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Capítulo 18: Corsario

El calabozo del White Fox llevaba años sin usarse, hasta ahora. Había cientos de telarañas colgando de las paredes. El piso de madera estaba húmedo y rechinaba al pisarlo.

Lolbit se hallaba sentado en el suelo de una de las celdas. Sus ojos miraban fijamente hacia la pared de madera vieja que tenía frente a él. Después de un buen rato de dar vueltas como león enjaulado y exigir su liberación a gritos, después de tanto maldecir a quien creyó su amigo...se rindió.

Nadie lo escucharía. Era inútil pues sus compañeros y su capitana ya no creían en él, y eso le dolía. Maldijo a Rabbit nuevamente con la voz quebrada, ¿cuánto tiempo había planeado esto? ¿cómo nunca sospechó nada?. Bueno, eso ya no importaba. Tenía que hallar un modo de salir de aquella celda y ayudar a sus compañeros, estaba claro que Rabbit planeaba llevarlos una trampa.

¿Pero cómo?, no tenía la llave. Ennard la había guardado en su pantalón luego de encerrarlo. Empezó a observar la celda con más detenimiento, buscando alguna salida. Miró los barrotes de hierro a su lado, oscuros y fríos, patearlos no era una opción e intentar pasar a través de ellos sería imposible. Volteó su vista al frente, una pared de madera vieja y mohosa que al romperla sólo llevaría a otra celda.

Empezaba a desesperarse, necesitaba salir del calabozo rápido y en silencio.

-"¡Maldición!...¿Qué hago ahora?"-pensó mordiéndose el labio inferior con rabia-.

-Rayos-una voz masculina lo hizo levantarse del susto-...¿Puedo preguntar que hiciste para que te metieran ahí dentro?.

Al otro lado de la celda, apoyado contra los barrotes se hallaba un hombre mitad mapache a quien Lolbit reconoció enseguida.

-¿Ray?.

-¡El mismo!-respondió el ladrón volteando a verlo-.

-¿Q-Qué estás haciendo aquí?.

-Bueno...resulta que tuve un par de altercados allá en Tortuga, nada muy grave, pero te habría encantado ver como quedó el otro tipo.

-...Ehh-

-En fin, debido a la situación me vi obligado a escapar y dejar una gran hilera de corazones rotos a mi espalda-explicó poniendo cierto tono dramático al final-. Su barco fue el primero que vi asi que decidí abordarlo sin que me vieran.
Ah, por cierto, lamento mucho haber tomado algunas cosas de su alacena, pero tenía que sobrevivir.

-"Con razón la alacena estaba casi vacía..."-pensó el piloto rodando los ojos-.

-Por otro lado, también quería ver como ponías en práctica mis consejos...-dijo el ladrón mirándolo de arriba a abajo mientras arqueaba una ceja-creo que no te ha ido muy bien, ¿no es así?.

-¡Escucha Ray te explicaré todo después pero ahora necesito tu ayuda!.

-Muy bien, pero antes dime porqué te metieron ahí dentro...¿No le habrás hecho daño a Franny verdad?.

-¡¿Qué?! ¡No, jamás lo haría!.

-¿Entonces?.

-...Fue Rabbit, él me incriminó. Ahora todos en el barco piensan que soy un maldito guardia...incluso ella-respondió Lolbit bajando sus orejas-.

-¿Rabbit? ¿Qué no era tu amigo?.

El piloto dio una fuerte patada a la celda, sus nudillos se volvieron blancos por la fuerza que ejerció al sostenerse de los barrotes de hierro. Ray retrocedió sorprendido.

--Jamás lo fue...-respondió Lolbit entre dientes apoyando su frente contra la celda-.

-...¿Sabes?, desde que los conocí a los dos en la isla ese tipo me dio mala espina, y más cuando lo escuché insultar a Francheska. Al principio creí que pensaba organizar un motín pero, supongo que me equivoqué...Ahora se confirma todo.

--levanta el rostro-...¿Qué quieres decir?.

-Como me sentía furioso respecto a como ese idiota había insultado a tu capitana, decidí ir a su camarote. Quería ver si podía robarle algo valioso. Entonces, mientras buscaba entre sus cosas, encontré algo en su litera, algo que llamó mucho mi atención.

El ladrón extrajo de entre las solapas de su chaleco un pergamino enrollado y se lo pasó al piloto por entre los barrotes. Lolbit lo abrió y empezó a leerlo con dificultad debido a la poca luz que entraba en la celda.
A medida que sus ojos recorrían el papel se iba sorprendiendo más y más. Lo que tenía entre sus manos no era una simple carta, era una patente de corso vieja, firmada por el mismísimo Luis XV.

-Entonces Rabbit es...-mira a Ray-es un-

-Corsario-se adelantó Ray asintiendo con la cabeza-...es más peligroso que cualquier guardia.

-...

-Tal parece que fingió ser uno de ustedes para cumplir su misión, y odio admitirlo...pero la verdad que lo hizo bastante bien.

-No puedo creerlo...-murmuró el piloto sin soltar el pergamino-"Van a morir...¡Demonios van a matarlos!"-El miedo y la furia empezaron a apoderarse de él, gotas de sudor caían sobre su frente mientras caminaba de un lado a otro en la celda. Ahora tenía una mayor razón para salir de allí cuanto antes-.

-Ray, por favor, tienes que ayudarme a salir de aquí-le suplicó al mitad mapache desesperado-. Ahora. Francheska y los demás morirán si no hacemos algo.

-No te preocupes, te ayudaré. Dame un segundo.

Ray se acercó a la puerta de la celda y sacó un objeto pequeño y puntiagudo de uno de sus bolsillos e introdujo la punta del mismo dentro de la cerradura. Luego de que realizar un par movimientos, se escuchó un click y puerta de la celda se abrió.

-Gracias Ray, te debo una-dijo el piloto después de salir-.

-No es nada,-sonríe-aunque podrías pagarme con el honor de nombrarme tu padrino de bodas.

-Sí...dudo que eso vaya a pasar.

Lolbit salió rápidamente del calabozo sosteniendo con firmeza la patente de corso en una de sus manos. En su camino hacia la cubierta la mano de Ray se posó sobre su hombro.

-Se que quizás ella no tomó la mejor decisión al venir aquí o al encerrarte. Pero no debes darte por vencido, mucho menos ahora. ¿Sabes por qué?.

-...¿Por qué?.

-Porque tienes la verdad en tus manos-dijo el ladrón y señaló la patente de corso-. Lo único que tendrás que hacer ahora es mostrársela a todos.

-...¿Y si no me creen?. ¿Qué haré entonces?.

-Lo harán, confía en mí.

Lolbit dio un pequeño vistazo al documento. Era una prueba muy valiosa. Pero también era la única que tenía en ese momento.

-"Si esto no funciona...terminaré muerto de una u otra forma"-pensó-.

El piloto suspiró mirando el suelo. Sabía bien que por muy traicionado que se sintiera, al menos debía intentarlo.

-...Está bien. Vamos-y dicho esto, ambos siguieron su camino hacia la cubierta-.

...

-No puedo creer que Lolbit sea un guardia...-decía BonBon mirando el mar con los codos apoyados sobre la barandilla de babor-.

-Yo estoy tan sorprendido como tu niño, pero así son las cosas...

-¿Qué creés que la capitana haga con él, Ennard?.

-Tal vez lo haga caminar por la plancha, o quizás le dispare ella misma, no lo se. Como sea, será un problema menos en este barco.

-Sí...supongo-respondió el menor con algo de tristeza. Para él, Lolbit también era su amigo. Le había enseñado muchas cosas y le seguía teniendo mucho cariño-.

-No te sientas mal BonBon, es un traidor.

-Lo se Ennard, pero-

El menor no pudo terminar su oración debido a que se sorprendió al ver al piloto de pie frente a ellos.

-¡BonBon, Ennard, escuchen-

-¿¡Cómo demonios saliste de la celda?!-gritó Ennard furioso al desenvainar su arma-.

-¡Yo lo ayudé!-respondió Ray alzando la mano detrás de él recibiendo como respuesta una piedra en la cabeza lanzada por BonBon desde su resortera-. ¡Hey, cuidado con eso niño!.

-¿¡Y él quien es?!-preguntó el menor asustado sin dejar de apuntar al ladrón-.

-Otro traidor sin duda-dijo Ennard mirándolo con desprecio-¡Atrevanse a dar un paso más y los asesinaré a ambos!.

-¡Lolbit, diles la verdad!-lo alentó el mitad mapache-.

-...-asiente-¡Escuchen los dos, por favor, se que creen que soy un traidor pero les juro que eso no es cierto! ¡Puedo probarlo!.

-...¿Enserio?-preguntó BonBon con ligera esperanza de que eso fuera verdad-.

-¡Cállate BonBon,-mira a Lolbit-no nos interesan tus tontas pruebas!.

-Ja, ¿estás seguro?-preguntó Ray arqueando una ceja para luego observar de reojo a Lolbit-. Muestrales.

Lolbit extendió la patente de corso para que ambos pudieran verla.

-Ray encontró esto, estaba en el camarote de Rabbit. Es suya y estuvo ocultándola todo este tiempo.

BonBon bajó su resortera y se acercó lentamente para poder ver el pergamino más de cerca. Lolbit lo entregó en sus manos, el menor lo miró por un momento y luego alzó su mirada hacia él. Él no veía a un guardia o a un traidor, sino al piloto del barco que era su hogar.

Sonrió suavemente y corrió a entregarle el pergamino a Ennard. El peligris lo tomó con brusquedad y se puso a leerlo fastidiado. Cuando terminó, su mirada ya no era la misma.

-No puede ser...-murmuró incrédulo volteando a ver a Lolbit-.

-Lo es, Rabbit es y siempre fue el traidor.

...

El hecho de encerrar a uno que otro marinero en el calabozo era algo que sucedía casi a menudo en los barcos, ya sea porque fuesen dirigidos por piratas o no.
Los motivos para ello podían ser varios: amenazas, peleas, el incumplimiento de las órdenes del capitán o primer oficial, entre otros.

La Capitana Funtime nunca había ordenado encerrar a nadie. Muchas veces se había imaginado ese momento y en cómo se sentiría. Pero...todo era diferente ahora. Se sentía muy mal, confundida. Tenía tantas dudas. ¿Por qué él?, ¿por qué Lolbit?. ¿Cómo no pudo darse cuenta de que el enemigo estuvo parado a su lado todos esos años?.

¿Cómo pudo dejarse llevar por él?...Era injusto, porque ella realmente lo amaba. Aún siendo un guardia y un traidor.

-Capitana, ¿Creé que estamos cerca?.

La voz de Funtime Freddy la sacó de sus pensamientos. Volvió su vista al frente, la espesa vegetación tropical se alzaba frente a ellos. Observó el mapa con cuidado y asintió al primer oficial.

-Sí, no falta mucho. Sigamos adelante-ordenó apretando con firmeza el mango de su espada-y no lo olviden, manténgase alerta.

Sus acompañantes asintieron a su orden. Siguieron caminando por un buen rato hasta que llegaron a la entrada de una enorme cueva. La misma estaba marcada con una cruz roja en el mapa. Por fin, después de tanto viajar, habían llegado al tesoro.

-¿Ven algún guardia?-preguntó la capitana en un susurro-.

-No hay moros en la costa, capitana-Funtime Freddy-.

-No veo nada, pero quizás estén adentro-intuyó Baby-.

-Deberíamos revisar el área-sugirió Ballora levantándose apenas la venda que cubría sus ojos-.

La capitana lo pensó un momento y se le ocurrió una idea. Tomó una piedra que vio en el suelo y la lanzó hacia la entrada de la cueva.
Esperaron en su escondite a que algún uniformado mordiera el anzuelo pero ninguno apareció.

-Voy a salir,-anunció la albina-no se muevan hasta que yo lo ordene.

Después de que sus marineros asintieran, la albina desenfundó su pistola y salió con valentía del refugio que los helechos le brindaban.

Mientras caminaba con lentitud hacia la entrada, miraba a su alrededor esperando encontrar a un enemigo, nada. Empezó entonces a mover sus orejas de un lado a otro buscando detectar cualquier sonido que le permitiera reconocer la presencia de un guardia, nada.

Logró llegar a la entrada sin problemas, aunque seguía convencida de que algo no andaba bien allí. Después de darle el permiso a sus compañeros para que la siguieran, todos entraron a la cueva empuñando sus armas.

Avanzaron despacio a través del agujero, el mismo se hallaba iluminado por antorchas que colgaban de las paredes de piedra. Había huesos de esqueletos y murciélagos que alertaban a los visitantes con sus quejidos.

-No se porqué pero este lugar no me gusta para nada-dijo Baby mirando el lugar con desconfianza-.

Funtime Foxy volvió a observar el mapa bajo la intensa luz de una de las antorchas.

-Deberíamos encontrarnos pronto con el tesoro, se que está aquí en alguna parte.

-Oh ya quiero poner mis manos en él-dijo Funtime Freddy con cierta emoción-.

-...¿Hum?.

Baby miró hacia atrás y se extrañó al no ver a Rabbit detrás de ellos.

-Oigan, Rabbit no está...-dijo a al resto-.

-¿Cómo que no está?-preguntó la capitana dándose la vuelta-.

-¿No había entrado en la cueva con todos nosotros?-preguntó Funtime Freddy confundido-.

-Así es-respondió una voz haciendo eco entre las paredes-.

En ese momento, la capitana sintió como una mano le tapaba la boca, al mismo tiempo que el filo de una daga se posicionaba bajo su mentón, casi rozándole la piel.

-Aquí estoy, capitana-susurró Rabbit en su oído sin quitarles la vista de encima a los demás-.

Detrás de él y la capitana aparecieron un gran número de guardias que apuntaron sus armas hacia el grupo de piratas. El fuego que coronaba las antorchas de la cueva se apagó de un soplido del viento.

Su destino había sido marcado.

Continuará

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