CAPITULO 9
Capítulo 9 - Alucinaciones
"Me agobia saber que no estas ahí. Mi mente dañada y maltratada me juega una mala pasada. Soy ordinaria y no se que esta pasando a mi alrededor pero mi ansiedad me dice que algo se esconde entre la oscuridad, asechandome vilmente. O tal vez, la paranoia me proporciona alucinaciones"
Los rayos del sol me cegaron, parpadeo algunas veces desconcertada. A pesar de que en mi corta vida siempre odie el sol y que había veces que lo aborrecía, ahora estaba contenta de que los rayos del sol me dieran la bienvenida de esa manera, y pensar que jamás volvería a ver el cielo o cualquier otra cosa que tenga que ver con el mundo. Pensar de la manera que lo hice anteriormente, me hacía poner molesta conmigo misma, en si me ponía melancólica y un poco tediosa.
Mis piernas se movían con seguridad, y cruzaban las puertas de la clínica con una evidente postura de una modelo, ¡No eso, no era cierto! ¡Ni si quiera tenía una postura recta! Estaba en una postura incurvada, parecía la viva imagen de un zombi. Unas ojeras de un color violeta debajo de mis ojos, bien pronunciadas. Mi color de piel ahora era unos tonos más clara, blanca como la mismísima nieve, como la de un muerto en vida.
— ¡Y si te apuras! — grito, mi madre con evidente cansancio de estar aquí.
— Ya voy — dije con una voz baja y rasposa. Hasta me dolía hablar.
Con mis pies deslizándose en cada paso del suelo de cemento llegue hasta el auto, lentamente como un caracol. Mis manos temblorosas abrieron la puerta del auto, con toda la delicadeza del mundo metí mi cuerpo en el vehículo. ¿Alguna vez sintieron estar flotando en una nube y que todo te de vuelta? Me pasaba en estos momentos. Es como si todo fuera irreal.
El transcurso del viaje fue de lo más silencio e incómodo que habría vivido en mi corta vida. Tenía la corazonada que algo no andaba bien. Todo en mi alrededor me parecía abrumador, algo denso se palpaba en el aire. Deje de lado mi paranoia, pensando en otra cosa.
Las manos de mi madre agarraron fuertemente el volante, fundiéndose en él. Sus nudillos estaban más que blancos de la fuerza que ejercían, su rostro estaba contraído y podía ver como las venas de su cuello palpitaban con fuerza.
Dio la vuelta a la esquina brutalmente y en segundos el auto ya estaba frente de mi casa. Mis ojos se deslizaron a través del cristal, donde estaba un hogar vacío y sin vida. Segundos pasaron, de un evidente silencio incómodo, la mire a ella, mi madre que solo miraba al frente, frunciendo las cejas. Esperaba que dijera algo, pero sus labios los oprimía y ella estaba absorbida en sus pensamientos
— Bájate — dijo con una voz poco audible y sin mirarme a los ojos.
Mi rostro se contrajo de rabia, y con la adrenalina en mi cuerpo, agarre la mochila que se encontraba entre mis piernas. Al ponerme de pie fuera del vehículo, me agarro un mareo de muerte, pero trate de que no se haga bastante obvio. No quería darle más lástima de la que ya me tenía. Quise cerrar la puerta de un portazo e irme corriendo con todas mis fuerzas lejos de aquí, pero mi organismo no lo quiso así, lo único que conseguí fue apenas un empujón para que se cerrara la puerta y un tambaleo de mi cuerpo para alejarme del lugar. Me sentía patética.
Su auto desapareció entre la niebla de arena que ella había creado. Solté un suspiro de cansancio. Estaba más que abatida ¿Alguien podría explicarme que sucedió? ¿Alguien? Tengan consideración ¡Por Dios!
Camine hasta llegar a la puerta de mi casa, posicione la llave dentro de la cerradura, y la abrí ¿Esta es mi casa?
Los muebles estaban tirados por toda la sala, el sillón dado vuelta, había envoltorios de papel y documentos rotos. Había ceniza de papeles que fueron quemados encima de la mesa.
En fin, mi casa era un desastre inimaginable. Daba asco solamente ver mi casa por dentro ¿Que paso aquí? Tendría que ponerme a limpiar, no quería tener problemas con mis padres. Yo debería de estar descansando por mi condición ¡Pero no! Ellos me quieren ver muliando.
Esto no podría hacerlo sola, definitivamente que no. Mi cabeza se iluminó.
Agarre mi teléfono de la mochila, el cual gracias a Dios tenía vida. Marque el número deseado y el conteo de los números en la pantalla, empezaron a avanzar.
— ¿Diga? — dijo una voz masculina con la respiración acelerada.
— ¿Te interrumpo? — preguntó con burla en mi voz.
— Angélica.... — Advirtió con una voz ronca.
— De acuerdo, llamaré a Lucas. Gracias de todas formas — Conteste con pocos ánimos.
— Angélica ¿cómo estás? — preguntó.
— Ohh dios Matt, por favor sigue con tus asuntos. Después hablamos, que asco — dije indignada y con ganas de vomitar — llamaré a lucas —afirme.
— Espérame un según... — dijo con una voz alterada. Pero ya era tarde, mi dedo se deslizó por la pantalla cortando la llamada.
Marque el número de Lucas.
— ¿Aló? — dijo desconcertado.
— ¿Quién dice aló hoy en día? — dije con voz burlona. El resoplo, en respuesta.
— ¿Qué necesitas trompita de elefante? — preguntó. Bufé de cansancio. ¡Como odio sus apodos!
— No me digas así. ¿Estás ocupado? — pregunté.
— Depende para que.... — dijo juguetonamente. Revoleó los ojos con evidente cansancio.
— Ven a mi casa a ver una película de terror, así no abrazamos y hacemos cosas sucias — respondí con un tono seductor y empalagoso. Casi me río de mí misma. Escuché como su respiración se aceleraba.
— Dale linda, en cinco me tienes ahí — dijo con un tono varonil.
— Bueno amorcito — dije y troné mis labios enviándole un beso. Corté la llamada.
En la pantalla del celular se veía la llamada entrante de Matt, la cual corté enseguida.
En las notificaciones de mensajes se veía que quería que contestará y para hacerle la contra, no lo hice. Simplemente, lo ignore.
Marque el número de Astrid
— ¿Qué pasa? — dijo una voz con pocas ganas de vivir.
— ¿Así le contestas a tu amiga, que estuvo al borde de la muerte? —pregunté indignada.
— ¡Dios que dramáticas eres! — contestó.
— ¿Yo? ¿dramática?! — grité, e hice un llanto falso, al mismo tiempo.
— ¡Dime lo que necesitas! — dijo en el medio del colapso de nervios —loca... — susurro...
— Te escuché — dije indignada y balbuceando — ¿puedes venir a casa? por favor — supliqué con voz dulce.
— Me tienes en cinco en tu casa — contestó.
— Grac — no termine de decir la palabra que me corto. ¡Maldita!
Dejé mi celular arriba de la mesa de madera en forma de círculo, bueno más una mesa, parece un basurero.
Corrí hacia mi habitación, era lo más decente de toda la casa. La cama estaba totalmente desarreglada y en el piso sangre seca. Supuse que la sangre era por la herida de mi cabeza.
Tome prendas cualquieras de mi armario y las tire en mi cama. Empecé a saltar como una niña chiquita y a bailar desquiciada mente, me había agarrado una euforia inimaginable. Ya desnuda me coloqué mi ropa interior de encajé blanco, seguí por una remera suelta y un short de tela rosa.
Corrí hasta el baño.
Me posicione frente del espejo.
Lo primero que vi fue mis ojos que estaban de un color ámbar. Lo siguiente fue ver detalladamente mi rostro. Las ojeras seguían ahí pronunciadas y sabia que las ojeras no pensaban irse por mas que quisiera
La remera que tenía puesta era de color negro, muy escotada haciendo asomar a mis bebés. Traía puesto un corto de color rosa suelto, muy provocativo.
Mi pelo estaba suelto en unas ondas rebeldes, el cual cepillé lentamente, más que nada por el dolor de cabeza que me producía este, me hice en una cola de caballo. Lave mi cara y cepille mis dientes. Al fin me veía un poco más con vida, si lose, mis ojeras seguían ahí y mi color de piel también, pero me veía más fresca y aliviada.
La comisura de mi labio se empeñó en formar una sonrisa, la cual no se la denegué y eso no tenía precio. A pesar de todo, seguía de pie, sonriendo más que nunca.
Escuché el ruido de una moto ser estacionada.
Supe al instante de quién se trataba.
Tomé las llaves, del portón y salí para abrirle a mi amigo.
Con mis manos juguete con las llaves y le envié una sonrisa picarona la cual el no tardó en recibir y en sus labios se posiciono una sonrisa mostrando su perfecta dentadura blanca deslumbrante.
— Hola — dije alegremente.
— Woow ¿Te sientes bien? — dijo sorprendido por mi comportamiento. Abrí el portón y lo hice pasar
— Más que perfecta — contesté. Mis brazos se enredaron en su cintura marcando territorio y el poso su brazo por mis hombros y así caminamos hasta la puerta principal sin decir nada más.
— Abre la puerta — ordené. El me miro frunciendo las cejas y tomo la perilla en sus manos para abrirla. Cuando lo hizo, lo empuje con mi hombro hacia adentro, él se tambaleo y se sostuvo de la pared. Yo fui rápida y cerré la puerta con llave y me la guardé en mi corpiño.
— ¡Dios! — grito y miro todo a su alrededor espantado. — ¡me engañaste! — grito y me señalo con el dedo.
— ¿Terminaste con tu berrinche? — dije en tono burlón y me miré las uñas como una diva escuché un bufido de parte de él. — que tu allá pensado otras cosas que no eran no es mi problema. La culpa la tienen tus hormonas que te hacen ver cosas que no son — cuestione y lo mire a los ojos con una sonrisa divertida — mente podrida — le grite y le saque la lengua como una niña pequeña.
— ¡Tu maldito demonio sexy! — grito de una manera muy enojada y tomo impulso para perseguirme.
Se escucho un estruendo de cosas caerse
— ¡Mierda! — grito una voz femenina.
— ¡No! ¡Te dije que tengas cuidado! ¡Dios, kelsy! — grito la reconocible voz de Astrid.
— ¡Cállate! — respondieron.
Los dos nos miramos analizando los gritos que provenían de mi habitación. Lucas, torció la mandíbula y olió el aire lo cual me pareció extraño y no dije nada. Sus cejas se fruncieron y tomo mi mano, nos dirigimos a mi habitación donde estaba todo el alboroto.
Abrí la puerta con cuidado.
Una chica rubia de pelo lacio con curvas definidas que jamás había visto pero me parecía conocida, estaba frente a Astrid cómo protegiéndola de algo. Con ojos curiosos y acechadores nos observó, su cuerpo se relajó al instante.
— ¡¿Oye qué haces?! — grito Astrid, empujando a la chica.
Astrid se acomodó el pelo con sus manos y nos observó.
Espere una respuesta sensata, pero esperaba mucho.
— Hola — dijo con voz inocente sonriendo.
— ¡Astrid! — grite.
— Bueno, bueno — dijo con voz de yo no fui.
La rubia se acercó a mí, sonrió como el gato de Alicia y me fundió en un fuerte abrazo. Me quedé estática en mi lugar, pero mis manos como si tuviesen vida propia la rodearon y me sentí tan tranquila y serena como si la conociera de toda la vida.
Posiciono sus manos en mis hombros y se alejó.
— Hola, soy kelsy deyler — dijo con una voz dulce, mientras con sus finos labios de un color rosado natural me sonreían — pero mujer, estás muy flaca ¿Quieres que te cociné? — dijo con una voz muy graciosa y se me escapó una risa, ella empezó a zamarrearme juguetonamente.
— Bueno estaría encantada, pero antes ¿Por qué entraron por la ventana y no por la puerta como una persona normal? — pregunté. Kelsy se alejó de mí y se puso al lado de Astrid, kelsy le dio un codazo en las costilla y Astrid muy enojada hizo la misma acción. Yo subí mis cejas en acción de alguna respuesta lógica
— Astrid quería asustarte. Yo solo la acompañé y le dije que no lo hiciéramos por tu condición y todo eso — respondió kelsy. Astrid volteo su cabeza como el exorcista y la fulminó con la mirada se notaba que quería matarla.
— Maldita rubia — le dijo entre dientes Astrid
Empecé a carcajearme de la risa como si no hubiese un mañana. Esta estupidez hizo que mi riera, mucha euforia había dentro de mí.
— Dios ¿Estás bien? ¿Tienes fiebre? — preguntó Astrid y se acercó lentamente a mí.
— No, es solo que me causa mucha divercion su pelea — dije entre risas, ni yo sabía exactamente porqué me reía, pero me sentía extrañamente feliz.
— ¿Angélica? — preguntó Lucas.
— ¿Sí? — dije y el capturó mi atención con su sonrisa malévola.
— ¿Por qué no le dices a las chicas cual fue el motivo por el cual la llamaste? — preguntó con sorna.
— ¿Sabes? Te odio — dije entre dientes con una sonrisa.
— Me amas losé — contestó con una sonrisa.
Revoleó los ojos con diferencia y me acerco a las chicas y las miro con ojos tristes.
— Angélica... — dijo Astrid con advertencia
— Espérame en la cocina Lucas — sentencie. Él se dirigió hacia la cocina con las manos en su bolsillo y con su sonrisa de ganador.
— Escuchen tengo un pequeño problema. Yo recién acabo de salir de la clínica. Mi madre me trato del todo mal, no sé lo que le ocurre. Llegue a casa y estaba todo echo un desastre, no sé qué paso. El problema es que la casa parece un basural y sola no puedo. Y además me siento algo débil — dije con una voz baja y calmada. Me daba mucha vergüenza decir la verdad de mi familia adelante de una desconocida. — kelsy, si quieres te puedes quedar en mi habitación y — me interrumpió.
— Eso ni de broma ¡Obvio voy a ayudarte! Somos amigas ahora — cuestiono kelsy levantándose eufóricamente de mi cama donde estaba sentada y viniéndose hacía a mí.
— ¿Debo ponerme celosa que una rubia eufórica quiera robarme a mi mejor amiga? — preguntó Astrid subiendo las cejas con sus brazos cruzados.
— Ella no te está robando nada. Solo quiere ayudar encima me gusta su actitud — contesté. Me acerque a ellas y las abrase a las dos. — gracias, chicas — Astrid se separó y yo me seguí abrazando con kelsy que estaba congelada.
Eran las 4pm de la tarde y los cuatro habíamos dejado todas las habitaciones limpias, lo cual era impresionante.
— Te me haces conocida ¿Ya nos hemos visto antes? Disculpa, pero soy malisima para las caras — dije. Kelsy y yo, estábamos cocinando pochoclos en el microondas, si eso se lo llamaba cocinar. Estuvimos hablando toda la tarde de cosas triviales. Teníamos algunas cosas en común y otras no, pero me había caído súper bien esta chica y no sabía de a donde Astrid la había sacado. Kelsy me miró con sus ojos color pardo que me parecían alucinante y un brillo cruzo por ellos. Parpadeó por algunos segundos.
Ella inclina la cabeza y sus labios se curvan en una sonrisa.
— Bueno, yo sí, pero tú no. Soy nueva en el colegio de donde tú vas. — contestó. — Y con Astrid cruce las primeras palabras, el día que estuviste en la clínica y nos hicimos amigas por así decirlo. — parpadeó desconcertada ¿Por qué estaba en la misma clínica que estaba yo?
— ¿Por qué estabas en la clínica? — pregunté.
Ella poso sus brazos sobre la barra y me miró fijamente.
— Mis padres son los dueños de la clínica y también trabajan ahí como doctores. Yo fui haberlos y de casualidad de la vida escuché lo que tenías tú cuando mi madre hablaba con la tuya, después con mi hermano caminábamos por los pasillos y me la crucé a Astrid. — contestó con indiferencia y se encogió de hombros restándole importancia.
— ¿Y tienes hermanos lindos? — dije subiendo y bajando las cejas.
— Tengo 7 hermanos, no sé si son lindo pero que son una pesadilla te lo garantizo — dijo con vos burlona, mientras se carcajeaba de la risa,
La alarma del microondas sonó. Kelsy, puso en un tazón los pochoclos y se metió algunos a la boca, mientras se deleitaba de su dulzor. Ella camino hasta el sillón y se sentó al lado de Astrid, la cual estaba hablando con Lucas, lo cual me había parecido extraño, pero no dije nada. Yo imité su acción y me senté al lado de kelsy y Lucas, digamos que el sillón era bastante grande y no estábamos apretados.
En un momento el cuarto de estar ya era un chiquero, potes de helado por el piso, envoltorios de golosinas, preservativos — ah no, broma eso no había — pochoclos por toda la habitación y sillón.
Astrid tenía los pies encima de kelsy. está solo miraba atentamente la película mientras gozaba de los pochoclos como si fuese el mejor manjar.
Lucas, ya había rodeado su brazo por mis hombros aparentándome contra su pecho, me sentía cómoda por así decirlo y además sus brazos me rodeaban de una manera protectora y me sentía más que segura con eso.
Nos habíamos visto más de cinco películas desde las cuatro de la tarde y ya era bastante oscuro para deducir que ya era madrugada.
— ¿Qué hora son? — preguntó una adormilada Astrid.
— Fíjate en el celular que tienes en tus manos sonsa — contestó Lucas.
— Lo haría intento de simio mal hecho, pero se quedó sin batería — contrataco Astrid, con vos de ironía mientras le sacaba la lengua en modo infantil.
— Son las 3am — dijo kelsy — ¿Y tus padres Angélica? — preguntó con curiosidad
— Me envió un mensaje mi mamá diciendo que se iban todos a un viaje de negocio y blablablá — contesté con indiferencia haciendo un ademán con mi mano izquierda. Me levanté del sofá y me estiré tronaron todos mis huesos.
— ¿Quiénes se quedan a dormir? — pregunté mientras un bostezo salía de mi boca.
— Yo no puedo, pero otro día encantada — dijo kelsy con vos dulce.
— Y yo igual, porqué tengo que levantarme temprano para ir al dentista — dijo Astrid con cara de disgusto.
— Al fin te van a sacar ese olor de alcantarilla que tienes, dios Astrid te hacía falta — le dije con vos burlona y le di un abrazo de compasión. Ella me empujo de un lado haciéndose la ofendida y todos nos reímos.
— ¿Kelsy me llevas a casa? — dijo Astrid con una voz de compasión
— Si, como no te voy a llevar tonta — contestó kelsy eufóricamente.
— Chau, Angélica — me saludo kelsy con un beso en la mejilla.
— Chau, Lucas — dijo kelsy forzando una sonrisa. Este solamente asintió con la cabeza indiferente.
— Chau mi vida — dijo Astrid exageradamente y me abrazo.
— Chau, Lucas. Me la cuidas — dijo Astrid hacia Lucas alegremente. El, la abrazo y le dio un beso en la mejilla.
— Usen preservativos no quiero sobrinos — dijo Astrid mientras se reía.
Yo puse los ojos en blancos por las estupideces de la pelinegra.
Y así la rubia y la pelinegra salieron por la puerta como si nada riendo de sus tonterías
— Voy al baño — Dijo lucas.
Se dirigió al baño y pude hacer lo que hoy no me permití porque había gente, Observarlo descaradamente.
Su jean chupín negro, sostenían ese culo bien levantado, dejaba mucho a la imaginación.
Tenía puesta la remera que yo usaba para dormir en ocasiones, una remera color azul marino con corte de v en el cuello. Sus brazos estaban al descubierto, con evidentes músculos notables que me hacían babear. Su espalda era ancha y ahí había un tatuaje que no podía ver por culpa de que estaba con remera.
Entre a mi habitación mi cama era matrimonial con sábanas de seda color lila y un acolchado color rojo. Hoy dormiría con Lucas en esa bendita cama.
Tomé mi pijama entre mis manos que estaba encima de mi escritorio. Cerré la puerta para que Lucas no pasará. Me cambie a la velocidad de la luz por si Lucas entraba por aquella puerta y me veía semidesnuda.
Me solté el pelo y ya estaba lista para dormir.
Me tiré en mi cama y me tapé hasta el cuello.
Escuché el botón de la luz siendo apretado y como todo se volvía en una oscuridad absoluta. Al lado mío se hundió la cama, unos brazos con bastante fuerza me sujetaron y me atrajeron al pecho de Lucas. Podía sentir como su aliento chocaba en mi boca. Sentía el deseo de besarlo a mil por hora. Pasaron los segundos y después vinieron los minutos que se hacían eternos. El no me besaría si no lo hacía yo, entonces me impulse y lo bese con tantas ganas juntas.
Me sujeto de las caderas fuertemente y me puse a horcajadas encima de él. Supe entonces que todo se había descontrolado. Lo bese con tanta hambre hasta mas no poder. No sabía por qué mi cuerpo actuaba de esta manera, pero me deje llevar.
Agarre su pelo entre mis manos y tire de el con fuerza, escuché un gruñido de su parte y sentí que quería más de él. Empecé a frotarme sobre su entrepierna, asi calentaba la situación. Todo en mi temblaba, todo se caía en mil pedazos. Nuestras bocas se unían en una sola sintonía en busca de más y yo le iba a dar lo que el quería. Mi cuerpo empezó a reaccionar a sus caricias que subían y bajaban por mi espalda y que querían recorrer todo mi cuerpo.
El me sujeto de los hombros y dimos vuelta sobre la cama, ahora él estaba encima de mí. Se escucharon ruidos en la cocina y me alerte por un segundo, pero Lucas me tapo la boca con su mano.
— Nos veremos pronto mi ángel — dijo con una voz ronca, el individuo que estaba encima de mí, mientras acariciaba mi muslo desnudo. Todo mi cuerpo se congelo, quedé inmóvil, sin poder decir ni una palabra. No sentí más la presión sobre mí, solo se desvaneció. Nadie se encontraba sobre mí, mis manos tocaron mi cuerpo en busca de alguien y tocaron la otra parte de la cama, pero era solamente la soledad que me inundaba.
Prendieron la luz y mi corazón se aceleró. No entendía nada. Si Lucas, no estuvo aquí ¿Quién fue?
Levante la vista y apareció el cuerpo de Lucas.
— Ya te fuiste adormir sin mi — dijo Lucas con voz burlona.
Agarre las sábanas entre mis manos y trate de calmarme mi corazón que quería salirse de mi pecho.
— ¿Estás bien? — dijo Lucas con voz de preocupado y acercándose a mi.
— ¿Que? Si, estoy bien — dije con una voz apagada — tengo sueño, solo eso — y envolví mi cuerpo entre las sábanas. Apagaron la luz nuevamente y empecé a temblar del miedo.
— ¿Lucas? — dije mientras me daba la vuelta y lo tenía cara a cara.
— ¿Mmmm? — dijo somnoliento
— ¿Puedes abrazarme y hacerme mimos? — pregunté.
— Obvio, amor — contestó y juraría que la sonrisa se había colado en él.
Me atrajo hacia su cuerpo que emanaba bastante calor para no necesitar frazadas, una de sus manos jugueteo con mi pelo, la otra solo acaricio mis piernas. Y el sueño jamás vino, solo me quede abrumada ¿estaba alucinando acontecimientos que jamás pasaron? ¿mi mente estaba dañada? Ahora lo que más anhelaba era desaparecer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro