LXI
Carmela lloró. La única palabra que salió de mi garganta llena de nudos fue suficiente para despertar la cascada que ella llevaba dentro. La abracé, sus brazos me estrujaron y no me dejó ir hasta calmarse.
Tu prima se limpió las últimas lágrimas antes de hablar:
—Gracias.
Brad... no te iba a dejar.
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