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SIETE


Después de observar durante más de media hora el ceño fruncido del padre de Nicole, dejó de tener miedo. Ella ya se lo había advertido antes de entrar en la casa, pero Raúl no tomó muy enserio sus palabras sino hasta estrechar la mano del viejo, y aunque siempre se había considerado una persona de mucha personalidad jamás se había sentido tan intimidado y aburrido al mismo tiempo a pesar de los contantes esfuerzos de la señora Sotomayor por aminorar la tensión que se propagó durante la cena.

Raúl en ese entonces, después de culminar con lo que fueron las dos horas más tortuosas que había vivido en su vida (siempre exageraba), se preguntó el cómo alguien como él había accedido a formalizar una relación yendo a conocer a los padres de su reciente novia; se sentía completamente falso y cursi pero no podía quejarse tanto, después de todo le encantaba la chica, era divertida, inteligente y con carácter y ni que hablar del aspecto físico, porque si algo le encantaba de Nicole no era sino otra cosa que el escultural cuerpo que se gastaba. Y no tenía reparos en reconocerlo.

Raúl pensaba que definitivamente podía cargar un título formal si a cambio de ello conseguía tener sexo con una chica así de guapa. Si, estaba conforme y tampoco es que ella estuviese buscando un príncipe azul; para Raúl era perfecto que Nicole no se quisiese comprometer emocionalmente tanto como él y eso era lo mejor de aquella historia, como un acuerdo tácito que habían establecido ambos. Y tal vez por esa sencilla razón de sentirse tan cómodos juntos así como lo habían estado hasta ese entonces, que fue que Raúl había decidido proponerle exclusividad tal vez en parte por el solo hecho de joder a Mónica sin mucho resultado. Porque, contrario a lo que él tal vez hubiese esperado, Mónica se había encantado con la idea de que él decidiese a fin buscar estabilidad con una chica.

Y así un par de días después se encontraba conociendo a quienes eran sus apócrifos suegros.

—Muy bien, es un hecho, tu padre me odia —concluyó en el antejardín de la casa de Nicole después de despedirse de los padres de ella.

—Claro que no, ya te había advertido sobre su carácter, siempre es así con todo el mundo la primera vez.

—Suena a que traes muchos chicos a casa. —bromeó.

—No desde que me pediste que fuera tu novia —respondió ella con coquetería.

— ¿Estás segura de que no es nada personal? No lo sé, tal vez no le agradó el hecho de que lleve una argolla en el labio, porque no me sorprendería si me recibe con un rifle la próxima vez ¿sabes?

Nicole se echó a reír y con un fugaz beso terminó de despedirse de él. No sin antes decirle que a ella le encantaba la argolla en su boca.

Y luego de eso, las cosas comenzaron a ir de maravilla o al menos eso era lo que creía Raúl. Nicole resultó ser una chica mejor de lo que él esperaba que fuera y por primera vez, quizás desde hacía bastante tiempo, dejo de sentir ese rechazo profundo a la exclusividad con una chica e incluso su habitual conducta cambio en cierto sentido.

No es que se estuviera convirtiendo en un mejor sujeto, pensaba él, era solamente que en vez de ir a pavonearse con los muchachos de siempre y embriagarse sin razón aparente (porque los reventones de fin de semana no habían sido incluidos en su pacto de hacía dos años atrás con Mónica), Nicole no era una forma muy diferente de suprimir todo lo que siempre le atormentaba, al menos no de forma metafórica. Él siempre había necesitado algo con qué reprimir ciertas cosas, lo había hecho a través del alcohol, acudiendo a las fiestas, ligándose a las chicas y la compañía de Nicole le proporcionaba la misma salida de escape. Cuando estaba con ella olvidaba que su madre se había echado un novio encima, olvidaba que Mónica seguía con los ojos iluminados por el idiota universitario que tenía de novio, olvidaba que era un fracasado, olvidaba todo; se sentía como un mejor sujeto estando con ella porque la hacía sonreír.

Aunque él supiese que técnicamente no es que fuera una mejor persona, se conformaba con parecer serlo.

No la estaba usando; eso lo tenía más que claro, porque aunque su conducta pareciera ir cambiando con el pasar de los días, Raúl sabía que seguía siendo fiel a una de sus principales reglas, hacer solamente lo que le agradaba y le agradaba mucho pasar tiempo, la mayor parte del tiempo, con Nicole.

—Oye Raúl, ¿Hace cuánto tiempo que salimos? —preguntó de la nada Nicole un domingo mientras ambos se encontraban tumbados en el sillón de la sala.

—¿Cuánto tiempo?, nos conocimos en Junio y estamos a mediados de Septiembre, saca tus cuentas.

—Me refiero de forma oficial —aclaró ella removiéndose del regazo de él hasta quedar sentada con el rostro frente a frente, Raúl sólo se la quedó mirando de forma escéptica —Ya van tres semanas —concluyó como si lo que trataba de decir fuese lo más obvio del mundo.

—¿Y qué hay con eso? —Preguntó él con cierto temor, como si de pronto algo se le hubiese olvidado o estuviera frente a la pregunta del millón de dólares —No querrás que celebremos de forma anticipada el aniversario de un mes de noviazgo —bromeó intentando besarla.

—Ni siquiera espero que llegues con un ramo de rosas. Odias las cursilerías.

—Podría hacer una excepción ¿sabes?

—Pues, en realidad me estaba preguntando el por qué aún no me has presentado a tus amigos.

—Pero si ya les conociste. En la fiesta, el viernes —respondió él quitándole importancia al asunto.

—Entonces, qué hay con Mónica.

—Qué hay con ella.

—Tu madre mencionó que son amigos desde hace años. Es más, mencionó que es tu mejor amiga de hecho, así que ¿Por qué es que no la conozco aún? —Raúl carraspeó un segundo antes de contestar. Sin saber muy bien en realidad cómo hacerlo.

—Ella no es de tu estilo —dijo al fin —. No se llevarían en nada; además últimamente no tiene mucho tiempo, ni yo la he visto más allá de la escuela —respondió con el mismo tono que había mantenido hasta entonces, como si de quien hablaban se tratase de alguien insignificante.

—Pues bien, pasaré por ti mañana y me la presentas —dijo ella con una gran sonrisa en el rostro, como si de pronto hubiese encontrado la solución a un gran problema.

—No creo que sea buena idea —contestó tajante y desganado. Se acomodó en el sofá y buscó el mando de la televisión dispuesto a encenderla, aunque antes de lograrlo, Nicole se lo arrebató de las manos, Raúl no protestó.

— ¿Por qué no quieres que la conozca? —inquirió ella. Le parecía sumamente extraño que incluso considerando el tiempo en que sólo habían jugueteado antes de consolidarse como pareja él no la hubiese mencionado ni en lo más mínimo.

—No se trata de eso Nicole, es que no somos amigos por que nos agraden las mismas cosas, ella siempre me está contradiciendo y tenemos ideales y formas de ver las cosas muy diferentes. De verdad no van a llevarse nada bien, ella te odiará porque detesta a las chicas como tú, y tú también lo harás, porque es de esas chicas intelectuales y feministas que no creen en los estándares superficiales o en salir de compras como un pasatiempo. Además, siempre está yéndose a reunir con su novio.

—Ya comprendo. Crees que soy sólo una cara bonita. Te da vergüenza presentarme como tu novia porque crees que soy de plástico. Pues no lo soy. Y eso espero que te quede claro Raúl Vergara.

Nicole se puso de pie haciéndose la ofendida y peinó su cabello hacia atrás antes de agarrar su mochila. Sabía que Raúl era a veces un idiota pero no pensaba dejar que él se las llevara tan fácil. Ya no eran simples amigos con derechos como para que la tomara por una chica superficial el resto de la vida.

—No quise decir eso, ¡lo sabes! —Agregó él rendido y un poco molesto si se lo permitía —. Si quieres conocerla ¡pues bien! Pero luego no me sermonees sobre el tipo de persona que es y lo mal que te ha caído. Porque simplemente lo harás, ustedes son como agua y aceite. Y se odiarán.

—Pues no puedes estar seguro de eso si no me la presentas. Ya sé, deberías invitarla a ella y a su novio. Como en una cita doble. —sugirió Nicole reincorporándose a su lado en el sofá con notorias expectativas e ilusiones.

— ¿Salir con Jaime? ¿Estás loca?

—Déjame adivinar. Él tal Jaime no te agrada —aventuró ella sin sorpresa.

—Claro que no me agrada. Es un nerd universitario creído y aspirante a revolucionario —Nicole volcó los ojos pensando en que Raúl siempre tenía excusas para todo.

—Pues bien, tu verás si me la presentas o no. Ni siquiera entiendo porque te enfadas.

Y con esa última frase, Raúl supo que habían aplicado en él la psicología inversa, porque al día siguiente sin divagaciones, le dijo a Mónica que debían salir con sus respectivas parejas; no le agradaba la idea, pero realmente no sabía muy bien por qué razón no le agradaba. No es que él no quisiera que Mónica conociera a Nicole y viceversa, era malo explicando sentimientos y esta no iba a ser la excepción así que sin más se echó sobre el pupitre, dejó caer la mochila al suelo a un costado de su silla y recitó las palabras mágicas.

—Nicole quiere conocerte. Ha sugerido que salgamos en plan de cita doble.

— ¿Hablas enserio? Al fin conoceré a la afortunada. —contestó Mónica entusiasmada. —Rayos, Raúl, pensé que jamás ibas a presentármela. Tu madre dice que es muy guapa.

—Ey, ey... un momento. ¿Estás de acuerdo? No te parece, no lo sé, ¿estúpido?

— ¿Por qué iba a parecerme estúpido conocer a tu chica? Es como si fuera mi cuñada. ¿A dónde iremos? Jaime conoce al guardia de un bar. Puedo pedirle que nos deje entrar.

— ¡Ustedes las mujeres! Dime Mónica, qué vamos a hacer los cuatro reunidos en torno a la mesa de un bar. Tú ni siquiera bebes. Es absurdo, no es como si fuéramos a hablar de muchas cosas.

—Te complicas demasiado la vida Raúl y eso que eres tú el despreocupado entre los dos. Si no quieres ir a un bar pues bien, sólo era una sugerencia —dijo Mónica mientras sacaba una lapicera y una hoja de un cuaderno. —Lleva a Nicole al café que te enseñé el mes pasado. —Agregó entretenida mientras garabateaba una dirección en la hoja y se la entregaba a su amigo —Imagino que quieres un encuentro corto así que tomaremos algo, platicaremos de forma breve y Jaime y yo nos disculparemos y les dejaremos a solas —Raúl leyó en silencio la dirección apuntada y con los dedos la dobló por la mitad. —Descuida, le diré que no hable de política y yo prometo no hablar sobre libros —concluyó con una amplia sonrisa.

Y cuando Mónica se excusó junto con Jaime para irse tal y como lo habían planeado y Nicole les impidió que lo hicieran poniendo a Raúl entre la espada y la pared, fue que todo se complicó según él. Una hora en un desolado café fueron suficientes para que ambas chicas congeniaran más allá de la simple cortesía y que las palabras de Raúl se fueran por la borda.

La verdad no es que las cosas se pusieran malas, ellas no se convirtieron en grandes amigas ni mucho menos, pero de pronto Raúl comenzó a notar en como Nicole invitaba a Mónica para ir de compras, luego al salón de belleza e incluso en más de una ocasión acudieron juntas a la biblioteca y así de un día a otro se vio compartiendo sus citas con Nicole en la compañía de su mejor amiga y el novio de ésta.

Era como estar prisionero en una extraña vida que no reconocía; Nicole y Mónica acordaban salidas al cine u a cualquier otro lugar y de un segundo a otro se vio compartiendo más de tres palabras con el sujeto al que se había empeñado hacía meses detestar. No es que odiara a Jaime, simplemente había decidido inconscientemente que no le podría jamás caer bien por mucho que fuera el novio de su mejor amiga y ahora ambos compartían chistes sobre sus respectivas novias, como en una especie de camaradería masculina. Y eso le molestaba, porque no quería dejar de detestar a Jaime. Y todas sus sospechas y miedos se confirmaron cuando todo ello dejo de parecerle extraño, dejo de fastidiarle que todos los jueves los cuatros terminasen tomando un café o que los sábados se encontrasen en casa de Mónica a ver alguna película. Y fue por esa razón que todo lo que había representado Nicole para él en un momento se esfumó. Ella dejó de ser su burbuja en la que no recordaba que odiaba ver a Mónica con otro sujeto, dejo de ser su salida de escape.

—Sabes Raúl, te he observado esta tarde. He notado algo —dijo Nicole el primer jueves de Noviembre luego de despedirse de Mónica y Jaime.

— ¿Qué cosa?

—En realidad, más que notarlo, lo he comprobado.

—Dímelo ya.

—Ella te gusta, ¿no es cierto? —preguntó.

— ¿Quién?, ¿de qué hablas? —inquirió Raúl sin enterarse demasiado de lo que acababa de escuchar. Encendió un cigarrillo. La tarde de pronto estaba fresca — ¿Quieres que vayamos a algún otro sitio?, está haciendo frío. Tal vez debería sacarme el carnet de conducir.

—Mónica, de ella hablo —en ese momento Raúl dejó de no prestar atención. De pronto se sintió molesto de la obvia e innegable insinuación que Nicole estaba haciendo —. He visto como la miras, todo este tiempo. La desnudas con la mirada, como si fueras un perro guardián. Como si no hubiese nada más que observar a tu alrededor.

—Yo no la miro... de esa forma. Estás paranoica —se excusó. Raúl notó que no había despecho en la voz de ella así que permitió relajarse un momento, después de todo él, obviamente, no miraba a su mejor amiga de esa forma, es más, ni siquiera recordaba mirarla de forma diferente del resto de los mortales.

—No tienes que mentirme. Sé que nunca vas a sentir por mí lo que sientes por ella. No soy estúpida.

—No te estoy mintiendo, Nicole. ¿Y sabes qué?, no es justo que me recrimines de algo que no tiene sentido, Mónica es sólo mi amiga ¿desde cuándo eres tan insegura?

—No soy insegura, soy realista. Ustedes nunca podrán ser sólo amigos, sienten demasiado el uno por el otro. Es prácticamente un insulto que se cataloguen de esa forma.

—Debí suponer que todo esto no iba a resultar bien. Espera, creo que te lo dije. Fuiste tú quien quiso hacerse amiga de ella y ahora resulta que estás celosa —respondió firme y tranquilamente mientras aspiraba el humo del tabaco o lo que quedaba de él —Es más, fuiste tú quien los introdujo a ella y al imbécil de Jaime en nuestra relación. Estábamos bien sin su compañía, si eso te molesta ahora no me culpes.

—Tú sabes que no estoy celosa. Deberías decirle lo que sientes, porque están ambos tan ciegos en creer que nada les pasa. Eres un buen chico, Raúl. Realmente lo eres aunque ni tú te lo creas, pero nada ocurrirá entre ustedes...

—Pero nada, corta ya este rollo. —espetó ya molesto nuevamente. ¿Por qué de pronto Nicole se había puesto tan obstinada en un asunto que no tenía ni pies ni cabeza?

—No creo que algo entre tú y Mónica resulte si es que no le dices lo que sientes.

—Yo no siento nada por ella ¿de acuerdo? No le des más vueltas al asunto, lo estás malentendiendo, somos amigos, sólo eso. A quien quiero es a ti, tú eres la que me gusta. Si no fuera así no estaríamos juntos aun. Sabes que es cierto.

—Sé que te gusto. Sé que me quieres, y yo también te quiero. Pero no es que estemos realmente enamorados.

— ¿De eso se trata?, ¿quieres que te diga que estoy enamorado de ti?, porque si eso hace que dejes de pensar estupideces lo haré.

—Escucha, lo hemos pasado bien este tiempo, pero no estás enamorado de mí. Puedes mentirte si lo quieres, pero mientras no seas capaz de reconocerlo sólo conseguirás que te rompan el corazón. —concluyó ella. No hablaron más sobre el asunto y siguieron el resto del camino en silencio, porque Raúl comprendió en ese instante que Nicole acababa de terminar con él. 

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