Salimos un centenar de veces en los siguientes meses.

Los pequeños detalles que olvidabas se comenzaron a amontonar.

Había cosas que nunca volviste a encontrar en la caja de recuerdos que almacenas en tu cabeza. Te tensabas mucho cuando te veías envuelto en esa situación, el nivel de vergüenza y malestar dependía de la importancia del recuerdo.

Entonces empecé a preocuparme.