CAPITULO 4
Capitulo 4 - Reencuentro Inesperado.
"La aprecio desde lejos, emocionado con la felicidad de la sorpresa, pudo notar que, aún cuando había cambiado, aún seguía conservando su belleza.
Era real lo que estaba pasando, un reencuentro inesperado que el destino al final los reunía.
Entonces el, sintiéndose atraído, quiso apegarse un poco más a ella, queriendo besarla con muchísima intensidad, le dijo al oído que seguía siendo encantadora y bella."
Me encuentro ya en el infierno.
En la entrada veo a mi alocada amiga corriendo hacia mí.
Su pelo color negro que esta planchando, le llega hasta su cintura. Su pelo, se balancea mientras corre. Y los rayos más minúsculos del sol, rozan su cara, alumbrando cada una de sus imperfecciones normales que conllevan un adolescente.
Su piel blanca como el papel, da la apariencia de un muerto.
¿Sabían que, en Villa Gesell, todos son de piel blanca?
Es por el clima. Rara vez sale el sol.
Sus ojos son de color miel.
Su estatura es de 1,65 cm. Ella se considera una persona alta, pero es un pitufo.
Es delgada con unas curvas de infarto.
Su vestimenta consiste en una remera con mangas largas de color gris. Un jean negro tiro alto, que le queda espectacular y remarca el poco trasero que tiene. Y unas zapatillas color verde agua que adornan sus pies.
Linda combinación.
Ella tiene un carácter de locos, puf su carácter no es el mejor.
Es un poco bipolar y caprichosa.
A veces por sus berrinches tengo que ser su bolsa de boxeo.
Tiene su lado bueno, es muy dulce cuando se lo propone en realidad muy empalagosa.
Además, es de ayudar a sus amigos si lo necesitan.
Ella es así y más, pero si sigo hablando de la maravillosa persona que es, la historia seria larga.
Ella es la hermana que me hubiese gustado tener.
¿somos iguales? No, no jamás los seremos. Somos polos opuestos y no siempre nos llevamos bien. No sé cómo somos amigas.
Pero agradezco tener a alguien que me ancle a la realidad.
Astrid y yo crecimos y vivimos juntas. Porqué nuestras madres eran amigas y entonces vivíamos todos en una sola casa. Estuvimos así por un periodo de 7 años. Al cumplir mis 8 años, nos fuimos a vivir a una cabaña en el bosque, en mar azul.
Al cumplir los 13 años, me mudé a la Plata. Pero eso, ya lo saben.
Hace siete meses volví a Gesell y desde entonces Astrid y yo somos inseparables.
Nosotras somos una de las chicas más conocidas de por aquí.
Bueno, al ser una ciudad muy chica nos conocemos entre todos. Pero mí amiguita y yo, somos reconocidas por otras cuestiones que no quiero nombrar.
Tenemos muy mala reputación. Igual a lo largo de la historia, ya sabrán el porqué.
Somos el perfecto dúo de locas geselinas.
— Hola — Dijo Astrid, con una voz chillona e incondicionalmente irritante.
Casi me rompe un tímpano, la retrasada.
Mi amiga me admira de arriba abajo con descaro, yo solo sonrió. Con su dedo me indica que de vueltas.
Me encogí de hombros y lo hice.
Hago dos vueltas y de un segundo a otro pega un grito, que hace que todo el colegio desvíen las miradas hacia dónde estamos nosotras dos.
Todos, miran "Di-si-mu-la-da-men- te" ojo, miran disimuladamente.
Los miro a todos fijamente con una mirada desafiante.
¿Por qué no se meten en sus asuntos?
Estoy por salir corriendo y señalar a Astrid, mientras grito "Yo no la conozco, ella me acosa"
Y mover las manos eufórica mente en el aire como desquiciada mental que necesita con urgencia un loquero.
Muevo mí cabeza descartando esa idea de mí mente.
¿Es normal que un adolescente piense estas cosas?
Soy demasiado normal entonces.
Yo, asumida en mis locas ideas y Astrid pega otro grito de emoción.
Por instinto le tapó la boca y le pego una ligera cachetada.
Tengo que reírme de esto, ni si quiera fue una delicada cachetada, pareció más una trompada.
No aguanté más y de mi garganta salió una carcajada. Pero en vez de una risa, como de ve de tener una dama educada.
¡Que claramente, no soy!
Me sale como si mi risa fuese un aullido de gata dando a luz, con una mezcla de agitación, parecido a una foca.
Ahora debo parecer una loca desquiciada con problemas mentales que le gusta pegar a la gente por diversión.
Por la culpa de Astrid, parezco una loca.
La veo con mi peor cara de perro.
Mis mejillas arden, me agarra vergüenza por la "Escena" que estamos haciendo.
Algunos nos miran con cara de;
¿Qué mierda les pasa a estas locas?
Y otros se mueren de la risa, por nuestro espectáculo improvisado.
Ella se encoge de hombros y no le da importancia al golpe.
Me mira con sus ojos color miel y puedo decir que trama algo.
Se frota su mejilla, donde impacto mi mano.
Me mira desafiante y me pega una cachetada. Mí mejilla arder, como los mil demonios.
¡Por lo menos que me avise, que me va a cachetear!
Así, yo me preparo mentalmente.
Les juro por Obama que en paz descanse, que eso no me lo vi venir. Bueno, si es que Obama está muerto.
Mis mil condolencias a las fans Obamalistas.
¡Mierda que duele! Pega bien, hay que aceptarlo.
Me frotó mi mejilla, adolorida.
Astrid, desvía su mirada a otro lugar. Aparece mi perfecta oportunidad, el segundo exacto, el minuto exacto, el ......
—¡Angélica activa estúpida! — Me grita, una voz en mi cabeza.
Una sonrisa malévola se forma en mis labios sin permiso.
Levanté mi mano para dar mi impacto.
— Ni, lo intentes. Porque aquí va a correr sangre de tu nariz y de tu hermoso labio carnoso ¿oíste? — Dijo con voz amenazadora y ronca.
Ella, había acaparado toda su atención hacía mí.
Perforo su mirada, en mis ojos y no apartó la vista. Eso lo hacía para intimidarme y la maldita lo consiguió.
Niego con la cabeza lentamente, con un poco de diversión.
En mi rostro, aparece mi encantadora sonrisa.
Amo a esta estúpida. Me amenaza, me pega, me hace moretones y mordidas. Sus peleas y caprichos siempre terminan mal conmigo.
¿Se podría ser tan masoquista como yo?
no, no lo creo.
— Basta de maltratar a Angelica. No ves que está prohibido, el maltrato animal — Grita con su voz irritante, Matías.
Trota por al lado de nosotras con una sonrisa pícara en su rostro.
Este Matías no cambia, que metido......
Yo rodeo los ojos por sus boberías.
Mi amiga, le guiña un ojo pícaramente.
Matías nos señala a las dos y forma un corazón con sus manos.
Antes de desaparecer de mi vista, me tira un beso volador.
Mi amiga se da vuelta y me mira con una felicidad inmensa.
— Hoy ingresan cinco chicos nuevos al colegio. — Dijo con una voz llena de felicidad — ¡Esa era la sorpresa! — dice, mientras da saltitos toda contenta. — hice que te pongas hermosa, para alguno de ellos. ¡Es que son unos bombones! — afirmó, mientras ponía cara de soñadora.
Parece que le está dando un orgasmo, imaginándose a los chicos nuevos.
— ahh ¿eso era la sorpresa? — Pregunté.
— Si, tonta. — Respondió. — Con mis amigas de computación nos colamos en la red del colegio, buscando datos sobre ellos. Adivina lo que encontré. — preguntó, mientras tenía una mirada misteriosa.
— No, ni idea. ¿Qué encontraste? — Pregunté.
— Qué son chicos nacidos en Canadá. ¿Quién viaja tanto para venirse a un colegio pedorro? Es algo extraño. ¿Tu, que opinas? — Me pregunto y me miró a los ojos, mientras buscaba una opinión.
— Y la verdad es algo extraño. ¿Y si, tal vez querían un cambio de lugar? Deben ser por asuntos personales. — Conteste.
Ella asiente con la cabeza, poco convencida.
— Si, puede ser — Dijo, pensativa.
Ella frunce el ceño.
Abre sus ojos como dos lunas y queda con la boca abierta.
Ella me aparta a un lado bruscamente, y se hecha a correr como desquiciada.
¿De qué me perdí?
Me di vuelta y miré en la dirección de donde se fue Astrid.
Y así fue como todo mi mundo se cayó a mis pies.
Ahí estaba el, apoyado sobre la pared de ladrillos con los brazos cruzados sobre su pecho.
Sus ojos color avellana estaban observándome, tratando de atraparme.
Me quede como piedra en mi lugar, sin creerme lo que estaba pasando.
¿Estoy alucinando?
Necesito una explicación y de las mejores.
¿Qué paso en estos 7 meses que no me contacto?
Me ignoro completamente. Y ahora lo veo en la puerta de mi colegio, que está a 400 kilómetros de donde él vive.
¿Que está sucediendo?
Necesito una explicación, me lo pide mi alma severamente.
Mis piernas se mueven y empiezo a correr en busca de respuestas.
Estaba tan cegada por la curiosidad que choque con algo.
Sali disparada al suelo.
No sé si choque con una persona, o una pared.
Pero lo más seguro es que fue contra una pared y se sentía como una.
Empieza a dolerme el hombro de una manera horrible que me lo froto con mi mano buscando aliviar el dolor.
Mis ojos miran hacia arriba buscando el culpable. Entonces lo veo a él, a un chico con una postura impotente.
No puedo ni si quiera pestañear, porqué me he quedado en shock.
Este chico es el de esta mañana, el del auto. Vaya, casualidad.
Sus ojos me observan de arriba abajo, tratando de buscarme imperfecciones.
Tiene unos ojos color azul zafiro, que son capas de hipnotizar a cualquiera.
Sus ojos son la más bella perdición que podría seguir admirando todo el tiempo del mundo. Esos ojos color azul zafiro brillan de tal manera que me hacen suspirar como boba enamorada.
Nos miramos mutuamente con descaro.
Me muerdo el labio inconscientemente, es culpa de mis hormonas desear a este chico.
Se nota que hace ejercicio, porqué tiene unos buenos músculos tonificados.
¿Quién usa remera corta cuando está helando?
Aunque, así puedo notar sus dos brazos que están bien trabajados.
Se le marcan las venas de una manera que jamás había visto, lo cual me parece atractivo.
Empiezo a tener calor de una manera inimaginable.
Malditas hormonas que hacen que se me suba la temperatura.
Me quedé anonadada mirando su parte baja y como ese jean apretaba cada parte de su cuerpo descaradamente.
Seguramente ya esté babeando.
El viento me abraza de atrás y hace que el pelo del chico se alborote. Sus mechones color negro azabache, dan en distintas direcciones.
Me he topado con un ángel.
Pero sé que una amenaza es bella, y trata de seducir a su presa. Y vaya que me está seduciendo, solo que no voy a caer en la trampa.
Estoy más que segura que este individuo esconde algo, como todos en realidad.
Su piel demasiado blanquecina igual que la mía, resalta demasiado su anatomía. Lo cual, llama demasiado la atención de sobre manera.
Una voz lejana, me saca del trance de pensamiento.
— ¿Estás bien? — Pregunta, toscamente. — Tendrías que fijarte por donde caminas — reprocha, con un tono de molestia.
Mi corazón empieza a latir demasiado rápido y el miedo me invade.
¡Tengo que salir de aquí con urgencia!
—¿Estás bien? — Pregunta, con una voz un poco menos tosca.
La verdad que no.
El chico al ver que no respondía, me miro impacientemente.
— Si, me encuentro bien — Dije con una voz a punto de quebrarse. Mis nervios me impedían hablar con un tono normal y encima mi corazón no quería latir a una velocidad normal, esto me estaba matando. — Solo me duele el hombro, nada más. — Dije con una voz más calmada.
Estaba tratando de tranquilizar mi respiración, mientras cautelosamente hacía bocanadas de aire para volver a mi respiración normal, trataba de hacerlo disimuladamente. O es lo que yo quería creer puesto, que yo jamás hago algo disimuladamente.
Me observo con una mirada neutra y muy sería.
Me ponía los pelos de punta.
El, asiente con la cabeza dando entender que me escucho y me extiende su mano para poder ayudarme a levantar del piso.
La rechazo y me incorporo sola, sacudo mi ropa con mis manos temblorosas.
El, se agacha y agarra mi mochila que salió disparada, me la ofrece con un semblante serio.
Mis manos se aferran a mi mochila y tratan de no hacer contacto con su piel, por más que me gustaría.
Me la coloco en mi hombro. El me sigue observando y mi cuerpo empieza a tener reacciones extrañas, la cual me hacen dar miedo.
Ya sin más que hacer ahí, me alejó. Lo miro, mientras sonrió.
— Gracias por preocuparte. Perdón por haber chocado contigo. — Digo, en un tono amable.
Me alejó lo más rápido de él.
En estos momentos, era una bola de nervios.
Giro mi cabeza mirando hacia atrás y una media sonrisa se cuela por sus labios.
El da media vuelta y se dirige a su grupo, lo cual es mixto. El al llegar, se le une a la conversación.
Ya un poco más tranquila, respiró sonoramente sacando todo el aire de mis pulmones que no sabía que estaba reteniendo.
— ¿Que fue todo eso? — me susurre.
Este chico, no me daba buena espina.
Y mí instinto me decía que él, era algo peligroso. Pero lo peligroso llama, y yo voy a seguir al peligro.
No iba negar, lo que todos ya sabíamos. Lo peligroso atrae, lo peligroso te consume y te llama.
Yo estaba por ir a buscar el peligro y lo admitía.
Unos brazos me enredaron.
Mi corazón empezó a latir tan fuerte.
El roce de su piel tan suave, me ponía a mil. Mi cuerpo pedía a gritos su cercanía.
El me abraza desde atrás, enrollando sus brazos en mi cintura.
Trató de dar media vuelta, pero no me deja, estoy atrapada. Me pega más a su cuerpo, si eso es posible. Estamos muy cerca para mi gusto.
¡frente a todo el maldito colegio!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro