Capítulo 21: Decisiones
–Así que me recuerdas. Me alegra escucharlo—dijo Puppet sonriendole—.
–¿P-Pero qué haces aquí?—preguntó Lolbit aún sin poder creer la presencia de la marioneta en ese lugar—.
–Como te mencioné una vez, es mi deber como marioneta ayudar a los humanos dándoles regalos para que tengan una nueva vida. Si bien hay muchos como yo en el mundo, todos compartimos la misma tarea. Aunque...hay veces, en las que no llegamos a tiempo. Sin embargo, esta vez fue diferente.
–¿De qué hablas?...—le preguntó el piloto cubriendose la espalda con la manta—
–Tal vez no lo recuerdes ahora, pero tu, inconscientemente, gritaste mi nombre antes de que una ola de mar los cubriera a ti y a tus amigos.
–¿Enserio?. Entonces...¿Viniste después de que te llamara? ¿Pero cómo? ¿Acaso sabías en donde estaba?.
La marioneta rió suavemente a la vez que incrustaba los pescados cocinados en unas ramitas que se hallaban esparcidas por el suelo.
–Algo así...en realidad solo dejé que mi magia me trajera hasta ustedes.
–Yo...no lo entiendo. Recuerdo que la primera vez que te vi tu-
–Aparecí a tu lado, así es.—respondió el pelinegro interrumpiéndolo para luego ofrecerle uno de los pescados empalados usando su magia. Lolbit tomó el extremo de la ramita y observó el aspecto de su comida, aunque el pescado se veía delicioso, no estaba seguro de si debía comerlo. Él no desconfiaba de Puppet, pero su presencia le seguía resultando algo extraña para él. Miró a la marioneta y este asintió con la cabeza. Sintiéndose un poco más confiado, empezó a comer y siguió escuchandolo— Generalmente aparecemos sin necesidad de un llamado, pero como dije antes esta vez fue diferente, sobre todo para mí.
–¿Por qué dices que lo fue?...
–No es muy normal que una marioneta se encuentre más de una vez con un humano al que ya había ayudado antes. Tu y yo ya nos habíamos conocido, por eso fue sencillo para mí reconocer tu voz cuando me llamaste. Segundos después, aparecí en la playa de esta isla y los atraje hacia la orilla con mis poderes. Me alivió mucho ver que aún seguían con vida. Créeme, si hubiera llegado más tarde...sin duda se que lo habría lamentado mucho.
Lolbit dejó el pescado por un momento y empezó a pensar a fondo todo lo que su amigo había dicho. Nunca imaginó que volvería a encontrarse con él después de tantos años y menos bajo aquellas circunstancias.
Sin embargo, en el fondo se sentía muy feliz de volver a ver a la marioneta.
–Pero...cuando me ayudaste por primera vez yo era un niño.
–...Niño o adulto, una marioneta nunca olvida ni el rostro ni la voz de una persona a la que ha ayudado. Nunca, nuestra memoria es eterna al igual que nuestra existencia—respondió Puppet—.
–...Te lo agradezco mucho—dijo el piloto sonriendo emocionado por sus palabras—. Enserio Puppet, gracias.
–No me lo agradezcas,—le sonrió con sinceridad la marioneta—es un honor para mí ayudar a un viejo amigo.
Un pequeño silencio se formó entre los dos hasta que, nuevamente, el piloto quiso hacerle una pregunta.
–¿Te decepcioné?...
–¿Hmm? ¿A qué te refieres?.
–Yo...soy un pirata ahora, ¿sabes?.
–...Sí, lo sé—respondió Puppet mirándolo con seriedad—.
–Imagino que no es lo que esperabas en que me convirtiera al crecer después de ayudarme, ¿verdad?.
–Sinceramente...no, no lo esperaba. Por otro lado, no puedo juzgarte. Cuando te dejé con tus nuevos padres, mi tarea contigo había terminado. Te di una nueva vida, creciste y tomaste tus propias decisiones. Buenas o malas, todas ellas te trajeron hasta aquí y te convirtieron en lo que eres ahora. Ese día cumplí con mi deber, pero el resto siempre dependería de ti.
–Si...entiendo...
–Quizás no es la vida que esperaba para ti, Lolbit, pero no soy nadie para obligarte a cambiar tu camino. Solo puedo aconsejarte que pienses bien lo que estás haciendo y lo que harás a partir de ahora, tus decisiones no solo te afectan a ti, sino también a los que te rodean.
–Sí, lo sé.
–Ugh...mi cabeza. ¿Qué demonios pasó?—murmuró Ray al despertarse llamando así la atención del piloto y la marioneta—.
–¿Que sucedió?...¿D-Donde estamos?—le siguió BonBon—
–Auch...¿Qué nos pasó?—preguntó Ennard frotándose la cabeza—.
–Que bueno que despertaron chicos—les dijo Lolbit sonriendo aliviado—
–¿¡Lolbit?!—dijeron los tres al unísono volteando hacia el piloto—
–¡Estás vivo!
BonBon se levantó casi de inmediato y corrió a abrazar a Lolbit. Se sentía muy feliz de volver a ver al piloto.
–—sonríe mientras lo abraza—Hola BonBon...
El menor no borró su sonrisa hasta que recayó en la presencia de la marioneta.
–¿¡QUIEN ES ÉL?!—exclamó alejándose de Lolbit asustado. Ray y Ennard se levantaron por instinto y desenvainaron sus espadas—
–¡Esperen, es un amigo!—dijo Lolbit poniéndose en frente de ellos. Aunque el piloto sabía de la inmortalidad de la marioneta y que unas simples espadas no podrían lastimarlo le preocupaba el hecho de que pudiera enfadarse después de haberles salvado la vida. Puppet podía parecer alguien muy tranquilo pero ni el sabía hasta donde llegaba su serenidad—.
–¿¡Conoces a ese tipo?!—preguntó Ray sorprendido a la vez que apuntaba a Puppet con la espada—.
–Sí, nos conocimos hace mucho. Descuiden, no nos hará daño—les aseguró el piloto—. Él fue quien nos salvó.
–¿¡Salvarnos?!—exclamaron sorprendidos sus compañeros—.
–Fue algo muy sencillo—respondió el pelinegro con una simpática sonrisa haciendo un pequeño ademán con su mano. Unos hilos blancos muy brillantes salieron flotando de sus dedos por un momento dejando a los demás presentes asombrados—.
–Espere...—dijo Ray—. ¿¡Usted es uno de esos brujos de los hilos?!.
–Prefiero el término mago o marioneta, si no es molestia.
–Y usted nos salvó, ¿verdad?—preguntó BonBon—.
–Así es, pero a quien deben agradecer es a Lolbit. Él fue quien me llamó.
Los tres miraron al piloto y sonrieron agradecidos.
–Gracias amigo, en verdad...—dijo Ray—
–—sonríe—No fue nada...
–Claro que sí,—contradijo el peligris—. los tres te debemos una. Lamento haber desconfiado de ti antes.
–Descuida, Ennard. Todo bien.
–Gracias Lolbit.
–De nada BonBon...un momento, ¿donde está Percy?.
El piloto miraba a su alrededor pero no veía al pequeño zorrito de orejas puntiagudas por ninguna parte.
–Recuerdo haber visto que saltaste del barco con él y BonBon antes de que...explotara—respondió Ennard—. Pero después de eso...
Lolbit también recordaba ese momento pero al igual que Ennard no lograba acordarse de haber visto al compañero de su capitana luego de que el White Fox explotara en pedazos y las grandes olas los azotaran violentamente.
–...¿C-Creen que está...?—tartamudeó el menor pensando lo peor—.
–Temo que es lo más probable, nosotros casi morimos allí...—dijo Ennard—.
–Perdón...¿quien es Percy?—preguntó Puppet muy preocupado y confundido—.
–Percy es el zorro de la capitana—explicó Lolbit lentamente—, lo rescaté junto con BonBon cuando...¡Un segundo, la capitana! ¡Puppet, se que quizás debas irte ahora pero tienes que ayudarnos a salir de esta isla!.
–Eso haré, Lolbit, pero antes necesito que me expliquen todo lo que pasó. Y no olviden ningún detalle.
...
–Bien, me parece que ustedes están en un grave aprieto—dijo el pelinegro luego de que el piloto hubiera contado todo lo que pasó antes de su llegada—. Los ayudaré.
–¿¡De verdad?! ¡Gracias señor Puppet!
–—sonríe amigable—De nada, BonBon.
–Esperen, ¿qué hay del barco?—preguntó Ennard de repente—. Necesitamos uno si queremos salir de esta isla.
El pelinegro sonrió y se levantó para caminar fuera de la cueva. Lolbit y los demás lo siguieron extrañados hasta la playa. Sobre la arena había grandes trozos de tela y madera quemados, la marioneta se acercó a ellos y los inspeccionó con la mirada.
–¿Qué está haciendo?—preguntó el mitad mapache confundido—.
–No lo sé...—respondió el piloto con sinceridad—pero debe tener algo en mente.
Seguidamente, el pelinegro se paró frente al océano y cerró los ojos por un momento. Los mismos comenzaron a brillar luego de que los abriera. Alzó lentamente los brazos mientras que de sus manos miles de hilos blancos salia flotando y se enredaban en todos los objetos esparcidos sobre la arena.
Los objetos comenzaron a elevarse y Puppet los guió hacia el océano para sumergirlos profundamente, sin soltarlos.
–...¿Acaso se le dio por limpiar la playa a esta hora?.
–No digas tonterías Ray. No tengo idea de lo que está haciendo, pero sé que nos va a ayudar.
Entonces, el pelinegro alzó sus brazos hacia el cielo y sus ojos brillaron intensamente. Frente a él, apareció un círculo de luz sobre el agua y poco a poco algo comenzó a surgir de allí hacia la superficie.
Los cuatro piratas miraban la escena asombrados: de las aguas oscuras surgió la punta de un palo de madera muy largo en cuya cima se hallaba atada una bandera de tela oscura en la que se veía la imagen de la cabeza blanca de un zorro atravesada por dos espadas. Después de eso, dos palos más aparecieron dejando al palo mayor entre los mismos. Los tres maderos sostenían a su vez cada uno dos palos más cortos que sujetaban hermosas velas blancas. Pronto Lolbit distinguió a los castillos de popa y proa, vio el bauprés del barco apuntando hacia el frente y hacia arriba, y bajo el mismo la escultura dorada de un zorro que parecía querer desprenderse de la madera y saltar al océano.
Lentamemte, el barco se pintaba de blanco con los hilos que pasaban flotando cerca de él, unas letras doradas aparecían sobre la madera a un costado de la nave y escribían con una bella caligrafía su nombre: White Fox.
Puppet cerró sus ojos y los hilos desaparecieron. Frente a él, el barco permanecía flotando sobre el agua, como si nunca se hubiera movido de allí.
–No puede ser posible...¡Lo arreglaste!—exclamó Lolbit muy sorprendido y alegre—. ¡Puppet esto es increíble!
–Oh no es nada, Lolbit.
–¿¡Nada?! ¿¡Bromeas verdad mago?! ¡Literalmente reviviste ese barco! —dijo Ray—.
–¿¡Cómo lo hizo señor Puppet?!
–A veces nuestra magia y los recuerdos de quienes ayudamos pueden ayudarnos a reconstruir objetos valiosos, como este barco por ejemplo. Sentía algo muy grande mientras observaba los escombros en la arena y cuando miré al océano vi un montón de memorias enterradas que podían ser restauradas. Este barco es uno de mis regalos para ustedes.
Lolbit miraba hacia el océano sin poder creer aún lo que veía, la bandera del White Fox ondeaba apenas sobre el mástil y la escultura del zorro de oro resplandecía bajo la luz de la luna.
–Puppet, esto...esto es-
–Descuida Lolbit, ya habrá tiempo para agradecer. Por ahora, lo mejor es que todos coman bien y luego se vayan a dormir. Mañana será un día muy largo.
–¿Dormir? ¡Pero sí nos despertamos hace solo un rato! —protestó BonBon—. ¡No podemos descansar ahora!. Además el barco está aquí, podríamos irnos esta noche, ¿verdad Lolbit?.
–Yo...creo que Puppet tiene razón BonBon, es muy tarde y no podremos navegar si todos estamos cansados después de lo que pasó.
–Es verdad muchacho, necesitarán de toda su energía si quieren salvar a sus amigos. Háganme caso, coman bien y descansen por esta noche, yo los despertaré a primera hora mañana.
Los cuatro se miraron entre ellos y asintieron. Después de una buena cena en la cueva, todos se acostaron a dormir alrededor del fuego.
Mientras sus compañeros dormían, Lolbit no podía cerrar los ojos. Pensaba en la capitana, Baby, Ballora y Funtime Freddy. Estaba tan preocupado por ellos que sentía que jamás podría dormirse.
Puppet notó su inquietud desde el rincón donde se hallaba recostado.
–Lolbit,—lo llamó susurrando. El piloto desvió su mirada hacia él para escuchar lo que quería decirle—. descuida, todo estará bien. Sé fuerte y no pierdas la esperanza, te aseguro que entre todos los salvaremos.
Lolbit asintió suavemente y poco a poco logró dormirse, murmurando entre sueños el nombre de su capitana.
...
Mientras tanto
–De seguro está contenta...¿verdad?—preguntó la pelirroja a su capitana, su voz era fría y llena de dolor—.
Desde que ella y sus compañeras fueron encerradas, la albina no se había movido de su rincón ni por un segundo. En su mirada se notaba el cansancio y la derrota debido a todo lo que pasó. Un ancho rastro de lágrimas había humedecido sus mejillas después de tanto llorar. Por afuera parecía que había terminado de desahogarse, pero por dentro su corazón aún lloraba la pérdida de sus compañeros, sobre todo la de su amado piloto.
No respondió ante la pregunta de la pelirroja, simplemente permaneció callada. Sabía que estaba enojada con ella y no podía culparla, así que solo la dejaba desahogarse pensando que no tenía como defenderse ante sus palabras; y que, aunque realmente pudiera hacerlo, no valía la pena de todas formas ya que muy pronto iba a a morir. Pronto recibiría el castigo por su ignorancia y negligencia.
–Baby-—quiso interrumpirla su hermana mayor, pero ella no la escuchó—.
–¡TODO ESTO FUE CULPA SUYA!—gritó la pelirroja cegada por la ira, la tristeza y el odio mientras que dos gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas—. ¡SI NO HUBIERA DECIDIDO HACER ESTE MALDITO VIAJE NADA DE ESTO HABRÍA PASADO!...—solloza—Ennard, BonBon, Lolbit, Funtime Freddy...¡TODOS ELLOS SE HAN IDO POR USTED!
La capitana siguió sin moverse, ni siquiera la miró. Cerró los ojos intentando calmar el mar de lágrimas que amenazaba con traspasar sus ojos. Baby continuó insultandola hasta que se calmó. Después de unos minutos, la pelirroja sólo lloraba en silencio y su hermana mayor por fin tuvo la oportunidad de hablar.
–Hermana, todos aceptamos hacer este viaje a pesar de los riesgos. Como tripulación todos somos culpables. Entiendo que estés triste y molesta, yo también lo estoy...pero-
–¡No trates de defenderla!—le gritó Baby— ¿¡Acaso olvidaste ya a Funtime Freddy?! ¡SI NO FUERA POR ELLA ÉL Y TODOS LOS DEMÁS SEGUIRÍAN VIVOS!
–No lo olvidé, hermana—respondió la bailarina sientiendo como volvían sus ganas de llorar por la muerte del primer oficial—....Pero aún así-
–Ballora—la interrumpió la albina con voz apagada—....déjalo, ella tiene razón. Es culpa mía. TODO ésto lo es...y voy a pagar por ello.
Las orejas de la albina se levantaron de repente. Se escuchaban pasos a la distancia, el crujir de la madera. Cada vez mas sus dueños se acercaban más hacia ellas.
Pronto las tres piratas distinguieron las figuras de dos guardias, los cuales se detuvieron frente a la celda de la albina. Uno de los hombres la abrió y permaneció en la entrada sin avanzar más hacia la capitana.
Francheska volvió a bajar sus orejas al mismo tiempo que lanzaba una mirada poco amigable a los soldados.
–El capitán quiere hablar contigo, zorra. Tengo órdenes de llevarte con él.
–¿Hablar?...¿Por qué?.
No hubo respuesta a su pregunta, ni siquiera una mirada lasciva de parte de los guardias como señal para alarmarse. Nada. No le quedaba más opción que descubrir el motivo por ella misma.
Continuará
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