XXVIII
—Mira, chica —me llamaste con cariño.
Me acerqué, rodeaste mis hombros y me pegaste a ti mientras señalabas con el dedo índice una ninfa blanca posada en una rama.
Quizá no te diste cuenta, pero me estaba derritiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro