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27

Jimin se encontraba en el sofá, su cuerpo encorvado y los hombros tensos como si estuviera sosteniendo un peso invisible sobre ellos. Su vista se perdía en las paredes oscuras del apartamento de Yoongi. Una vez más estaba atrapado en una noche que se sentía interminable y sofocante; era como si con cada día que pasaba el tiempo se convirtiera en una cuerda que se apretaba cada vez más alrededor de su garganta. 

No estaba seguro si prefería el silencio asfixiante de las noches o el bullicio abrumador de los días…

Quería detener el tiempo. La vida seguía, pero para él, el mundo parecía haberse detenido. Cada amanecer era un recordatorio de la cruel ausencia de Taehyung. Cada rincón de los lugares que habían compartido se lo recordaban: su risa despreocupada, sus bromas tontas, la calidez de su presencia. Sin él, todo se sentía hueco, incompleto. Era como si el universo le hubiera arrancado algo irremplazable.

Taehyung no estaba, y esa sola realidad lo devastaba. Jimin había intentado todo: buscar, preguntar, imaginar posibilidades… Pero todas sus esperanzas se habían estrellado contra un muro impenetrable de silencio. La impotencia era una sombra que lo seguía a todas partes, colándose en sus pensamientos, recordándole lo que había perdido.

¿Cuánto más tendría que esperar para volver a ver a Taehyung? ¿Él aún seguía con vida? La desesperación lo consumía con cada segundo que pasaba sin respuestas, sin una pista. La angustia que sentía era como gotas de lluvia heladas que caían pesadas sobre su piel, dolorosas e inevitables…

No importaba cuánto había luchado por mantener a salvo a su pequeño Kim; él había fallado…

Nunca imaginó un mundo sin Taehyung. Habían crecido juntos, compartido sueños, risas y secretos que solo ellos dos conocían. Taehyung era parte de él, como un latido constante en su vida, una presencia que daba sentido a cada día. Nunca quiso pensar en la posibilidad de una existencia sin él. Y ahora, ¿cómo se suponía que debía seguir? El dolor era insoportable, un nudo en su pecho que le impedía respirar con libertad. No podía llorar, no podía permitírselo. Porque si empezaba, temía que no podría parar y debía ser fuerte para no preocupar a Yoongi y mantener en pie a Jungkook…

El sonido de la cerradura aprobando el código de acceso lo hizo parpadear, sacándolo de sus pensamientos. Se giró lentamente hacia la puerta, su corazón latiendo con un ritmo apagado. Yoongi y Jungkook estaban durmiendo. Entonces, ¿quién podía ser? Cuando la puerta se abrió, Jimin se encontró con la profunda mirada naranja de Hoseok… 

Se quedó inmóvil, luchando contra una oleada de emociones que no sabía cómo manejar. Había estado tan concentrado en la ausencia de Taehyung que casi había olvidado al Mera, ¿por qué estaba ahí? ¿Acaso Hoseok venía a recobrar su lugar? ¿Otra vez iban a hacerlo a un lado?

Los ojos de Hoseok estaban fijos en él y sin poder evitarlo se sintió pequeño bajo su mirada, como si de repente no supiera dónde encajar en medio de tanto caos. El Mera avanzó hacia él con pasos ligeros pero firmes. Jimin no se movió, incapaz de articular siquiera un saludo. Había una tormenta de emociones bullendo en su interior.

Miró a Hoseok acercarse en completo silencio y, sin esperarlo, le rodeó con sus brazos. Jimin sintió su cuerpo tensar ante el contacto, pero algo en ese abrazo lo rompió por completo. Sintió cómo la fortaleza que había intentado mantener se desmoronaba…

—Lo siento tanto, Jimin… —susurró Hoseok, su voz entrecortada por la emoción. Era una disculpa que iba más allá de las palabras; era un lamento por lo que había perdido.

Jimin sintió que todo el peso que había estado conteniendo se liberaba en un torrente de lágrimas amargas y desesperadas. Hoseok lo sostuvo con fuerza, como si quisiera protegerlo de todo el dolor que los rodeaba, y Jimin finalmente cedió, dejando que su llanto se desbordara.

Sus lágrimas caían sin control, mojando la camiseta de Hoseok. La tormenta que estaba contenida en su interior había sido desatada. Dejó salir los sollozos que había reprimido durante días... Hoseok lo abrazó más fuerte, sus manos acariciando la espalda de Jimin en un intento de calmarlo.

Unos pasos resonaron en el espacio, interrumpiendo el momento. Jimin se apartó rápidamente de Hoseok y limpió su rostro a toda velocidad; tratando de no dejar rastro alguno de sus lágrimas. 

Yoongi apareció en la entrada, con el cabello revuelto y un poco adormilado. Lo primero que sus ojos alcanzaron a ver fue la silueta de Jimin; iba a llamarlo cuando se dio cuenta de que no se encontraba solo; sus luceros se posaron en la otra persona y casi pudo sentir como el sueño abandonaba por completo su cuerpo al darse cuenta de que era Hoseok… 

—Hoba… —murmuró Yoongi, su voz llena de sorpresa y algo más que Jimin no logró identificar del todo.

Hoseok lo saludó con una pequeña sonrisa, aunque sus ojos delataban la tristeza que intentaba esconder. Jimin sintió como si su presencia se desvaneciera entre ambos. Tener a Hoseok y Yoongi juntos era demasiado para él en ese momento. Se sentía fuera de lugar, como si estuviera observando algo que no debía.

—Yo… Ustedes deben tener mucho de qué hablar; los dejaré para que puedan ponerse al día. —dijo Jimin, bajando la mirada. Su voz temblaba y el dolor en su pecho comenzaba a intensificarse. 

Yoongi fijó su mirada en Jimin, su nariz estaba roja y su labio temblaba ligeramente. Lo vio levantarse del sillón, pero antes de que pudiera dar un paso, lo detuvo. Sus dedos se enroscaron en la pequeña muñeca, haciendo que el ámbar se posara sobre sus ojos. El felino pudo notar que Jimin había estado llorando. 

—¿Estás bien? —preguntó con tono preocupado. 

Jimin asintió con suavidad, aunque ambos sabían que la respuesta era más compleja que un simple gesto. Jimin forzó una sonrisa débil y se apartó, dejando que sus pasos lo alejaran de la sala. No se sentía capaz de volver a la habitación; necesitaba aire, así que caminó hacia el solario. Yoongi lo observó, queriendo seguirlo, pero sus pies no se movieron. Se quedó en su lugar, atrapado entre el deseo de consolar a Jimin y la necesidad de hablar con Hoseok.

Yoongi desvió su atención hacia el Mera; ahora que volvía a tenerlo frente suyo, sentía sus sentimientos revolverse. 

—Volviste… 

—Jungkook, envió una carta… —Hoseok bajó la mirada, sintiéndose culpable; en su deseo de desaparecer, había descuidado a las personas que más quería. 

—¿Entonces, sabes lo que pasó con Taehyung? —Hoseok asintió como respuesta— Ya veo, es por eso que volviste… 

—Es lo mínimo que podía hacer Yoongi… —hizo una pequeña pausa— Sé que aún hay una charla pendiente entre nosotros y prometo que la tendremos pronto, pero ahora mismo hay algo más importante que tratar. —La voz de Hoseok era un susurro, como si al decirlo en voz alta admitiera la gravedad de lo que estaba sucediendo. 

Yoongi asintió lentamente, comprendiendo a Hoseok completamente. Ya tendría la oportunidad de disculparse con él y contarle sobre los sentimientos que crecían cada vez un poco más por Jimin. 

—La situación es… difícil, Hoba. No hemos podido encontrar nada de Taehyung. Todos nuestros intentos han sido inútiles. —Yoongi hizo una pausa, su voz se volvió pesada—. Jungkook no ha dejado de buscarlo y siento que lo único que lo mantiene de pie es la esperanza de que él esté con vida… Me asusta pensar que si Taehyung… si él no… —Yoongi tragó saliva, sus ojos, llenándose de incertidumbre y tristeza—. Tengo miedo de que Jungkook no sea capaz de seguir adelante si Taehyung no vuelve más. 

Yoongi desvió sus ojos hacia el solario, fijándolos en el perfil de Jimin. 

»Que no sean capaces de seguir adelante. —Se corrigió a sí mismo. Hoseok siguió la dirección de la mirada de Yoongi, él tenía la vista fija en Jimin; la manera en la que le estaba mirando lo descolocó—. No quiero perderlo… —susurró Yoongi, su voz casi inaudible. 

Hoseok arrugó el ceño, su mente intentando asimilar lo que estaba sucediendo. ¿Yoongi tenía sentimientos por Jimin? ¿Desde cuándo? Quería preguntarle, pero una parte de él sabía que no estaba listo para su respuesta… 

Tragó el pequeño nudo que estaba en su garganta y tomó la mano de Yoongi, apretándola con fuerza.

—No estás solo, Yoonie. Estoy aquí. Siempre lo he estado y siempre lo estaré. —Sus palabras eran una promesa que no pensaba romper.

—Lo sé… —dijo Yoongi en un hilo de voz. 

Hoseok lo miró lleno de afecto e inclinó su cuerpo para dejar un pequeño beso en la frente del felino, un gesto de consuelo, una manera de decir que todo estaría bien, aunque ninguno de los dos lo creyera del todo. Se levantó, susurrando suavemente.

—Iré a ver a Jungkook.

Yoongi asintió con parsimonia. 

Jimin se había prometido no espiar a Yoongi, pero al final su curiosidad no le permitió ser fiel a su promesa… Vio el beso que Hoseok le había dado. Su corazón se apretó y un nudo se formó en su garganta al imaginar que tal vez Hoseok había cambiado de parecer y quería intentarlo con Yoongi… 

Y aunque esa idea lo asustaba, no podía evitar pensar que tal vez era lo correcto, que tal vez Hoseok era el indicado para Yoongi después de todo. 

Porque Jimin… Él no sabía si sería capaz de salir de la oscuridad que amenazaba con consumirlo… Cerró sus ojos, tratando de no dejarse ganar por aquel pensamiento…

Un par de brazos le rodearon por la espalda. Su piel se estremeció al sentir la calidez del aliento contrario sobre su nuca. 

Un pequeño suspiro se escapó de sus labios; Yoongi estaba acariciando su cintura con suavidad… Era cómo si él estuviera diciéndole, estoy aquí, no iré a ningún lado… 

¿Cómo podía poner en duda el amor que tenían el uno por el otro? 

Jimin recostó su cabeza sobre el hombro del Mera. Sus ojos sobre el techo, dejándose envolver por la sensación de refugio que comenzaba a rodearlo. Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas. 

—No lo contengas más… —susurró Yoongi, para luego dejar un beso en su sien— No voy a soltarte, Park…

Jimin llevó sus manos hacia los brazos del felino y se aferró con fuerza a ellos.

—Me estoy perdiendo, Min… 

—Entonces úsame como una brújula para encontrar el camino de vuelta… Y si sientes que el aire te falta, úsame para respirar —Yoongi podía sentir las lágrimas de Jimin cayendo—. Si sientes que no puedes seguir viviendo, aferrate a mí. Soy tuyo, Park… 

Jimin sintió cómo las palabras del felino atravesaban la coraza que había construido alrededor de sus emociones. Su calor, la seguridad de sus brazos rodeándole, y el tono bajo pero firme de su voz eran todo lo que necesitaba para recordarle que no estaba solo. Se sostuvo en esa idea con todas sus fuerzas, porque la oscuridad que había sentido crecer dentro de él lo había estado alejando de su presente.

Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos, pero ahora sabía que no podía dejarse vencer, no cuando Yoongi le estaba ofreciendo todo su amor de una manera tan honesta y pura.

Lentamente, se giró en el abrazo del Mera, enfrentando su mirada por fin. Sus ojos estaban llenos de comprensión y devoción. El tacto de Yoongi descansó con delicadeza sobre sus mejillas, limpiando con cuidado sus lágrimas. 

Su corazón golpeaba con fuerza su pecho; era imposible no amar a Min Yoongi… 

Sin decir una palabra, Jimin se inclinó hacia él, dejando que la distancia entre ellos desapareciera lentamente, con una suavidad que solo dos almas profundamente conectadas podrían compartir. Sus labios se encontraron en un beso que no era desesperado ni rápido, sino lento y lleno de promesas. Era el primer beso desde que habían decidido intentarlo de nuevo, y cada segundo de él estaba impregnado de amor, de la certeza de que el futuro era incierto, pero el presente era sólido, compartido, y real.

El tacto de Yoongi era tierno, como si estuviera tratando de asegurarse de que sintiera todo lo que significaba para él. Sus labios se movían con una suavidad reverente, y la calidez que emanaba de su piel hacía que todo lo demás desapareciera. Jimin sentía que el beso lo envolvía, lo reconfortaba y, por un instante, parecía reparar las grietas que la desesperación había creado.

Cuando se separaron, respiró profundamente, dejando que el aire llenara sus pulmones como si fuera la primera vez en mucho tiempo. Yoongi lo miraba con una leve sonrisa, sus manos aún sosteniendo su rostro, mientras sus ojos parecían decirle todo lo que aún no había puesto en palabras. Jimin se dio cuenta en ese momento que no importaba cuán oscura pudiera volverse su vida, siempre habría luz en los brazos de Yoongi. Aún tenía mucho porque luchar… 











La oscuridad era pesada y opresiva. Era como si estuviera atrapado bajo el agua. No había nada, solo el silencio absoluto y una sensación de estar perdido. Sus ojos pesaban como plomo…

Una voz resonaba a la distancia, rompiendo la quietud que le rodeaba. 

—Taehyung…

Era la voz de Jungkook, suave y casi etérea. Taehyung abrió los ojos, pero no había nada; todo seguía en penumbras. Se levantó y comenzó a caminar a ciegas, siguiendo el eco de esa voz que llamaba su nombre, resonando como un faro que lo guiaba. Sus pasos eran torpes, tambaleantes, y sus manos tanteaban el vacío hasta que rozaron una superficie fría y dura. Una puerta.

Con un leve empujón, la puerta se abrió, inundando la oscuridad con una luz cálida y suave. Del otro lado, pudo ver a Jungkook, rodeado por un brillo casi celestial. Taehyung se quedó quieto, maravillado. El Inmar siempre había sido hermoso, pero en ese instante parecía casi irreal; su piel clara resplandecía y su sonrisa era pura, reconfortante. Sus ojos lo miraban con una mezcla de ternura y melancolía.

Taehyung corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Jungkook lo recibió entre sus brazos y con mucho cuidado comenzó a acariciar su piel. 

Taehyung sintió su cuerpo revivir y sus sentidos explotar. Lo que sentía y percibía no coincidía con lo que le rodeaba. 

—Vuelve a mí. —susurró dulcemente Jungkook a su oído. 

Taehyung quiso aferrarse con más fuerza al cuerpo de Jungkook, pero no pudo hacerlo. Como arena escapando de sus dedos, todo comenzó a desvanecerse… 

Taehyung despertó bruscamente, jadeando, con el corazón martillando en su pecho. Todo era confuso; su cuerpo se sentía pesado, entumecido, y un dolor sordo recorría cada una de sus fibras. Trató de moverse, pero apenas si logró girar la cabeza. La habitación en la que se encontraba era fría y estéril, y el olor a desinfectante llenaba el aire. Sus ojos tardaron en enfocarse, parpadeando contra la luz tenue hasta que distinguió una figura sentada cerca de él.

Un hombre lo observaba, estaba vestido de negro, con una mascarilla y una gorra que cubrían gran parte de su rostro. Solo sus ojos eran visibles, eran grises con destellos azulados. La mirada estaba fija en él con una intensidad que helaba.

—Por fin despertaste —su voz sonaba contenida—. Dime, Taehyung-ssi, ¿cómo alguien tan inteligente pudo ser tan imprudente? Que seas un “Eterno” no te hace inmortal.

Taehyung sintió un escalofrío recorrer su columna. Ese sujeto sabía que él era un Eterno… A pesar de la angustia que invadió su pecho, no apartó sus ojos de la frialdad de la mirada contraria. 

—¿Quién eres tú? —preguntó con voz áspera, sus ojos tratando de descifrar la expresión oculta del extraño.

—Es lo que menos quieres saber en este momento… —Un pequeño bufido salió de sus labios. Taehyung arrugó el ceño ante tal gesto— Taehyung-ssi, has estado en coma por más de mes y medio. No creo que tu prioridad sea saber quien soy… 

Taehyung sintió que el peso de esas palabras lo aplastaba. ¿Realmente había pasado tanto tiempo? No podía ser…

La imagen de las personas que amaba llegaron a sus pensamientos. ¿Ellos sabían lo que había pasado con él? Pensó en Jungkook, en el daño que debía estar ocasionando en él su ausencia. En Jimin, en el dolor que debía estar atravesando por su culpa. En el Señor Ryu, en la agonía que dejaba la pérdida de alguien amado… En sus padres, en la liberación de la amargura contenida por tantos años…

Sus emociones revolotearon enfurecidas por todo su cuerpo. Nublado, trató de levantarse de la camilla, pero antes de que pudiera hacerlo, fue empujado contra el colchón. 

La mirada grisácea se clavó en él de manera desaprobatoria y desafiante. 

—Acabas de despertar, apenas puedes moverte. No vas a ir a ningún lado. 

La advertencia encendió algo en Taehyung, una furia contenida que le hizo erguirse como pudo, sus ojos se volvieron los de un felino y sus fauces aparecieron amenazantes. 

—Nadie me retendrá contra mi voluntad. —Su voz resonó con un rugido bajo, cargado de advertencia.

Quería que aquel hombre se alejara, pero no retrocedió; al contrario, se acercó con un aire desafiante, invadiendo su espacio personal, haciendo su respiración chocar contra la mascarilla. Los ojos grises brillaron en una mezcla de desafío y calma aterradora. 

—No es la primera vez que me muestran los colmillos, Kim. Créeme, no deseas comenzar de esta manera conmigo. 

La tensión era palpable, como una cuerda tensada a punto de romperse. Taehyung dejó escapar un rugido bajo, una vibración desde lo más profundo de su garganta, pero antes de que algo más pudiera ocurrir, una voz rompió la tensión.

—Namjoon, ¿hay alguna novedad?

La aparición de una joven en la habitación hizo que Namjoon se alejara. Taehyung llevó su mirada hacia ella, sus facciones eran curiosas; no parecía completamente coreana. Su cabello era de color castaño; sus largos rizos caían con gracia sobre su hombro. Sus ojos, de un color miel vibrante, se abrieron en sorpresa al verlo despierto.

—¡Taehyung! ¡Estás despierto! —gritó con entusiasmo, su alegría tan genuina que por un segundo lo desarmó. La chica lo miraba como si hubiese estado esperando ese momento durante mucho tiempo.

Taehyung la observó, cauteloso. No reconocía su rostro, pero su calidez le era reconfortante, un contraste absoluto con la frialdad de Namjoon.

Ella notó la tensión en el aire y giró hacia Namjoon con una expresión molesta. 

—¿Por qué parece que Taehyung está listo para morderte la yugular? ¿Qué hiciste esta vez, Nam?

Namjoon frunció el ceño y cruzó los brazos, claramente molesto. 

—¿Por qué siempre asumes que es mi culpa? Él comenzó.

Ella suspiró, exasperada. 

—¿Tú esperas que yo crea eso? —La chica se detuvo a detallar a Namjoon. La manera en la que estaba vestido no inspiraba nada de confianza— Claramente ha sido tu culpa, no sé si lo sepas, pero tu aspecto pondría a la defensiva a cualquiera. 

»¿Cómo esperas que alguien confíe en ti cuando te ves tan sospechoso con esa gorra y mascarilla? Anda, quítatelas.

Namjoon bufó incrédulo y, a regañadientes, se quitó la gorra y la mascarilla. Su cabello era corto en un azul que resaltaba contra su tono de piel cálida y sus facciones, aunque serias, ahora eran más humanas a los ojos de Taehyung.

Ella negó con la cabeza. 

—Sabía que era mala idea darte una guardia, será mejor que te vayas. Yo me encargaré de Taehyung. —Namjoon iba a protestar, pero antes de que pudiera hacerlo, lo detuvo—. ¡Fuera! 

Taehyung vio cómo el hombre salía del cuarto, mientras negaba molesto. Tan pronto como él abandonó la habitación, la chica se giró hacia él, ofreciéndole una pequeña sonrisa. La vio acercarse de manera cautelosa. 

—Lamento mucho esto. Si Namjoon hizo algo que te incomodara, te pido una disculpa. Él no suele ser así; es una buena persona, aunque a veces se le olvide demostrarlo. —Taehyung la miró. Sus ojos aún reflejaban desconfianza. Ella pareció notarlo—. Sé que tal vez no me creas; pero, este lugar es seguro para nosotros, Taehyung. Te lo aseguro. 

Taehyung la miró con una mezcla de desconfianza y curiosidad. 

—¿Nosotros?

Ella asintió; su expresión se tornó nostálgica mientras hablaba. 

—Sí, para nosotros. Yo también soy un Efí. —Su voz se quebró por un momento, como si estuviera reviviendo un pasado doloroso. Intentó recomponerse rápidamente, buscando cambiar el rumbo de la conversación—. Por cierto, soy Im Yúa y realmente me hace feliz que hayas despertado… 

Taehyung observó a Yúa, sus muros defensivos comenzando a ceder ante la sinceridad en su voz.

—Kim Taehyung. —Se presentó. 

—Lo sé, todos aquí conocen tu nombre. Muchos te consideran un héroe, por lo que hiciste al salvar a tu familia. Ellas están bien y a salvo —Sonrió de manera cálida—. Imaginé que querrías saberlo. 

Taehyung miró a Yúa, sintiéndose un poco avergonzado por lo que había supuesto sobre él y Aerin, pero también se sentía feliz porque ambas estaban bien; había logrado salvarlas. 

—No son mi familia. —corrigió suavemente. 

Yúa lo observó sorprendida antes de sonreír con admiración. 

—Eso lo hace aún más increíble... Eres realmente extraordinario, Kim Taehyung.

Taehyung bajó la mirada, sonrojado y algo incómodo por los elogios. Se rascó la nuca con una timidez que no encajaba con el título de héroe que Yúa le había dado. 

—¿Yúa-ssi, dónde estamos? —Decidió cambiar el tema; era mejor no dar tantos detalles sobre él; después de todo, no estaba seguro si esas personas eran confiables. 

Ella le dio una sonrisa cálida y reconfortante. 

—En lugar de explicártelo, voy a mostrártelo. ¿Te gustaría dar un paseo? 

Era la oportunidad perfecta para hacer un mapa mental del lugar, así podría escapar de ahí si su vida estuviera en peligro.

—Me encantaría. —Sonrió, tratando de lucir amigable. 

Los ojos de Yúa brillaron con entusiasmo, y se apresuró a traer una silla de ruedas. Con cuidado y sin prisa, ayudó a Taehyung a sentarse. La Efí era fuerte, lo sostenía con firmeza y mantenía su anatomía como roca. Era muy diferente a su propio cuerpo, sus piernas se sentían débiles y cada movimiento que hacía le recordaba el tiempo que había estado inconsciente. 

—No te preocupes, Taehyung. En un par de días será más fácil moverte. Aunque no lo parezca, tu regeneración ha sido rápida; tu alma ha hecho un gran trabajo…

»Tenía miedo de que no lo lograrás —dijo, mientras terminaba de acomodarlo—. Pero cuando comenzaste a respirar por tu cuenta, supe que este día llegaría…

Yúa le dedicó una última sonrisa antes de comenzar a empujar la silla fuera de la habitación. Lo primero que sus ojos vieron fue un pasillo amplio y luminoso. Las paredes estaban decoradas con plantas verdes que parecían dar vida a cada rincón y la luz natural que se filtraba por los ventanales envolvía el lugar en una paz difícil de describir.

Poco a poco se adentraron más al lugar y comenzaron a entrar en pisos subterráneos. Le resultaba fascinante; el lugar era gigantesco. Cuando llegaron a las plantas más bajas, la presencia de nuevas personas fue evidente… 

Entre las siluetas, una lo dejó sin aliento; un par de alas blancas se extendían de manera perfecta por la espalda de una mujer. Ella reía junto a otras personas. Taehyung sintió una punzada de irrealidad. ¿Era esto un sueño, o era realmente un lugar donde los Efís podían ser ellos mismos?

Yúa observaba sus reacciones, captando cada mirada de asombro y desconcierto. A medida que seguían su recorrido, Taehyung vio a más efímeros con sus alas desperdigadas, todos pareciendo estar en paz, seguros y felices. Era un contraste tan fuerte con lo que había vivido que le resultaba casi doloroso.

Finalmente, Yúa lo condujo a un jardín cubierto por un techo de cristal; era el único lugar que aún era rodeado por luz natural. Era como un pequeño paraíso, con plantas exuberantes y flores que crecían en perfecta armonía. La luz del sol se filtraba de manera muy tenue, creando patrones dorados sobre el suelo. El otoño comenzaba a hacerse presente, confirmando el tiempo que había pasado… 

Taehyung miró a Yúa acurrucarse con cuidado frente suyo. 

—¿Qué es este lugar? —murmuró con voz temblorosa mientras sus lágrimas se aglomeraban en sus ojos. 

Yúa apretó su mano con gentileza, su mirada cargada de comprensión. 

—Este es un refugio, Taehyung. Namjoon lo construyó para protegernos, para proteger a todos los efímeros de Círculo Dorado. Aquí no hay miedo, no hay peligro. Nadie puede hacernos daño y nuestras alas no nos encadenan… Aquí podrás descansar al fin. 

Taehyung sintió un nudo en la garganta. Había anhelado algo así, un lugar donde pudiera dejar de lado el temor constante. Pero su mente volvió a sus recuerdos, a Jimin, a Jungkook, y lo mucho que quería compartir ese sueño con ellos… Las personas que amaba estaban allá afuera, y aunque este lugar le ofrecía todo lo que había deseado, no podía ignorar la necesidad de regresar.

—Yúa, no puedo quedarme —dijo con labios temblorosos—. Hay personas que esperan por mí… 

Yúa lo miró con tristeza, como si ya hubiera anticipado esa respuesta. 

—No tienes que quedarte, Taehyung, pero... quizás sería mejor que ellos creyeran que no sobreviviste.

Las palabras de Yúa cayeron como un golpe, y Taehyung la miró confundido y dolido.

—¿Cómo puede eso ser lo mejor? ¿Por qué querrías que pensaran algo así?

Ella suspiró, sus ojos reflejando la carga de una verdad difícil de aceptar. 

—Taehyung, la realidad que conoces cambiará y estar lejos de tu familia es la única manera de protegerla; Círculo Dorado ha estado trabajando en algo repugnante durante meses y en ese tiempo hemos intentado aminorar el golpe que vendrá. Pero ha sido difícil, el tiempo se nos acaba…

Yúa posó sus ojos sobre el profundo verde de la mirada contraria. Taehyung parecía luchar con sus pensamientos. 

»Sé que no era lo que deseabas oír, pero no puedo mentirte… —Yúa dejó un último apretón en su mano y se puso de pie—. La elección es tuya… 

El dolor de una decisión lo atravesó, comprendiendo que, no importaba cual fuera el camino que tomará, en ambos perdía; ¿qué debía hacer? 









Seokjin acomodó su traje antes de atravesar la puerta. Poco a poco estaba llegando a la cima de su gloria…

Al entrar a la habitación, sus ojos se encontraron con el estoico rostro de Shin Hyunjae. Su mirada era dura y penetrante. 

—Kim Seokjin —lo nombró con voz profunda—. Te llamé ante mí, para felicitarte por tus magníficos aportes a mi causa. 

»Tu gestión ha sido impecable y pronto todo se concretará. En un par de semanas, las capturas darán inicio. Tus unidades están listas para cazar. Bien hecho. 

Seokjin hizo una reverencia y sonrió triunfante. 

—Gracias, Señor. 

—Enderezate, muchacho. —Hyunjae caminó hacia su licorería y sirvió dos whisky. Entregó uno de los vasos a Seokjin—. La próxima vez que quieras contribuir a nuestra noble causa, ven directamente a mí. 

Hyunjae chocó su vaso contra el de Seokjin y luego tomó el licor en un solo trago. 

El Inmar trató de ocultar su soberbia; lo había logrado; ya nada se interponía entre él y el presidente Shin Hyunjae. Tomó de su bebida sintiéndola dulce; no había fuerza en la tierra qué pudiera detenerlo ahora…

—Será mi placer, Señor. 












Hola personitas, 

Sean bienvenidas a “Eterno”. 

Por fin Namu entró por completo al cuadro y como es costumbre hoy les presentaré a mi Namjoon. 

Namjoon

Además de presentarles a esta hermosura, también quiero compartirles un par de datos curiosos y también información sobre el universo. Comencemos:

Datos curiosos:

-En la primera parte del capítulo solo han pasado días desde la desaparición de Taehyung. Jimin había tratado de gestionar su duelo por sí solo, pero Yoongi se lo llevó para su apartamento, era su segunda noche ahí. 

-La razón de porque Hoseok se enteró de todo por medio de una carta es porque había desinstalado la aplicación de mensajes y las llamadas no las tomaba, pensando que era para saber dónde estaba.

-¡Nam y Yúa ya habían aparecido en la historia! Si no me creen vuelvan al capítulo 7 (>‿◠). 

-Yúa es mestiza, mitad latina y coreana  
(─‿‿─) su nombre viene del náhuat de mi país y significa “noche”. 

-Agregue nuevas imágenes en el apartado de personajes, podrán encontrar a los papás de Jungkook, a la preciosa Im Yúa, al indeseable Guyun y a algunos de los pesos pesados de Círculo Dorado: Kijun, Kang Jisu y el presidente Shin Hyunjae. ( no era dato curioso pero jaja les quería contar)

Información sobre el universo de R-DLE²

Hablemos sobre los “Eternos”

Además de los Efí (Efímeros) , los Mera (Quimeras) y los Inmar (Inmarcesibles) también están los Ternos (Eternos) la particularidad de esta raza es que pueden manejar de dos a tres dones, pero siempre uno prevalece más que los otros. Por ello hay:

-Eternos Efímeros 
-Eternos Quiméricos
-Eternos inmarcesibles 

Nuestro Taetae es un Eterno efímero ( ͡❛ ▿ ͡❛)

Hasta aquí mi reporte, personitas. 

Si tienen alguna duda con el universo, dejenla por aquí. 

Besos 

🌌Vera

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