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26

Yoongi miraba los números cambiando en la pequeña pantalla del ascensor. Con cada piso que marcaba, su corazón latía con más fuerza. Comenzaba a sentirse ansioso; no sabía si tendría la oportunidad de hablar con Jimin. Había pensado en lo que iba a decirle, pero ahora comenzaba a preguntarse si las palabras iban a permitirle llegar hasta él… 

Al llegar a su destino, salió del ascensor y caminó por el pasillo. Sus pasos eran vacilantes pero al mismo tiempo certeros. Esta vez, sin dudar, levantó la mano y tocó el timbre. La última vez había tocado la puerta esperando no ser escuchado; pero ahora quería que Jimin supiera que estaba ahí. 

Aunque el tiempo transcurría con normalidad, la espera parecía eterna. Apenas habían pasado unos segundos y él podía jurar que habían sido largos minutos. Sus manos, temblorosas por los nervios, se apretaban una contra la otra. ¿Y si Jimin no quería volver a verlo? 

Sus pensamientos se pausaron al escuchar la puerta abrirse. Pero al contrario de lo que imaginó, sus ojos no se encontraron con la calidez de aquellos bellos ojos ámbar; en cambio, una profunda mirada color verde estaba puesta sobre él.

Taehyung lo observaba en silencio, como si esperara la respuesta de una pregunta que se había pronunciado en silencio.

—Sé que probablemente soy la última persona que quieres ver… —murmuró Yoongi, intentando mantenerse firme.

—Al contrario —respondió Taehyung sin dudar—, eras la persona que deseaba ver.

Yoongi suspiró pesadamente, intentando encontrar las palabras correctas.

—Tae, sé lo que debes estar pensando… Y entiendo que quizá nada de lo que diga cambie lo que sientes. Sé que fui un cobarde, que te hice hacerte cargo del desastre que yo mismo provoqué. Que no solo ayudaste a Jimin, también a Hoseok… y yo… 

Taehyung lo interrumpió, su voz calmada pero firme:

—¿Qué haces aquí, Hyung?

—Quiero disculparme con Jimin… —respondió, sus manos comenzando a temblar de nuevo. Temía que Taehyung no le permitiera verlo. ¿Quién dejaría pasar a alguien que había herido a una persona importante?

—¿Por qué? —cuestionó.

—Porque nunca debí dejar que lo que pasó entre nosotros sucediera… —murmuró. Yoongi sentía su voluntad flaquear; la mirada de Taehyung se había vuelto severa.

—¿Por qué? —insistió Taehyung, tratando de guardar la compostura.

—Jimin no merecía sentirse como una opción, como alguien que no era suficiente —sus ojos comenzaron a cristalizarse—. Tae…

Taehyung suavizó su mirada al ver una lágrima corriendo por la mejilla del Mera; nunca había visto a Yoongi de aquella forma; parecía estar sufriendo…

—¿Qué significa Jimin para ti, Hyung?

Taehyung miró como el cuerpo de Yoongi reaccionaba a su pregunta; todo en él parecía tocar tierra firme en medio de una tormenta.

—Amor. —No había ningún tipo de duda en su respuesta. Taehyung sintió su corazón latir con fuerza.

—Entonces, ¿qué fue lo que sucedió, Hyung? —cuestionó curioso.

Yoongi se tomó un segundo antes de responder.

—Tenía miedo —admitió—. Una parte de mí sabía lo que sentía por Jimin, solo no quería admitirlo; quizás por eso me aferré tanto a la idea de mis sentimientos por Hoseok, porque en el fondo sabía cuál iba a ser su respuesta. Siempre es más fácil ser quien resulta herido…

»La manera en que todo resultaba con Jimin me aterraba, Tae. Cuando al fin bajamos las barreras todo parecía correcto; estar con él era tan sencillo y tan necesario como respirar y tuve miedo de arruinarlo. Ignorar mis sentimientos parecía ser más sensato que aceptarlos. No quería dañarlo… y aun así, lo hice…

Taehyung permaneció en silencio un momento antes de dar un paso atrás, abriendo la puerta un poco más.

—Entra —dijo con un tono neutral—. Está en su habitación, iré por él.

Yoongi asintió con un leve agradecimiento y entró al apartamento. Caminó hacia la sala; por un momento revivió su primer beso con Jimin. Lo había arruinado; las cosas habrían sucedido de una manera completamente diferente de no haber sido impulsivo.

—¿Yoongi? 

El Mera sintió su cuerpo estremecer al escuchar la voz de Jimin. Su mirada lo buscó por inercia y cuando al fin pudo alcanzarlo, sintió su piel arder. Jimin estaba ahí. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y algo de ansiedad, pero no había rastro de la rabia que había temido encontrar.

—Jimin, cariño. Si necesitas algo estaré en el estudio. —interrumpió Taehyung.

Yoongi miró como Jimin hacía un pequeño asentimiento. Taehyung le dedicó una última mirada antes de desaparecer en el espacio.

—Cuando Tae dijo que tenía visitas, nunca imaginé que serías tú —Jimin hizo una pequeña pausa—. Creí que…

—Jimin… —Yoongi no le permitió seguir con sus palabras—, lo siento.

Jimin alzó la vista, conectando sus miradas. Su expresión era difícil de descifrar. Una pequeña sonrisa nostálgica se dibujó en sus labios. 

—No eres el único que debe pedir perdón. Yo también lo siento.

Yoongi sintió un nudo formarse en su garganta.

—Jimin, no…

—Espera, Min —interrumpió Jimin, levantando una mano—. No pretendo hacerte responsable de todo; ambos tomamos nuestras propias decisiones. Si quieres saber cómo me he sentido, pues, al principio me sentí herido, pero al pasar de los días comencé a sentirme avergonzado y muy enojado contigo…

Yoongi miró como las lágrimas comenzaban a aglomerarse en los bellos ojos de Jimin.

—¿Park, sabes que eres la persona más hermosa que he podido conocer? ¿Y qué mereces el mejor de los amores?

—¡Claro que lo sé! —Jimin bajó la mirada, sintiendo sus lágrimas correr. Después de esas palabras, sabía que Yoongi iba a rechazarlo por completo, pero él no iba a quedarse con nada—.  Estupido Min Yoongi, ¿cómo no puedes sentir lo mismo que yo?

Y como si aquella pregunta fuera su señal. Yoongi tomó el rostro de Jimin para hacer que sus miradas se encontraran.

—Lo hago, mi hermoso Park Jimin. 

Las lágrimas de Jimin se intensificaron y comenzó a dejar pequeños golpes en el pecho del Mera.

—Estupido, Min Yoongi. —dijo entre hipidos y sollozos. Yoongi lo vio con profundo afecto y llevó sus dedos hacia sus mejillas para poder secar las lágrimas que escapaban de sus ojos… 

—Perdoname por siempre comenzar tan mal las cosas entre los dos.  —Jimin negó con suavidad— ¿Podrías darme otra oportunidad? Tal vez sea difícil arreglar lo que se rompió, pero quiero intentarlo… si tú también quieres.

Jimin asintió, y por primera vez en mucho tiempo, una pequeña risa escapó de sus labios.

—Quiero… 

Yoongi sonrió ampliamente, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Taehyung mantenía su cuerpo reposando sobre la pared. Una sonrisa se había dibujado en su rostro; había presenciado aquel momento desde la distancia. Era momento de dejarlos en soledad; tenían mucho que hablar. 

Confiaba en los dos; sabía que todo iba a estar bien. Con Yoongi a su lado, Jimin jamás iba a quedarse solo y eso hizo que su alma sintiera paz. Uno de sus mayores miedos se había desvanecido como un pétalo llevado por el viento, ligero y frágil, dejando solo la fragancia de lo que había sido. 








Cuando vio salir al último músico de la sala de reuniones, un suspiro cansado se escapó de sus labios. Taehyung estiró su cuerpo, sintiendo cómo sus músculos se relajaban un poco. Había sido un día agitado; las últimas semanas habían trabajado sin descanso para conseguir un contrato importante, y finalmente lo habían logrado.

Miró el reloj en la pared. A diferencia de otros días, aún no era tan tarde. Una idea se deslizó en su mente sin previo aviso, tan repentina como el latido acelerado que sintió en su pecho… Jungkook seguramente se encontraba en su apartamento. ¿Debería ir a visitarlo? Hacía días que no lo veía, y lo extrañaba mucho, más de lo que podría admitir…

Antes de pensarlo demasiado, tomó sus cosas, y en cuestión de minutos ya se encontraba en su coche, conduciendo por las calles que eran iluminadas por las luces de la ciudad. Durante el trayecto, su mente se enfocó en un solo pensamiento: Jungkook. Se dio cuenta de cuánto lo necesitaba cerca, cuánto extrañaba su presencia, la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba…

¿Por qué siempre parecía más fácil respirar cuando estaba cerca de él?

Al llegar al complejo de apartamentos, su corazón comenzó a latir con fuerza; al fin podría ver a Jungkook. Subió por el ascensor, acomodando su ropa; quería verse bien. 

Caminó hasta el apartamento del Inmar y al llegar, le vio ahí, justo a la entrada, como si el destino hubiera alineado perfectamente sus pasos. Jungkook giró su rostro hacia él y sonrió, sorprendido.

—¿Ya te ibas? —preguntó Taehyung, deteniéndose a pocos pasos de él. Jungkook asintió suavemente—. En ese caso, permíteme acompañarte. 

—En realidad, no tengo prisa por volver; no hay nadie en casa de Gigi —Jungkook rascó nerviosamente su nuca—. ¿Quieres pasar? —Señaló la puerta de su apartamento. 

Taehyung le miró con una sonrisa, mientras asentía. Ambos entraron al apartamento. Jungkook cerró la puerta tras ellos, tratando de ocultar el leve temblor de sus manos; no podía evitar sentirse nervioso. Era la primera vez que se veían desde la exhibición. 

—¿Ya cenaste? —cuestionó, tratando de disipar sus nervios. 

Taehyung se giró hacia él y negó con una pequeña sonrisa. 

—¿Y tú? 

—Tampoco. —dijo tímidamente. 

—¿Tienes ingredientes para cocinar?

Jungkook asintió, un poco intrigado. 

—Creo que sí… ¿Por qué?

En el rostro de Taehyung se dibujó una sonrisa amplia, tan bonita que el corazón de Jungkook parecía que iba a salirse de su pecho. 

Taehyung caminaba por el lugar como si llevara toda una vida ahí, tan familiar, tan fácil, tan propio. Cuando llegó a la cocina, comenzó a sacar algunos ingredientes del refrigerador; Jungkook le observaba atentamente. Había algo en la presencia de Taehyung que hacía que su apartamento se sintiera más vivo.

Mientras Taehyung cortaba algunos vegetales, Jungkook no pudo evitar quedarse atrapado en el ritmo de sus movimientos. La manera en que sus manos se movían con precisión, la concentración en su rostro... 

Una paz extraña llenó el espacio. Jungkook nunca imaginó que Taehyung estaría con él esa noche, pero ahora que estaba ahí, no quería que se fuera.

—Prueba esta salsa. —le pidió Taehyung, ofreciéndole una cucharita con una mezcla que había estado preparando.

Jungkook tomó un poco, pero se puso nervioso al sentir la mirada fija de Taehyung en su boca. No pudo evitar pensar en el beso que se habían dado y deseó volver a probar sus labios… Su garganta se tensó ante el pensamiento y terminó tosiendo levemente.

—¿Está muy dulce? —preguntó Taehyung con una mueca de preocupación. 

—No, no… está bien. —La voz de Jungkook salió más débil de lo que pretendía. 

—¿Seguro? —preguntó, aproximándose un poco más a él. Jungkook sintió su cuerpo tensarse al sentir a Taehyung tan cerca. 

—Sí, está perfecta —Jungkook sonrió nerviosamente y se levantó de su asiento—. Claramente no necesitas de mi ayuda aquí, así que estaré por allá. 

Incapaz de soportar la tensión creciente en su pecho, se dirigió a la terraza, buscando la calma del aire fresco. Estaba perdiendo la cabeza, ¿debería hablar con Taehyung sobre sus sentimientos? 

Taehyung terminó de cocinar y se acercó un poco hacia donde se encontraba el Inmar. Logró ver su silueta a lo lejos. Se preguntaba por qué se había ido de la cocina de esa manera. Salió a la terraza, encontrando a Jungkook de espaldas, con los brazos apoyados en la barandilla; parecía tenso.

—¿Por qué estás aquí fuera? —preguntó Taehyung suavemente, acercándose hasta quedar a su lado.

Jungkook respiró hondo; lo había decidido. Ya no podía seguir conteniendo lo que sentía; necesitaba dejarlo salir. Giró lentamente hacia Taehyung, sus ojos encontrando el profundo verde. 

—Porque... si me quedaba dentro, no iba a soportarlo más.

En ese momento, una melodía suave, comenzó a sonar desde un apartamento cercano. Era casi irónico, conocía la canción y describía exactamente lo que sentía. Era como si la vida les estuviera poniendo un soundtrack…

—¿Soportar qué? —preguntó Taehyung, su voz, apenas un susurro.

Jungkook sintió su pecho apretarse con una mezcla de miedo y liberación. 

—Soportar lo mucho que deseo ser amado por ti —las palabras resonaron en el aire como una confesión inesperada, una verdad largamente guardada—. Nunca pensé que volvería a sentirme de esta manera por alguien más. Pero aquí estoy, sintiendo que el aire se me escapa de los pulmones, que el tiempo junto a ti no es suficiente, que mis sueños y mis días están llenos de ti… 

»Que mi piel solo toma sentido si tú la tocas… Que mi corazón solo puede pertenecerte a ti… 

Taehyung trataba de conectar las palabras; Jungkook estaba confesando sus sentimientos. Su alma dio un vuelco llena de alegría; ambos sentían lo mismo. 

Iba a acortar la distancia entre los dos, cuando un pensamiento cruzó por su cabeza. Él nunca podría darle a Jungkook la vida que merecía; al contrario, podía ponerla en riesgo…

Jungkook necesitaba a una persona que nadie pudiera arrebatarle de sus brazos. Una persona que tuviera la certeza de que siempre iba a volver a su lado. 

Su pecho dolió sabiendo que no podía ofrecerle esa seguridad a Jungkook. 

—No puedo... —dijo finalmente, su voz rota, su mente enredada en mil pensamientos. Intentó alejarse, pero Jungkook lo detuvo.

—Está bien —trató de sonreír—. No esperaba que sintieras lo mismo que yo. No tienes porqué irte… —Su voz tembló, pero sus ojos no se apartaron de los de Taehyung. Su expresión suplicaba salir de ahí—. Pero… —añadió, tragando saliva—. Si necesitas irte, lo entiendo… 

Taehyung lo miró, sintiendo sus lágrimas amenazando por salir; él sentía lo mismo que Jungkook, pero nunca podría decírselo. Dio un paso atrás, su respiración irregular. Finalmente, giró sobre sus talones y salió del apartamento rápidamente. 

Cuando llegó a la recepción, decidió caminar; no podía conducir en ese estado. Al salir del edificio, se detuvo. No podía respirar bien. 

Las palabras de Jimin y Yoongi resonaban en su mente, “Tae, ustedes se necesitaban para volver a respirar…” “No quería dañarlo… y aun así, lo hice…” “No puedes terminar algo, que ni siquiera han podido comenzar…” “Estar con él era tan sencillo y tan necesario como respirar y tuve miedo de arruinarlo…” “Si vas a tirar todo por la borda, por lo menos asegúrate de no romper el corazón de una persona que merece todo el amor que solo tú le puedes dar”.

Cerró los ojos y dejó que el aire entrara lentamente a su cuerpo. Él quería compartir su vida con Jungkook, él quería amarlo, él quería sostenerlo para siempre… 

Abrió los ojos, ¿qué demonios estaba haciendo? Él debería estar junto a Jungkook. Una sonrisa se formó en sus labios. Giró sobre sus pies, decidido a volver.

Corrió lentamente hacia el ascensor, pero antes de poder subirse, un grito cortó el aire. Una chica pedía ayuda desesperadamente.

—¡Por favor, alguien llame a emergencias! ¿Hay algún doctor aquí? ¡Mi amiga necesita ayuda, por favor!

Taehyung estaba a punto de ignorar la voz, demasiado centrado en Jungkook, hasta que escuchó un nombre que le heló la sangre.

—¡Aerin, no, por favor! —La chica corrió hacia los baños. 

El mundo pareció detenerse. Su corazón latió con fuerza mientras se giraba hacia la chica que gritaba. Aerin… ¿Podría ser ella? Sin pensarlo dos veces, corrió tras la chica, sintiendo la adrenalina correr por sus venas, una mezcla de incertidumbre y urgencia nublando sus pensamientos.

Taehyung llegó al baño de mujeres, su corazón latiendo a mil por hora. El escenario que encontró frente a él hizo que su aliento se detuviera. Aerin estaba sentada en el suelo, recostada contra la pared, con una gran cantidad de sangre a su alrededor. Su piel se veía pálida, casi translúcida, y sus ojos, llenos de confusión y terror. Elevó su rostro encontrándose con Taehyung. 

En ese momento, como si se rompiera un dique dentro de ella, comenzó a llorar.

—No quiero perder a mi bebé, Tae… —su voz temblaba, entrecortada, llena de un miedo desgarrador.

Sin dudarlo, Taehyung se arrodilló a su lado, tomando su mano. Al sentirla tan fría, una oleada de pánico lo invadió. La observó más de cerca: su piel estaba húmeda, su respiración irregular. Recordó cuánto Aerin anhelaba a esa bebé y la ilusión con la que hablaba sobre ella. Recordó la calidez y la bondad de aquella pequeña alma. Algo en su interior gritó que no podía dejarlas ir, ni a ella ni a la bebé. No, no así.

Las palabras del señor Ryu resonaron en su mente: "En el caso de un Efí, es posible sanar a otros sin poner su vida en riesgo, entre más estabilidad se contenga aquí…". Su alma era fuerte, él podía salvarlas. Tenía que hacerlo.

—No te preocupes… Todo va a estar bien —susurró Taehyung, intentando transmitirle la seguridad que él mismo no sentía del todo.

Con delicadeza, colocó una mano sobre el vientre de Aerin, mientras con la otra seguía sosteniendo la suya. Podía sentir el temblor en los dedos de Aerin, la desesperación que irradiaba de su cuerpo. Aerin lo miró con ojos llenos de miedo.

—¿Qué… qué estás haciendo, Tae? —preguntó, su voz apenas un murmullo ahogado por las lágrimas.

Antes de que Taehyung pudiera responder, una suave luz comenzó a emanar de sus manos. Primero tenue, luego más intensa, hasta rodear a Aerin completamente. La luz era cálida, reconfortante, envolviéndola en un resplandor suave y dorado. Taehyung cerró los ojos, concentrándose en los latidos que podía sentir, dos ritmos diferentes, dos corazones latiendo al unísono: el de Arin y el de su bebé.

Taehyung sintió una conexión profunda, como si pudiera sentir cada latido en su propio pecho. Pero cuanto más se concentraba en mantener esa conexión, más débil se sentía. Su cuerpo comenzó a temblar ligeramente, y un mareo lo golpeó de repente, obligándolo a abrir los ojos. Su corazón latía desbocado; su respiración se volvió errática.

Miró a Aerin, pero todo a su alrededor parecía desdibujarse. Los labios de ella se movían, pero no lograba escucharla. El sonido de su voz era un eco distante, como si viniera de algún lugar muy lejano. Sentía que se iba a desmayar en cualquier momento, pero de repente, un grito lo sacó de su estado de aturdimiento.

—¡Tae, cuidado!

Aerin gritaba con desesperación, sus ojos amplios y aterrados. Taehyung no tuvo tiempo de reaccionar antes de que sintiera unas manos agarrándolo por detrás, con una fuerza brutal. Dos hombres lo alzaron como si fuera un costal de papas, arrastrándolo lejos de Aerin. El mundo giró a su alrededor; la luz que rodeaba a Aerin comenzó a desvanecerse.

—¡Déjenlo en paz! —Aerin suplicó, con lágrimas corriendo por su rostro—. ¡Déjenlo, por favor!

Taehyung trató de luchar contra los hombres, pero su cuerpo estaba demasiado débil, casi sin fuerzas. Todo en su interior se sentía desordenado, como si algo vital se estuviera drenando de él. La vista se le nublaba, y cada latido de su corazón era como un tambor que resonaba en su cabeza, haciendo eco de los últimos sonidos que escuchaba.

Sintió un golpe en el pecho, como si el aire se le escapara de los pulmones. Los hombres seguían sosteniéndolo firmemente, y aunque quería moverse, su cuerpo no respondía. Todo se volvió confuso, y lo último que escuchó fue el grito ahogado de Aerin antes de que la oscuridad se lo tragara.




[...] 



Jungkook salió de su apartamento con pasos vacilantes, sus ojos ligeramente hinchados por las lágrimas que había derramado en soledad. Mientras esperaba el ascensor, sus pensamientos se arremolinaban, tratando de encontrar un sentido a todo lo que había ocurrido. Su mente no paraba de dar vueltas, intentando convencer a su corazón de que el rechazo de Taehyung era lo mejor. “Mejor ahora… cuando aún puedo manejarlo”.

Al llegar el ascensor, se metió dentro y presionó el botón para la planta baja. Observó su reflejo en las puertas metálicas, sus ojos aún rojos, la tristeza escrita en cada línea de su rostro. Su mente seguía tratando de procesar todo, pero el vacío en su pecho no hacía más que crecer. Cuando las puertas se abrieron en la recepción, un estruendo lo sacó de sus pensamientos.

Un caos absoluto llenaba el vestíbulo. Gente aglomerada, voces susurrantes, y, en medio de todo, las luces parpadeantes de una ambulancia estacionada justo frente a la entrada. Jungkook sintió una punzada de preocupación, una inquietud que no podía ignorar. Dio un paso adelante, tratando de entender lo que estaba pasando.

Fue entonces cuando, en medio de la conmoción, la vio. La chica con la que Taehyung había hablado semanas atrás. Estaba siendo escoltada por los paramédicos hacia la ambulancia, su rostro empapado de lágrimas y su cuerpo cubierto con una manta.

Jungkook sintió un nudo en el estómago. Avanzó rápidamente, sin saber exactamente qué lo guiaba, y justo cuando estaba a unos metros de ella, Aerin levantó la vista y lo reconoció.

—¡Tú…! —sollozó, su voz rota por el miedo—. Tú conoces a Taehyung, ¿verdad?

El corazón de Jungkook dio un vuelco. La urgencia en su voz lo hizo sentir como si algo muy malo estuviera sucediendo.

—Sí. —dijo en un hilo de voz.

Aerin lo miró con ojos desorbitados, llenos de impotencia. Las lágrimas caían por su rostro mientras intentaba controlar su respiración lo suficiente para hablar.

—Se… se lo llevaron… —gimió, sus palabras temblorosas, casi inaudibles entre su llanto.

Jungkook sintió que su corazón se detenía. Se acercó más, tratando de captar cada palabra, su mente en blanco. 

—¿Qué…? ¿De qué hablas?

Aerin tragó saliva con dificultad, los paramédicos acomodándola en la camilla mientras ella seguía hablando, apenas entendible. —Cir-círculo dorado —susurró—. Dos hombres vinieron y se lo llevaron…

Jungkook sintió como si su corazón se detuviera en seco. Su mente giraba, intentando dar sentido a las palabras de Aerin. 

—No, no puede ser. —murmuró, sacudiendo la cabeza como si así pudiera borrar la realidad de lo que escuchaba.

Sintió como si el suelo desapareciera bajo sus pies. Trató de moverse, de hacer algo, pero sus piernas se sentían pesadas, como si estuvieran ancladas al concreto. 

Uno de los paramédicos terminó de asegurar a Aerin, mientras otro cerraba las puertas traseras de la ambulancia con un golpe sordo. 

Jungkook se quedó allí, helado, mientras las palabras de Aerin resonaban en su mente, golpeándolo una y otra vez. “Se lo llevaron… Círculo dorado… ”

Las voces de la multitud a su alrededor se desvanecieron en un zumbido distante. Jungkook sintió su respiración acelerarse, su mente girando en círculos, negándose a aceptar lo que acababa de escuchar. Miró a su alrededor desesperadamente, buscando una señal, una respuesta, algo que le dijera que todo esto era un malentendido, que Taehyung estaba bien, en algún lugar cercano, a salvo.

Sentía su pecho comprimirse, el aire le faltaba, y de repente se dio cuenta de que estaba al borde del colapso. Se llevó una mano a la frente, tratando de obligarse a respirar profundamente. No, no podía ser verdad. No otra vez… No podía perder a Taehyung también. Una ráfaga de pensamientos pasó por su mente: imágenes de Taehyung, su sonrisa, sus ojos brillantes, sus palabras de aliento, el tiempo junto a él… 

El aire corría de manera lenta y pausada, como si esa fuera su forma de anestesiar su angustia. No podía dejarse ganar en ese momento. Tenía que hacer algo; a pesar de que el miedo lo atenazaba, una pequeña llama de determinación comenzó a crecer en su interior. No sabía cómo, pero iba a hallar la manera de encontrarlo; él haría lo que fuera necesario para traer a Taehyung de vuelta.








Taehyung apenas registraba lo que sucedía a su alrededor cuando lo sacaron del vehículo. El aire frío de la noche golpeó su piel, pero ni siquiera eso logró despejar la neblina que cubría su mente. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, y su visión oscilaba entre la claridad y la completa oscuridad.

Cuando lo empujaron por un pasillo largo y blanco, el sonido de las ruedas de la camilla resonaba como un eco lejano. Podía distinguir figuras a su alrededor, sombras moviéndose con rapidez, todas vestidas de negro, exceptuando a un hombre con una bata blanca. El médico lo observaba con un rostro impasible, pero sus ojos delataban una preocupación latente. Taehyung intentó enfocar su vista, tratando de captar algún rostro conocido, pero la náusea que sentía lo invadió de golpe. Su estómago se contrajo dolorosamente, y antes de poder contenerse, vomitó.

Notó de inmediato el sabor metálico en su boca y sintió la humedad caliente de la sangre que manchaba su ropa y el suelo. A su alrededor, las voces se alzaron en una mezcla de pánico y urgencia.

—¡Posible hemorragia interna! —exclamó una voz, llena de alarma, aunque parecía tan distante como si viniera de otro mundo.

Otra persona, con un tono más calmado, pero igualmente urgente, preguntó: 

—¿Cuáles son las órdenes del Señor Kim?

—Vivo a toda costa. —Un hombre que parecía estar al mando respondió de inmediato. 

Taehyung no sabía quiénes eran esas personas, pero comprendió, con una sensación de frío mortal en el pecho, que no estaba a salvo. Su corazón latía tan rápido que dolía; cada pulsación un golpe contra su pecho. Intentó respirar profundamente, pero cada bocanada de aire se sentía como si inhalara fuego. El mundo se volvía más borroso a cada segundo que pasaba.

Su piel estaba helada al tacto, y cada célula de su cuerpo clamaba por oxígeno, por vida, pero el flujo de sangre se escapaba de él como un río incontenible. Quería hablar, preguntar qué estaba pasando, pero su lengua se sentía pesada, sus labios no se movían. Su visión empezó a oscurecerse; el mundo a su alrededor se volvió una maraña de formas borrosas y sonidos amortiguados. 

Los médicos se movían a su alrededor frenéticamente, las voces se elevaban en una mezcla de términos médicos y órdenes urgentes. Sintió un pinchazo en su brazo, una aguja introduciéndose en su piel, pero el dolor era apenas una nota distante en el caos de sensaciones que lo abrumaban. Sus extremidades se sentían entumecidas, y un sudor frío cubría su frente. Taehyung supo, en el fondo de su ser, que su cuerpo se estaba apagando. La vida se le escapaba de entre las manos. 

Su corazón latía con fuerza, demasiado rápido, hasta que de repente se sintió como si estuviera a punto de detenerse por completo. Un mareo intenso lo invadió, y en su mente todo se volvió negro. Sentía que caía, su mente nublada, como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar. Su corazón, desesperado por seguir latiendo, comenzó a debilitarse, las palpitaciones desacelerando, perdiendo su fuerza.

Una sensación de vacío lo llenó por completo, un frío interno que se extendía desde su pecho hasta la punta de sus dedos. Intentó resistir, aferrarse a la consciencia, pero cada segundo que pasaba lo arrastraba más hacia la oscuridad. La última imagen clara que tuvo fue la de Jungkook con sus mejillas rosadas, diciéndole que su corazón solo podía ser suyo. Luego, todo se desvaneció en un abismo profundo. 

Su respiración se hizo más superficial, más espaciada. Los monitores empezaron a emitir un sonido agudo y continuo mientras la línea en la pantalla se aplanaba lentamente. Los médicos intercambiaron miradas tensas, conscientes de que estaban perdiendo a su paciente. Pero antes de que pudieran hacer nada más, Taehyung se deslizó sin ayuda en la oscuridad de un coma profundo.









Hola personitas,

Con este capítulo termino la primera parte de la historia "Efímero"...

Si en algún momento se preguntaron por qué las cosas entre Koo y Tae no se daban con más rapidez, en parte, fue por este momento. Si yo hubiera permitido que ellos se amaran antes, el golpe habría sido demasiado fuerte para Jungkook y no habría podido reponerse...

Fue un capítulo muy difícil y lloré en varios momentos mientras lo escribía...

Como dato curioso, la canción que sonaba cuando Jungkook estaba confesando sus sentimientos es esta:

Ahora me gustaría saber que piensan que pasara en la segunda parte?

También, si tienen alguna duda, por favor depositarla aquí ♡


Ahora un espacio informativo

Taehyung al salvar a Aerin y a su bebé, hizo que la pérdida de sangre que ella había sufrido se traspasara a él, por lo cuál, él sufrió un choque hipovolémico.

¿Pero que es un choque hipovolémico?

Es una condición médica grave que ocurre cuando el cuerpo pierde una cantidad significativa de líquido o sangre, lo que resulta en una disminución del volumen sanguíneo. Esto provoca una caída en la presión arterial y una reducción en la cantidad de sangre que llega a los órganos vitales, lo que puede llevar a un fallo orgánico y, si no se trata rápidamente, a la muerte.

El choque hipovolémico implica una disminución significativa del flujo sanguíneo y del suministro de oxígeno a los órganos vitales, incluido el cerebro. Cuando el cerebro no recibe suficiente oxígeno y nutrientes, sus funciones comienzan a fallar, lo que puede llevar a una pérdida de consciencia progresiva y, en casos severos, a un coma.

Cierro el espacio.

Nos vemos en "Eterno"

Besos

🌌 Vera

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