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21. Cruel espejismo

Existen situaciones mías que nadie conoce, tan dolorosas que ni siquiera a Link, mi hombre de confianza y amores, sabe... cosas que viví con Ganon que quisiera olvidar.

Ese maldito no necesitó tocarme un pelo para hacerme miserable, pues las heridas más fulminantes son las que tocan el alma.

No hubo momento en el que mi enemigo no me haya torturado, burlándose de mí, usando mis miedos, sueños e ilusiones para debilitarme. Algunas alucinaciones eran tan reales que creí estarme volviendo loca, cuando el que me estaba enfermando era él, en alma... y a veces siento que en cuerpo también, pues estar rodeada de su malicia me incineraba horriblemente.

Sin embargo, esto no es una alucinación. Mil y un veces me he querido convencer de que sí, pues no quise hacerme ilusiones con algo que creí jamás llegaría... pero mi corazón latiendo desbocadamente, mi piel erizándose ante este brutal contacto, y mis labios perdiéndose en la fiereza de esta boca que creí perdida, es real...

Tan real como el amor que siento por ti, Link.

La falta de aire nos llega a los dos a la vez, por lo que nuestras bocas se separan, pero nuestras frentes siguen unidas. Link aún me tiene tomada por la cintura, y al igual que yo, estoy segura de que no se atreve a abrir los ojos para mirarme. Siento una mezcla de vergüenza y encantamiento por lo que acaba de suceder... a pesar de que no es la primera vez que ocurre.

Link, tú y yo nos amamos en el pasado, hace más de cien años, y yo lo recuerdo como si hubiera sido ayer, teniéndolo marcado en lo más profundo de mi alma... pero sé que no lo recuerdas, que para ti nada de eso pasó, y por eso me aterra mirarte, pues no sé si me encontraré con el hombre de mi vida o con un muchacho confundido, o peor aún, arrepentido por semejante impulso.

Espero que pronto me respondas, Link... antes de terminar de enloquecer.

- Zelda... – habló, acabando con este terror que me invade. – Dime que esto es real...

- Link, yo...

- Dime que sí acabo de besarte. – preguntó con voz temblorosa, con sus manos aferradas a mi cintura. – Que esto no es un sueño...

- ¿Y si lo es? – respondí con otra pregunta, más nerviosa que él.

- Entonces no quiero despertar...

Link... ¿es posible esto?

Decido abrir los ojos, encontrándome con los tuyos, los que me miran con una mezcla de sorpresa, encantamiento e incertidumbre... la misma que yo siento.

- Zelda... – me llamaste, ahora mirándome a los ojos. – Lamento mucho si te ofendí con este beso, pero no me arrepiento de nada.

- Link... – dije, siguiendo impactada, pero él me silenció colocando un dedo en mis labios.

- No entiendo cómo y por qué, pero este atrevimiento es lo mejor que he hecho, pues te has convertido en la mujer más valiosa de mi vida, y no únicamente por mi deber de protegerte.

¿Cuánto tiempo esperé escuchar algo como esto saliendo de tu boca? Link, ¿será que recuerdas que me amaste alguna vez? ¿Me lo dirás?

- ¿Qué sientes en este momento? – pregunté, hablando por fin. Ya no soportaba más tanta incertidumbre.

Link se queda callado, lo que provoca en mí un terror en el corazón. ¿Qué significó ese beso? ¿Únicamente un impulso?

- Lo único puedo decirte es que siento algo muy especial por ti... pero aún no lo asimilo del todo. – respondió, causando en mi miedo, incomodidad, pues pensé que iba a decirme lo que tanto he esperado.

Mi caballero nota mi malestar, por lo que vuelve a unir su frente con la mía, y para mi sorpresa besa mis labios, pero de manera fugaz y suave.

- Mi hermosa dama, es todo un hecho que me gustas, pero más que eso, eres lo más valioso para mí, la mujer de mi vida... la que me la devolvió. – hizo una pausa, mientras yo sentía que desfallecía de encanto ante su especial declaración. – Pues es por ti que yo estoy aquí, y pienso seguir así hasta mi último aliento. Desde ahora, más que nunca, eres mi prioridad.

Mi corazón se acelera, por lo que abrazo a Link muy fuerte, siendo correspondida por él. Mis lágrimas no dejan de salir, pero esta vez por una inmensa felicidad, a pesar de que esta no es completa.

Solo deseo que el amor regrese a tu memoria, Link... hasta ese momento, yo amaré por los dos.

- Link... – dije, separándome de él, sonriendo y mirándolo a los ojos.

- Debemos continuar con nuestra misión, juntos siempre. – dijo sonriendo, para luego ponerse serio. – Vayamos por el pequeño Daruk.

Alzo la mirada hacia la parte más alta de la Montaña de la Muerte, dándome cuenta de que el pequeño Daruk ya no se encuentra ahí... lo que me espanta por completo.

- ¡Se fue! – grité atormentada. – ¡Ya no está, Link!

- ¡Escalemos de una vez para encontrarlo! – indicó Link. – Yo iré primero y te ayudaré a subir...

Link agarra mi mano, esta vez con una espontaneidad nunca antes vista. Con sus besos y palabras, me ha demostrado que toma en serio mis sentimientos, e incluso su abnegación por mí desde hace un siglo, a pesar de que no lo recuerde del todo.

Una vez que Link se coloca su casco, toma la delantera y comienza la escalada, sin soltar mi mano. Tengo que reconocer que esto resulta un poco difícil para mí, por lo que mi caballero permite que tomemos descansos en las zonas más rugosas de la montaña, las que nos permite mantenernos de pie por un momento. Le pregunté a Link cómo podía tener fuerzas para continuar con semejante traje puesto, pues se veía tosco y pesado, pero me indicó que, al contrario de lo que parecía, era bastante liviano y fresco, pues lo protegía del infernal calor de esta zona. Yo sentía lo mismo con el mío, pero a diferencia de la armadura de él, mi traje parecía una versión más elegante de mi ropa de viaje.

- Aunque no lo creas, estos trajes tan ligeros nos dan la ventaja de escalar de manera más sencilla. – dijo Link.

- Para ti, Link, pues a mí me falta mejorar mi estado físico.

- Te aseguro que con el paso del tiempo lo harás. – dijo él, sonriendo. – Es más, te has vuelto más fuerte desde la primera vez que nos reencontramos.

- ¿Sí?

Link, gracias por creer en mí...

Después de una escalada que pareció durar horas, llegamos al borde del cráter, corroborando que el pequeño Daruk ya no se encontraba ahí.

- Mira, Zelda...

Link me señala algo que me llena de nostalgia, y al mismo tiempo de incertidumbre. La bestia divina Vah Rudania se encuentra "dormida" en el fondo del cráter del volcán, sin ningún rastro de luz que la muestre como activa, ya sea su bondadoso azul o terrorífico carmesí, signo de la presencia de Ganon. El artefacto parece únicamente fuera de uso.

- Estoy seguro de que Daruk está ahí, pues no pudo haberse ido a otro lado. – dijo Link, preocupado. – Recuerda su interés por conocer la bestia.

- Pero no entiendo cómo va a entrar a ella, pues se nota que está desactivada. – respondí sorprendida.

- Aun así, debemos bajar, Zelda... sea como sea.

Link apareció su paravela, para luego tomarme de la cintura y acercarme a él, causando en mí un gran sonrojo. Por favor... que no sea lo que estoy imaginando.

- Link... – expresé asustada.

- Confía en mí... y agárrate fuerte, princesa.

Claro que confío en ti, Link. Siempre lo haré.

Y así, abrazada a mi caballero con todas mis fuerzas, saltamos hacia el fondo del cráter, suavizando nuestro descenso con la paravela de mi padre.

Vah Rudania cada vez está más cerca.

...

Cuánta oscuridad...

Link y yo nos llevamos la sorpresa de que la bestia divina estaba con sus puertas abiertas, a pesar de que se encontraba inactiva. No sé por qué pensé que el pequeño Daruk fue el encargado de abrirla, lo que me hacía sentir más confundida sobre su identidad. ¿Era él una reencarnación de Daruk? ¿Era el mismo campeón regresado a la vida? Qué caos toda esta situación, pero había demasiado qué hacer como para ponernos a analizar el origen del niño.

Entramos a la bestia, la que por dentro también está oscura. Siento miedo, demasiado, pues esta tiniebla la viví tantas veces, por mucho tiempo... no quiero que parte del pasado regrese a martirizarme.

- Es horrible esta oscuridad, ¿no? – pregunto Link, como presintiendo lo que me ocurría. – Ya vamos a solucionar esto.

Link saca de su alforja una antorcha y un pedernal, el que sé que encontró entre las piedras preciosas que vendió para comprar su casa. Frota la roca en la mecha, encendiéndola al instante. Me alegra saber que siempre está preparado.

- Creo que con esto estaremos bien. – dijo Link, mientras yo me calmaba un poco más ante la oscuridad.

Seguimos con nuestro trayecto, y veo que frente a nosotros se encuentra la escalera, apagada, que lleva a la terminal central de la bestia. Sé que colocando la tableta Sheikah esta va a activarse, y si es que existiera, la malicia de Ganon se desvanecería. Sin embargo, Link va a colocarla. La vez pasada, por tratarse de una trampa de Mipha corrompida, caímos... esta vez las cosas deben hacerse bien.

- ¡Zelda!

- ¿¡Qué!? – grité impresionada ante esa conocida voz.

Me doy la vuelta y veo como la sombra del pequeño Daruk se pierde en una de las habitaciones.

- ¡Link, ahí está Daruk!

- ¿Dónde? – preguntó confuso. – Yo no veo na...

Creo que Link iba a seguir hablando, pero yo me adelanto hasta donde vi al pequeño.

- ¡Aquí estoy!

- ¡Daruk! ¡No te vayas! – supliqué.

- ¡Zelda!

Llego por fin a la habitación donde se encuentra el pequeño, cuya silueta se desvanece en la oscuridad.

- ¿Pequeño Daruk?

***

- Hija, despierta...

Esa voz...

No, no puede ser... es imposible.

- Zelda, ya es tarde. – dijo ella, con voz cariñosa. – Ya salió el sol.

Abro los ojos y no puedo creer que te veo frente a mí... Siento la textura de tu piel, el aroma de tu cabello, la sonrisa que tanto amo.

- Mamá...

- Zelda, ¿qué es lo que te ocurre? – preguntó mi madre, preocupada. – ¿Por qué esa cara de asustada? Parece que hubieras visto a un fantasma.

- ¡Estás viva! – grité, levantándome de la cama para tomar su rostro, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. – ¡No puedo creerlo!

- Querida, parece que tuviste una pesadilla. – respondió ella, demasiado tranquila. – Y pasó... esos sueños son irreales.

No... irreal es lo que veo frente a mis ojos, a mi madre viva.

De inmediato me pongo de pie para verme al espejo, y me impacto más al ver mi imagen... soy la misma de hace un siglo, con diecisiete años de edad, no la niña de seis que tuvo que enterrar a su madre sin derramar ni una sola lágrima, pues ante todos debía mostrarse fuerte.

- Hija... – dijo mi madre, acercándose a mí. – Ya deja de perder el tiempo, debes comenzar a arreglarte, nos espera un día muy largo.

- ¿Día largo? – pregunté sorprendida. – ¿Por qué?

No alcanzo a recibir respuesta a mi pregunta, pues la puerta de mi cuarto suena, a lo que mi madre permite el ingreso. Mi impacto se acrecienta al ver a mi padre, pero no con la última imagen con que lo recuerdo, sino mucho más joven, con su cabello castaño y su barba al ras de su rostro.

- ¿Cómo ha amanecido nuestra cumpleañera? – preguntó, acercándose a mí y besando mi frente.

- ¿Cumpleañera? – pregunté, aun incrédula de mi situación.

- Linda, hoy cumples diecisiete años, ¿no lo recuerdas? – preguntó mi madre, riéndose. – Hemos planeado este día por meses, pues es tu mayoría de edad, y por eso tendrás una fiesta en grande.

¿Una fiesta de cumpleaños? No, todo esto es muy extraño. Yo no debería estar celebrando nada, pues Ganon está a punto de atacarnos... lo sé.

- ¿De qué celebración hablan? – pregunté preocupada. – ¡No hay tiempo para eso, debo seguir trabajando para despertar mi poder!

- ¿Poder? – preguntó mi madre, lanzando una carcajada. – ¿De qué hablas?

- ¡De Ganon, mamá! – exclamé alarmada. – ¡Debo despertar mi poder para que no destruya Hyrule!

- ¿De qué hablas, Zelda? ¿Quién es Ganon?

¿Qué? No puedo creer lo que mi madre me pregunta, seguramente está bromeando. Sin embargo, mis palabras no sirven de nada, pues poco después se acerca a abrazarme por la espalda, lo que mi padre imita.

Mi papá abrazándome... esto es extraño, aunque muy agradable, mucho más si lo veo tan lleno de vida.

- Hoy debes verte más hermosa que nunca... tú y yo sabemos por qué. – dijo mi mamá, en tono pícaro.

- ¿Y por qué? – preguntó mi padre, celoso. – ¿Acaso hay algún pretendiente por ahí?

- Secretos de mujeres, querido.

Mi padre lanza una risa, para luego irse de la habitación.

Pasó el tiempo y no me di cuenta cuando la noche ya había llegado...

Ya me encuentro lista para celebrar mi cumpleaños; y este vestido lila con encaje y cristales es muy hermoso. Mi madre, encantada, no deja de contemplarlo.

- Estás hermosa, hija. – dice, mirándome con cariño. – Hoy será un lindo día para ti.

- Gracias, mamá... estoy tan feliz.

Ahora respondo con tanta naturalidad a este asunto... como si mi realidad conocida no existiera, siendo reemplazada por esta inmensa dicha.

- Link quedará con la boca abierta cuando te vea.

¿Qué? ¿Link?

***

- ¡Zelda, reacciona!

Mis ojos se abren al instante que escucho a Link llamándome con desesperación. Veo que me encuentro con él en el suelo, tomada por sus brazos.

- Link... ¿qué me pasó? – pregunté con dificultad.

- Llegaste hasta aquí diciendo que el pequeño Daruk estaba aquí, pero no es así. – dijo Link. – Aquí no hay nadie.

- Yo... – hablé, levantándome del suelo con ayuda de mi caballero. – Yo te juro que lo vi, Link, en serio.

- Yo no vi nada, Zelda. Quizás te confundiste...

Bajo la mirada, pues no sé qué decir ante eso. Ojalá no estarme volviendo loca, como lo que acaba de ocurrir en mi mente.

Vi a mi madre viva, junto a mí, en esta edad que tengo, y no menos sorprendente, a mi padre más jovial, con mejor estado físico, sin canas ni arrugas.

- Talvez si me confundí... – expresé apenada.

- Y aparte de eso, llamabas a tu madre a cada momento... – Link hizo una pausa, apenado, para luego continuar. – Incluso le decías que tu vestido era hermoso.

Corroboro, por las palabras de Link, que esto fue un sueño... o más bien un delirio, demasiado hermoso para ser real, tan cruel como a los que Ganon me sometió por años. Y yo, tan estúpida, siempre caía en sus trampas. No importaba cuántas veces supiera que se trataba de una nefasta ilusión, la maravilla de evadir mi realidad me hipnotizaba, imaginando que Ganon no existía en mi vida.

Quizás esta bestia no está tan libre de la malicia de mi enemigo...

- Mira, Zelda. – dijo Link, señalando a mi izquierda. – Una lámpara.

Link se acerca hasta la lámpara para encenderla, la que, para nuestra sorpresa, ilumina la mitad de la bestia. Ahora solo una parte se encuentra en total oscuridad.

- Esta oscuridad es incómoda y aterradora.

Ahora Link es el que voltea, acelerado, mientras que yo no entiendo por qué.

- Me retracto, Zelda. – dijo Link, acabo de escuchar a Daruk.

- ¿Qué?

- "¡Camarada Link!" – repitió. – Acabo de escucharlo llamarme así.

Ahora, por mi parte, no he escuchado nada...

¿Qué clase de maldito juego es este?

- ¡Ahí está!

Estoy segura de que Link ha visto la silueta del pequeño, a pesar de que yo no. Ante eso, mi caballero corre como un loco hacia la sala del fondo, motivo por el que lo sigo.

- ¡Espera, Link! ¡Esto debe ser un error!

Demasiado tarde, pues en el momento en el que Link entra a la sala, cae de rodillas al suelo. Me asusto al pensar que ha sido atacado o algo le duele, sin embargo, cuando llego hasta él, me doy cuenta de que tiene la mirada perdida en el suelo, sin brillo ni expresión alguna.

- ¡Link! ¿Qué te pasa? – pregunté angustiada, tomándolo por los hombros. – ¡Reacciona!

No sé cuánto tiempo estuve agitando a Link para que salga de ese trance tan horrible en el que se encontraba, pero pareciera que pasaron largos y eternos minutos, en los que mi angustia crecía al no saber cómo ayudarlo.

Lo abrazo, lo rodeo con mis brazos, orando, como hace mucho tiempo no lo hacía, para que salga de ese estado, hasta que mi deseo se hizo realidad.

Link alza el rostro, el que de inmediato tomo con mis manos. Respira agitado, sus ojos se encuentran aterrados, humedecidos, pero aun así, ninguna lágrima resbala por sus mejillas, pues conozco lo fuerte que siempre quiere mostrarse.

- Abril... – dijo el caballero, casi sin voz.

Link... qué nombre tan importante ha salido de tu desesperado aliento.

- ¿Qué sientes? – pregunté preocupada. – ¿Qué acabas de ver?

Los labios de Link se abren ligeramente, pero después los cierra, para luego separarse de mí para acercarse a otra de las lámparas, devolviendo la luz a la mitad de la bestia que se encontraba a oscuras. Ahora todo está iluminado.

Estoy segura de que Link quiso decirme algo, pero el miedo lo paralizó.

- Ya no hay oscuridad. – dijo Link, dándome la espalda. – Podemos seguir a la terminal central.

- Link... – lo llamé, preocupada por su estado de evasión. – ¿Qué te ha pasado? ¿Qué fue lo que viste?

- Yo...

Otra vez el miedo lo silencia. Cuánta angustia me da verlo en ese estado.

- Zelda... Abril...

- ¡Camarada Link! ¡Zelda! ¡Auxilio!

Por la reacción de ambos, ahora sé que los dos escuchamos al pequeño Daruk llamándonos.

- Es Daruk. – dice Link, recomponiéndose.

Sin decir nada más, mi caballero me toma de la mano y me saca de la sala. Llegamos al centro de la bestia y en la parte de arriba vemos al pequeño Daruk, el que nos llama llorando y lleno de pánico.

- ¡Ayúdenme! ¡Tengo miedo! – exclamó, para luego salir corriendo.

- ¡Daruk, no te vayas! – pidió Link.

El pequeño no escucha nuestro llamado, por lo que Link y yo subimos la escalera, que se encuentra activa, en su búsqueda.

Había olvidado lo grande que era la planta alta de la bestia divina, y para mi sorpresa está iluminada y con la terminal central brillando en todo su esplendor.

Y justo ahí se encuentra el pequeño Daruk, protegiéndose con su peculiar escudo, asustado.

- Vamos por él. – dijo Link.

- Espera...

Saco la tableta Sheikah del cinturón de mi pantalón y se la estiro a Link.

- Link, toma la tableta Sheikah. – dije, entregando el artefacto. – Tú siempre debes ser el encargado de usarla para activar las terminales. Incluso deberías usarla más que yo.

Sin decir nada, toma el artefacto, y veo que aún su mirada se encuentra cabizbaja ante el delirio al que seguramente fue sometido... con Abril.

- Lo haré...

Corremos a toda prisa hasta la terminal central, donde el pequeño Daruk aún seguía asustado, escondido dentro de su propio cuerpo. Me acerco hasta él para hablarle, deseando que mi voz lo tranquilice.

- No tengas miedo, ya estamos aquí. – dije, hablando con delicadeza. – Activaremos esta terminal y luego nos iremos a...

Sin embargo, no predije lo ocurrido segundos después...

El tierno Goron me embiste con fuerza en el estómago, causando que el oxígeno abandone mi cuerpo. Termino plantada en el suelo, tosiendo a morir.

- ¡ZELDA!

Pero lo que más me impresiona es ver en el suelo la sustancia que salió de mi boca entremezclada con mi saliva... malicia, la asquerosa esencia de Ganon. Para mi desgracia, la reconozco a la perfección, pues fue mi maldita compañera por cien años.

Mis ojos me pesan... todo se vuelve borroso. Sin embargo, logro ver que Link se coloca de espaldas a mí, mientras desenvaina su espada y escudo.

Lo último que logro ver, frente a mi caballero, fue un gigantesco mandoble golpeando el suelo de la bestia divina, haciendo temblar todo a nuestro alrededor.

...

Comentarios finales:

Hola, qué bueno estar otra semana por aquí.

La página de FF sigue presentando problemas, y en estas dos semanas, o más, no han resuelto nada. A pesar de ser una página tan popular, es una pena que siempre presente este tipo de inconvenientes con las notificaciones de actualización de historias.

En fin, espero que todo se resuelva pronto.

En este capítulo analizamos varias temáticas y problemas. El inicio, sin duda, fue encantador, pues prácticamente Link le dio a Zelda una declaración de sus sentimientos y lealtad, aunque no como ella lo esperaba, pues Link sigue perdido en su propia vida incompleta. De ninguna manera quiero que esto se vea como que él no la toma en serio, sino todo lo contrario, la valora tanto que teme hacer algo que la ofenda. No es el mismo caso que ocurrió en "Pasión entre las sombras", que DL no le decía a DZ que la amaba por miedo a perderse a sí mismo o a mostrarse vulnerable. En este caso es porque Link, al sentirse perdido, no se siente un hombre completo para ella. Sin embargo, Zelda lo ha sabido comprender, y por eso ella esperará que ese amor (que sí existe), salga de manera natural, tal como la espontaneidad del beso que su caballero le dio.

Ahora, sobre lo ocurrido en el interior de la bestia divina, me he basado en mi experiencia personal. Considero que Vah Rudania es bastante aterradora, pues aparte de que se encuentra en el cráter de un volcán, por dentro está en completa oscuridad, y debes ir encendiendo sus luces por diferentes caminos. Al menos a mí, eso me dio miedo, porque pensaba que en cualquier momento iba a salir alguna cosa, sumando a eso los gritos que la bestia pegaba cada vez que la cambiabas de posición.

Por esa vivencia personal, es que utilicé el recurso de un niño Goron perdido entre sus sombras, escabulléndose por ellas como si se tratara de un juego, llevando a Link y a Zelda a enfrentarse a crueles recuerdos, sueños o alucinaciones, sobre todo a la princesa, que tuvo que enfrentar uno de los traumas a los que Ganon la sometió y del que ella aún no es capaz de hablar. En este caso, le tocó vivir una realidad impensable, pero muy deseada por su corazón.

Ya a estas alturas pudieron darse cuenta de que el ataque de las bestias divinas, tomadas por la maldad de Ganon, es debilitar a sus enemigos de manera emocional.

Sobre Link... no pienso decir mucho ahora, solo que el nombre que mencionó, consternado, ya saben de quién es. Y decidí tomar el de la versión en español porque Abril significa vitalidad, energía y juventud, la "alegría de la primavera". Eso va de la mano con las carcajadas risueñas que el caballero siempre escucha en su cabeza.

Y sobre el final, tenemos un avance sobre el misterio del pequeño Daruk, el que nuestro héroe tendrá que resolver... aparte de lo grave que ocurrió con Zelda.

Muchas gracias a todos, espero que el capítulo haya sido de su agrado ^^.

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