
13. Heridas pendientes
Mipha no podía creer que el cielo y el sol la bañaran con su encantamiento...
Fueron cien años en los que se sintió anulada, dominada por el silencio y las torturas de la Ira del Agua de Ganon, quien la mortificaba con sus gritos, con las transformaciones involuntarias a su cuerpo para hacerla a su imagen y semejanza, causando que a veces no logre resistirse y se enrede con su agresividad y malas intenciones... incluso llegó a odiar, a sentir rencor por los seres que supuestamente le arrebataron la felicidad de un amor auténtico y duradero.
Tantas noches anhelando, cual princesa de cuentos, ser rescatada por el príncipe de sus sueños; y aunque este la encontró en un estado distinto e inalcanzable, por fin pudo verse salvada por él, observar su rostro vivo y auténtico... a pesar de que se encontraba en compañía.
- Ni tu estado ni tu compañía me quita el gusto de que volví a verte, Link...
Desde las alturas, Mipha observaba a la pareja en el Embalse Oriental. Link tomaba a la princesa de los hombros, preocupado por verificar que todas las heridas provocadas por su alterada forma hubieran sanado. Quizás el muchacho, para variar, no lo había notado, pero la dama se mostraba sonrojada al tenerlo cerca, encantada de ver cómo se preocupaba por su estado de salud, teniendo cercanía con ella. La princesa Zora conocía perfectamente por qué, tan bien como sus propios sentimientos.
Mientras sus recuerdos se preparaban para regresar a ella como cascada refrescante, Mipha se posicionó en la cabeza de Vah Ruta. La bestia divina que le fue otorgada para derrotar a Ganon, la que daba honor al nombre de aquel antepasado que tanto admiraba, la que al igual que ella amó a un Hyliano... sin ser correspondida.
Mipha desde siempre se ha sentido amiga de la princesa Ruto, y en honor a ella reconoció su amor sin resentimientos, dejándolo ir hacia su felicidad... a la dama que con su escondido poder logró devolverle la identidad.
Mipha se arrodilló para sentir en sus manos la textura de Ruta, la energía ancestral purificada corriendo por cada parte de su estructura. Varias lágrimas salieron por sus mejillas al saber que su compañera de siglos se encontraba sana y salva, lista para cumplir lo que le fue encomendado desde el inicio de los tiempos.
- Por fin juntas y libres, mi querida Ruta. – dijo Mipha, emocionada. – Salva a esta tierra de la sequía, vuelve a purificarte con tus cristalinas aguas.
En ese momento la bestia se activó, alzando su larga trompa y lanzando un fuerte grito. La energía ancestral corría por cada esquina de la poderosa máquina, causando que el alma de Mipha se fortalezca con tal proeza.
Mipha alzó su brazo en dirección al Sur, ordenando a Ruta que se mueva.
- ¡Ruta, trae el agua a esta tierra!
Con la orden de Mipha, Ruta comenzó a lanzar agua de su trompa, trayendo a la región de Lanayru una fuerte lluvia que inundó todo a su paso. Los ríos comenzaron su fluir, los lagos a llenarse del vital elemento, mientras que el brillo de la Fuente de los Zoras retornó su vida al verse hidratada nuevamente.
Nadie más que Mipha hubiera sido capaz de devolverle la vida a la tierra que tanto amó... y seguía amando.
Mientras Ruta seguía con su recorrido, los recuerdos del espíritu de Mipha salían a flote.
- Nuestro pacto...
Ese día lo tenía presente, pues aprendió que amar significa ver feliz al ser amado... así sea en otro camino...
*.*.*.*.*
- ¿Mipha?
Para la princesa Zelda fue una gran sorpresa ver a Mipha fuera de sus aposentos a esa hora de la noche. Sin embargo, la invitó a pasar con una sonrisa cordial, como siempre.
- Princesa... – llamó por su nombre, para luego hacer una pausa. – Es decir, Zelda...
La princesa esbozó una sonrisa por la manera en la que Mipha la llamó, pues por fin había logrado convencerla de tratarla con más familiaridad. Sin embargo, vio en su mirada algo de inquietud y duda, por lo que deseaba más que nunca conocer el motivo de su visita.
- ¿Ocurre algo?
- Ya hablé con Link... – respondió, lanzando un suspiro, pero sin dejar de sonreír. – Y me dio la respuesta que necesitaba.
- Entonces... – Zelda hizo una pausa, apenada y casi avergonzada. – ¿Ya sabes qué...?
- Sé que él es un caballero y defiende lo que ama, y por esa razón mis sentimientos por él han aumentado... y por ti también.
Mipha se acercó hasta Zelda para tomarle las manos, sonriendo y mirándola a los ojos con tal simpatía que hasta sonrojó a la Hyliana.
- Yo agradezco tanto que hagas feliz a Link, y es por eso que a partir de ahora te considero mi mejor amiga...
- Mipha...
- Y por esa razón lo dejo ir... – los ojos de Mipha se cristalizaron, pero ella continuó fuerte. – Pero como hombre, como amigo, jamás... y es por eso que necesito hacer un pacto contigo.
Mipha se separó de Zelda y su rostro cambió a uno bastante serio. Luego suspiró e hizo su pedido.
- Prométeme que harás feliz a Link, que nunca lo harás sufrir... y yo prometo sanar tus inseguridades para que ese poder dentro de ti salga a flote.
Zelda quedó impactada ante el pedido de Mipha. De inmediato se acercó a abrazarla, agradecida por gozar de su amistad y bendición para amar al hombre que era todo para ella.
- Mipha... – dijo Zelda, conmovida hasta las lágrimas. – Eres mi especial amiga. Gracias.
Pocos después, ambas princesas se separaron, mientras limpiaba sus lágrimas. Fue en ese momento, que la Zora fijó su mirada en un objeto específico de Zelda, por lo que se acercó a tomarlo.
- Es un hermoso vestido. – expresó Mipha, tocando la tela. – ¿Podrías prestármelo un momento?
- Claro que sí... – respondió Zelda, sonriendo. – Llévatelo, ahora es tuyo.
- ¡No! ¿Cómo crees? – respondió Mipha, nerviosa. – Solo quiero copiarle algunos diseños para que la modista de la región Zora me haga uno parecido. Te lo devuelvo en la mañana.
- Está bien... Lo que desees. – respondió la princesa, confundida.
Mipha toma el vestido y se retira a su habitación asignada. Iba a preparar la armadura más hermosa para la princesa, la que iba a complementarse a la perfección con el traje que Link, por respeto a ella, no aceptó.
- Ahora tendrás que aceptar mi presente, Link...
*.*.*.*.*
Ese pacto fue muy importante para Mipha. A pesar del tiempo, lo recordaba, al mismo tiempo que todas las veces que se reunió con Zelda para realizar sus rituales de sanación y que pudiera manifestar su poder en nombre del amor. Ese mismo que sentía por el caballero.
Mipha siempre le recordó la importancia de la manifestación de los sentimientos hasta el final...
- Recuerda lo que hemos hablado... siempre pienso en una sola cosa cuando uso mi poder curativo. Y eso es lo que debes hacer.
Sus recuerdos fueron interrumpidos al sentir como Ruta se detiene en la cima de Monte Do Bon, sitio en donde la mirada de la bestia está fija en el castillo donde Ganon alguna vez estuvo.
Ahora que el enemigo no se encontraba ahí, Mipha decidió esperar pacientemente su aparición. No iba a convocar el rayo ancestral de Ruta todavía, pues prefería aguardar el momento indicado.
- Ruta, orgullo de los Zora, tú y yo vamos a ayudar a Link y a Zelda. – dijo, determinada y segura. – Nuestro deber será apoyarlo cuando se enfrente a Ganon donde quiera que esté... Ya verás que con tu poder lograrás reducir su fuerza... Y esta vez sé que Link lo vencerá. Verás que no será en vano.
Desde la lejanía veía como Link y Zelda se dirigían hacia la Fuente Zora, lo que le hizo saber perfectamente a quiénes iban a ver.
En ese momento su mente se llenó de los recuerdos vividos en vida al lado de los seres que más amó, los que eran parte de los asuntos que, para el dolor de su alma en pena, dejó pendientes.
- Padre... Sidon... Perdónenme.
Las lágrimas invadieron el rostro de la princesa Zora al mencionar a sus seres amados, de los que no pudo despedirse ni haberles otorgado un último abrazo. Esa era una de las situaciones que más la había martirizado en su encierro, el saber que nunca más podría volverlos a ver...
- Siempre fui muy egoísta... nunca los tuve presentes en esta dura misión. – reconoció apenada. – Y los hice sufrir...
La princesa se arrodilló al sentir que el pesar la invadía más que nunca, mientras sus manos tomaban su adolorido y acongojado pecho.
- Si fuera posible quisiera... verlos una vez más...
La dama del agua se quedó llorando en silencio con la compañía de Vah Ruta...
...
Link y Zelda llegaron a la sala del trono de la Fuente de los Zoras, donde los esperaban ansiosos todos los habitantes, sobre todo el rey Dorphan y Sidon.
El rey y su hijo se sentían sumamente felices al ver y sentir el agua fluir en su hogar, lo que significaba que los elegidos habían cumplido su misión, devolviendo a Ruta al camino recto, libre de Ganon.
- ¡Link, Princesa Zelda! – exclamó el rey, emocionado. – Me alegra verlos de vuelta, los estaba esperando.
Sonriendo, Link y Zelda dieron una reverencia al rey, orgullosos de presentarse a él y a su hijo con buenas noticias.
- Gracias a la Diosa Vah Ruta se encuentra libre de la influencia de Ganon. – dijo Zelda, conmovida. – Y con eso, el estado del agua ha retornado a la normalidad.
- La región de los Zora se encuentra a salvo ahora que el agua ha vuelto a fluir con naturalidad. – dijo Dorphan. – Por fin podremos vivir tranquilos y el resto de Hyrule no sufrirá las consecuencias.
- Ha sido un placer ser de utilidad. – dijo Link, manteniendo la seriedad y reverencia.
- Link, la ayuda de la princesa y la tuya resultó esencial, mucho más por el estado en el que te encuentras. – dijo el rey. – Superaste nuestras expectativas y por eso cuentas con todo nuestro apoyo... y también pedimos perdón a ambos por todos los daños causados.
El rey hizo una señal a sus súbditos, causando que estos se movilizaran. Link y Zelda no entendieron por qué, pero no pasó mucho tiempo para que se dieran cuenta, sobre todo por la fuerza de un relincho.
- ¡Epona!
Link corrió emocionado hasta Epona, seguido por Zelda. Se abrazó al hocico del noble animal con fuerza, causando que la yegua relinche de felicidad.
- A pesar de que la teníamos "secuestrada" como a ustedes, siempre estuvo cuidada. – dijo Sidon, sonriendo nervioso. – Nosotros respetamos la vida de los animales.
- Ya todo está olvidado, ahora solo siento agradecimiento por verla sana y salva. – respondió Link.
- Bien. Ahora que la yegua ha regresado a su dueño, pido a todos que la lleven a un sitio seguro y se retiren... Necesito seguir hablando con la princesa y el héroe.
Los súbditos se retiraron, dando espacio al rey y a sus invitados. Poco después, Muzun tomó la palabra y se acercó hasta Link.
- Te he tratado muy mal, muchacho... a ambos. – dijo apenado. – Por eso les pido perdón en nombre de la princesa Mipha.
Link sintió recelo ante el Consejero, y no porque le costara perdonarlo, sino porque aún seguía molesto por el trato que le había dado a Zelda. Sin embargo, por la manera en la que ella lo miró para que aceptara el gesto, decidió ceder... pero no sin antes dejar las cosas claras.
- Todo está perdonado, Consejero Muzun... – dijo Zelda.
- Sí, pero aún falta algo. – dijo Link, con la mirada seria hacia él. – Creo que le toca liberar a Sidon de una culpa que no le corresponde.
Muzun se sintió intimidado, pero supo perfectamente a qué se refería el caballero.
- Lamento mucho haberlos atacado. – dijo avergonzado. – Estaba fuera de mí, hasta hace poco el rencor me dominaba.
Link sonrió tranquilo al haberse sacado esa espina.
- Me alegra que las cosas hayan quedado claras.
- Igual a mí. – respondió Zelda. – Ahora... es momento de retirarnos. Debemos regresar a la Aldea Kakariko a darle a Impa, la antigua Consejera Real, el reporte de la primera bestia divina liberada.
- Es una pena que no puedan quedarse más tiempo, pero comprendo la importancia de seguir con esta misión. – dijo el rey. – Solo que antes de que se vayan tengo una última pregunta.
Sidon se retiró de la sala y Muzun hizo lo mismo. Sabían muy bien lo que el rey iba a preguntar, por lo que decidieron dejarlo solo, ya que no estaban listos para escuchar lo certero.
- Link, Zelda... – preguntó el rey, lleno de dudas y con el corazón acelerado. – ¿Tuvieron alguna evidencia de Mipha? ¿Ella está...?
El corazón de los elegidos se derrumbó, pues a pesar de que la respuesta era bastante obvia, no querían destrozar a un padre con una dolorosa verdad... mucho menos con todo lo ocurrido detrás de ello.
- Mipha se encuentra en paz, Rey Dorphan... – respondió Zelda, conteniendo sus emociones. – Ella ha sido liberada de la influencia de Ganon y goza en la luz de su libertad.
- Entiendo... era de suponerlo.
Al ver el malestar de la princesa, Link se acercó a ella y la tomó del hombro. No lo había confesado, pero el haber visto como la malicia de Ganon estuvo a punto de apoderarse de ella lo fulminó internamente. Nunca más quería verla de nuevo presa de la oscuridad, siendo una con la influencia de ese ser. No necesitaba saber todo lo que ella vivió para solo imaginarlo.
Nunca más quería verla sufrir así...
- Lamento mucho su pesar, rey Dorphan. – dijo Link, apenado.
- Tranquilo, muchacho. No es sano vivir de ilusiones.
- Nosotros ya nos retiramos para seguir con nuestro camino. – dijo Zelda. – Nos volveremos a ver, de eso estoy segura.
- Gracias por todo, jóvenes. – dijo el rey. – A partir de ahora este será su hogar y son más que bienvenidos.
- Muchas gracias. – respondió Zelda.
Dando una reverencia, Link y Zelda se retiraron...
Lo que ellos desconocían es que, desde una dimensión distinta, Mipha los observaba.
La difunta princesa decidió hacer caso a su corazón y tomar la última oportunidad que el destino le daba. Desconocía qué repercusión iba a tener eso, pero estaba dispuesta a asumir las posibles consecuencias.
Desde la distancia vio a su hermano Sidon abrazando a Link y a Zelda, agradecido por todo lo hicieron por ellos al haber salvado a su tierra, pero sobre todo haber liberado a Ruta y al alma de su hermana.
Poco después, los jóvenes se retiraron para la Aldea Kakariko.
El corazón de Mipha latía con prisa ante los más ansiosos deseos de su corazón...
...
Las estrellas ahora tenían agua en que reflejarse, pues la Fuente de los Zoras resplandecía con magnificencia.
Muzun se encontraba en su estudio contemplando una foto muy especial para él. En ella se encontraba Mipha a su lado, quien en ese entonces era una niña y terminaba la primera etapa de sus estudios. El Consejero recuerda lo orgulloso que se sentía ese día, pues su padre no había podido asistir a la ceremonia de premiación y él fue en su lugar.
Muzun nunca logró tener familia, por lo que cuidar de Mipha se había convertido en una necesidad para llenar esos vacíos.
- Ese examen estuvo muy complicado...
El Consejero saltó de su escritorio ante la voz que le habló, lo que le hizo pensar que estaba delirando. Sin embargo, aterrado, se dio la vuelta para encontrarse con lo impensable.
Mipha, sonriendo a su tutor, tomó la foto y la admiró con melancolía, mientras la acariciaba con sus dedos.
- Sigues siendo cascarrabias, pero aún existe un corazón bueno dentro de ti. – habló Mipha, mirando la foto. – Recuerdo este día perfectamente...
Muzun no podía moverse, siguió contemplando la etérea imagen de Mipha frente a él. Le parecía mentira escucharla y verla.
- Mamá tenía poco tiempo de muerta y papá no tenía fuerzas para asistir, pues debía guiar al reino, a una hija pequeña y a un bebé recién nacido... pero tú sí me acompañaste y no dejaste pasar desapercibido ese día. Y créeme, jamás lo he olvidado.
El Consejero poco a poco comenzó a acercarse a Mipha, hasta que no pudo más y la abrazó. A pesar de su textura, ambos pudieron sentirse y demostrar el afecto que siempre habían tenido.
- Princesa Mipha... – habló el hombre, con lágrimas en los ojos.
- Solo estoy de paso, pero quise verte primero a ti. – respondió la Zora, conmovida. – Mi padre y mi hermano son mi lazo de sangre, pero sin tenerlo, tú eres igual de importante, y eso te hace sumamente especial.
- Lamento mucho no haber hecho más por usted...
- Hiciste lo suficiente, y es por eso que agradezco la feliz vida que tuve, a pesar de la pérdida de mamá... y que no siempre somos correspondidos.
Muzun entendió las palabras de su protegida, la que poco a poco se volvía más transparente y menos palpable.
- No se vaya... – pidió el hombre entre lágrimas.
- Tengo que aprovechar este tiempo lo más que pueda. – respondió apenada. – Pero siempre estaré contigo, igual que en la foto.
Mipha se esfumó de la habitación, dejando al Consejero desconsolado por su partida, pero aliviado de que pudo verla una vez más y despedirse de la única niña que fue capaz de ablandarle el corazón.
...
- ¿Papá?
Por un instante pensó que se trataba de un sueño, pero poco después el rey vio a su hija frente a él. Sentada a un lado de la cama donde él yacía acostado.
- ¿Es un sueño? – preguntó confundido.
- No lo es... – respondió ella, sonriente. – O quizás sí, pero el mío, pues llevo soñando con esto desde hace mucho tiempo.
El Zora, impactado, terminó de despertarse para darse cuenta de que la imagen era real, que su hija estaba frente a él de una manera inimaginable. Por la textura de su piel sabía que no era parte del mundo, pero eso poco le importaba.
Nada se comparaba a la dicha de tenerla cerca...
Mipha, sin poder contenerse, abrazó a su padre, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas y se alineaban a las mismas que él producía por sus emociones. Un siglo soñando con abrazarse una vez más.
- Perdóname, papá... – pidió Mipha, limpiándose las lágrimas. – Fui demasiado egoísta y solo pensé en mí. Nunca consideré lo mucho que te hice sufrir con mi decisión de apoyar a la causa contra Ganon.
- Nada de eso, querida hija. – dijo el rey, tocando el rostro de su hija. – El destino supo que eres tan maravillosa que te eligió a ti, y por esa razón quiso que trasciendas de este mundo.
- De todas maneras, lo lamento. Sé que mi ausencia ha causado que enfermes...
- Es cierto... – respondió apenado. – Y aunque sé que te irás, el saber que pude abrazarte por última vez me devuelve la salud y la vida. Y aunque te extrañe con mi alma, tendré fuerzas para seguir guiando al reino que tanto amaste.
Padre e hija volvieron a abrazarse, y esta vez sin tanto desconsuelo. El dolor de la despedida era indiscutible, pero al mismo tiempo sentían el corazón sanado después de haber conversado por última vez. La cicatriz estaría por siempre, pero la herida ya no sangraría.
Mipha se desvaneció, dejando como recuerdo a su padre uno de los pendientes que decoraban su cabeza, el que había usado su madre hasta el último día de su vida...
...
No existe edad para sufrir por los recuerdos, pues algunos siguen intactos desde la más tierna inocencia.
No había noche en la que Sidon se fuera a dormir sin contemplar la magnífica estatua de su hermana, con la que convivió poco tiempo, pero que recordaba hermosa y radiante como siempre.
No convivió mucho con su madre, pero con su hermana compensó, quizás, la imagen femenina que tanto le hizo falta... la que de igual manera perdió.
- Te veías tan adorable en el cántaro...
Los ojos de Sidon se cerraron, mientras su corazón latía acelerado. Escuchar aquella voz después de un siglo le hizo creer que el sueño le estaba ganando, pero el aroma a agua fresca y dulcificada le hizo entrar en razón.
Al abrir los ojos, vio a Mipha sentada en una de las esquinas de la fuente, mientras la contemplaba. Su cuerpo quedó paralizado ante tal escena imposible.
- Recuerdo que cuando mamá y papá me dijeron que iba a ser hermana mayor, me puse muy celosa. – comenzó a narrar la joven. – Siempre había sido la consentida y no quería compartir nada con nadie. Sin embargo... el día que naciste, cuando te vi tan pequeño nadando en ese cántaro, me encanté contigo. ¿Cómo iba a tener celos de esos ojos ámbar que me miraban con curiosidad?
- Hermana...
- Irónicamente, no abriste los ojos ante la voz de mamá y papá, sino a la mía... mi pequeño hermano.
Sidon aceleró el paso y abrazó a su hermana, cargándola. Sabía su condición, pero aun así pudo sentirla, llorar en sus hombros como tantas veces lo necesitó de pequeño, sentir sus delicadas manos, consolándolo.
- Sabía que mis paseos por aquí, antes de dormir, me permitirían verte. – dijo Sidon entre lágrimas. – Al fin lo conseguí...
- Has crecido tanto, ya no eres mi pequeño. – dijo Mipha, llorando de la misma manera. – Hasta me has superado en tamaño. Aún recuerdo que me tocaba subir las cascadas contigo porque tenías miedo... y ahora...
- Y cuando te fuiste, aprendí a hacerlo solo, para demostrarte que sí podía ser más fuerte... de proteger a todos como te lo prometí.
Los hermanos se separaron para mirarse a los ojos. Irónicamente, Mipha parecía la menor, pero aun así sentía a su hermano como un pequeño. Jamás podría verlo de otra manera.
- Tengo tanto perdón que pedirte, hermano...
- No hay nada que perdonar. – respondió él, secándose las lágrimas. – Fuiste la mejor hermana, el máximo ejemplo de amor a su tierra. Aspiraría a ser la mitad de lo que fuiste.
- Eres mejor... miles de veces mejor.
Mipha apareció en sus manos su preciada lanza ceremonial, la que colocó en las manos de su hermano. Sidon quedó estupefacto ante esa acción.
- Te heredo mi arma más valiosa y la custodia de la bestia Vah Ruta...
- ¿Qué? – preguntó Sidon, impactado. – ¡Imposible! No puedo aceptar eso, además yo no soy capaz de...
- Cuando llegue el momento sabrás que el destino es sabio. – dijo Mipha, acariciando el rostro de Sidon. – No temas... no estarás solo.
Luego de otro abrazo, el cuerpo de Mipha comenzaba a desfragmentarse. La despedida final había llegado, pero aun así su corazón y el de sus seres amados sentían paz.
- Adiós, mi pequeño Sidon. – habló Mipha, sonriendo y con lágrimas en los ojos. – Hasta volvernos a encontrar... lo prometo. Sé más fuerte.
El cuerpo de Mipha se desfragmentó por completo y se entremezcló con el brillo de la noche. Sidon la observó desaparecer, cual inalcanzable estrella fugaz...
El alma de Mipha estaba sanada...
...
Una esquina de la runa cuadrada dejó de brillar, causando que su observador golpee con furia el pedestal frente a él.
Ahora con Vah Ruta libre, su conjuro perdía validez. Sin embargo, de ninguna manera iba a darse por vencido, pues el deseo de retornar la vida física a la maldad seguía latente, sobre todo por venganzas personales de antaño.
- Princesita estúpida... idéntica a la zorra de su madre.
El hombre se sentó en la mesa, dejando de lado su pesar. Quizás el golpe recibido lo alejaba de su camino, mas sus oscuros sentimientos lo mantenían a flote.
En ese momento no tenía mente para nada más que el exquisito plato frente a él. El postre bañado con la oscura esencia que tanto lo deleitaba, el que a pesar del paso de los años seguía siendo su favorito.
- Hora del exquisito postre... – se dijo a sí mismo. – Mi querido canciller.
...
Comentarios finales:
Hola a todos, un capítulo más con ustedes...
Esta vez han leído algo bastante distinto al resto, pues no solamente ha sido narrado de forma omnisciente, sino también desde las vivencias de la campeona más emotiva del juego, Mipha. Pienso que para cerrar esta etapa de Ruta (de cierta manera), ella merecía un homenaje, sobre todo porque en el juego ella se fue con temas pendientes, y aquí los ha podido resolver.
Esta no será la primera vez que use este tipo de narración, la que espero haya quedado bien, pues he perdido la costumbre de hacerlo y la verdad si me costó un poco, pero ahí puse mi mejor esfuerzo para ustedes. Además, era necesario porque debemos conocer más de ese misterioso villano que algunas veces se ha mencionado en recuerdos o pesadillas, el que tendrá un papel fundamental en esta historia.
Ahora, cambiando de tema, anunció que la siguiente actualización llegará el Lunes 6 de Septiembre, pues en lo que queda de este mes tengo demasiados compromisos. El matrimonio de una prima este fin de semana y luego se viene el cumpleaños de mi papá, entre otras cosas personales, familiares y laborales que cumplir. Además, voy a ayudar a un amigo demasiado especial a cerrar broche de oro un proyecto, del que les hablaré más adelante, pues se relaciona con esta hermosa saga.
Espero que el capítulo haya sido de su agrado.
Abracitos ^^
PD: La imagen del cántaro donde Mipha recordó a Sidon bebé la saqué de un hermoso fanart que vi en Instagram. No recuerdo al artista, pero apenas lo encuentre, le haré repost en mis historias para que lo vean.
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