Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

52. Recuerdos de cristal (Final)

¿Dónde estamos, papá?

No entiendo nada de lo que está pasando, lo único que sé es que mamá acaba de morir y ahora tengo una hermanita. No pude despedirme de ella, pues tuvo prisa por irse al cielo, pero aun así no estoy enojado con ella. Solo me duele que no la veré más, a pesar de que mi papá me dijo que ella ahora vive en nuestros corazones.

Dejamos nuestro hogar en la aldea Hatelia, el abuelo se quiso quedar, todo pasó demasiado rápido. Ahora hemos llegado a la casa más grande que he visto en mi vida.

- Estamos en castillo de Hyrule, hijo. – dijo mi padre, con mi hermanita en los brazos. – Aquí vamos a vivir Abril, tú y yo.

- ¿Abril? – pregunté sorprendido.

- Ese es el nombre que tu mamá y yo escogimos para tu hermanita. –respondió, forzándose a sonreír. – ¿Te gusta?

- ¡Sí, es muy bonito! Como ella. – respondí emocionado.

- Por muchos años he servido a las personas que viven en este castillo, a la familia Real de Hyrule. – contó mi padre. – Hace tiempo me ofrecieron el cargo de General del Ejército Real, con la condición de venirnos a vivir aquí. Me tomó tiempo decidirme, pero con este dolor tan... quiero decir, ahora que tu mamá se fue al cielo, es lo mejor.

- Yo no quiero estar aquí... – expresé con lágrimas en los ojos. – Quiero ir con el abuelo.

- Él vendrá a visitarnos, te lo aseguro. – dijo mi padre. – ¿No has dicho siempre que quieres ser tan fuerte como yo?

- Sí, pero...

- Aquí aprenderás todo lo que sé y sabrás lo que significa proteger a los demás. – afirmó mi padre. – Pero sobre todo a una querida amiga.

- ¿Una amiga? – pregunté indignado. – ¿Una niña?

- Así es.

- ¡Ay, no! – me quejé molesto. – ¡Las niñas me caen mal! ¡Son gritonas y berrinchudas!

Mi padre se ríe ante mi comentario, cosa que me hace sentir molesto.

- ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó riéndose. – Abril también es una niña.

- Ella aún es una bebé y yo me encargaré que no sea molestosa. – afirmé convencido. – Ella será como yo.

- ¿Sí? – rio mi padre. – Vamos a ver si piensas lo mismo al conocer a tu nueva amiga. Además, vas a prepararte para protegerla por siempre cuando seas más grande.

Giro mi rostro con molestia, pues no me gusta que me quieran obligar a ser amigo y a cuidar de una niña caprichosa. ¿Por qué me quiere castigar así? Hace tiempo que no hago travesuras.

La carroza se detiene en la entrada del castillo, y cuando nos bajamos unas personas nos esperan. Como he visto en algunos cuentos, pensé que iba a haber demasiada gente alrededor, pero solo se encuentran un hombre y una mujer sonriéndonos con calidez.

- Bienvenidos. – dijo el hombre, vestido con elegantes ropajes. – Me alegra que estén en su nuevo hogar.

El hombre y la mujer abrazan a mi padre, y es ahí que percibo tristeza en los rostros de ellos, quizás porque saben que él está sufriendo.

- Gracias por este recibimiento para mi familia y para mí, sobre todo en este duro momento. – dijo mi padre, conmovido. – Les presento a mis amados hijos.

La pareja se agacha a mi altura para saludarme, cosa que correspondo con mucha timidez.

- Buenos días... – saludé temeroso.

- Buenos días, jovencito. – saludó el hombre, sonriente. – Yo me llamo Rhoam. ¿Cómo te llamas?

- Link.

- Un gusto conocerte, pequeño Link. – saludó la mujer, igual de amable. – Yo me llamo Selene y estoy muy feliz de que hayas llegado.

La sonrisa de la mujer es muy cálida y cariñosa, como la que tenía mi madre, por lo que mis ojos se llenan de lágrimas al verla. Ante esa imagen, la señora me abraza con cariño. Por unos segundos me quedo estático, pero después la rodeo con mis brazos para ver si así siento un poco de mi mamá.

- Pequeño Link, por ahora tu corazón duele, pero muy pronto estarás mejor. – afirmó la dama, secando mi rostro con sus dedos. – Además, aquí pasarás momentos muy felices. Te lo aseguro.

Puedo ver que el rostro de la mujer voltea hacia un lado, como si hubiera visto algo. Después comienza a mover su mano de un lado al otro.

- Ven aquí... ¡Ven!

La curiosidad me gana y veo como a paso lento se acerca una niña más pequeña que yo, de cabello rubio y ojos verdes. La timidez hace que detenga su camino, pero la mujer toma su mano y la coloca frente a mí.

- Link, ella es mi hija Zelda, próxima a cumplir cuatro años. – dijo la mujer, para después mirar a la niña. – Mi pequeña, él es Link, el amigo del que te hablé.

- ¿Link? – preguntó ella, sorprendida.

A diferencia de las otras niñas, esta me parece muy agradable. Es linda y tiene unos ojos muy bonitos.

Qué raro... siento ardor en mis mejillas.

- Hola, Zelda... – saludé con timidez.

- Hola... ¿Entonces, tú vas a ser mi amigo? – preguntó la pequeña, emocionada.

- Este...

La niña me silencia con un abrazo, el que causa que inicialmente me sienta cohibido, pero después muy cómodo y feliz, como si toda la tristeza se hubiera ido huyendo de mí. Le devuelvo el gesto con una sonrisa en mi rostro.

Zelda, qué linda eres. La única niña que me cae bien.

***

- Link... ¡Link!

Me despierto asustado ante la ruidosa voz que me llama. No sé en qué momento me quedé dormido, pero hubiera deseado no despertarme, pues por un instante sentí ese recuerdo de mi alejada infancia tan real, como si la vida me hubiera dado la oportunidad de tener un reverso.

Pero no es así... sigo hundido en esta realidad como un vulgar sobreviviente.

- ¡Link, hasta que despiertas! – reclamó el constructor, impaciente.

- Lo siento, Karud. Mis horarios de sueño se han vuelto un desorden y no sé cómo arreglarlos. – dije apenado.

- ¿Y cómo vas a saberlo? Si desde hace un año te pasas metido en esto. – se quejó el hombre, mirando todo el lugar. – De héroe a constructor.

¿Un año? ¿He podido sobrevivir más de un año sin ti, mi amada Zelda? Desde que te fuiste, he perdido la noción del tiempo, respiro porque tengo pulmones y camino porque tengo piernas. Tantas lágrimas derramo por ti a diario y aun así mi corazón no se seca por la soledad que me provoca tu ausencia, el no poder besarte y tocarte como mi alma reclama.

Un año... Un año...

- Karud, yo no soy un constructor. – afirmé serio, cerrando los ojos. – Aquí el profesional eres tú, por eso te contraté para que remodeles mi casa y el jardín.

- Sí, y te agradezco por la confianza, estoy orgulloso de lo que has hecho con la casa que alguna vez quisimos demoler. – dijo el hombre. – Hemos aumentado un piso, hecho dos habitaciones más, el jardín es una belleza y tienes una caballeriza para que Epona y Mond descansen a gusto. Es el mejor inmueble de esta aldea.

- ¿Entonces, qué te preocupa?

- Que todo eso que pediste lo terminamos en meses, pero tú llevas un año construyendo este pozo y no has querido que te ayudemos.

- ¿De qué hablas? Me han ayudado mucho.

- En cosas menores y e impartiéndote conocimientos básicos de construcción, pero de ahí has querido hacerlo todo tú solo.

- Zelda ha soñado con un pozo como estudio desde que es niña. Yo se lo prometí, así que a mí me corresponde construirlo para ella. – respondí serio, pero calmado.

- Y es un acto admirable, pero un poco de ayuda no viene mal, peor si estás trasnochando. – se quejó el hombre.

- ¿Piensas que está quedando mal la estructura del pozo? – cuestioné, mirando las paredes. – No quiero que se vea feo ni inseguro para Zelda.

- Está perfecto, pero como te dije, el problema es que estás tardando mucho para llegar al resultado. Tu salud...

- No importa mi salud. – respondí, forzándome a sonreír. – No falta mucho para terminarlo, además cuento con toda mi vida para hacerlo. Quiero que cuando yo no esté, Zelda lo vea y sepa que cumplí con mi palabra.

- Link, hablas como si la princesa fuera a despertar de su letargo en siglos, no seas pesimista.

- El tiempo es indescifrable, y mucho más saber lo que me queda de vida. – dije, dándole la espalda a Karud. – Solo sé que quiero terminar con esto para ella y seguir cumpliendo con las promesas que le hice.

- Lo de la escuela está en conversaciones... – afirmó el hombre.

- ¿De verdad? – pregunté, mostrando un poco de entusiasmo. – ¿Cuándo comienzas?

- Lamentablemente, por el Cataclismo de hace cien años, estamos recién volviendo a reactivar las ordenanzas de construcción y permisos, pues una cosa es construir una casa y otra una escuela que requiere de materiales de cierta calidad, filtros de seguridad para los niños y personal capacitado para educarlos. – explicó el hombre. – Por suerte, la señorita Apaya y Athan se están encargando de eso, pero el proceso podría tardar meses o un año más.

- Muchas gracias. Y no importa el tiempo. – dije sonriendo. – Lo único que deseo es ver existir esa escuela, tal y como Zelda lo deseó.

- Además de eso, la señora Impa y la señorita Prunia nos han dado otros trabajos.

- ¿En serio?

- La señorita Prunia desea que construya una especie de fortaleza en el Arca Ceremonial. Impa desea que, mientras la princesa esté ausente, se restaure el abandonado castillo de Hyrule en una fortaleza, donde se va a comenzar a reclutar nuevos soldados y a trazar planes preventivos, en caso de cualquier futura amenaza.

- Futura... amenaza.

El rostro de esa momia espantosa, la que a veces me atormenta en pesadillas, vuelve mi mente. Siento un mareo que me hace retroceder y por accidente hago caer algunas herramientas. Karud se asusta y me sostiene de los hombros.

- ¿Estás bien, Link? – preguntó preocupado.

- Sí... no fue nada. – respondí mostrando calma y restando importancia al tema. – Pensé que Impa deseaba reconstruir el castillo para que Zelda se vuelva a posicionar en su cargo.

- Ese es el plan, lo más conveniente para la prosperidad del reino, pero según lo que la señora Impa me dijo, eso es algo que solo la princesa deberá decidir.

- Entiendo... – afirmé, recordando el día que Zelda me comentó sobre esa indecisión.

- Como Presidente de Construcciones Karud, te aseguro que cumpliremos con ahínco todos los pedidos de nuestros clientes. – afirmó el hombre. – Ya me encuentro en el reclutamiento de más personal.

- ¿Personal cuyo nombre empiece con "Ka"? – pregunté con extrañeza.

- ¡Cómo debe ser!

- ¿¡Y así me dices a mí que me tardo en lo que hago!? – pregunté con ironía. – ¿Crees que la cantidad de gente que requieres para construir va a cumplir con ese estatuto? Imposible.

- Esa palabra está prohibida en el lema de nuestra empresa. – afirmó el constructor, seguro. – Además, mi personal a cargo es calidad, no cantidad, y por eso nos ha ido bien hasta ahora.

- Bueno... si tú lo dices, confiaré.

- Iré a buscar los muebles y demás accesorios de la casa que me pediste. – dijo el hombre. – Deja el pozo por hoy y sube a descansar a tu habitación, esa sí está amoblada.

- Sabes muy bien que yo no vivo en esta casa.

- ¡Ay, muchacho! – se quejó el hombre, harto. – ¿Por qué insistes en vivir en esa choza? Otra que tampoco dejaste que la restauremos.

- A mí me gusta así... – dije serio, dejando mis herramientas de lado. – Regresaré mañana para continuar con el pozo, quizás lo termine. Buenas noches.

- Ay... Qué descanses, Link.

Subo las escaleras de salida del pozo y observo como ha quedado la casa, el hogar tan especial al que le prometí a Zelda iba a traer a vivir. Agradezco tanto a mi padre y abuelo por haberme heredado un sustento económico considerable para poder cumplir el sueño de mi amada.

- La fotografía...

Desde la pelea con Ganon, me quedé con la tableta Sheikah, la que guarda cada una de las fotos que Zelda tomó desde hace más de cien años, pero hay una en especial que sé ella querría ver en su habitación... en la que íbamos a compartir.

Entro a la casa encaminado a la habitación, escuchando el eco de mis pasos, pues todo está vacío. Cuando llego, veo la cama que me correspondería usar si decidiera vivir aquí y una mesa cerca de la ventana. Es el lugar perfecto para colocar la foto.

- Sé que serás feliz cada mañana cuando veas a nuestros amigos.

Coloco en el marco vacío la fotografía de los Campeones, la que nos tomamos en la glorieta el día de nuestra ceremonia de nombramiento. Por primera vez analizo cuánto me dolió su muerte y entiendo el dolor con el que Zelda cargó por tanto tiempo.

- Gracias por ser parte de mis vivencias, queridos amigos.

Me ahogo en esta casa, tan vacía como mi alma. Pasé de amarla a rechazarla debido al dolor que me invade, pues al final su razón de existir no pudo darse. Todos los que he amado han estado aquí y se han ido.

Me voy de este sitio antes de hundirme en la desesperación, a esconderme a la cueva que acoge mi miseria.

...

Mi rostro se hunde en la frialdad del portón, esperando así sentir alguna migaja de tu presencia... pero solo hay frío y dureza, nada más.

Mi querida Zelda, no hay día en el que no venga al Santuario de la Vida a velar esta puerta, cuyo jardín cada día se llena más con tus flores favoritas, Princesa de la Calma, lo que me demuestra que, aunque estés dormida, estás más viva que nunca, mientras yo muero lentamente cada día que pasa. El peligro para ti ha pasado, pero yo me quiebro cada vez que respiro.

- Mi amor...

Como todos los días, sin excepción, me arrodillo ante la maldita puerta que nos separa para despedazarme en llanto, deseando que el dolor sea tan fuerte que acabe conmigo. Cuando tú renazcas yo no tendré nada que ofrecerte, por lo que, el que despiertes sin memoria, será una bendición.

Sin embargo, yo lloraré por ti todos los días de mi vida, recordando tu hermosa sonrisa y tu cálida voz.

- Zelda, hoy soñé con nuestros padres, y eso me hizo recordar que hay una carta de mi madre que no he leído. – dije, llorando con desconsuelo. – Mi hermana me lo pidió antes de morir.

Me siento en el pasto y saco la mencionada carta. Mi padre le ha escrito a mi madre desde el castillo.

.

Mi querida Aitana,

Lamento mucho estas largas ausencias, pero con las ocupaciones de Rhoam, el rey, no he podido organizar mi regreso. Espero que, como siempre, lo entiendas con amor y paciencia.

¿Cómo está Link? Lo extraño mucho a mi pequeño, haz que lo sepa todos los días, por favor. Pronto, no solo cumplirá tres años, sino que nosotros estaremos celebrando el mismo tiempo de aniversario. Estoy tan agradecido por estos años de amor y dicha, por la familia que hemos creado juntos. Para ese día sí estaré con ustedes, con la razón de mi existir.

Ahora que he hablado de nosotros, quiero darte una buena noticia. Rhoam y Selene acaban de convertirse en padres. Después de un embarazo complicado, ha nacido en el reino de Hyrule una princesa, una niña. Los reyes no caben de la felicidad por tener a su hija en sus brazos, incluso tuve el honor de conocerla y es la más hermosa que he visto en mi vida. Debido al linaje de su madre, han decidido llamarla Zelda.

Te amo con mi alma.

Por siempre tuyo,

Demetrio

.

Rompo en llanto apenas termino de leer tan impactante carta, casi ahogándome de tanto sollozo. Sentir con cada fibra de mi ser la emoción por el nacimiento de la mujer que amo, me llenó de una mezcla de felicidad, pero al mismo tiempo desdicha por no poder sentirla viva, a pesar de que lo está. De alguna manera, siento que le fallé a los reyes, pues de haberla cuidado mejor, habría sanado de su enfermedad a tiempo. Prunia me ha explicado miles de veces que, aunque ella se liberó de la malicia, su cuerpo quedó espiritualmente dañado, por lo que debía encerrarse en este hermético lugar; pero aun así, la culpa no se me va.

¿Así te sentiste tú por mi letargo, Zelda? Todo porque no fui capaz de acabar con los guardianes, en ese entonces.

También me ha emocionado leer cuanto me amaron mis padres. En estos momentos tan nefastos me gustaría tenerlos a mi lado. Crecer sin mi madre fue sumamente duro y el revivir dos veces la muerte de mi padre ha sido una pesadilla; y ni qué decir sobre la partida de Abril.

Sea como sea, termino perdiendo lo que amo.

Doblo la carta con cuidado y la guardo. Me retiro al lugar al que he convertido en mi hogar, la cabaña del leñador, o mejor dicho, la casa de campo del Rey. De la misma manera en la que él veló por mi sueño en la Meseta de los Albores por cien años, yo haré lo mismo por su pequeña, por el tesoro que me pidió cuidar.

Por mi amada Zelda, siempre será así...

...

Justo cuando estoy llegando a la cabaña, me doy cuenta de que hay visitas. Es grato para mí recibir a las personas que aprecio, a pesar de que soy incapaz de emocionarme. Solo me esfuerzo en sonreír cálidamente, pues sea como sea, valoro su cariño hacia mí.

- Buenas noches, Link. – saludó Impa, sonriendo con calidez.

Impa ha llegado con Azael, Apaya y Athan, quienes me saludan con amabilidad. Desde el día en que decidí vivir aquí no han dejado de preocuparse por mí, lo mismo que Prunia, quien también ha venido a verme en compañía de Rotver y su esposa.

Sé que los Sheikahs están tan destrozados como yo, pero por empatía hacia mí, muestran su mejor rostro.

- Me alegra mucho verlos. – dije, forzándome a sonreír. – Pasen, por favor.

Una vez que entramos a la casa, los invito a tomar asiento y me dispongo a servirles algo de beber, sin embargo, Apaya me detiene.

- Ni te muevas, Link. – ordenó la Sheikah. – Trajimos pastel de calabaza y té de jazmín para todos. Además, algunos víveres para ti.

- Gracias, pero no debieron molestarse. – dije apenado. – Siempre se preocupan por mí.

- Lo hicimos con gusto, Link. – dijo Athan. – Aunque es mejor que sepas que mi papá y yo hicimos la mitad de los pasteles, así que si alguno está duro, la culpa es de él.

- ¡Mocoso insolente! – se defendió Azael, indignado. – El que exageró con la harina fuiste tú.

Impa y Apaya comienzan a reírse por la cómica pelea de padre e hijo, y no puedo negar que también me da algo de risa, pero solo soy capaz de sonreír sutilmente, no puedo ir más allá. Con la comida servida, pido probar el pastel de calabaza que Azael o Athan hayan hecho, y para ser honesto me parece delicioso, a pesar de que la masa está un poco dura.

- ¿Este hiciste tú, Athan? – pregunté. – Pues me ha gustado, no ha quedado mal.

- ¿De verdad? – preguntó el joven, emocionado. – Eso quiere decir que solo soy víctima de las calumnias de mi padre.

- Si Link ha dado el veredicto es porque has mejorado en la cocina, hijo. – dijo Azael. – ¡Ya te puedes casar!

Dejo de comer ante la expresión de Azael, mientras noto como Impa le lanza una mirada asesina, como si hubiera cometido una indiscreción. De ninguna manera ocurrió algo como eso, pero sé muy bien el motivo de esa reacción.

- Tu padre tiene razón, Athan. – dije, bebiendo un poco de té y la mirada obnubilada. – Ya te puedes casar... y no entiendo por qué eso no ha ocurrido todavía.

- Link... – expresó Apaya, apenada.

- Los cuatro tenían planeado casarse y aún no lo han hecho...

- Link, ya te lo dije... – intervino Impa, seria. – Nos casaremos cuando Zelda vuelva a estar con nosotros.

- No debe ser así...

- Los cuatro llegamos a ese acuerdo, Link. – respondió Azael, serio.

- Yo no quiero celebrar mi boda sin mis padrinos. – se quejó Apaya. – ¡Imposible!

- Por favor... Zelda no querría eso. – me quejé.

- No vamos a cambiar de opinión. – continuó Athan.

- ¿Por qué hacen esto? – pregunté indignado. – ¿Sienten lástima por mí? ¿Es porque no pude formalizar mi matrimonio con ella?

- ¡No digas tonterías! – reclamó Impa. – Esto no es tanto por ustedes, sino por nosotros, pues no tiene sentido celebrar nuestra felicidad si Zelda no está de la mano contigo ese día.

- La vida es muy corta... yo sé por qué se los digo. – dije apenado. – No esperen para ser felices.

- ¡Ya somos felices! – expresó Apaya. – Estamos juntos, nos amamos, somos una familia. Lo único que falta es firmar un papel y vivir "formalmente" en la misma casa, nada más.

- ¡Y no hables así! – reclamó Impa, enojada. – La princesa no está muerta.

- Pero...

- Link, si tomamos esta decisión, es porque sabemos que Zelda va a despertar pronto. – afirmó Azael, seguro en sus palabras.

- ¿Acaso lo dudas? – preguntó Athan, enojado. – Tú no eres así....

Así es, no soy ni la sombra de lo que fui hace un año; y ni qué decir de hace cien años. No reconozco cuál de las dos fue mi mejor versión debido a mi patético presente.

- La fecha del despertar de Zelda es incierta. – respondí con dureza.

- ¡No va a ser así! – se quejó Athan. – No puedes dejarte vencer de esa manera. No desperdicies la voluntad de mi antepasado, quien se hizo a un lado cuando se dio cuenta de que la princesa te amaba a ti.

Athan, el maestro de Zelda, ese rival honorable que la amó en silencio, el que como un verdadero hombre respetó su sentir... Tan diferente a la basura de Astor, quien solo destruyó al supuesto objeto de su amor.

Sin que pueda evitarlo, las lágrimas salen por mis mejillas. Hace tiempo que perdí el tino de mostrarme vulnerable ante mis seres cercanos. Antes, llorar para mí era inaceptable, pero ahora se ha vuelto algo habitual.

- Lo siento, Link... – se disculpó Athan, apenado por lo que dijo.

- No te disculpes, tienes razón. – afirmé, restregándome la cara y forzándome a sonreír. – A pesar de que trato de seguir adelante, de preparar el terreno de los sueños de Zelda, no es fácil seguir con vida. Pasé de ser el "héroe" frío y determinado a ser un puñado de miserabilidad. Yo solo vivo para velar la puerta del Santuario de la Vida.

- Tú aún no eres consciente del verdadero poder de Zelda. – dijo Impa, tomando mi mano. – Te aseguro que presenciarás su despertar, pues sus almas son una sola, unidas por la eternidad. No olvides que dentro de ella duerme el milagro de Hylia.

¿Qué queda de un héroe que ha perdido la presencia de su diosa? No hay rincón al que no mire buscando al sol de mi vida, el que como un fino diamante descansa en su ánfora cristal.

¿Qué será de mí en la espera por ti, Zelda?

...

Mi amada princesa, la casa de tus sueños está lista para recibirte, el despacho en forma de pozo, el de tus cuentos de hadas, espera por sentir tus delicadas manos escribiendo sobre su mesa, mientras varios libros aguardan por reflejarse en tu encantadora mirada y empaparte de conocimientos.

Las promesas hechas aquella apasionada noche se están cumpliendo... Desde hace dos años esperan por ti.

Si no fuera por la gente a mi alrededor, los que se preocupan por mí desde el día que morí en vida, no sería consiente del paso del tiempo. Aún no puedo asimilar que llevo tres años respirando sin tu aliento, sediento de tus besos y urgido de tus caricias. Duermo a diario recordando mi cuerpo sobre el tuyo y mis dedos aún tienen en su memoria la suavidad de tu piel.

Nunca lo olvido ni lo haré jamás.

Por unos días me he alejado de la soledad de mi cabaña, la que el rey comparte conmigo, pues he traído flores a mi hermana y a mi abuelo... y no solo eso. De manera simbólica coloqué dos tumbas más, la de mis padres, pues la de mi madre se destruyó durante el Cataclismo anterior y los restos de mi padre se esfumaron en la masacre del castillo. Ahora mi familia está junta, en la playa donde comenzó nuestra historia.

- Por fin, la familia reunida. – afirmé con forzada sonrisa y con los ojos humedecidos.

- Los altares han quedado muy bonitos, pequeño Link.

Gingo me ha acompañado todos estos días que he pasado en la aldea Onaona, donde no solo vine a visitar a mi familia, sino a seguir ayudando con su desarrollo. Dispuse la herencia que me dejó mi hermana, como su único familiar con vida, para apoyar a su pueblo, el que la acogió a ella y a mi abuelo en los momentos más duros de su vida.

- Si han quedado bonitos es gracias a ti, Gingo, pues trajiste las flores y ramas más lindas del bosque Kolog para decorarlos. – afirmé sonriendo. – Además, me has acompañado en estos días que he estado ocupado.

- Me gusta mucho pasar tiempo contigo, Link, desde hace años es así. – dijo el Kolog. – Solo me gustaría poder hacerlo con más frecuencia, pero los Kologs jóvenes son muy traviesos, y entre Obad y yo nos volvemos locos en cuidarlos y educarlos.

- No te preocupes, compensas todo con tu compañía y con las frutas que traes. Me gustan mucho.

- ¿Recuerdas que hace tres años nos vimos por segunda vez en este lugar, Link? – preguntó Gingo. – Querías irte corriendo de esta aldea sin saber el tremendo tesoro que te esperaba.

- Si no te hubiera hecho caso, no habría descubierto que mi hermana seguía viva. – recordé conmovido. – Nunca esperé que espíritus del bosque, como Tristán, el misterioso lobo, o tú, me guiarían hasta ella. Muchos vacíos de mi existencia se llenaron con ese corto encuentro.

¿Qué es peor? ¿Resignarse a la muerte de alguien o tener cerca a quien amas y no poder tocarlo ni verlo más? El paso de los años no ha disipado el dolor de mi corazón, sino que lo ha aumentado. Cada día que pasa es un puñal que se clava en mi alma.

¿Cómo puedo seguir viviendo así?

- Pequeño Link, toca la canción favorita de Abril. – pidió Gingo.

- ¿Ah?

Estoy seguro de que Gingo me pide esto porque quiere que deje el tema de lado.

- ¿La canción de Saria? – pregunté.

- ¡Esa misma, me gusta mucho! – exclamó emocionado. – No sé por qué, pero me hace sentir mucha nostalgia y felicidad, como si en mi vida pasada hubiera sido uno de esos niños del bosque. El Árbol Deku nos contó que hace miles de años los Kologs fuimos Kokiris, pero la diosa Hylia nos transformó en lo que somos para hacernos uno con el bosque y protegernos de los depredadores.

- Algo así leí en los cuentos de mi hermana.

- ¡Toca la melodía, Link! – pidió entusiasmado. – ¿Sí?

A pesar de cómo me siento, no puedo negarme a cumplir la petición de mi hada padrino. Camino con él hasta la orilla del mar, saco la ocarina y comienzo a entonar la melodía, la que hace años no escucho.

La brisa roza mi rostro como si fuera una caricia de las personas que más me amaron; mi abuelo, mis padres y mi hermana.

La espuma de mar deja algunos caracoles a mis pies... como le gustaban a mamá.

...

Los meses vuelven a caer encima de mí. ¿Cuatro o seis? No tengo idea y tampoco me importa. Mi vida se mueve por los mismos lugares en un ciclo casi enfermizo, pero que es el único que conozco y que me permite respirar.

La escuela recién se está construyendo, pues los permisos y todo lo necesario para iniciar con su proyecto tardaron más de lo debido, y reconozco que a veces caía en crisis de depresión y aislamiento tan grandes que lo dejaba de lado por meses, a pesar de que tenía gente que me ayudaba. Me odio a mí mismo por todo ese tiempo perdido, pero el dolor de mi alma es insostenible.

Cada vez paso más aferrado a la puerta del Santuario de la Vida, contándole a mi amada las cosas que hago. ¿Patético? ¿Ridículo? Puede ser que sí, pero lo necesito porque su ausencia es mi obsesión, al igual que las promesas que le hice.

Hoy tengo visitas en mi humilde casa, amigos queridos que sí me han buscado en el pasado, pero por primera vez han venido en grupo. Sidon, Yunobo, Riju y Teba están aquí, incluso este último ha venido con su hijo, Tureli. He estado tan perdido en mi limbo personal que recién noto cuánto ha crecido este niño. Ya no es un polluelo.

- ¡Hola, Link! – saludó el pequeño, contento y estrechándome su ala.

- Hola, Tureli. – saludé sonriendo, devolviendo el saludo. – Has crecido muchísimo, no puedo creerlo.

- ¡Soy más fuerte cada día! – exclamó el Orni, entusiasmado. – Como pronto seré el sucesor de papá y me dará el arco de Revali.

- ¿¡Qué sucesor ni que nada, polluelo!? – reclamó Teba. – ¿Has crecido dos centímetros y ya me quieres derrocar?

- ¡Tú dijiste que iba a ser tu sucesor! – reclamó el joven, indignado. – Entreno duro todos los días y cada día mejoro más.

- Mientras no domines las corrientes ascendentes, no servirá de nada. – dijo el hombre. – Eso es lo que el Gran Revali desearía de ti.

- Lo sé... "Si no las domino no podré ser capaz de proteger a la tribu". – dijo el joven, molesto. – Te encargas de repetírmelo a diario.

- ¿Proteger la tribu? – pregunté sorprendido. – ¿Ocurre algo?

- Bueno, yo iré afuera a practicar puntería con los árboles. – dijo Tureli, saliendo de la casa. – Ya regreso.

Vi que Teba muestra una mirada más calmada cuando su hijo sale de la casa, cosa que a mí me preocupa más. ¿Acaso es verdad la existencia de alguna amenaza para nosotros?

- No pasa nada, Link. – respondió Teba con tranquilidad. – Lo que ocurre es que Tecón, el Patriarca, quiere asignarme como su sucesor.

- ¡Eso es una gran noticia! – expresé emocionado. – Felicidades.

- Muchas gracias. – dijo el Orni. – Él ha tomado esa decisión debido a que ya está mayor y no solo quiere descansar, sino que desea que alguien joven defienda la aldea, en caso de que algo ocurra.

- Ganon ya está muerto. – aseguré serio. – Nada va a acabar con la paz de este mundo.

- Lo que pasa es que... – Teba hizo una pequeña pausa para encontrar las palabras correctas. – El Patriarca afirma tener una corazonada, así que prefiere que seamos precavidos.

- Pero...

Siento que estoy a punto de alterarme, por lo que los demás Campeones se acercan a calmarme.

- Tranquilo, Link. – pidió Yunobo, tocando mi hombro. – A mí me está ocurriendo algo parecido a lo de Teba, pues el anciano, Gorobu, también quiere nombrarme su sucesor. Nunca está de más estar preparados para defender nuestra región.

- ¿Tú también? – pregunté sorprendido. – Me alegro mucho por ti, Yunobo.

- ¡Muchas gracias! El anciano me dijo que está orgulloso de mí por mi proeza en la batalla contra Ganon, y que ya no soy cobarde como antes. – dijo el Goron, orgulloso. – Trabajo día a día para ser mejor.

- No hay nada de que preocuparse, Link. – dijo Riju, acercándose.

Riju también ha crecido bastante en estos tres años; está un poco más alta y se ha cortado el cabello, ahora lo tiene a la altura de la espalda. Estoy seguro de que Urbosa estaría orgullosa de la evolución de su heredera; y lo que le falta.

- Como Matriarca y Líder de una tribu, soy la primera en motivar a mis guerreras en nunca bajar la guardia. – dijo la Gerudo. – Aunque Ganon ya no esté, el mal puede presentarse de muchas maneras. Es algo de lo que nunca vamos a escapar.

Siento una punzada en mi cabeza, mientras la imagen de la espantosa momia aparece como un relámpago en mi mente. ¿Por qué viene cada cierto tiempo para torturarme? ¿De quién se trata?

- ¿¡Qué pasa, Link!? – preguntó Sidon, preocupado al ver mi mano sobre mi cabeza.

- Nada, no te preocupes. – respondí evasor.

- ¡Menos mal! – expresó el Zora, mostrando su típica y agradable sonrisa. – A decir verdad, la decisión de la sucesión se está dando conmigo también. Mi padre quiere cederme la corona y... me voy a casar.

- ¿Casarte? – pregunté sorprendido.

- No lo he comentado a muchos, pero llevo comprometido desde mi infancia con una muy querida amiga. – dijo el príncipe, sonrojándose un poco. – Se llama Yona, es una Zora de noble casta que vive al extremo Oeste del Lago Hylia. La estoy yendo a visitar seguido para reforzar los lazos y así estar listos para unirnos en matrimonio.

- Un matrimonio arreglado. – expresé preocupado. – ¿Pero tú y ella...?

- Nos amamos profundamente. – afirmó para mi tranquilidad. – El matrimonio es algo obligatorio para la preservación de mi legado, pero no por eso mi padre me va a forzar a hacerlo sin amor. Esto es algo que deseamos los dos. Yona ha sido un apoyo fundamental en el duelo que he vivido por Mipha por todos estos años.

- Me alegra saber eso. – dije aliviado. – Espero pronto tener el gusto de conocerla.

- Por protocolo, me toca a mí hacer las visitas a su región, pero cuando ya sea el momento de que ella venga a mi palacio, te avisaré. – dijo el príncipe. – Tiene algunas ideas interesantes, como hacer un parque en honor a mi hermana, a quien recuerda poco, pero con cariño.

¿Qué pensaría mi querida amiga, Mipha, si me viera así? A pesar de que tuvo sentimientos por mí, apoyó a Zelda en su relación conmigo. Su nobleza fue algo fuera de este mundo, y quizás por eso el destino decidió sacarla de este plano.

- Por cierto, Link. – habló Riju. – En unos días recibirás una visita.

- ¿Quién va a venir? – pregunté curioso.

- Karid y Kaenne. Quieren presentarte a alguien.

- ¿Ah?

- Yo también tengo que anunciarte una visita, Link. – dijo Teba. – Pero por pedido de la misma, no puedo decirte de quién se trata.

No comprendo por qué tanto misterio, pero mi incapacidad de emoción no me deja expresar sorpresa, felicidad o queja.

...

Tal y como Riju lo dijo, Karid y Kaenne han venido a visitarme... Y llegaron con una sorpresa.

El constructor lleva a una bebé en sus brazos, una hermosa Gerudo, quien parece no tener más de tres meses de nacida. Por primera vez, en mucho tiempo, siento algo de emoción en este corazón muerto, pues he recordado a mi pequeña hermana en los inicios de su vida. Tan pequeña e indefensa.

- ¡Muchas felicidades por su bebé! – expresé emocionado. – Disculpen por haber estado perdido tanto tiempo, pero es que...

- Link, no tienes por qué disculparte. – dijo Kaenne, tocando la cabeza de su bebé. – Sabemos por todo lo que estás pasando, pero no quisimos perder la oportunidad, aprovechando de que estamos de camino al Desierto Gerudo, de que conozcas a nuestra hija. Ha sido la mayor bendición de nuestras vidas.

- Desde que nos casamos estuvimos buscando a esta pequeña, y por un momento pensamos que las cosas no se iban a dar. – dijo Karid, apenado. – Pero nunca perdimos la esperanza y al final la diosa nos bendijo.

- Es una niña muy hermosa. – dije con ternura. – ¿Cómo se llama?

- Kariele – respondió Karid, orgulloso.

- Ah... – expresé con una mueca de sorpresa. – Lindo nombre... y con "Ka".

- ¡Cómo dictan los estatutos! – exclamó el constructor, emocionado.

- Ya sabes lo que pienso de esos estatutos, Link, pero no pude evitarlo si decidí casarme con este ser. – dijo la Gerudo en tono de broma. – Pero ahora que tengo a mi hija en mis brazos, no puedo negar que el nombre me encanta. Haré de ella el orgullo más grande de las Gerudo, y cuando tenga cinco...

- ¡No me lo recuerdes! – gritó Karid, abrazando con fervor a su niña. – Es criminal que a una "bebé" de cinco años tenga que irse a la ciudadela Gerudo a entrenar.

- Pues, así como tú dices, "es parte de los estatutos" de las guerreras Gerudo. – refutó Kaenne. – Así como se cumplió la condición de su nombre, ella debe hacer honor a su raza. Además, la podremos visitar cuando queramos.

- ¡Tú podrás visitarla! Pues a mí ni en broma me dejarán entrar a la ciudadela. – se quejó Karid. – Ya tengo suficiente con que la vayas a presentar a la matriarca Riju y a tus amigas, sin mí, pues como no puedo entrar, tendré que esperarlas en el bazar de Sekken.

- No exageres, solo serán unas horas y regresaremos contigo. – expresó la mujer, restando importancia a los berrinches de su esposo. – Y sobre las visitas, cuando ella viva allá, nada que un camuflaje Gerudo no pueda resolver.

- ¿Yo? ¿Vestirme de mujer? – cuestionó ofendido. – ¡Jamás!

Esbozo una sonrisa ante la cómica discusión de los esposos, cosa que también me hace recordar las pataletas que me dieron cuando me tocó vestir el traje femenino Gerudo. En la época del Cataclismo, lo hice para cuidar a Zelda cuando estaba escurridiza de mí, y en ese entonces no me importaron los medios a seguir con tal de cumplir con mi misión... pero hace unos años fue distinto, me quería morir de la indignación.

Siento como el gracioso recuerdo comienza a nublar mi mente, recordándome el infeliz presente que me ampara.

La pareja se queda callada, quizás notando mi malestar.

- Tómala, Link. – dijo Karid, estrechándome a su hija.

- ¿Qué? – expresé sorprendido, viendo sus intenciones. – Espera, yo no...

- ¡Anda!

No puedo evitar las intenciones de Karid. Ahora tengo en mis brazos a la pequeña Kariele y siento como mi corazón se reconforta ante su inocencia y calma. Hace muchos años que no cargo a un bebé, por lo que revivir esta sensación me hace encontrarme con sentimientos que creí dormidos... e incluso unos más que no me atrevo a mencionar.

- Es tan linda y frágil. – expresé sorprendido, tocando su rostro con los dedos. – Cargarla parece tan irreal.

- Me hace feliz que te expreses así de mi pequeña, Link. – dijo Kaenne, conmovida. – No puedo describir lo que sentí el día que la tuve entre mis brazos. Me cuesta creer que esta criatura, que estuvo creciendo dentro de mí, me pueda provocar tal amor.

- Es un amor incalculable, muchacho. – expresó Karid. – Cuando tengas hijos lo entende... ¡AY!

Mis ojos siguen perdidos en el encanto de la pequeña, pero al mismo tiempo pude visualizar que Kaenne le dio un pisotón a su esposo, considerando que dijo una imprudencia. Yo no lo tomo así, pero sí un recordatorio de lo que mi corazón anheló en algún momento de mi vida.

- Link, disculpa a este bocón. – pidió Kaenne.

- Sí, muchacho, no debí...

- No se preocupen. – dije con sonrisa forzada. – A decir verdad, su pequeña me ha recordado a algo que pasó con Zelda el día de su matrimonio.

- ¿Ah? – expresó la pareja al unísono.

- Cuando ustedes estaban discutiendo los votos matrimoniales, yo le dije a la princesa que quería tener hijos con ella, un niño o una niña con sus ojos. – conté con normalidad, a pesar de que por dentro me estaba muriendo. – Me alegra saber que ustedes sí pudieron cumplir ese sueño.

- Zelda y tú también lo cumplirán, Link. – aseguró Kaenne. – Desde que supe que estaba embarazada, me di cuenta de que los imposibles no existen. Todos los médicos y curanderos me decretaron infertilidad, pero al final la vida decidió lo contrario.

- Me alegra escuchar eso. – expresé.

- Zelda es fuerte como las Gerudo, la gran Urbosa fue parte de su crianza, y por eso sé que ella despertará en mejores condiciones de las que te imaginas. – afirmó Kaenne, muy segura. – Ten en cuenta mis palabras porque se cumplirán.

- Así es, Link. – intervino Karid. – Tú me has hecho parte de los sueños que estás preparando para ella, como miembro de Construcciones Karud. En cada ladrillo que he puesto, afirmo con certeza el regreso de la princesa. Así es y así será.

Respondo las palabras de aliento con una sonrisa, mientras mi corazón se despedaza por dentro. No veo manera de recuperar la esperanza que alguna vez tuve. ¿Cómo hacerlo si ahora se encuentra separada de mí por un portón de desdicha?

Tener esperanzas sin tener a Zelda es una antítesis retorcida e inconcebible.

...

A las pocas horas que la pareja se retira de mi casa, me da un ataque de histeria que me cuesta controlar.

Corro como un desquiciado hasta el portón del Santuario de la Vida para inútilmente intentar lo imposible. No importa cuánto llore en ese lugar que me separa del amor de mi vida, de mi felicidad completa, no se va a abrir. Cuánto envidio a Terrak al tener la oportunidad de velar por su sueño, a pesar de que también debe haber sufrido con la noticia de su letargo.

Princesa... mi amor... Debería ser más sabio y paciente con los años que han pasado, con las batallas que he enfrentado, pero no puedo. El héroe elegido sin su sacerdotisa no es más que un muñeco de barro, un ser incompleto. Y como humano soy un ser viviente cargado de pesares.

- Hoy conocí a Kariele, la hija de Karid y Kaenne. – comencé a contar. – Es hermosa y sus padres están muy felices. La tuve en mis brazos y por un instante imaginé que tú y yo...

El dolor no me permite seguir hablando. Muchas veces, como un imbécil, me pregunto miles de "hubieras".

¿Qué habría pasado si no hubieras tenido que entrar en letargo? Quizás estaríamos juntos arreglando nuestra casa, haciendo el amor en cada lugar u hora que se nos antoje; besando tu vientre lleno de vida... con el fruto de ese amor inmenso que siento por ti; recuperando a la familia que perdimos.

Maldito Ganon, ahora entiendo que nuestra milenaria enemistad va más allá del bien contra el mal, pues sea como sea no te largas de este mundo sin antes dejarme destrozado. Algo me dice que esta no es la primera vez que lo haces, pues siento que cargo con mi dolor y el de las numerosas vidas que quizás me tocó reencarnar.

- No me importa si te vuelvo a ver en una próxima era. – reclamé destrozado, con las lágrimas mojando el portón. – Yo te quiero en esta vida, mi amor, ahora mismo.

No sé cuánto tiempo me quedo hundido en el abismo de mi condena, solo sé que me siento débil, con el cansancio consumiéndome.

Aunque sea una mentira tan frágil como el cristal, déjame soñar con tus besos, Zelda.

...

Abro los ojos al sentir como los alumbra la intensa luz del sol del ocaso, el que está próximo a esconderse en la noche. Noto que me encuentro cubierto por una manta cálida, la que estoy seguro no traje conmigo hasta aquí.

- ¿Dormiste bien?

Una conocida voz llama mi atención, mientras el aviso que Teba me hizo hace días se hace presente en mis recuerdos.

No esperé volverlo a ver y mucho menos aquí.

- Nyel. – hablé, acercándome.

- Me da gusto volver a verte, Link. – saludó el Orni, estrechando su ala con mi mano.

No entiendo qué hace el Orni en este lugar.

- En este tiempo sin vernos no has cambiado mucho. – expresó sonriente. – Sigues igual que la última vez que te vi.

- No es cierto. – aseguré serio, casi sintiéndome burlado. – ¿Acaso no sabes todo lo ocurrido?

- Claro que lo sé... y lo lamento. – expresó Nyel, apenado. – Y es por eso que estoy aquí, porque tengo un mensaje que darte.

- ¿Mensaje? – pregunté curioso.

- Por estos años me alejé de todo, menos de mi familia, a quien intentaba visitar lo más seguido posible. – comenzó a relatar el ave. – Unos meses antes de tu enfrentamiento con Ganon, descubrí que mi maestro había esparcido por el reino un último poema.

- ¿Un fragmento de su diario? – pregunté curioso.

- No, este fue aparte, pues lo escribió en el lecho de su muerte. – respondió serio. – Me dejó unas instrucciones para que lo encuentre, y en el camino descubrí que el poema era dedicado a ti.

- ¿A mí?

No sé qué decir ante la confesión de Nyel. ¿Por qué ese hombre me dedicaría un poema a mí? Si prácticamente le "robé" a quien amaba.

- Cuando lo leí no lo entendí muy bien, pero ahora que te veo y sé por lo que has pasado, todo tiene sentido. – confesó Nyel, tomando su instrumento musical. – Mi maestro no era un vidente, pero como Sheikah sabía leer el corazón de las personas, y de alguna manera supo que ibas a pasar por momentos dolorosos.

- Nyel, yo...

- Escucha las palabras de mi maestro Athan, dedicadas al héroe legendario. "Recuerdos de cristal".

La música comienza a invadir los rincones del Santuario de la Vida, mientras siento que mi corazón se acelera terriblemente ante las tonadas.

.

"El héroe ahora duerme en el santuario silencioso, mientras sus memorias se marchitan, pues la vida entregó por la mujer de su vida, que ahora llora con desdicha su lejanía.

¿Qué es peor que la muerte? Se preguntó la sacerdotisa, mientras con sus manos acariciaba el rostro del hombre que le pertenecía, el que sus memorias se desvanecían como agua cristalina, como frágil cristal en caída.

¿Son tan frágiles las memorias para desmoronarse de la vida? Los recuerdos se rompen en finos diamantes, esparciéndose por el dolor sin regreso ni ida.

¿Son las memorias irrecuperables? El corazón nunca olvida el amor que lo llenó, y buscará con ahínco los pedazos rotos de cristal que lo abrazó.

Caballero elegido, quien al despertar preguntará por su identidad, vagarás por la tierra y los mares buscando los cristales de tus recuerdos, pues tu corazón los reclama hasta dejarte sin aliento.

¿Son los recuerdos tan frágiles como el cristal? Son frágiles, pero también son finos, son escurridizos, pero transparentes y sinceros, pues en ellos se refleja el amor que lo mantuvo vivo en su cuento dormido.

Héroe elegido, tus recuerdos de cristal nunca se romperán, pues reflejarán la luz de tu existencia... Aquel amor que impaciente en el silencio te espera."

.

Estoy impactado ante lo que acabo de escuchar, incapacitado de hablar o de moverme. En pocas frases, Athan me desarmó, acabó con cada una de las roturas de mi alma, pues describió la razón de mi vida desde que desperté en esta nueva era, donde mi único interés era encontrar mi motivo de existir.

Ahora sé que esa razón siempre estuvo escondida en mi corazón... la luz que me despertó con solo pronunciar mi nombre.

- Athan... – pronuncié en trance.

- Link, el mensaje de mi maestro es bastante claro. – dijo Nyel, sonriendo. – Ni tu falta de memoria impidió que llegues hasta Zelda, pues su voz te impulsó a regresar a la vida, pero más que eso, a reconstruirla.

- Zelda...

- Los recuerdos son de cristal, pero no porque se rompan con facilidad y sus piezas se diluyan en la tierra del olvido. – explicó el Orni. – Son de cristal porque son finos como la seda, transparentes y puros como el alma de quien te ama, pero sobre todo, traslúcidos porque reflejan la luz que te da vida.

- La luz de mi vida...

- Eres la luz en la vida de Zelda, la sacerdotisa elegida por la diosa, cuya sangre corre por sus venas. – afirmó Nyel. – Ella despertará de su letargo cuando las flores retoñen con belleza y se transformen en frutos de esperanza, para alimentar al hambriento de dolor. Solo espera... espera un poco más.

Por alguna razón, mi corazón no duele tanto, pero las lágrimas no dejan de salir disparadas por mis ojos. Athan, aunque estoy muerto en vida, sin esperanzas, agradezco que hayas dedicado tu último aliento para mí, a estas palabras que consuelan mi alma.

¿Cuántos florecimientos tendrán que pasar para encontrar los cristales de mis recuerdos rotos?

...

Vi las flores retoñar con belleza, los frutos crecer con grandeza, mientras el viento ha acariciado mi rostro miles de veces para secar las lágrimas de mi corazón desangrado... pero aun así no ha sido suficiente.

Ahora me encuentro en el Arca Ceremonial, o más bien, lo que Prunia ha bautizado como el nuevo "Fuerte Vigía". Aún no comprendo el motivo de la construcción de este lugar, pues el mal no va a regresar. Yo acabé con él pagando un precio muy alto.

- ¿Qué te parece el sitio, Link? – preguntó Prunia, emocionada. – Pienso establecer aquí mi nuevo laboratorio.

- Está bien. – respondí, forzando una sonrisa. – Aunque, por lo que veo, aún siguen construyendo algunas estructuras.

- ¡No ha sido nada fácil levantar este lugar! – exclamó la científica. – Entre los permisos llenos de burocracia, conseguir los materiales, desmantelar a los guardianes y a las bestias divinas para la creación de las nuevas torres y reciclar todo el material ancestral Sheikah, ha sido un arduo trabajo realizado en una tierra aún resentida por la guerra. Estos cinco años han sido demasiado duros.

Mi corazón se sobresalta al escuchar ese número, como si un ensordecedor eco me rompiera los tímpanos. ¿Ahora son cinco años? ¿Cinco años de ser un muerto viviente? No puedo creer que el paso del tiempo sea tan despiadado conmigo, pues por un lado se esconde de mí como una alimaña en su madriguera, pero por otro me recuerda el tiempo que llevo sin el sol de mi vida.

Cinco años de lágrimas amargas y puñaladas sangrantes para mi alma.

- Link...

- ¿Ah? – expresé, saliendo de mi trance y volviendo al tema. – Entiendo el esfuerzo y años que ha tomado todo esto, pero no le veo sentido, pues estamos en tiempos de paz.

- El mal nunca duerme, Link. – dijo Prunia, seria. – Quien no conoce su historia, está condenada a repetirla, y nosotros mejor que nadie sabemos las consecuencias espantosas que dejó el Cataclismo en nuestras vidas; tanto hace un siglo como hasta hace pocos años. No podemos permitir que más sangre sea derramada... Zelda no lo querría.

Al mencionar a la princesa, Prunia me da la espalda al instante, y puedo sentir que de ella salen ligeros sollozos. Cualquiera que las conozca superficialmente, pensaría que Impa es la más sensible y Prunia la más relajada, pero al parecer es lo contrario. No soy iluso y sé que todos a mi alrededor se esfuerzan para no derrumbarse delante de mí, pero entiendo que a veces eso es imposible de evitar.

- Prunia... – la llamé, colocando una mano en su hombro.

- Tranquilo, Link, solo estoy algo cansada. – dijo la mujer, restregándose los ojos y después volteando para mirarme. – No eres el único que ha preparado cosas para Zelda, pues yo también quiero recibirla con la última tecnología para defender este reino. Ella como investigadora va a estar feliz cuando lea mis descubrimientos.

- Yo te agradezco mucho por tenerla presente. – dije conmovido.

- Por siempre será así, mucho más si va a despertar pronto. – aseguró Prunia.

Otra vez escucho esa absurda afirmación. Pasan los años y más fuertes se vuelven.

- ¿Qué tienes ahí? – preguntó la Sheikah.

Tengo un paquete en la mano que traje desde la Aldea Hatelia. Lo abro y le enseño a Prunia lo que contiene.

- Es una paravela. – señaló la científica.

- Cuando Zelda era pequeña, su madre le regaló una paravela, pero lamentablemente, cuando fuimos al castillo a buscar a Terrak, solo encontramos este pedazo de tela. – contó el joven. – Como es imposible encontrar los demás retazos, le pedí a la costurera que me haga una de varios colores donde pueda incluir este fragmento.

- Una paravela con mosaicos. – dijo la Prunia, emocionada. – Estoy segura de que a Zelda le va a encantar.

- Eso espero, pues en estos años se me ocurrió hacer esto.

- Has logrado más cosas que arreglar una paravela, Link. – afirmó Prunia. – La escuela está terminada, lista para que Zelda la inaugure cuando regrese, lo mismo que la hermosa casa que hiciste para ella; y ni qué decir del pozo. Me hubiera encantado tener en mis inicios un rincón tan bonito y privado solo para mí.

- Gracias, Prunia.

- Y no solo eso. También he visto las conmemoraciones a las víctimas del Cataclismo por todo el reino.

- Así es. – respondí nostálgico. – Zelda deseaba homenajear a todos los fallecidos de esa horrible época.

- Ella estará muy feliz de ver todo lo que has logrado.

- ¿Y el castillo? – pregunté, queriendo dejar el tema de lado. – ¿Ya están terminadas las reparaciones?

- Aún no, sobre todo porque hemos encontrado pasadizos secretos que unen el castillo con lo que antes era aquí el Arca Ceremonial. Caminos que ni el mismo rey conocía.

- ¿Qué? – pregunté sorprendido.

- Sí, Link, tal y como lo oyes. – dijo Prunia, seria. – El castillo esconde más secretos de los que imaginamos.

Me quedo pensativo ante lo que Prunia comenta, por no decir preocupado. Ese sitio fue mi hogar durante toda mi vida y jamás escuché o vi algo como eso. No sé por qué, pero me provoca escalofríos y me hace sentir inquieto.

- ¡PRUNIA!

- ¡Ay, aquí viene de nuevo! – se quejó la científica.

Rotver se ha acercado hacia nosotros. Pocas veces lo he visto en estos últimos meses.

- ¡Te escuché, mocosa vieja! Porque podrás verte de treinta, pero me ganas con cien años más. – reclamó el hombre.

- Oye, tú... – se quejó la mujer, indignada.

- Ya estoy preparando todas mis cosas para poner mi pequeño laboratorio. Mi esposa también se viene a trabajar acá.

- ¿Y qué pasará con el que tienes en Akkala? – preguntó Prunia.

- No lo sé, lo pondré en alquiler para ganar algo de dinero. – dijo el hombre. – Eso sí, tengo que cerciorarme de que las personas que lo habiten sean decentes. ¿Te imaginas que sean Yigas camuflados? ¡Sería espantoso!

- Creo que yo también haré lo mismo con el mío. Necesito dinero para algunas cosas. – dijo Prunia.

Poco después, Rotver pasa a mirarme. Ya no tengo ningún rencor hacia él por lo que pasó con Zelda, pues soy consciente de que lo hizo para salvarla. Ya le pedí disculpas hace tiempo por mi alterado comportamiento.

- ¿Qué te parece este Fuerte? – me preguntó el hombre.

- Está interesante, pero como le dije a Prunia, no lo veo necesario.

- ¡Precaución, muchacho! ¡Precaución! – exclamó el hombre. – Nunca está de más estar listos para cualquier eventualidad... Y mucho menos con lo que acabo de descubrir.

- ¿Qué cosa? – pregunté.

- Hyrule, desde tiempos remotos, cuenta con un subsuelo del que desconocíamos su existencia. – respondió el hombre, fascinado en sus palabras.

- ¿Un subsuelo? – pregunté curioso.

- ¡Sí! Están por todo el mapa de Hyrule, incluyendo el castillo.

- Ingresar a esa parte del castillo está prohibida, incluida para la Familia Real. – advirtió la Sheikah, seria. – De ninguna manera podemos entrar ahí.

- ¿Por qué será? – preguntó Rotver. – ¿Acaso alguna truculencia estará escondida ahí?

- ¡No digas...! – exclamó la mujer, para después cortar sus palabras. – ¡Link!

La imagen de la momia espeluznante vuelve a aparecer en mi mente, y esta vez empiezo a sentirme mal. Mi cabeza da vueltas, escucho lejanos los angustiosos gritos de Prunia y Rotver.

No entiendo... ¿Qué me pasa?

...

Lo primero que encuentro al abrir los ojos es a Prunia y a Rotver frente a mí. No recuerdo en qué momento me quedé dormido. Con las horas de sueño alteradas desde hace años no puedo evitar dormirme en cualquier lado. Qué vergüenza.

Veo que estamos en la cabaña. Seguramente la científica nos transportó hasta aquí.

- ¿Cómo te sientes, Link? – preguntó Prunia, preocupada.

- Bien. – respondí somnoliento. – Lamento haberme quedado dormido.

- ¡No te quedaste dormido, Link! – aclaró Rotver. – ¡Te desmayaste!

- ¿Qué? – pregunté sorprendido. – No puede ser...

- Estábamos hablando del subsuelo y de repente te desvaneciste. – dijo Prunia, preocupada. – Creo que no estás durmiendo ni comiendo lo suficiente. Tienes que cuidarte, por favor.

No me atrevo a decirle a Prunia que talvez el desencadenante de este desmayo es la imagen de esa momia, la que no me deja en paz desde hace años. ¿Qué es lo que significa? Quizás sea producto del miedo, pues no es posible que la paz se acabe en este reino, sacrifiqué demasiado en ese objetivo. Y aunque no me arrepiento, lo estoy pagando muy caro.

- Te prometo que me preocuparé por comer y descansar mejor. – dije a Prunia, volteando el rostro.

- Tú eres muy valioso para nosotros, Link. – dijo Rotver. – No te dejes caer, aguanta un poco más.

Solo agradezco con una forzada sonrisa, pues esa frase la he escuchado tantas veces que no conozco otra manera de reaccionar.

- Yo te sugiero que descanses estos días, Link. – dijo Prunia. – Lo que sea que necesites tienes la tableta Sheikah para comunicármelo.

- Lo haré, te lo prometo. – respondí.

Los científicos se despiden de mí y se van de la cabaña, momento en el que aprovecho para dormir un poco más, pues sí me siento bastante cansado.

Quisiera tener un largo sueño donde solo pueda estar con Zelda, que sea tan eterno como el tiempo que llevo amándola y llorándola.

Princesa... yo viviré para velar tu ausencia.

...

Desconozco por cuántos días he dormido. ¿Días? ¿Semanas? Todo este tiempo ha pasado de una manera casi onírica, tan irreal que ni la he sentido.

He tratado de comer y dormir mejor solo porque el cuerpo me lo pide, pero ni siquiera recuerdo qué me preparé el día anterior. Ni siquiera sé si es de mañana, tarde, noche o madrugada. Todos los días son iguales, apagados.

La única diferencia es que, desde hace horas, se ha desatado una tormenta, bastante brutal a diferencia de otras veces.

- Creo que es de noche. Parece que el cielo se está cayendo. – dije sorprendido, mirando por la ventana.

De repente, la perturbación de la tormenta empeora, pues un ruido espantoso acapara todo, como si hubieran tumbado una pared. Veo como un pedazo del techo del Templo del Tiempo se cae, al mismo tiempo que un rayo se precipita cerca de su escombro.

- ¿¡Qué es eso!? – pregunté alterado.

Desde mi casa veo una silueta cerca de donde cayó el rayo, lo que me hace descubrir que lo ocurrido no había sido producto de la tormenta, sino la acción violenta de alguien.

¿Quién se ha atrevido a invadir este terreno sagrado? Aquí no solo se está recuperando el amor de mi vida, sino que aquí descansan los restos del rey y las memorias de la reina.

- No... eso no puede ser. – expresé enfurecido.

En ese momento, a mi mente llega una idea espantosa. ¿Acaso el mal ha regresado? ¿Las precauciones que todos a mi alrededor están tomando desde hace años no han sido en vano? No concibo que alguien venga a perturbar la paz que se consiguió a cambio de mi dolor y desdicha.

No lo voy a permitir...

Puede ser que no tenga la Espada Maestra, pero cuento con mis habilidades, con mi escudo y múltiples armas recolectadas durante mi viaje, en especial el Mandoble Real, el arma que perteneció al Rey.

- No quedará vivo quien se haya atrevido a invadir estos terrenos.

Acabaré con este mal de la manera más discreta posible. Salgo de la cabaña y me adentro en la torrencial lluvia en camino al Templo del Tiempo. Si tengo suerte, sacrificaré mi vida en la derrota de mi enemigo y así mi sufrimiento acabará para siempre.

...

Los ecos de mis pasos comienzan a escucharse por el Templo del Tiempo, y para mi sorpresa es lo único que se percibe. No hay nadie aquí, ningún indicio de la silueta del sospechoso. Todo lo cubre la oscuridad de la noche.

Los escombros del techo del templo están esparcidos por el suelo, lo que me demuestra que lo que vi no fue mi imaginación.

Debería estar alerta... pero no me siento así.

- No hay nadie aquí, no puede ser. – dije preocupado, con la mano en el mandoble.

Me siento totalmente perdido ante lo que está ocurriendo, dudando si se trata de una alucinación hasta el mismo hecho que me encuentro aquí.

Decido retirarme, pero antes me acerco a la tumba del rey y doy una pequeña reverencia, las mismas que daba cada vez que me cruzaba por su camino en el castillo o me daba alguna orden con relación a su hija.

- Siento haber perturbado su tranquilidad, su Majestad. – dije, agachando la cabeza.

Me levanto y me doy la vuelta para regresar a la cabaña, decidido a olvidar este hecho absurdo.

- Qué hermoso este lugar.

Instantáneamente, tomo el mandoble, con el corazón desbocado al haber escuchado un susurro hablarme. No concibo lo que acaba de pasar, pues no sentí aquí la presencia de nadie hasta hace un momento.

¿Cómo pude ser tan imbécil? ¿Acaso con los años mis habilidades han caído con mi desdicha?

Me doy la vuelta con rapidez para enfrentar al intruso que ha venido a desafiarme con su llegada.

- ¿¡Quién eres tú!? – pregunté fúrico. – ¿¡Cómo te atreves a invadir este lugar!?

Frente a mí se encuentra un individuo, eso es seguro, pero está de espaldas y solo parece cubrirlo una tela vieja de los pies a la cabeza. Incluso, por un instante, me acuerdo de Astor, pero la presencia de ese malnacido es inconfundible; además yo acabé con él y Ganon se encargó de lo demás.

- ¡Responde a mi pregunta! – exigí enfurecido.

El desconocido coloca una mano en la tumba del rey, pero aún sigue sin voltear hacia mí. Podría aprovechar este instante en cortarle la cabeza, pero mi honor de guerrero me impide atacar a mi rival por la espalda. Podré haber dejado de ser caballero de Hyrule hace tiempo, pero la esencia nunca me abandonará. ¿Soy un estúpido? Lo acepto.

- No se moleste conmigo, joven héroe. – habló la voz, tan baja que me costaba escucharla, mucho menos con la tormenta de afuera. – Estoy en este lugar por una razón especial, pero la lluvia se desató y vine corriendo a buscar refugio.

- Nada de lo que digas justifica que estés aquí, intruso. – reclamé. – Este sitio está deshabitado desde hace años y solo yo vivo aquí; además que el acceso es complicado. ¿Qué podrías buscar en un sitio como este?

- Unas manzanas.

- ¿Ah?

La tormenta sigue desatada, mientras yo estoy confundido por la respuesta que este ser me ha dado. ¿Habré escuchado mal? ¿Quiere hacerme conversación para después matarme?

Veo como el cuerpo voltea hacia mí, pero la tela negra le cubre la cara. Lo que sí distingo es que en sus manos lleva unas cuantas manzanas.

- ¿Has venido aquí a buscar unas simples manzanas? – pregunté indignado. – ¿Acaso te estás burlando de mí?

- No son manzanas comunes. – respondió la voz, aun en susurros, pero escuchándose mejor. – Son especiales, pues solo crecen en esta meseta. Vine a buscarlas aquí porque son las favoritas del hombre que amo.

Si antes la absurda respuesta del ser me dejó perplejo, ahora me he quedado inmóvil. ¿Qué clase de enemigo es este? A pesar de que estoy a la defensiva, no percibo nada que me obligue a atacar.

- ¿Sabes desde cuándo mi amor ama estas manzanas? – preguntó la voz, subiendo más el tono. – Desde que estaba en el vientre de su madre.

Ahora que la voz se ha hecho más audible, mi corazón ha dado un vuelco sin que yo pueda comprender por qué. ¿Me ha paralizado con algún hechizo?

- Su padre, para calmar los antojos de su esposa, vino a este lugar con su mejor amigo a recolectar estas manzanas. – dijo el ser, acercándose a mí y hablando más claro.

Esa historia... yo la conozco...

Esa voz... jamás podría olvidarla.

Imposible... está jugando conmigo.

Impactado, comienzo a retroceder, mientras la imagen del ser se va aclarando, pero un sonido agudo me detiene.

Ese sonido... ese pitido... tan familiar.

Sin nada más que perder, me doy la vuelta para reconocer al dueño de ese peculiar sonido, lo que causa que mi alma se caiga al piso.

Esto debe ser un sueño... una maldita broma de mi dañada mente.

- Terrak...

Me volteo de inmediato para despertar de una buena vez, mientras la silueta del ser ha salido de las sombras, al mismo tiempo que la tela negra ha caído al piso.

- Buenos días, Link.

La tormenta se detiene, la lluvia se evapora, mientras el sol comienza a bañar todo a su paso con su incandescente luz. Esto no puede ser verdad, es una ilusión causada por tantas lágrimas que he derramado y por el dolor que me consume día a día.

Mi princesa... mi amada se encuentra frente a mí, rodeada de la luz sagrada que la caracteriza, como la diosa que domina mi vida.

- No es cierto... – pronuncié, mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas y mi cuerpo tembloroso acababa con mi voluntad. – Zelda...

- Link... mi amor... – pronunció ella, llorando igual que yo. – El dueño de mis recuerdos y mi corazón.

Enloquezco con lo que está pasando, por lo que me abalanzo a Zelda para abrazarla, para comprobar que es real y no un producto de mi alucinación.

¡No estoy soñando! ¡Es ella! Su piel y su aroma se entremezclan con el aliento que no dejo de relucir debido a mis sollozos, deseando que esto no sea un sueño.

Mi amada ha regresado a mis brazos... ¡Ha regresado a mi vida!

- ¡Zelda, mi amor! – exclamé, separándome de ella para tomar su rostro. – ¡Dime que no es mentira! ¡Dime que eres real!

- Soy tan real como nuestro amor, como cada recuerdo de ti guardado en mi corazón. – respondió ella, llorando al igual que yo.

- ¿Me recuerdas? – pregunté impactado.

- Poseo el alma de la diosa que te eligió y amó en el pasado, y por eso mis recuerdos son puros como el cristal, traslúcidos ante la luz de mi alma. Tú. – respondió, acariciando mi rostro. – Perdóname por haberte dejado solo por tanto tiempo. ¿Cuánto te he hecho sufrir?

- Eso no importa... ¡No interesa!

Necesito volver a corroborar que esto no es una broma de mi dolor, por lo que suavemente beso la boca de mi amada, lo que causa que las lágrimas salgan con más fuerza de mis ojos. No puedo creer que vuelvo a sentir el calor de sus labios, los que me devuelven el aliento que había perdido hace años.

Zelda, mi princesa, la mujer de mi vida... Ha vuelto a mis brazos.

- ¿Cómo es posible esto? – preguntó Zelda, conmovida. – ¿Cuánto tiempo he estado dormida? Te veo más atractivo que antes, pero igual de joven.

- Cinco años.

- ¿Por cinco años te hice sufrir? ¿Por cinco años me estuviste esperando?

Ante las preguntas de mi amada, las que causan que solloce con fuerza, la rodeo con mis brazos. No quiero soltarla nunca más. Si he de morir, que sea en este instante junto a ella.

- ¡Nada importa en estos cinco años! ¡Solo que te estuve esperando con mi corazón, pues para eso nací, para velar por ti! – respondí con ansiedad. – Lo que no entiendo es cómo no pude notar tu despertar.

- Link...

- Yo vine acá porque un fuerte estruendo se escuchó, una parte del templo se vino abajo y vi una sombra adentrándose aquí. ¡No entiendo nada!

- El sonido que escuchaste fue el fin del Santuario de la Vida.

- ¿¡Qué!? – pregunté impactado.

- Como muestra de haber recuperado la salud, desperté; en ese momento la puerta se abrió y Terrak salió de su letargo. – empezó a relatar. – Al inicio no recordaba nada, me sentía desorientada y con frío, pero Terrak comenzó a alarmarse y a empujarme para salir de ahí. Caminé sin rumbo, hasta que me topé con unas manzanas que devoré con ansiedad, a pesar de la tormenta. En ese momento, el Santuario de la Vida explotó, y ese fue el sonido que escuchaste. Desconozco por qué ocurrió eso.

Escucho la historia con sorpresa, inmóvil. De no haber sido por Terrak, quizás Zelda habría muerto en esa explosión. No entiendo cómo pudo haber ocurrido algo así con el santuario.

Pero no me importa ese lugar... No me importa nada más que la mujer dueña de mi existencia. ¡SANA! ¡VIVA! ¡DE REGRESO A MÍ!

- Con las manzanas en mi mano, vi el anillo en mi dedo. – dijo mi amada, señalando su mano. – En ese instante recordé todo, por lo que no dudé en buscar la manera de encontrarte y demostrarte por la anécdota de nuestros padres mi identidad. Mi corazón supo desde el letargo que tú estabas a mi lado. El escombro que cayó del templo fue producto de la tormenta, una coincidencia.

Vuelvo a llorar con desconsuelo, tomando el rostro de mi amada entre mis dedos. Ahora entiendo que ese deseo acérrimo por venir hasta acá se debió a que la sentí cerca, solo que el dolor no me permitió verlo.

- Lamento haberte sorprendido de esa manera, pero temía que pienses que se trataba de una ilusión o de un enemigo.

- No hables del enemigo. – dije emocionado, juntando mi frente con la suya. – Ahora estás conmigo, en mis brazos. Y no te dejaré ir nunca más. Y te lo juro en este sitio, ante la tumba de tu padre. Por siempre te amaré, hasta mi último aliento.

- Link... gracias por haberme esperado.

Desesperado, me aferro a la boca de mi amada con enfurecida pasión, mientras sigo llorando como un tonto y mi cuerpo tiembla sin misericordia. Ahora estoy convencido de que esto no es un sueño, pues esta piel que abrazo es auténtica y este beso arrebata la sed de mi desdicha. Todo es tan real como el latir de mi corazón.

Sigo con el beso como si la vida se me fuera a ir, hasta que un bulto se coloca en medio de nosotros, interrumpiendo el momento. Terrak se ha interpuesto para abrazarnos y celebrar la felicidad que nos embarga.

- Gracias por haber cuidado a mi amor, Terrak. – dije conmovido.

Los dos nos abrazamos con el guardián en el centro. Sin embargo, por un instante se me ocurre abrir los ojos y veo una imagen que me deja impactado.

- Zelda... Mira.

La princesa voltea para corroborar que lo que veo no es mentira, mientras mi corazón se acelera más de lo que ya está.

Frente a nosotros se encuentra el alma del rey, sonriéndonos, y al lado de ellos los fallecidos Campeones, quienes nos observan con la misma dicha. Mipha, Revali y Daruk son los primeros en desaparecer, mientras que a Urbosa parece llevársela una mano hacia la eternidad, la que estoy seguro se trata del hombre que amó. Con el rey ocurre lo mismo, pues por un instante la reina aparece a su lado, sonriendo, y se desvanece junto a él.

Mis lágrimas y las de Zelda se entremezclan con la emoción que nos provoca esta despedida, el cierre de un ciclo de dolor, reencuentro y felicidad.

- ¿¡Zelda!? – gritaron unas voces al unísono.

Sin entender cómo, Impa, Prunia y Rotver, llegaron al Templo del Tiempo. Las Sheikahs, entre lágrimas, se abalanzan a abrazar a Zelda, mientras que Rotver se queda estático con las manos cubriendo su cara, emocionado. Para mi pesar, me veo forzado a darles ese espacio, pues ahora soy consciente que no soy el único que ha sufrido por su ausencia.

El sol ha vuelto a alumbrar mi vida. Los pedazos de mi corazón se encuentran completos.

...

¿Días? ¿Semanas? Sigue sin importarme el paso del tiempo, mucho menos ahora que la felicidad me ha regresado la vida que creí perdida.

Mi amada Zelda, tu regreso ha sido celebrado con una felicidad infinita, llegando hasta los rincones más alejados del reino. Todos los Sheikahs y los herederos de los Campeones no cabían de la dicha de volverte a ver, pero nada se compara a lo que siente mi corazón. Volví a tenerte entre mis brazos y a dormir con el perfume de tu pelo levantándome en las mañanas. En muchas ocasiones me desperté gritando, pues las pesadillas de mis temores del pasado me seguían perturbando; y cuando creía que mi vida seguía siendo miserable, ahí estabas tú, recordándome que nada de lo ocurrido había sido un sueño, sino una realidad que mi desesperanza nunca me dejó ver, pero tú, como siempre, la eliminaste con tu sonrisa.

Esa sonrisa tan hermosa como el sol...

Prunia y Rotver informaron que se dieron cuenta de tu despertar por medio de la tableta Sheikah, pues por primera vez había notificado una anomalía en el Santuario de la Vida, por lo que de inmediato se teletransportaron a averiguar lo ocurrido. Grande fue su sorpresa, no solo no haberte encontrado ahí, sino ver el sitio totalmente destruido, sin rastro de nada de lo que fue mi nido de sanación por cien años y el tuyo por mucho menos tiempo.

Investigando más a fondo y por más días, Rotver determinó que la causa de la destrucción del Santuario de la Vida se debió a que ya había cumplido su ciclo, sobre todo porque invirtió toda su energía en sanar a un ser casi divino como Zelda.

Terrak pudo darse cuenta de que el sitio iba a explotar al poco tiempo de tu despertar, pues como él vive por la energía ancestral Sheikah, pudo percibir que el lugar estaba perdiendo la suya, o en otras palabras, "muriéndose". El guardián, aunque llegó a nuestras vidas casi al final de nuestra travesía, lo hizo en el momento justo para protegerte, cumpliendo así el juramento a la reina.

Zelda, a diferencia de antes, ahora me siento agradecido con el desaparecido santuario de sanación, pues me devolvió la vida para poder encontrarte, pero sobre todo, para recuperarte.

Ahora estoy junto a mi amada recobrando el tiempo perdido... pero sobre todo, deleitándonos con las promesas cumplidas.

...

Hoy es el inicio de los días dichosos que me esperan, pero a pesar de eso, sentí el impulso de escaparme de tanta algarabía, pues solo quiero respirar la paz de estar con la mujer que amo, con la que me ha devuelto la vida dos veces.

A las pocas semanas del despertar de la princesa, el día de hoy, hemos celebrado formalmente nuestro matrimonio. Ahora somos marido y mujer ante la ley de los hombres, pues ante la diosa ese enlace existe desde el inicio de los tiempos, el que no se romperá jamás.

Me encuentro sentado en una de las piedras de la llanura de Hyrule, con la vista del castillo desde la lejanía. Y para mi sorpresa, he hallado múltiples "Princesas de la Calma" en el pasto, con miles de pétalos volando a nuestro alrededor. No hay duda que la presencia de Zelda es algo divino, pues con su calidez bendice a este reino y lo llena de paz.

Zelda es como este lirio, la Princesa de la Calma, capaz de florecer en la adversidad y donde su corazón lo desee.

- ¡Link!

Me doy la vuelta al escuchar que mi esposa me llama, quien lentamente comienza a descender a mi lado, como una diosa bajando del cielo.

- ¿Para eso querías escapar de la fiesta? – pregunté, acercándome a tomarla de la cintura. – No habla bien de una princesa abandonar a sus invitados.

- Solo será un ratito. – dijo mi amada, riéndose. – Además, llevo días queriendo probar la paravela que me regalaste. Aún no puedo creer que hayas creado una nueva, pero manteniendo la esencia que mi madre dejó en ella.

- Fue una de las promesas que te hice. – respondí, juntando mi frente con la de ella. – Los únicos motivos que me permitieron seguir viviendo sin ti.

Su vestido de novia es exquisitamente hermoso, muy parecido a las finas prendas que solía usar cuando gobernaba junto a su padre. La diferencia es que ahora es blanco y un velo cubre su peinado.

Toda nuestra boda fue organizada por Impa, quien prefirió que nosotros nos casemos antes que ella y Apaya con sus respectivas parejas, pues ya habíamos esperado demasiado. A pesar de su jovial apariencia, sigue siendo tan tradicional como cuando fue la Consejera. A mí también me envió a hacer un traje muy parecido al uniforme de la guardia Real que utilizaba en los eventos formales.

De alguna manera todo regresa, nada se detiene en este ciclo de vida.

Aunque Impa y los demás Sheikahs brindaron su ayuda, la idea de esta boda fue mía, pues en todos estos años de sufrimiento aprendí a no dejar nada para después. No me importa si fue apresurado, pues es algo que mi corazón deseaba cumplir desde hace tiempo, sobre todo ver a la princesa convertida en mi esposa.

- Estás hermosa. – expresé embelesado.

- Gracias, mi amor. – dijo mi esposa, sonrojada. – No me sentía convencida con el peinado, pues desde hace días tengo el deseo de hacer un cambio en mí.

- ¿Un cambio? – pregunté curioso.

- ¿Link, te seguiré gustando si me corto el pelo? – preguntó preocupada.

- No hay manera en la que me dejes de gustar, mi amor. – respondí, acariciando un mechón de su cabeza. – Con cabello largo o corto, siempre te verás preciosa.

Mi esposa, emocionada, agacha la mirada, mientras que yo solo me pierdo en el momento que estamos viviendo. Un sueño hecho realidad.

- Sé que te lo he dicho varias veces y he llorado demasiado, pero estoy tan feliz con todo lo que has hecho en mi ausencia. – dijo Zelda, emocionada. – La escuela es tal y como la soñé, los homenajes a los difuntos me llenaron el alma, y...

- Y todavía te espera el hogar que compartiremos a partir de hoy.

- Estoy ansiosa por verlo, pues desde que regresé, no me has permitido ni asomarme. – dijo riéndose con una mezcla de resentimiento. – He sido feliz pasando los días en la cabaña que ocupó mi padre, pero ver cómo ha quedado nuestra nueva casa me llena de ilusión.

- Te aguarda el despacho en forma de pozo que querías, pero sobre todo paredes esperando a llenarse de tu perfume y tu presencia. – dije, cerrando los ojos con dicha. – He querido llevarte a nuestra casa como mi esposa, como debe ser. Además, ahí reafirmaré con mi cuerpo y alma que eres mi mujer.

- Siempre he sido tu mujer...

- Lo sé, pero estos días solo he deseado abrazarte y venerar tu presencia, ir más allá no ha sido necesario. – dije serio. – Ahora es diferente, pues mi cuerpo te reclama con resentimiento y sin deseos de contenerse a tus encantos.

Abrazo con fuerza a mi esposa, mientras las lágrimas salen por mis ojos. Ahora no puedo contener las emociones, ni tampoco deseo hacerlo. Con Zelda, ausente o presente, aprendí que reprimir mi corazón solo me hunde en la oscuridad, pero sacar a flote mi sentir lo llena de calidez.

Cuando me separo de mi amada, noto en ella un rostro desencajado, cosa que me preocupa en sobremanera, pues hoy es un día feliz y nada ni nadie debería opacarlo.

- ¿Qué te pasa, princesa? – pregunté preocupado.

- Link, no se lo he dicho a nadie... – dijo seria, preocupándome. – Pero durante mi letargo, me pasé soñando situaciones extrañas.

- ¿Extrañas?

Con el rostro perturbado, mi esposa me da la espalda y comienza a ver el horizonte. El atardecer está en la belleza de su cúspide, pero al mismo tiempo genera angustia por la próxima llegada de la noche.

- Me vi a mí misma perdida en el tiempo, en una época pasada más allá de las leyendas... y sin ti. – dijo angustiada. – La guerra y la muerte rodeándome, la traición como protagonista de tanta desdicha, donde tú no estabas para auxiliarme.

- Zelda...

- Me vi a mí despojada de mi esencia, de mi cuerpo, identidad y mis recuerdos; con la forma de un ser de otro plano. – dijo desesperada. – Un ser que bañaba con sus lágrimas las heridas de este reino.

- No entiendo qué podría significar. – cuestioné angustiado.

- El mal va a regresar... y el tiempo nos va a separar.

Zelda alza su vista al cielo y en ese momento veo una intensa luz blanca volando sobre nosotros, pero que después desaparece sin dejar rastro.

- ¿Qué fue eso? – pregunté acercándome a ella. – ¿Uno de los dragones sagrados en su recorrido?

- No... No lo sé.

Sin entender por qué, los ojos de mi amada comienzan a llorar en silencio, mientras coloca su mano en su adolorido pecho. Yo no entiendo el significado de esos sueños, pero de lo que sí estoy seguro es de la decisión que he tomado en este instante.

La momia de mis pesadillas vuelve a mi mente por alguna extraña razón... pero esta vez ya no le temo.

- Yo te encontraré... – afirmé con determinación.

- ¿Ah? – expresó a ella, sorprendida.

Me coloco frente a mi esposa y tomo sus manos, mientras mis ojos la miran con fiereza y seriedad.

- No importa si el mal regresa a perturbarnos... – afirmé seguro. – Si me toca buscarte por el cielo, la tierra o bajar al mismo infierno; o incluso si me desvanezco en los confines del tiempo, pierdo una extremidad o tenga que enviarte un fragmento de mi vida para que me encuentres. Nunca nos vamos a separar.

- Link...

- Así seas un ser diferente, así tu cuerpo, esencia y memorias se esfumen, te traeré de vuelta conmigo. – afirmé. – Pues en el corazón siempre estarán los recuerdos del amor, traslúcidos ante la luz de nuestra existencia.

Antes de que el sol se oculte por completo, aferro mi boca a la de mi esposa para besarla con apasionamiento, sellando así el nuevo juramento que le hice, como héroe y como hombre.

El mal podrá regresar, la mente podrá olvidar, pero en el corazón nuestro amor siempre permanecerá tan puro como el cristal.

FIN

...

Comentarios finales:

Hola a todos... Llegamos al capítulo final, no lo puedo creer.

Queridos lectores, les juro que he escrito este último capítulo con todo mi corazón y he llorado en cada párrafo, no solo porque me conmueve que una de mis historias más queridas se termine, sino porque, cuando comencé con esto, fue un antes y un después en mi vida. Actualmente, estoy viviendo una época oscura que parece que no tendrá fin, y justo esa nube cayó con más fuerza este año, así que muchos de mis sentimientos y miedos actuales están en estas letras, a pesar de que el final lo tengo decidido desde el inicio. No espero con eso contagiar de pena a nadie, sino transmitir lo que siente mi alma, pero dentro de todo, quiero expresar la felicidad que tengo de haber culminado con esta obra.

La mayoría del capítulo se trató solo de Link, quien vivió por cinco años casi como inició su periplo; solo, confundido, sin un camino que seguir, aferrándose a la voz que le recordó su identidad. Las promesas a Zelda se convirtieron en el centro de su vida, lo que le permitió soportar el tiempo de oscuridad.

Así como le ocurrió a Link, deseo que todos los que estemos encerrados en las sombras volvamos a ver la luz del sol, por más desesperanzados que nos sintamos.

Ahora, hablando de lleno de la historia, creo que no tengo que mencionar los detalles que agregué de TOTK, como la construcción de la escuela, el pozo de Zelda, las lápidas conmemorativas, el Fuerte Vigía de Prunia, los descubrimientos de Rotver, los acontecimientos en la vida de los herederos de los Campeones, pero sobre todo, la hija de Karid y Kaenne. ¿Por qué considero importante este último hecho? Porque fue por eso que, los que jugamos la secuela de BOTW, pudimos sacar una teoría de los años que pasaron de un juego al otro. No hay ninguna información oficial al respecto, pero según análisis, han pasado 7 años (edad que aparenta Kariele) entre los sucesos, pero eso solo se determinó por el tiempo en la vida real que existe entre un título y otro, lo que no significa que en la historia tenga que ser igual.

En el caso de este fanfic he variado un poco los datos no oficiales. En estos cinco años, Link tiene 25, mientras que Zelda tiene 22 (tenía 17 cuando entró en letargo). Y antes de que alguien diga algo sobre que Zelda es "menor de edad" para casarse o "algo más", tengan presente que ella no podía subir al Monte Lanayru sin tener la "edad de la madurez", lo que da a entender que la mayoría de edad en Hyrule es a los 17, así como ocurrió con Link en OOT para poder tomar la Espada Maestra. Recuerden que me tomé algo de libertad con las edades de los protagonistas.

Actualmente, a la boda de Link y Zelda, Kariele tiene 2 años. Es decir, que en 3 tendrá 5. Los acontecimientos de TOTK, en esta historia, desde la derrota de Ganon, se darán 7 años después. Es decir, cuando Link tenga 27 y Zelda 24.

De estos 7 años pasados, cinco le pertenecen a Kariele, pues ella nació 3 años después de la derrota de Ganon y tendrá 5 cuando el mal regrese. Por ende, Link y Zelda volverán a ver su enemigo a los 3 años de casados.

5 años de espera + 3 años de casados = 7 años para el regreso de Ganondorf.

Puedo darme esta libertad con las edades porque primero, no es oficial, y segundo Kariele podrá ser una niña, pero como buena Gerudo, es alta y fornida. Incluso, físicamente parece de 10.

Espero haber sido clara con las fechas, pues los números no son mi fuerte :p

¿Habrá secuela de esta historia basada en TOTK, usando la dinámica de Link y Zelda viajando juntos? Por ahora, no. A futuro, puede ser. Sin embargo, voy a sacar unos capítulos extras, pero por medio de una dinámica.

Invito a los lectores a que me indiquen en los comentarios qué tema quieren que abarque en los capítulos extras; hechos que no se llegaron a ver en el fanfic, secuela, precuela, ya sea usando elementos de AOC, BOTW Y TOTK. Ya tengo ideas personales preestablecidas (BOTW/TOTK), como, por ejemplo, la boda de los Sheikahs, la casa de la pareja, los futuros hijos que Link y Zelda desean tener, y que por obvias razones no salieron en esta historia, y las vivencias de Link en el periplo de TOTK, más cuando se entera de la identidad del Dragón Blanco, entre otras sorpresas. Lo que ustedes deseen, mientras tenga relación con esta trama, lo ejecutaré lo mejor posible. Es una manera de agradecerles estos casi 4 años de apoyo y cariño.

La dinámica también se anunciará por mis redes sociales (pueden verlas en mi perfil).

Antes de terminar, quiero agradecer a todos por haberme acompañado en este camino, los quiero y valoro muchísimo, y espero poder seguir escribiendo sobre este hermoso juego hasta el fin de mis días.

Bueno, es emocionante poner "completo" a una historia, pero al mismo tiempo entristece, porque es el fin de algo a lo que he dedicado tiempo y vida; ahora ya no será así. Todo lo que empieza tiene que terminar.

Me tomaré un pequeño descanso, pero estaré presente en esta página y las redes sociales. Nunca desaparezco.

Gracias a todos, desde el fondo de mi corazón.

Artemiss

...

PD1: Jugué y gané el nuevo juego de Zelda: Echoes of Wisdom, y es una completa maravilla. Cuando pase un poco más de tiempo, le dedicaré un oneshot (o historia, ¿quién sabe?), con todo el toque de zelink que se merece.

PD2: Me dedicaré a releer y corregir historias del pasado, y a publicar extras de las mismas que tengo pendientes desde hace años.

PD3: Leeré fanfics nuevos o antiguos de amigos y otros escritores. Quién sabe qué maravillas se me crucen por ahí, ya sea para leer o colaborar.

PD4: Si son fans de Saint Seiya/Caballeros del Zodiaco, les invito a leer mi nueva historia "Cadenas malditas", la que ya lleva 10 capítulos publicados y tiene buenos lectores. Les aseguro que les gustará. Fox McCloud y Bargo la están leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro