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1. Después de la matanza

No había pasado mucho tiempo desde que salieron sobrevivientes del juego de matanza mutua.

Los que llegaron a salvarlos pertenecían a una organización llamada "La fundación del futuro", un nombre sin duda bastante esperanzador.

Pero como bien sabían, la esperanza podía ser algo peligroso si no sabían manejarla.

Lo primero que les hicieron al llegar fue un examen médico. Luego les dieron un cambio de ropa alegando que debían estar aburridos de vestir la misma siempre y al final les dejaron descansar en una sala compartida para posteriormente ir a sus respectivas habitaciones.

—¡UAH! —Hagakure soltó un gran bostezo antes de estirarse sobre el cómoda sofá —. Por fin vamos a poder dormir bien después de todos esos días.

Asahina y Naegi sonrieron divertidos ante el comentario.

—No es como si eso se pudiera decir tan a la ligera —comentó Togami acomodándose los lentes y mirando sospechosamente las cámaras que los seguían —. Hablando en serio, ¿pueden confiar en estas personas tan rápido?

—Vamos, Togami-kun, no digas esas cosas. Ellos nos han ayudado a llegar aquí e incluso dicen que pueden devolvernos la memoria —intentó persuadirlo Asahina.

—¡N... No discutas con Byakuja-sama! —ordenó Fukawa.

—Lamentablemente, yo estoy de acuerdo con Togami-kun —expresó Kirigiri con su habitual rostro estoico haciendo que todos la miraran —. Nada nos asegura que nos devolverán nuestra verdadera memoria.

Todos suspiraron rendidos.

—Ah... No es por nada chicos, pero deberían guardarse esas cosas para ustedes y dejar de preocuparnos a nosotros, los menos inteligentes —mencionó Hagakure moviendo la mano como si espantara una mosca para después ser golpeado por Asahina.

—¡Habla por ti, señor 30% de probabilidad!

Hagakure se tocó el lado golpeado.

—¡¿Eh?! ¡¿Y yo qué hice?! Creo que en verdad deberían dejarnos dormir por lo menos un día bien ¿a que sí, Naegichi? —preguntó al chico de cabello castaño, quien sorprendentemente no había dicho nada hasta el momento —. ¿Naegichi?

Sacándolo de su repentino sueño despierto, Naegi sacudió un poco la cabeza.

—¿Eh? Ah... Sí. Concuerdo con Hagakure-kun —contestó a la volada como si solo quisiese sacarse las miradas de encima.

Mas fueron solo Kirigiri y Togami quienes lo notaron.

—¿Sucede algo, Naegi-kun? —preguntó ella.

Sintiendo que todas las miradas seguían sobre él, suspiró.

—En verdad quiero dormir bien una noche por lo menos. Es cierto que parecen sospechosos, pero ¿qué nos harían? ¿O para qué cambiarían nuestros recuerdos?

—Para manipularnos, por ejemplo —contestó Togami —. Si son de la desesperación, sin duda nos harán caer si nos recuerdan, quizás, la muerte de alguien.

Naegi miró hacia el suelo.

—Sea cual sea su objetivo. Igual creo que recordar es importante. Nuestras familias. Nuestras relaciones con nuestros amigos... Creo que podemos confiar en ellos.

—Piensas muy positivo —regañó Togami —, recuerda en qué estado se encuentra el mundo. Si nos hubiesen querido salvar desde un principio, ya lo habrían hecho desde que vieron la primera muerte en televisión.

—¡Togami-kun! —lo regañó Asahina, pero no sirvió para detener la conversación.

—Es cierto que no hicieron nada, pero quizás tuvieron sus motivos. Por ahora, son nuestra única forma de conocer la verdad, Togami-kun —replicó Naegi con convicción —y eso es lo que debemos hacer.

Asahina, Fukawa y Hagakure observaron directamente a Togami, como si estuvieran esperando su consentimiento.

El rubio terminó por suspirar para después acomodarse los lentes.

—No griten por ayuda si algo les sucede —dijo al fin haciendo que los tres soltaran una ligera risa.

Al rato, algunos de los agentes de la Fundación del Futuro fueron a buscarlos para guiarlos a sus respectivas habitaciones.

Antes de despedirse hasta el día siguiente, Kirigiri detuvo a Naegi.

—¿Kirigiri-san?

La chica lo miró directamente a los ojos antes de cruzar los brazos sobre sí.

—Naegi-kun, puede que lo hayas olvidado, pero el trabajo de una detective es estudiar cada pequeño detalle en todo lo que ve —comentó.

Naegi la miró aturdido unos segundos hasta que ella suspiró.

—Has estado muy callado —continuó Kirigiri —. Y sé que no se trata solo de confiar o no. Hay algo más ¿no es así?.

Naegi bajó la mirada con una triste sonrisa.

—Como era de esperarse de la detective definitiva —comentó y luego la miró con la misma triste expresión —. Solo estaba pensando en que me gustaría que los demás pudieran estar aquí y sobre lo que vaya a recordar.

Kirigiri se quedó en silencio antes de soltar sus brazos y, con un poco de duda, tomar una de las manos de Naegi entre las suyas.

Él se sorprendió un poco ante el acto, pero no hizo mucho más.

—Entiendo lo que dices, Naegi-kun, pero no entiendo a qué exactamente le tienes miedo. ¿No fuiste tú el que dijo que debíamos conocer la verdad?

Naegi sonrió, sabía que los momentos en los que Kirigiri mostraba algún tipo de sentimiento o emoción a alguien más eran escasos, por lo que intentaba alargarlos y guardarlos en su memoria lo mejor posible.

Pero no podía en ese instante.

—Conocer la verdad es lo que me asusta —dijo moviendo la mano para alejarla de Kirigiri, pero ella se negó e inconscientemente apretó ligeramente los dedos.

—Ser positivo y esperanzador son dos de tus mejores características, Naegi-kun. No las pierdas.

Naegi le devolvió el apretón.

—No lo haré, no te preocupes

Y antes de que pudieran seguir compartiendo miradas incomprensibles a primera impresión, la voz de Togami los sacó de su momento.

—Oigan, par de tórtolos, ¿no querían tener una noche tranquila?

—¡Togami-kun, no tenías que interrumpirlos! —lo regañó Asahina.

Pronto, Naegi y Kirigiri se separaron un poco avergonzados, aunque aquello se notó mucho más en el rostro de Naegi, quien pasó a su habitación siendo molestado indiscretamente por Hagakura y sutil, pero sarcásticamente por Togami.

Asahina sonrió viendo aquel escenario divertido para después jalar a Kirigiri a su propia habitación.

Sin saberlo, tanto la chica de cabellos lavanda como el chico de cabellos castaños esperaban pronto tener otro acercamiento como ese. Solo que sin interrupciones.

Lo malo fue que ese momento tardó demasiado en llegar.

Meses después...

—...Y de los que queden, envíen a la mayoría a Towa City para otra búsqueda de sobrevivientes. Eso sería todo —concluyó Kirigiri para después entregar un informe a Togami.

Togami se acomodó los lentes y le dio una rápida ojeada a los papeles.

—Como era de esperarse de ti, Kirigiri. Un trabajo completo y eficiente —halagó. Por muy extraño que pareciese, aquella rivalidad, ya sea amistosa o no, había comenzado a dar sus frutos haciendo que por lo menos ambos reconocieran las cualidades del otro —. Bien, creo que puedes descansar por un tiempo.

—¿Descansar? —repitió Kirigiri.

Togami asintió.

—Sí. Tú, Naegi y los demás pueden tomarse unos días libres. Yo seguiré haciendo algunos trabajos.

Kirigiri lo pensó unos momentos. Si bien quería ayudar a salvar al mundo de la desesperación, también era cierto que últimamente ninguno había tenido más de una noche de descanso. Ya casi podía ver los rostros felices y aliviados de Hagakure y Asahina cuando les dijera que tendrían unos días sin trabajo.
Además había algo que le había estado molestando desde que recuperaron sus recuerdos o parte de ellos.

No solo el hecho de que al parecer había sido buena amiga de Celestia Ludenberg.

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