El momento llega, entra el subastador y espera que Xilon le dé la señal para comenzar.

Este no se la da, dándose cuenta que le falta algo.

Acero.

«¿Dónde está?», piensa él.

Comienza a sospechar.

Ordena la continuidad del asunto y el subastador procede a hablar.

—Parece que te diviertes mucho. —Una voz suena al lado de él.

Xilon gira su cabeza para observar, su voz es demasiado conocida para ser cualquiera.

—Sombra. —Se sorprende al verlo.

—¿Te apetece una taza de café? A mí me encanta. —Toma un sorbo y la apoya en un pequeño plato—. ¿Por qué no me avisaste el cambio de fecha de esta subasta? Eso no se hace, Xilon.

—Uno, no me interesan tus cafés raros y dos, no tengo por qué avisarte.

—Los tratos que se rompen, son tratos que se pagan. —Sonríe.

—¡Ja! ¿Y qué vas a hacerme? No te tengo miedo.

—Deberías —dice serio, pero luego sonríe—. Puedo hacer muchas cosas. —Tira el plato y la taza a un agujero negro que se forma en el suelo—. Aunque no, hoy no es mi día. —Saca un cigarro de su bolsillo y se lo pone en la boca—. Hoy es el de Aire.

—No sé qué tramas, te estaré vigilando. —Entrecierra los ojos.

—Yo nada, mi familia sí. —Sonríe y enciende el cigarrillo.

—¿Eh? —Xilon no entiende a qué se refiere, pero Sombra habla de Acero.

Al vivir tanto tiempo juntos, se podrían considerar "familia", de una forma extraña y retorcida, pues para Sombra, Acero es su familia.