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22. Querido amigo

- ¿Te llamas Link? – preguntó el pequeño Goron, sorprendido.

- Sí... así es. – respondí, nervioso por alguna razón.

- ¡Me gusta tu nombre! ¡Suena fuerte y valiente, como yo!

No tengo mente para analizar qué me ha afectado más, si lo que le ha ocurrido a Zelda en estos momentos o ver que el pequeño Daruk no existe. De la nada, su tierna imagen se vio rodeada por la malicia de Ganon, para luego transformarse en la horrorosa imagen frente a mí.

El porte y el cuerpo del Daruk es el mismo del pasado, pero ahora invadido por la ira de Ganon, al igual que le pasó a Mipha. Es un ser terrorífico, con pedazos de armadura de material ancestral, rodeándole partes del cuerpo y cabello de fuego llameante de un lado a otro, reemplazando el canoso que siempre había tenido. No hay duda que el alma del verdadero campeón se encuentra dentro de ese disfraz de maldad.

Sé lo que me espera en estos momentos... y estoy dispuesto a enfrentarlo.

- Link... – habló Zelda, tomando la tela de mi pantalón.

Sin dejar de mirar a mi enemigo a los ojos, tomo a Zelda, quien ya está inconsciente, en mis brazos y la acomodo en una de las esquinas de la sala, la que sé que tendré en la mira y a la que no dejaré que nadie se acerque. Ante esa acción, Daruk suelta una carcajada.

- Siempre tan héroe, mi camarada Link.

- No me llames así... – dije molesto, acercándome a él con la espada en la mano. – Tú no eres Daruk, sino una más de las escorias de Ganon que se ha apoderado del verdadero, del valiente y bondadoso Goron que conocí en el pasado.

- ¡Ja! ¡Pobre iluso! – se burló el Goron. – Si estoy vivo es gracias al apoyo de mi señor Ganon, que me otorgó el don de su ira de fuego para ser más poderoso, pero sobre todo, la paciencia para esperar tu despertar y derrotarte.

- Qué...

- No eres más que un enclenque debilucho al que alguna vez creí "mi camarada". – dijo Daruk, causando que me afecte con sus palabras. – Y para demostrártelo voy a darte una tremenda paliza que nunca olvidarás.

Me molesta escuchar las palabras de Daruk, por lo que de inmediato corro hacia él con el fin de atacarlo con mi espada. Sin embargo, con su brazo y sin hacer mucho esfuerzo, me manda a volar por los aires, golpeando mi estómago y dejándome sin aire.

Tiemblo de dolor en el suelo, sin oxígeno en los pulmones, mientras mis ojos se nublan por un líquido que no logro diferenciar. Al tocarlo con los dedos descubro que es sangre saliendo de mi frente.

No niego que mis pequeñas luchas físicas me han herido, pero es la primera vez que veo tanta sangre manchándome... Al menos en este siglo.

- ¿Si ves? No eres más que un debilucho. – se mofó Daruk. – Tu letargo hizo que olvides tu verdadera fuerza, tus increíbles habilidades. ¿Será que ese golpe habrá sido suficiente para que te mueras lentamente? No puedes ni levantarte.

Él tiene razón... soy débil. Es una gran mentira que yo fui un héroe en el pasado, pues ellos nunca pierden la fuerza, sobre todo la física. Mi maldito pasado no solo me arrebató a personas o vivencias, sino las habilidades que, supuestamente, eran mi mayor cualidad.

De haber sido fuerte, quizás hasta el Cataclismo hubiera sido un chiste para mí.

Es en ese momento que la presencia de alguien vuelve a llenar mi mente, la imagen de ese hombre tan trascendental en mi vida.

¿Qué tan oportuno serás para regresar a mis recuerdos en estos momentos, papá?

*.*.*.*.*

Gritos de furia y fuerza se escuchan a mi alrededor, y yo me uno a esa causa, pues el entrenamiento al que estamos siendo sometidos es bastante tenaz.

Una gran fortaleza nos rodea de par en par, pero aun así se logra visualizar el eterno otoño adornando los árboles, el clima, lo que me hace saber que estamos en la región de Akkala, cuya fortaleza es mi hogar desde que tengo ocho años. Ahora tengo catorce, y aun así el transcurso de este tiempo no ha sido suficiente para acostumbrarme a estar lejos de los que me importan.

- ¡Soldado Link! – gritó una voz femenina. – ¡Usted deténgase y venga para acá, los demás sigan en lo suyo!

Detengo mi entrenamiento y me acerco hasta la mujer que me ha llamado, la que, a pesar de verse fiera, se nota que es una buena persona, pues siempre nos ha entrenado con base en la justicia y amor a nuestro reino.

- ¡Ordene usted, lady Felicia!

- Tiene visita. – dijo seria. – Su padre ha venido a verlo.

- ¿Mi padre? – pregunté sorprendido. – Iré a cambiarme para recibirlo.

- ¡Nada de eso! – exigió más seria, lo que me atemorizó un poco. – Es una falta de respeto que haga esperar a mi general Demetrio. Ha venido desde muy lejos a verlo.

Demetrio... así que ese es tu nombre, padre.

Lo único que me cubre en estos momentos es la armadura de mis extremidades inferiores, mi torso está desnudo porque así es más cómodo entrenar para nosotros.

- ¡Con todo respeto, mi lady, no creo que estas sean las condiciones de recibir a nuestro general! – repliqué serio. – ¡Además, estoy sudoroso!

- ¡No me contradiga, soldado Link! – reclamó, ahora sí, enojada. – Su padre sabe perfectamente sus condiciones y aun así desea verlo. ¡Obedezca mis órdenes y no lo haga esperar más!

Decido no enfurecer más a la mujer e ir a ver a mi padre...

...

El hombre se encuentra de espaldas a mí, y solo voltea una vez escucha mis pasos. Ahora puedo ver su rostro, su cabello rubio y su mirada fría, la que aun así se dulcifica al verme. Yo, inevitablemente, también sonrío al encontrarme con él, incluso siento ganas de llorar, pero por respeto a su cargo y a mi orgullo me aguanto.

- Link...

Mi padre se acerca a mí y me abraza, sin importarle lo sucio y sudoroso que yo esté. Le correspondo de la misma manera.

- Te voy a ensuciar la ropa. – dije apenado. – Quise ponerme ropa antes, pero Lady Felicia no me lo permitió.

- Yo le pedí que te envíe a hablar conmigo de inmediato, pues no quiero interrumpir tu entrenamiento. – dijo serio. – Sabes que ese momento es sagrado.

- Lo sé, siempre me lo has dicho, pero unos minutos de descanso no me perjudicarán. – dije serio. – ¿Cómo has estado? ¿Cómo está Abril?

- Tu hermana sigue creciendo y está ansiosa de verte. – dijo sonriente. – A pesar de que no te recuerda bien, cuenta los días para tu regreso.

- ¿Días? – pregunté irónico, para después desanimarme. – Aún me esperan dos largos años aquí.

- Los que pasarán muy rápido. Tu tiempo aquí ha valido la pena. – dijo mi padre, mirándome con orgullo. – Mira cómo te has puesto; grande, fuerte, con músculos pronunciados, algunas cicatrices... pero nada grave. No pareces un adolescente de catorce años.

- Gracias, padre. – dije sonriendo. – A pesar de la distancia, me alegra ver que te hago sentir orgulloso.

- Todos los que te queremos y esperamos tu regreso en el castillo, estamos orgullosos.

- No todos...

Bajo la mirada, cosa que mi padre nota al instante... él conoce, incluso más que yo, las razones de mi pesar.

- La princesa Zelda está bien. – dijo mi padre. – Y te manda saludos.

- No tienes que mentirme, papá. – dije serio.

- No te miento. – respondió convencido. – Le dije que venía a verte y me dijo que te saludara.

Le doy la espalda a mi padre, alejándome un poco de él, pues la congoja me invade al pensar en ella, en la chica que me quitó por completo la palabra.

- Quizás lo hizo por cortesía... – dije apenado. – Hasta hace dos años dejé de enviarle cartas, pues ninguna de ellas me respondió.

- La princesa es el resultado del buen corazón de su madre, pero es orgullosa y resentida como su padre. Ten presente que ella no quiso que te alejaras del castillo.

- Nunca me lo perdonó... y yo tampoco, pues me alejé de ella en el momento más duro de su vida.

Siento las manos de mi padre sobre mis hombros, obligando a que me volteara.

- Uno a veces tiene que hacer lo que le toca más que lo que le gusta, Link. – dijo apenado.

- Yo no reniego de mi entrenamiento...

- Lo sé, pero sé que en su momento no quisiste irte y yo te presioné, no tuve más opción... y algún día entenderás por qué. – dijo serio. – Te aseguro que el enojo se le pasará a la princesa y volverán a ser amigos como antes.

Lo dudo mucho... pues jamás olvidaré la manera en la que nos despedimos, su mirada y último reproche.

- Bien, pero no vine aquí para hablar del pasado, sino del futuro, del tuyo.

- ¿Ah? – expresé confundido.

- Vine a quedarme unos días en Akkala para que pasemos juntos tu cumpleaños, tus quince años.

Había olvidado que pronto llegaría ese día, razón por la que mi padre hace una excepción en mi entrenamiento para que pasemos juntos.

- Gracias, padre... pero era la perfecta oportunidad para que traigas a Abril contigo. – dije apenado.

- Sabes que el viaje es demasiado largo y tu hermana aún es pequeña, no quiero arriesgarla a nada.

- Entiendo...

Ante mi desánimo, mi padre me entrega un paquete, el que está envuelto en papel de seda y adornado con un listón azul. Ansioso y curioso lo abro, descubriendo un pesado y antiguo libro.

- ¿Un regalo inusual para un quinceañero? – preguntó riéndose.

- ¡Para nada! – expresé sonriendo. – Me gusta leer, pero me sorprende que me estés regalando un libro.

- Este es especial por lo viejo que es... pues tiene una leyenda.

- ¿Una leyenda? – pregunté confundido.

- Sí... una leyenda de técnicas de combate creadas por un héroe de antaño. – dijo mi padre, sonriendo. – ¿Qué te parece si esta noche lo lees y el día que cumplas años las ponemos en práctica?

No comprendo por qué mi padre me ha entregado algo como esto, pero sin entender por qué, incrementa mi curiosidad e interés en ello. ¿Cuáles serán esas técnicas de combate? ¿Las conocerá mi maestra?

- No dudo en las capacidades de lady Felicia, por algo la seleccioné para este puesto, y no me ha decepcionado... – hizo una pausa para soltar un suspiro. – Sin embargo, este libro te enseñará asombrosas técnicas que solo hombres de temple son capaces de aplicar, y tú eres uno de esos.

- Muchas gracias... Lo valoro mucho.

Luego de agradecerle a mi padre, nos despedimos, prometiendo vernos en unos días.

Esa noche no dormí por leer y absorber la teoría de cada una de esas técnicas, asombrándome por el hombre que las creó y enseñó por varias generaciones.

Solo esperaba ser, aunque sea, la sombra del legendario caballero algún día.

*.*.*.*.*

Este primer golpe fue suficiente para recordar esas vivencias de mi pasado. No niego que, quizás, las enseñanzas de la maestra que tuve fueron importantes, pero sin duda, las que mi padre aplicó en mí, basándose en ese libro del "legendario caballero", fueron mucho más valiosas, pues desde el inicio las sentí como mías.

Mi cuerpo empieza a recordar lo aprendido por mí...

Esta vez mi enemigo no va a sorprenderme, a pesar de que no puedo ver a Daruk como tal, pues es mi amigo desde hace más de un siglo; lo sé ahora que mis memorias están más claras. Incluso, extraño al pequeño niño que simbolizó, el que me tomaba de la mano y me llamaba "hermano Link".

No sé la causa por la que Daruk se mostró ante nosotros como una inocente criatura... seguramente es otra de las crueldades de Ganon, utilizando nuestros sentimientos como lo hizo con Mipha.

Maldito...

Me duele el cuerpo, pero eso no me impide levantarme para enfrentarme a lo que me toca.

- Veo que te sientes mejor, camarada. – dijo Daruk, volviendo a alzar su mandoble hacia mí. – ¿Tan fuerte es nuestro héroe que quiere recibir más golpes de mi inigualable machacarrocas?

No digo nada, por lo que decido sacar de mi alforja las mejores armas que tengo, las que conseguí dentro del castillo. El mandoble, arco y escudo real.

Daruk, agresivo, se acerca a mí para volver a atacarme con su machacarrocas, pero esta vez logro esquivarlo con habilidad. Es en ese momento en el que saco a relucir mi escudo para darle un empujón, ligero, el que sé que es incapaz de mover a esa inmensa roca viviente, pero lo suficientemente fuerte para distraerlo en su burla hacia mí y que baje la guardia.

- ¿Eso es todo lo que nuestro héroe tie...?

Daruk no pudo terminar su frase, pues en ese momento empleo toda mi fuerza en el mandoble real y dirijo hacia él un ataque giratorio, algo bastante arriesgado, pues me toca acercarme demasiado a él, sin embargo, con la convicción de que las cosas me resultarán.

Mi ataque giratorio causa que Daruk pierda el equilibrio, por lo que justo en el momento en el que cae al suelo, comienzo a golpearlo con mi mandoble, causando que con cada agresión su cuerpo se agriete y empiece a botar malicia, tan asquerosa y tenebrosa como la que Zelda sacó de su cuerpo, tema que aún me tiene impactado y preocupado.

Lamentablemente, no puedo darme el lujo de analizar ese asunto, pues en ese momento el machacarrocas de Daruk impacta el suelo, cosa que logro esquivar a tiempo. Dos estructuras, parecidas a volcanes, emanan del suelo, salpicando lava mezclada con la esencia de Ganon.

- A ver si así te atreves a acercarte...

¿Si me atrevo? Claro que sí... y tengo la táctica, aunque tendrá sus consecuencias.

- ¿Pero qué es lo que...?

Veo que al Goron le sorprende lo que he hecho, así que estoy dispuesto a demostrarle mis capacidades, por más que tenga miedo, que Zelda me preocupe o yo salga lastimado.

Un simple salto en la pared parecería no ser nada, pero Daruk poseído no espera lo que estoy a punto de hacer.

Doy un salto para atrás, para luego sacar mi escudo y utilizarlo como un mecanismo de transporte para traspasar esos volcanes, destruyéndolos con mi espada en el camino. Daruk, sin esperar eso de mí, no prevé el nuevo golpe que le doy en la cara, esta vez perforando un poco su cráneo.

Sé que la estructura de los Gorons es maciza, pero aun así son seres vivos y deben tener organismo. Sin embargo, el cuerpo de Daruk parece un cascarón vacío, lo que me hace entender que sus condiciones son iguales a las de Mipha... está muerto.

No sé cuál sea la situación del espíritu de Daruk... solo espero que no esté sufriendo.

- ¡Maldito mocoso!

Esta vez mi compasión por el Goron me hace bajar la guardia, lo que provoca que con su arma me envíe a volar lejos, golpeando mi estómago, al igual que lo hizo con la princesa. La diferencia es que yo no caí desmayado ni vomité la esencia del enemigo... ahora me encuentro agarrado del abismo, con la lava del cráter muy cerca de mí.

- ¡Ahora sí morirás, hermanito Link!

El Goron, con todo su peso, aplasta una de mis manos, que si no fuera por los fuertes guantes que me protegen, me destroza los huesos. No sé si en mi vida pasada habré experimentado tal dolor, pero lo que más me afecta es la cara de satisfacción de mi supuesto enemigo, del que solo recuerdo cosas buenas.

- Daruk... – hablé, hablando con dificultad, pero mirándolo a los ojos. – ¿Cómo puedes tratar así a tu mejor amigo?

- ¡No digas estupideces! – reclamó enfurecido. – Tú no eres más que un enclenque, un insecto al que mi señor Ganon tiene ganas de incinerar en el fuego desde hace años... y esta vez voy a darle el gusto por permitirme la existencia.

- ¡Sí, somos amigos, Daruk! ¡Eres mi compañero! – exclamé desesperado. – ¿Recuerdas el día que nos conocimos? Compartiste conmigo ese delicioso rocopernil.

- ¡Cállate!

Mis palabras desequilibran a Daruk, lo que me hace dar cuenta que su pura esencia aún sigue dentro de él.

Quiero salvarlo...

Aprovechando su conmoción, supero el abismo por el que estuve a punto de caer, para luego colocarme frente a Daruk.

A mi mente llega otro recuerdo compartido con el Goron, algo que llega justo ahora que mis sentimientos y recuerdos están más definidos...

*.*.*.*.*

- ¿Cómo me quedaron? – preguntó Daruk, mirándome con entusiasmo.

Terminé de comerme las últimas piedras que había puesto en mi plato. Esta vez, Daruk las bañó en una salsa de chocolate, indicándome que ahora se estaba involucrando en el mundo de los postres y quería que sea su primer comensal. No voy a negar que yo no le hago el feo a ninguna comida... pero esto, para mi estómago, ya era demasiado.

- Prefiero el rocopernil... – dije, sintiendo desagrado en mi paladar.

- Caray... – expresó avergonzado. – ¿Tan malo estuvo?

- Creo que puedo presentarte al chef real, especialista en postres. – dije, tratando de animar a Daruk. – Tiene una gran experiencia, en especial en el postre favorito de la princesa.

- ¿Ah sí? – preguntó, mirándome de una manera algo intimidante. – ¿Y cuál es el postre favorito de la princesa?

- ¡El pastel de frutas! – indiqué emocionado. – A ella le encanta, y no tienes idea como Zelda se emociona cuando la come.

- ¿"Zelda se emociona"? – preguntó riéndose. – ¿Y desde cuándo tanta confianza con la princesa? ¿No que ella te odiaba?

Me paralizo ante la intrigante sonrisa de Daruk, pues me siento extraño, como expuesto o descubierto. Incluso siento que mis mejillas arden al no saber cómo reaccionar.

- Parece que me he perdido de muchas cosas estos días, muchacho.

- Nada... – expresé apenado, tartamudeando. – Lo que pasa es que... es que... la princesa y yo nos llevamos mejor. La salvé del ataque de unos Yigas en el desierto y desde ahí dejó de tratarme mal, pues está agradecida.

- Eso es muy bueno. – dijo Daruk, irónico. – ¿Y tú cómo piensas agradecerle? Debes hacerle el favor.

- ¿Perdón? – pregunté más avergonzado.

¿Qué es lo que está insinuando este Goron? ¿Agradecerle? ¿Hacerle el favor?

- ¿¡Hacerle el favor!? – grité exasperado. – Espera, yo... yo no...

- ¿Por qué tartamudeas, camarada Link? – preguntó Daruk. – ¡Oh, ya sé! ¡Te da vergüenza!

Estoy acabado...

- ¡Claro! – exclamó Daruk. – Te da vergüenza porque no sabes hacer postres.

- ¿Ah?

- Sí, pues... ¿qué mejor manera de agradecerle a la princesa que regalándole su postre favorito? – preguntó con ingenuidad. – ¿¡Qué mujer se resiste a los dulces!? ¡Ninguna!

Mientras Daruk ríe, yo me siento apenado por mi mente dañada, por pensar lo que no es. Al parecer, escuchar las procaces conversaciones y experiencias de mis compañeros de guardia me ha contaminado, sin desearlo.

- ¿No tienes idea de lo que te digo? – preguntó Daruk. – Siempre he escuchado, en algunos turistas por aquí, que a las mujeres se las conquista con dulces.

- ¡Un momento! ¡A mí no me gusta la princesa!

- Sí, te gusta... por eso estás nervioso. – aseguró, usando un tono burlón.

- ¡No!

Daruk no dice nada ante mis palabras, pues simplemente se ríe a carcajadas.

¿A mí? ¿Gustarme la princesa?

Pues sí...

Me has descubierto, Daruk.

*.*.*.*.*

Daruk tiene las manos colocadas en su cabeza, mientras las grietas de su cuerpo se vuelven más notorias.

- Tanto llegué a confiar en ti, Daruk... fuiste el primero en descubrir algo como eso. – dije consternado.

- ¿De qué hablas? – preguntó furioso. – ¡No digas estupideces!

El corrompido campeón engrandece su furia, por lo que esta vez su cuerpo comienza a levitar sobre mí. Lanzando un grito de furia, Daruk se recubre con su legendario escudo, su arma más poderosa e impenetrable.

- Ahora, sí, camarada... contra mi escudo estás perdido.

Ahora las cosas están en mi contra... Daruk está elevado, muy por encima de mí, por lo que desconozco la manera en la que pueda llegar hasta él para atacarlo. Se me ocurre aventarle una de las lanzas que poseo, pero esta simplemente rebota.

- ¡Nada puede atravesar este escudo! – gritó Daruk. – Estás frito, muchacho, acepta de una buena vez que nada de lo que hagas podrá salvarte de la muerte, pues soy invencible, mi fuerza es colosal.

Daruk comienza a lanzar fuego por todos lados, causando que mi primera reacción sea ver a Zelda, verificando que el lugar en el que la dejé es seguro, pues ninguno de los ataques llega hasta ahí.

El que está perdido soy yo...

- ¡Así es, mocoso, tu cara lo dice todo! – se burló Daruk. – ¡Estás perdido! ¡Perdido!

Sigo esquivando las bolas de fuego con la mayor habilidad posible, incluso varias me empujan lejos, golpeando mi cuerpo contra las paredes... pero el dolor no me detiene, sigo esquivando las agresiones mientras se me ocurre alguna idea para vencer a Daruk.

Poco después, ocurre algo que no esperaba. Daruk empieza a absorber todo a su paso, como si la esfera que lo protege fuera una aspiradora.

- ¿Te imaginas que pudiera atraer hacia mí el cuerpo de la princesita? – preguntó, lanzando ensordecedoras carcajadas. – ¡Quedaría chamuscada! ¿Te seguiría gustando así?

- ¿¡Y tú cómo sabes que me gusta la princesa!?

Mi pregunta desequilibra al Goron, por lo que sus ataques se acrecientan... y yo sigo sin saber cómo acabar con este bombardeo.

¿Bombardeo?

Y es en ese momento, que mi mente se ilumina.

La fortaleza de Daruk comienza a absorber todo lo que se le cruza, mientras que yo hago uso de mi estrategia. Halo el gancho de la tableta Sheikah, sacando las bombas que más puedo, las que lamentablemente son tres, una cuadrada y dos redondas.

Aún no entiendo bien el funcionamiento de este aparato, a pesar de que fue el primero en recibirme a mi despertar.

Y justo antes de que Daruk apagara su nefasta aspiradora, lanzo las bombas hasta él, las que explotan apenas tienen contacto con su piel.

- ¡AARRRRHG! ¡NOOOOO!

La explosión causa que el escudo se destruya, mientras el cuerpo de Daruk termina en el suelo, con las grietas más evidentes... Y de un solo salto, sacando a relucir mi arco y una flecha de hielo, acabo por completo con él.

Restos de lava y malicia de Ganon se evaporan del lugar, regresando a la bestia divina a su puro estado.

- Link...

Me doy la vuelta al escuchar el llamado de Zelda, a la que tomo de la cintura rápidamente, pues está a punto de caerse. La miro a los ojos, mortificado, pues lo que pasó con ella hace un momento me atormenta.

- Gracias, camarada...

Sin embargo, ambos enfocamos nuestra atención a la voz que ha hablado. Ahora, frente a nosotros, se encuentra Daruk, libre, sonriente, portando su banda de campeón, rodeado por la llama azul que simboliza su etéreo estado, lo que demuestra la dolorosa realidad de inexistencia.

- Daruk... – expresé conmocionado. – Eres tú...

- ¡Buen trabajo, muchacho! – expresó enérgico. – Y me da tanto gusto verte a ti y a la princesa vivos. Como debe ser.

- Daruk... – expresó Zelda, apenada, con dificultad para hablar. – No puedo mirarte a los ojos, nunca me perdonaré tu pérdida.

- Nada de eso, princesa, libérese de culpas, pues un Goron nunca será un cobarde, luchará hasta el final, aunque le cueste la vida.

Al igual que Mipha, Daruk no guarda rencor en su corazón. Es un alma pura, nada mundana, la que ahora nos mira con simpatía y agradecimiento.

- Link, gracias a ti, mi espíritu, por fin está en completa libertad. Te debo una. – dijo sonriendo, para luego apenarse. – Y soy yo el que debo pedir perdón, no ustedes. Esa malvada ira de Ganon me venció y utilizó la parte más vulnerable de mí para atraerlos hasta aquí.

- ¿Te refieres a...? – preguntó Zelda, mortificada.

- Así es... la imagen de ese pequeño niño no era más que una ilusión creada por la ira para acabar con ustedes y martirizarme. – dijo el Goron. – A pesar de mi gran porte, de mi fuerza, mi personalidad no es más que la de un niño feliz, pues siempre me contenté con cosas triviales como la comida, pensar en derrotar a los malos y ver felices a todos los de Hyrule. Esa inocencia de mi ser fue aprovechada por mi enemigo, convirtiéndola en un infante, en la esencia de mi alma, y es por eso que me transformó en eso, engañándolos. No voy a negar que recuerdo todo y que el cariño y simpatía que tomé por ustedes y los Gorons que me acogieron, fue auténtica. Sin embargo, todo fue manipulado por Ganon y su bajeza de jugar con los sentimientos de los demás... y sé que eso lo entienden mejor que nadie.

Estoy aprendiendo a conocer que así son las artimañas de Ganon. Sus bajezas no solo se basan en el daño físico, sino en acabar con el alma de alguien... como lo hizo con Zelda y conmigo.

- Me siento tan apenado con ustedes, pues encima de haberlos engañado, en contra de mi voluntad, fui rescatado por ustedes.

- Fue Link el que te salvó, Daruk. – dijo Zelda, apenada al sentir que no aportó en nada. – Y es lo menos que se podía hacer por ti después de tanto sufrimiento, después de haber sido utilizado de la peor manera.

- Yo siempre estaré agradecido con los dos, incluso por el abnegado trato que tuvieron por mí al haberme cuidado, siendo un niño. – dijo el Goron, apenado al recordar el martirio al que fue sometido, para después mirarnos con gracia. – Y por su bondad, por su valor, Rudania y el viejo Daruk somos libres. Y lo que dejamos pendiente años atrás... sí se termina.

- Daruk... – mencioné su nombre, consternado, sabiendo que, aunque cumplí con mi deber, mi viejo amigo jamás regresaría.

- Voy a activar a esta bestia y ponerla en posición, para tener a Ganon en la mira... donde sea que se encuentre. – dijo, hablando con fuerza y seguridad. – Link, y cuando lo encuentres para enfrentarlo, ¡vamos a pulverizarlo! ¡Lo dejaremos más chamuscado que un rocopernil en su punto a término!

Nunca dejarás de ser el mismo, amigo Daruk...

- Pero primero, quiero dejarles algo, a los dos, que poco me sirve como espíritu... Es el escudo de Daruk, un poder digno de un campeón. ¡Ahí les va!

Daruk, con fuerza, nos otorga a mí y a la princesa el poder que siempre lo ha acompañado, el que nos permitirá protegernos de nuestros enemigos cuando quieran lastimarnos.

Gracias por este don, Daruk, pues con eso lograré proteger a mi dama mucho más.

- Que no se les olvide... De ahora en adelante, cuentan con mi protección en el campo de batalla.

- ¡Daruk! – expresé mortificado. - ¡Yo...!

Mis palabras se detienen al sentir como mi cuerpo es rodeado por una luz resplandeciente, y lo mismo le pasa a Zelda. Sé que con esto viene la despedida, la que me afecta tanto como la que ocurrió con Mipha.

- ¡Gracias por todo, Daruk! – grité entristecido, dolido. – ¡Nunca te olvidaré!

- Ni yo te olvidaré a ti, mi querido hermano Link. – expresó, sonriendo, pero con un dejo de tristeza en su voz. – ¡Mucha suerte y cuida mucho a la princesa!

Y así, desaparecimos de la bestia divina Vah Rudania, dejando al Goron con su compañía.

- Hasta siempre... Daruk.

...

Comentarios finales:

Hola a todos, espero que se encuentren bien.

Bueno, ahora vimos la primera batalla real de Link, la que fue mucho más física que la que Zelda tuvo con Mipha, como debía ser para nuestro héroe, pero con su toque emocional. Como siempre lo he dicho, Ganon no solo destruye cuerpos, sino almas. Y está cumpliendo su cometido con sus enemigos.

Quiero hablar sobre el recuerdo de Link. Puse a una mujer como su maestra porque en AOC, en las pequeñas misiones que corresponden a Link, siempre mencionan a una maestra de esgrima, la que es la directora de la academia de caballeros. No es que en el juego se hable demasiado de ella, pero me pareció una referencia interesante. Tampoco pienso hacer historia de la vida de ella, solo mencionarla en ciertas ocasiones.

Ahora, sobre su padre, ahora Link sabe su nombre y cómo es su imagen, todo gracias a la visión que tuvo con su hermana, de la que está pendiente hablar. Demetrio conoce las fortalezas de su hijo mucho más de lo que él cree, y es por eso, que por sus quince años, le regaló un libro bastante interesante para su vida. Por supuesto, el recuerdo está incompleto, y lo puse así a propósito, pues la parte de la práctica con su padre la tengo reservada para otro momento especial.

Como dije al inicio de la historia, he querido mostrar a un Link aprendiendo todo desde cero, por más que su memoria esté en proceso de recobrarse. En BOTW podemos usar a al héroe, desde el inicio, como queramos. Ya desde que despierta sabe usar una espada, realizar diferentes combos de pelea, surfear en la nieve o por las montañas con su escudo. ¿Dónde aprendió eso? Obviamente, no lo hizo de la nada, todo está guardado en su pasado, en este caso, en la memoria de su cuerpo.

Como siempre, quise poner mi toque de gracia en el recuerdo con Daruk, pues en Breath, ya sea por sus recuerdos o lo escrito en su diario, siempre dio a notar como que a Link le gustaba Zelda, y por eso lo considero un amigo muy cercano que tuvo, en el que confió muchas cosas. El hecho de que Link sea "de pocas palabras" no quiere decir que no se exprese. Esto fue confirmado por la misma Zelda en su diario, el caballero comenzó a hablar más desde que la salvó en el desierto... la escena zelink favorita de todos. (*Grita de emoción*)

Ahora, ya conocen la razón por la que Daruk apareció como infante. No era más que un espejismo de su personalidad inocente (como la de un niño), sin malicia y feliz con las cosas que la vida le daba, como la comida, sus amigos y el defender a los buenos de los malos. Daruk, tanto en su diario como en sus palabras, todo lo relacionaba con la comida y le gustaba hacerle preguntas a Link sin malicia... cosa que nuestro héroe sí tenía, por lo que vimos por aquí con sus "pecaminosos" pensamientos.

La pureza de Daruk fue el arma perfecta para martirizarlo a él y a los protagonistas.

En fin, espero que este capítulo les haya gustado, el que a pesar de que era de acción, estaba lleno de recuerdos... pero así debe ser, ¿no? Por algo la historia se llama "Recuerdos de cristal" jaja. Ya es una advertencia anunciada desde el título, así que aparte de vivencias presentes, también se verá el pasado... y quizás hasta el futuro. Nadie sabe.

Bueno, por mi parte es todo. El próximo capítulo será especial.

Un abrazo a todos ^^

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