NOTA: Danganronpa ultra despair girls es un spin-off, no recuerdo en qué línea temporal está ubicada, pero la estoy poniendo como después de Trigger Happy Havoc y antes de Goodbye Despair y Mirai-hen.
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Decidir en dónde estarían durante esos tres días de descanso no fue difícil. Después de todo, Towa City seguía siendo la única ciudad post-desesperación que quedaba más o menos en pie.
Naegi Komaru, la hermana de Makoto, y Fukawa se encontraban ahí haciendo búsquedas de sobrevivientes. Kirigiri tenía entendido que su abuelo también estaba escondido en algún lugar de la ciudad y habían escuchado que la madre de Hagakure seguía viva.
Pero los remanentes de la desesperación seguían libres, por lo que estaban muy bien escondidos y no sería fácil encontrarlos si hacían una búsqueda solamente ellos seis durante dos días de vacaciones.
Cuando el helicóptero descendió en medio de la ciudad, fácilmente pudieron notar todo lo que los Guerreros de la Esperanza habían hecho. Todavía quedaban algunos robots Monokumas en las calles al igual que algunos cuerpos enterrados bajo escombros.
No era la mejor vista, pero el silencio era ciertamente acogedor.
—¡Onii-chan! —escucharon los cuatro presentes después de que el helicóptero partiera.
—¡Ah, Komaru! —saludó Naegi mientras su hermana corría a darle un abrazo.
Fukawa venía unos metros más atrás. Cansada, transpirando y tambaleándose.
—¡K-Komaru, no tan... Rápido! —pidió apoyándose en sus rodillas —. ¿En serio debíamos venir a recogerlos? ¡Cielos! Si no fuera porque Byakuya-sama lo dijo...
—Es un gusto verte también, Touko-chan —saludó Asahina.
Fukawa se paró más derecha —lo cual fue su postura encorvada de siempre —y miró a todos lados mientras estrechaba sus manos frente a su pecho.
—S-Sí... Hola a todos —contestó.
Komaru soltó una leve risa y se alejó de Naegi para mirar a los demás.
—Un gusto, mi nombre es Naegi Komaru, siéntanse libres de llamarme por mi primer nombre —se presentó haciendo una leve inclinación.
Todos se presentaron en su momento y pronto ya estaban yendo de camino al edificio en donde Komaru y Fukawa vivían.
En el camino, Komaru no paró de avergonzar a su hermano diciendo lo mucho que le había hablado de sus amigos durante las cortas comunicaciones que habían logrado tener.
Sobre lo asombrosa que era Kirigiri al resolver casos.
Lo fuerte que era Asahina.
Lo divertido que era Hagakure.
Y muchas, muchas cosas más, según ella.
—Por favor, ya basta, Komaru —pidió Naegi con una sonrisa avergonzada.
Su hermana solo sonrió y ambos continuaron hablando un poco por delante de los demás.
Asahina soltó una leve risa.
—Nee, nee, Kyoko-chan, ¿crees que Komaru-chan tenga un complejo de hermana? —preguntó en voz baja.
Kirigiri no se molestó en responder. La que lo hizo fue Fukawa.
—¿No es obvio? —dijo y se cruzó de brazos —. Esa niña tiene a su hermano en un pedestal y no entiendo por qué.
Hagakure rió fuertemente.
—Qué suerte tiene Naegichi —comentó —. Primero Maizono, luego Kirigiri y ahora la pequeña Koma... aghj... Jahg... Jagh... —empezó a toser en cuanto Asahina lo golpeó en el estómago.
La chica de mirada estoica solo respiró hondo y reparó en que habían llegado a una especie de hotel abandonado.
—Bueno, no se cohíban. Esta es su casa —declaró Komaru.
Al entrar, lo primero que vieron fue lo desordenado que estaba, pero evitaron hacer comentarios al respecto cuando Komaru les dijo que era obra de Fukawa. Resultaba que la hermana de Naegi había seleccionado las mejores habitaciones —las más limpias y menos destruidas —para los amigos de Naegi.
Asahina y Kirigiri compartirían habitación al igual que Hagakure y Naegi.
La habitación de Komaru se encontraba en el mismo piso y ya que Fukawa también dormía ahí, entonces todos estaban juntos.
Kirigiri ni encontró momento para hablar tranquilamente con Naegi a solas y no fue hasta que cayó la noche que pudo hablar con Asahina.
—¿No le vas a decir? —preguntó la chica morena.
—No lo veo necesario —contestó Kirigiri —. Creo que las relaciones amorosas están sobrevaloradas y que solo son un nombre, además solo quiero que regrese a ser el mismo de antes y así poder ayudar al mundo con todo lo de la desesperación. Las cosas dramáticas pueden esperar —declaró.
Asahina se quejó en voz alta y se recostó sobre la inesperadamente cómoda cama.
—¡Kyoko-chan, no te entiendo en lo absoluto! —exclamó —. ¿Y si otra chica lo enamora? Siendo como es, no hay duda de que seguirá llamando la atención —dijo preocupada por su amiga.
—Ya veré qué hacer en su momento —contestó simplemente mientras se colocaba su pijama —. No es como si fuera fácil luchar contra un fantasma que solo él ve —suspiró. De alguna manera lo podía entender.
Asahina rodó en su cama hasta poder mirar a Kyouko.
—Es más fácil de lo que crees, Kyoujo-chan —dijo —. Los fantasmas están muertos, solo tienes que demostrarle que tú aún estás viva.
Kirigiri sonrió ante el ánimo cuando Asahina empezó a cerrar los ojos y pronto ambas se quedaron dormidas.
Parecía que aquellos días libres no iban a ser productivos en ningún aspecto, pero se equivocaron al pensar eso.
—¡Debemos decirle, Komaru! —escucharon la voz de Naegi mientras que ambas, Asahina y Kyouko, se acercaban a la sala compartida.
—¡Pero son sus días libres, onii-chan! —contestó ella.
—De todas formas se enterará, ¿no? —agregó Hagakure.
Y al escuchar los pasos de ambas chicas, todos cerraron repentinamente la boca.
—¿Qué sucede? —preguntó Asahina preocupada.
Los hermanos Naegi compartieron una mirada que no pasó desapercibida y luego observaron a Kirigiri.
—Supongo que habrás escuchado que una vez Touko-chan y yo nos encontramos con Kirigiri Fuhito, ¿no? —dijo Komaru, a lo que Kyouko asintió —. Pues... Hasta donde supimos, estaba escondido en una librería, luego ya no supimos más de él y ahora nos ha llegado una notificación de que al parecer algunos remanentes...
—Lo han encontrado —concluyó Kirigiri. Realmente no sabía cómo reaccionar a eso.
—N-No exactamente —interrumpió Fukawa ganándose la atención de todos —. Es una probabilidad, pero en este momento los únicos capaces de verificar la veracidad del dato somos nosotros aparte de los remanentes de la desesperación.
—Entiendo, ¿y qué quieren que hagamos? —cuestionó Kirigiri.
Su frialdad sorprendió a los de la habitación.
—¿Eh? ¿No quieres ir a buscarlo? —preguntó Asahina.
Kyouko la miró.
—Ciertamente, quiero encontrar a mi abuelo y darle la protección adecuada —declaró —, pero él no es una persona simple. No se dejaría atrapar tan fácilmente, además nosotros estamos libres de trabajo, si nos encuentran sería un problema y no sirve de nada preocuparnos...
—¡Eso no es cierto! —la interrumpió Naegi —. Kirigiri-san, tu abuelo es una persona importante para ti, ¿no es así?. Entonces preocuparte por él sí es necesario. ¿Qué pasa si de verdad está en donde dicen que está? ¿No preferirías encontrarlo tú? Es mjor buscar y no encontrarlo a arrepentirnos por ni siquiera intentarlo. Es cierto que Togami-kun nos dio días libres, pero ninguno de nosotros está dispuesto a abandonar a un aliado, ¿verdad, chicos?
Todos asintieron y apoyaron las frases de Naegi a excepción de Fukawa, que parecía nerviosa mirando a todos lados encorvada, como un chihuahua.
Kirigiri suspiró dándose cuenta que no podría ir en contra de todos ni aun con mil argumentos y asintió.
—Está bien, vamos a ver si el dato que les mandaron es cierto —aceptó.
No era mentira nada de lo que dijo. Quería ver a su abuelo, pero también sabía que él no se dejaría atrapar. Para ella el dato era simplemente falso y sin embargo aún iba a ir por la pequeña esperanza que Makoto había sembrado en ella.
Makoto estaba ahí. Seguía siendo el mismo a pesar de estar meditabundo casi todo el tiempo y ella se encargaría de ayudarlo. Aprovecharía el tiempo que pudiese para hablar con él.
Siendo seis, se dividieron en tres grupos de dos para buscar en aquel no tan grande centro comercial al que los habían mandado.
Asahina y Hagakure irían al tercer piso. Fukawa y Komaru se quedarían en el primero y Naegi y Kirigiri irían al segundo.
Todos tenían una Pistola Megáfono Hackeadora por grupo. Asahina, Komaru y Kirigiri las controlaban; mientras que los otros tres buscaban algún indicio del abuelo —o de algún otro sobreviviente —de Kirigiri.
—¿Sabes, Kirigiri-san? Esto me recuerda a cuando buscábamos pistas en Kibougamine Gakuen —comentó.
—¿Sí? —preguntó —. Bueno, aunque los motivos sean distintos, debo darte la razón en eso.
—Sí, en ese tiempo debíamos buscar pistas para encontrar a un asesino entre nosotros, ahora solo debemos buscar indicios de un superviviente. No me había dado cuenta de lo mucho que disfrutaba hacer estas cosas contigo.
Aquello atrapó a Kirigiri con la guardia baja.
—¿Disfrutabas? —repitió y por primera vez en mucho tiempo se distrajo, dándole la oportunidad a un remanente de la desesperación de dispararle a un objetivo.
El sonido de la bala se escuchó y Kirigiri lo único que pudo hacer fue saltar para empujar a Makoto detrás unos cuantos escombros.
El dolor en su pierna fue inmenso, pero no la detuvo de levantar la Pistola Megáfono Hackeadora y apuntar hacia la persona. Como había predicho, solo era una trampa y ellos habían caído como ratones por un pedazo de queso.
No seleccionó ninguna opción de la Pistola, solo apretó un botón al azar, el cual resultó ser una onda de electricidad que rápidamente dejó inconsciente a la persona que los había atacado.
Escucharon más pasos desde el tercer piso sobre ellos, lo que significaba que Asahina y Hagakure estaban teniendo algunos problemas, quizás lo mismo con Komaru y Fukawa.
—Tsk... —se quejó Kirigiri al ver la herida en su pierna.
La bala había logrado rozarla, pero no atravesarla. La herida sangraba y aunque doliera demasiado, no parecía necesitar una urgente sutura.
—¡Kirigiri-san! —exclamó Naegi al ver la herida, rápidamente se sacó la chaqueta que llevaba y cortó de alguna forma la manga para que pudieran hacer una especie de venda improvisada —. Debemos regresar con los demás para que ayuden a curar tu herida —dijo.
Kyouko no mencionó nada. Ella era más alta que Naegi, por lo que el chico no podría cargarla o ayudarla fácilmente. Probablemente Asahina y los demás estaban en problemas y si no habían pasado a buscarlos aún era solo un hecho que lo confirmaba.
—Creo que la mejor opción es esperar —declaró —. Tu hermana, Asahina y los demás vendrán a buscarnos en cuanto no nos vean a su alrededor, si caminamos y encontramos a alguien entonces solo sería una carga y no podrías defenderte bien.
Naegi, pese a las excusas que podría haber pensado, se quedó callado y asintió mientras suspiraba.
—Lo siento —dijo —. Tú no querías venir porque sabías que esto podría pasar, ¿no es así? Y aun así yo...
—No es tu culpa —negó sabiendo lo que el chico podría decir —. Yo decidí y acepté venir porque también cabía la posibilidad de que mi abuelo estuviera aquí. Un acto descuidado, sin duda.
Naegi no se molestó en rebatirle y varios segundos en silencio —a excepción de los continuos golpes que cada cierto tiempo escuchaban —pasaron.
—Naegi-kun, últimamente no eres el mismo —dijo ella apoyándose en la pared de donde estaban escondidos.
—¿Eh? —al parecer lo sorprendió —. ¿A qué te refieres, Kirigiri-san? —quiso saber.
—Desde que recobramos nuestras memorias, ya casi no hablas y en lo único que parece que piensas es en nuestros años como estudiantes de Kibougamine Gakuen. Sé que lo que pasó fue doloroso, incluso más con los recuerdos que obtuvimos, pero creo que es momento de avanzar y de seguir el camino que ellos ayudaron a construir cuando murieron.
Naegi se quedó otra vez en silencio y cuando Kirigiri creyó que había ido demasiado lejos con la última palabra, él habló:
—Yo lo sé, Kirigiri-san —dijo y miró hacia el techo —. Puede que pienses que mi tristeza se debe a ellos. No, quizás creas que se debe a porque recordé lo cuan importante era Sayaka para mí, pero no es así. Cada noche, cada vez que cierro los ojos, en lo único que pienso es en qué sería de nuestras vidas si Enoshima Junko jamás hubiera aparecido. Quizás ni siquiera hubiese obtenido mi título como el Súper Suertudo y quizás nunca los hubiese conocido a ti y a los demás. Estaría con mi familia y el mundo seguiría siendo un hermoso lugar aun con todas sus fallas. Sin embargo nunca dejo de pensar en que no lo pediría de otra forma —respiró hondo —. Por eso, cada vez que me piden una contraseña, escojo el número que Sayaka dejó para mí. Porque de alguna forma me ayuda a pensar en que no murieron por nada y que es gracias a ellos que somos quienes somos ahora. La vez que me lo preguntaste en el pasillo, respondí lo primero que me vino a la mente, pero tampoco quiere decir que sea una mentira. Sayaka inició todo cuando terminó cayendo en la desesperación y ese número me recuerda que no quiero ver a ninguno de mis seres queridos en la misma situación. No, me recuerda a que no quiero ver a nadie en esa situación.
Silencio.
Kirigiri lo observó un buen rato mientras escuchaba lo que seguramente eran cuerpos cayendo por las escaleras.
Ella no había llegado a esa conclusión en ningún momento. Los sentimientos que habían salido desde lo más profundo de su corazón le habían impedido ver lo que realmente pasaba. Naegi no estaba dejando de ser quien era. Solo lo estaba recordando, para hacerse una persona mucho más fuerte de lo que alguna vez lo había sido. Quizás no destacaba por su belleza física o inteligencia, pero su corazón y optimismo eran cosas completamente invaluables. Una vez le dijo que cargaría con rodas y cada una de las muertes de sus amigos y estaba cumpliendo con su palabra.
Lentamente, Kyouko se quitó uno de sus guantes y buscó la mano de Naegi para que él la mirara.
—Naegi-kun, yo estoy aquí para apoyarte. Todos lo estamos y solo quiero que recuerdes una cosa —dijo mientras que, con su otra mano, tomaba la mejilla del sorprendido chico —. Nadie, ninguno de nosotros morirá por nada. Mientras estemos vivos, nos encargaremos de que así sea, ¿entendido? Si en algún momento necesitas apoyo, todos te lo daremos. Así como tú nos diste la esperanza para continuar con vida después del juego de matanza, nosotros te daremos la tuya. No lo olvides: los muertos ya no pueden hacer nada, pero los vivos lo pueden hacer todo.
Naegi asintió sin saber qué decir realmente. La calidez de la mano de Kyouko sobre la suya era algo que muy pocas veces había sentido y una vez más recordaba lo importantes que eran esos momentos para ambos.
Sin notarlo, sus rostro se fueron acercando lentamente, sus respiraciones se cruzaron y ya casi sentían los labios del otro.
—¡Onii-chan! ¡Kirigiri-san! ¡¿Están aquí?! —y la voz de Komaru bastó para regresarlos al mundo.
—Eh... ¡S-Sí, aquí estamos, Komaru! —contestó Naegi levantándose prontamente y haciendo señas con las manos —. Kirigiri-san se lastimó la pierna y le es difícil caminar.
—Entendido, voy a avisar a Asahina-san —contestó su hermana saliendo y luego volvió —. Por cierto, Touko-chan encontró al señor Kirigiri. ¡Está sano y salvo!
Al escuchar eso, ambos jóvenes suspiraron, al parecer su viaje ahí no fue por las puras.
Pronto la Súper Nadadora de preparatoria estaba ayudando a caminar a Kirigiri.
—Sin embargo no debiste salvarme, Kirigiri-san, esa bala no me habría tocado —dijo Naegi.
—Oh, así que mi nieta hizo algo así —sonrió Fuhito —. Me alegro por ti, Kyouko.
La Súper Detective no respondió a su abuelo, él la conocía lo bastante bien como para darse cuenta solo.
Luego hablarían de lo que harían.
—Entonces me debes una, Naegi-kun —dijo ella —. Harás todo el papeleo mientras yo descanso.
—¿Eh? ¡Eso es demasiado, Kyoko-chan! —exclamó Asahina en defensa de Naegi.
El chico solo se rió y encogió de hombros mientras conversaba con Hagakure y Komaru animadamente, como debía ser.
Pese a el persistente dolor en su pierna, Kirigiri sonrió.
Si amar significaba dar la vida por otra persona, entonces había encontrado su razón de morir.
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Oh, vaya, han pasado 84 años y creo que todavía tengo el toque xd. Espero les haya gustado y si fue así no duden en decirlo. Sin más que decir, ¡nos vemos!
;)
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