Capítulo 6: Declaración de Guerra
El piloto caminaba por el lugar con la mirada perdida, tenía sus manos escondidas dentro de sus bolsillos y su cabeza encogida entre sus hombros.
Recorrió un largo trayecto desde la cabaña de Ray y sentía su garganta seca por el cansancio. Recordó que ni siquiera había bebido algo antes de llegar a la isla. Sus ojos divisaron una taberna a pocos metros de él, entró en ella, fue hasta la barra, pidió un vaso de whisky y lo bebió entero al momento en que se lo trajeron.
–“¿Qué demonios pasa conmigo? ¿¡Cómo se me ocurrió hacer eso?! ”—pensó luego de pedir otro vaso de la misma bebida—La capitana debe estar furiosa, me asesinará en cuanto regrese al barco...
–¿Por qué piensas eso?.
Lolbit se sobresaltó al encontrarse a Rabbit sentado al lado suyo. El albino sostenía una jarra de cerveza mientras lo miraba de reojo con sospecha.
–¡Rabbit! ¿Cuando llegaste a-
–No tenía ganas de permanecer ni un minuto en esa cabaña, así que salí de allí y vine a divertirme...¿Y tú? ¿Por qué no estás con los demás?.
–...Yo...
–¿Qué tienes allí en la cara?—preguntó su amigo señalando la silueta roja en forma de mano sobre su mejilla. Lolbit cubrió dicha zona de su rostro con la ayuda de su mano izquierda, no era una opción el darle explicaciones a Rabbit sobre el porqué tenía esa marca. Decidió dejar que el albino sacara sus propias conclusiones—No me digas que fue un intento fallido de seducción porque si así fue voy a reírme como loco todo el camino de regreso al barco.
–¡No, y-yo solo recibí un golpe que no era para mí! ¡Eso es todo!.
–¡JAJAJAJAJAJA, OH AMIGO! —rió el albino ganándose una mirada de enojo por parte del piloto—. Tu mala suerte me causa pena. Pero bueno, por lo menos no te rechazó una mujer, eso si me haría partirme de la risa.
–Pues yo jamás te he visto con una mujer...
En eso, pasó caminando frente a ellos una joven mitad gato de cabellos morados y ojos marrones. Iba pésimamente maquillada y llevaba un vestido algo viejo pero que dejaba resaltar sus atributos, dejando pasar por alto lo otros detalles de su apariencia.
–Hola Rabbit~—lo saludó la muchacha con una sonrisa pícara pasando su cola por debajo del mentón del peliblanco. El mismo le devolvió aquella sonrisa mientras la veía alejarse de él y su amigo el piloto—.
–...¿Decías, querido amigo?
–...Olvídalo.
...
Los dos albinos permanecieron en esa taberna hasta el caer de la noche. Se la pasaron conversando entre ellos y casi no bebieron, lo cual era un milagro ya que a Rabbit le fascinaba beber hasta quedar inconsciente.
Por supuesto Lolbit no le habló sobre el porqué creía que la capitana lo mataría al volver a su barco. Podría tener muchos problemas por eso...más de lo que ya tenía.
–Anímate Lolbit, hay muchos peces en el océano...—le decía Rabbit tomándolo de los hombros mientras caminaban fuera de la taberna—
–Rabbit no es que esté interesado en ese tema, tampoco podría ahora...Quizás luego del viaje-
–¡Oye, tú!.
El par de albinos se dieron vuelta para ver quien los llamaba y vieron como un hombre mitad mapache se acercaba a ellos muy sonriente. Era Ray, quien venía acompañado de sus adoradas Rachel y Raquel.
–¿Quién de ustedes es Lolbit?— preguntó el peligris—.
–Yo—respondió el piloto—...¿Qué quieres?.
–Tengo que hablar contigo...—mira de reojo a Rabbit—en privado.
–¿Sobre qué?—le preguntó Rabbit cruzándose de brazos—.
–Sí. ¿Sobre qué?.
–—mira a Lolbit—Tu capitana.
El piloto no sentía demasiada confianza hacia el ladrón pero algo le decía que debía ir con él...
–De acuerdo. Iré contigo.
–¿Qué haces Lolbit?. No debe ser nada de importancia, menos tratándose de esa zorra.
–—lo mira molesto—¡Rabbit ya te dije que no hables así de ella!.
Su amigo lo miró algo asombrado, no pensó que le respondería de esa manera.
–...—mira a Ray—Te sigo...
El peligris sonrió complacido. Sus chicas lo soltaron a regañadientes y luego, vieron junto a Rabbit como su querido ladrón y el piloto se alejaban caminando.
–Hola~—las saludó Rabbit sonriendo de medio lado—.
Las hermanas simplemente lo ignoraron y se dedicaron a seguir a su amado ladrón, dejando sorprendido al albino.
Mientras tanto, Lolbit y Ray habían llegado a la playa. El peligris lo invitó a sentarse al lado suyo junto a una palmera luego de destapar una botella de ron con sus dientes. Lolbit aceptó y tomó asiento sobre la clara superficie arenosa.
–¿Por qué me trajiste aquí?—le preguntó a Ray—.
–Creí que era necesario aclarar algunas cosas entre ambos, para evitar malentendidos.
–No se a que te refieres...
–Bien, te lo explicaré. Conozco a Francesca desde los 18 años y entre nosotros jamás hubo algún otro tipo de relación amorosa además de la amistad...Ella también es como una hermana para mí, y aunque dejamos de trabajar juntos por un largo tiempo seguimos siendo amigos a pesar todo...Ahora, dime lo que eres tú, además de su piloto.
–...¿Q-Quién es Francesca?—preguntó el piloto sumamente confundido—.
Ray casi escupió su bebida por la sorpresa que le dio el contrario. Miró a Lolbit sin poder creer la pregunta que había hecho.
–¿¡Cómo que quién es?! ¡Es tu capitana!—respondió algo alterado. Lolbit estaba boquiabierto—.
Ray esperaba (mejor dicho, rogaba) que lo que el piloto le estaba haciendo pensar no fuera verdad.
–No me digas que nunca les dijo su verdadero nombre...
–Pues...en realidad-
–—suspira—Ay alguien deme paciencia...Bien, empecemos de nuevo. Francesca Funtime es tu capitana y quise venir a hablarte de ella porque siento que...necesitas ayuda.
–¿A-Ayuda?. Yo no-
–Se que es una mujer difícil, y quizás parezca imposible el conquistarla. Pero no lo es...
–¿¡Qué?! ¡Esa no es mi intención con ella! ¿¡Por quién me estás tomando?! ¡Es mi capitana y nada más!.
Ray lo miró de reojo mientras bebía. Estaba claro que tenía mucho trabajo que hacer con él.
–Si esa no es tu intención entonces...¿Por qué la besaste frente a mí?.
El piloto abrió su boca para responderle pero no pudo decirle nada. Ni siquiera él sabía el porqué lo había hecho...
–Amigo, estás a salvo. Puedes contarme lo que sea, ella no se enterará...Créeme, de otra forma no estaríamos aquí.
–...¿Por qué debería?.
–Te sentirás mejor. Te lo aseguro. Y además, estás frente a alguien que sabe guardar secretos cuando es necesario. En este caso lo es, no le diré absolutamente nada.
–...De acuerdo. Pero no creas que estoy enamorado de ella o algo parecido.
–JAJAJAJA...No intentes engañarme, que de eso yo ya se bastante. Además, conozco la mirada de un hombre celoso.
–¡No te engaño! ¡Y no estoy celoso!.
–Como digas, celoso. Admito que tu capitana es hermosa, tienes suerte. No lo dudes nunca.
–—gruñe molesto—Gracias.
–¿Lo ves?. Estas celoso, pero tranquilo, no debes preocuparte por mí—dijo el peligris dando otro trago a su bebida—. Yo voy a ser quien te ayude con tu problema amoroso. Ya verás como terminará rindiéndose ante ti.
...
De regreso al barco, luego de su charla con Ray, Lolbit se sintió más tranquilo que los últimos dos días. Descubrió que el peligris era alguien de confianza y, siendo sincero consigo mismo, le cayó bastante bien.
Se habían convertido en buenos amigos en tan solo unas horas.
Ray sospechaba que algo había surgido entre él y la capitana, por ello le dio algunos consejos a Lolbit sobre cómo atraer su atención...sin morir en el intento.
Pero nunca le mencionó algo sobre su pasado, le había hecho la promesa a su amiga de no hablarle a nadie sobre su antigua vida en tierra y aunque ahora él y el piloto se llevaran bien, no rompería aquella promesa por nada en el mundo.
Cuando sus botas pisaron la cubierta, sus nervios comenzaron a invadirlo otra vez. Caminó algo tembloroso hasta su camarote. No vio a ninguno sus amigos pero al encontrar las puertas de sus habitaciones bien cerradas y los ronquidos que se oían detrás de las mismas entendió lo que sucedía. Pensó que era lo más obvio, ya que era bastante tarde.
Tampoco había visto a la capitana. ¿Estaría durmiendo también?. En noches tan hermosas como la que los cubría a la albina le costaba demasiado dormir, y eso lo sabía por las casi visibles ojeras que aparecían bajo sus ojos.
El piloto solo se encogió de hombros creyendo que su líder se hallaba en el mismo estado que sus compañeros y siguió su camino hasta llegar a su camarote. Bostezó abriendo la puerta, tenía mucho sueño.
–Hola, Lolbit.
Antes de poder levantar su mirada, Lolbit ya estaba contra la pared y con la espada de su capitana sobre su cuello.
–Debería asesinarte por lo que hiciste—gruñó la albina—.
–¿Asesinarme?...—sonríe desafiante—Ja, no lo haría.
–¿Eso crées?.
–No lo creo...lo sé—respondió el piloto mirándola con desafío a los ojos—.
La albina le devolvió la mirada acercando más la hoja de su espada a su cuello.
–No intentes colmar mi paciencia, marinero. Y tampoco creas que pasaré por alto lo que hiciste hoy.
–¿Lo que hice?...Usted no puede reclamarme nada.
–¿Y por qué no?.
–Porque usted ya hizo lo mismo conmigo.
La líder lo miraba sonrojada a la vez que alejaba poco a poco su espada, haciendo que el piloto sonriera.
–¿Q-Qué?...
–No actúe como si no lo recordara...—murmuró el de ojos azabaches acercándose más a su rostro. Francesca retrocedió un poco pero afirmó el agarre a su espada al ver como Lolbit se acercaba a ella—. Ahora se puede decir...que estamos a mano, capitana.
Luego de un rato de silencio de parte de ambos, el albino se cruzó de brazos y miró a su capitana con expresión molesta.
–Y ya que usted no me permite entrar a su camarote sin permiso...le pido amablemente que se retire del mío en este instante—dijo apuntando a la puerta con su brazo—.
Francesca estaba furiosa por dentro. ¿Cómo su piloto se atrevía a desafiarla?. Quería golpearlo hasta que rogara por piedad pero por mucho que la quebrara en su orgullo sabía que él tenía razón y el que ella saliera de allí era justo.
Inhaló profundamente y guardó su espada, acto seguido, se retiró del camarote del albino sin decir una palabra más, sintiendo la oscura e intensa mirada del muchacho sobre ella.
–¡Buenas noches, canosa!.
La capitana paró en seco al escuchar eso. Lolbit sonrió de medio mientras levantaba tres de sus dedos para contar y escuchaba a su líder dar la vuelta corriendo hacia su camarote.
–Y 3, 2...1...—cierra la puerta—.
–—gruñe y golpea la puerta con fuerza—¡DATE POR MUERTO LOLBIT!.
Y luego de decir eso, la capitana se fue a encerrarse en su alcoba, maldiciendo a su piloto entre dientes y jurando que al día siguiente lo haría desear nunca haber nacido.
Mientras que ella azotaba la puerta de su habitación, Lolbit no dejaba de reírse...
Hasta que se dio cuenta de lo que había hecho...
–Demonios. Estoy muerto...
Nunca, ni en sus sueños más profundos, pensó que tendría el valor de enfrentar así a la capitana, y menos burlarse de ella de esa forma. Probablemente, esa noche debería dormir con un cuchillo bajo su almohada.
–Así que...Francheska—murmuró antes de quedarse profundamente dormido—
...
Al día siguiente, Lolbit se levantó sonriente, sabía que su capitana lo haría pedazos por haberla llamado “canosa”. Más aún ya que la tensión que había entre ambos era casi insoportable.
Luego de desayunar junto a sus compañeros, fue de inmediato a su puesto tras el timón. Allí se encontró con su adorada capitana, quien afilaba su espada sentada en un pequeño taburete de madera...la albina ni siquiera volteó a mirarlo cuando se acercó.
De seguro estaba pensando que haría con su preciada arma si él se acercaba, quizás le cortaría los labios o la lengua.
–—traga saliva nervioso—Buenos días capitana...
Su líder no le respondió, sólo se levantó y enfundó su espada. Lolbit no vio más que una mirada fría y dura en su rostro, bajó sus orejas sintiéndose algo culpable por lo que había hecho.
Tal vez no fue tan buena idea el burlarse así de esa mujer, ahora se sentía tan confundido sobre sus sentimientos hacia ella que no soportaba el verla así de molesta con él.
–...—suspira—“Debo disculparme, actuando así no conseguiré nada...”—pensó acercándose más a ella-Capitana, yo-
Pero antes de que pudiera decir otra cosa, Francesca ya lo había mandado a volar por los aires de un puñetazo, para que luego él terminara cayendo al agua.
–Hmph...“A ver si ahora se atreve a hacer alguna otra estupidez”—pensó la albina sonriendo maliciosa. Dio las órdenes de levar el ancla y soltar las velas a su tripulación luego de que ellos salvaran a su piloto de ahogarse—.
Lolbit ignoró las interrogantes de sus preocupados amigos y se dirigió completamente empapado al castillo de popa. Miró fríamente a su capitana y se colocó a su lado sin decir una palabra.
–“Esto no se quedará así, capitana...”—pensó decidido mirándola sonreír anchamente por el rabillo de su ojo—.
Continuará
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