso es... -vacilé un instante- imposible

-Negámelo a mí, aunque a vos mismo no te lo podes negar.

¿Y si tenía razón? ¿Si me enamoré inconscientemente de alguien? ¿Quién era María para mí y quién lugar me gustaría que ocupe en mi corazón? Bajé por un momento la mirada haciendome miles de preguntas dejando de escuchar cualquier sonido existente en la tierra. Por un preciso instante, era sólo yo y mis pensamientos. Finalmente, acepté la realidad: sin saberlo, me había enamorado de una persona que apenas conocía.

- Daniel, ¿qué hago? -pregunté de un momento para el otro.

- Esa es una pregunta que sólo vos podés contestar, ¿quién queres que sea ella?, aunque... -vaciló unos segundos- el Studio es la clave.

- ¿A qué te referís?

- Ambos sabemos que las dos cosas no se pueden, es una locura y, además, es lo único que te conecta a María.

- ¿Estás sugiriendo que dejé el Studio?-questioné circunspecto.

- Sólo pensalo, no es una locura, es su única conexión. Por otro lado, pensemos en ella, ¿querés estar con una mujer sin títulos universitarios que vive cantando? ¿una mujer sin futuro? ¿una mujer...

- Claro que no, es que somos distintos y tenemos destinos diferentes también. Aún no puedo creer que esto haya sucedido.

- El amor es así, de todas formas, lo podremos curar. No es para vos Germán, confiá en el consejo de tu amigo. Si tiene suerte como cantante, dura apenas un año en el rubro, incluso si sus talentos son tan extraordinarios como los describiste.
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Pasé a la próxima hoja y sucedió nuevamente: había una carilla vacía. Seguí pasando lad hojas y nuevamente estaban en blanco. No tueve ni tiempo de preocuparme porque ya debería estar preparándome para la presentación.

No había terminado de maquillarme cuando León y el manager llegaron a la casa. Desde ese momento las cosas se descontrolaron por completo. Por un lado, llegamos unos minutos más tarde por lo que tuvieron que modificar el horario de entrada y quitaron una canción. Las cosas se cmmplicaron aún más cuando notamos que uno de los primeros vestuarios se había perdido.

Las cosas también se descontrolaron en mí. Mis preocupaciones con el diario regresaron unos minutos antes de subirme al escenario. ¿Qué pasaba con las hojas en blanco? ¿Y si las páginas no continuaban? ¿Si papá lo había dejado de escribir en ese momento?

Una lejana voz se escuchaba contando los minutos para subir al escenario. "Cinco minutos para salir" gritó y la gente a mi alrededor no paraba de moverse.

Luego, recordé las primeras palabras que había leído en el diario, palabras de dolor e inmaginable sufrimiento. Unos momentos después mientras las visualizaba una y otra vez, sentí que todo mi alrededor se estaba derrumbando y girando.

-Dos minutos para salir, preparense -dijo esta vez una voz femenina.

Ante esta situación, alejé mi mente de todo pensamiento relacionado al diario. Caminé hacia un amplio escenario mientras millones de palabras retumbaban en mi mente.

"A pesar de que queramos enterrarlos en lo más profundo de nuestro ser, tarde o temprano saldrán a la luz "

"Todos los recuerdos vuelven"

"Una semana: siete días, cuatro horas y veintisiete minutos del trágico momento de tu muerte"

"Esta es la historia, la desgarradora historia de mi pasado"

No tarde mucho en volver a la realidad. Estaba en un escenario. Estaba sola. Había música a todo volúmen. Me quedé inmovil, a pesar de que lo intentara ni un sólo músculo se movía. Unos momentos después, observé a los millones de ojos y cámaras mirándome y esperando que haga algo.

Estaba volviendo a suceder. Aquel último show de la gira volvía. Todo se repetía. Mi vista se nubló al igual que la última vez. Sentí como todo se derrumbaba y giraba. Me puse a correr hacia los vestidores haciendo caso omiso a todo mi alrededor, pues todos se habían vuelto locos.

- Dijiste que podrías hacerlo -espetó una voz familiar bruscamente.

- No puedo, es imposi...

- Es por el diario, ¿no? -interrumpió León- porque visiones no fueron. Violetta, estás inventando cosas que no existen, leyendo cosas que no hay. ¿Un pacto? Por favor.

- Sí existe León, todo es verdad - dije al borde del llanto.

- No. Mirá, aún hay miles de cosas que no comprendo. He tratado de ser compasivo cuando se trata de tu familia, más aún después de lo que pasó con tu abuela, pero dos shows fallidos no lo soportaré. Te volviste loca. Digo hoy y aquí basta.

- León... -expresé entre lágrimas.

Lo vi alejarse al vacío de mis pensamientos. Se fue. Así de simple. Estoy loca según él. Cuestionó tantas cosas que considero verdad, cuestionó el pacto. Sólo quería llegar a mi casa y sumergirme nuevamente en la lectura. Quería olvidarme del presente para viajar en el tiempo por las palabras al pasado, un pasado tan lejano y posiblemente más feliz que mi presente. Era mi escape, el perfecto escape de la realidad.