Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prefacio


Raúl Vergara Padre no hacía más que preocuparse por el futuro de su hijo, postura que éste último no entendía para nada pues era un muchacho rebelde, dispuesto a disfrutar el presente y no agobiarse con planes futuros.

Fue una semana tensa en la casa de ambos, que hasta entonces parecía albergar a una familia con una vida común y corriente. La desgracia en dicho lugar y dicha familia, se disipó cuando Raúl Vergara Padre falleció. Su primogénito no se perdonó, hasta mucho tiempo después, el hecho de haberle dicho a su padre horas antes de su muerte que le odiaba. Así y como cualquier adolescente de casi quince años escondió su dolor detrás de una conducta alborotada e indómita, mucho mayor de la que ya exhibía a tan temprana edad y antes de la tragedia.

Era Abril, el verano parecía aún no haber acabado en la ciudad y el aire caliente rozaba las coloradas mejillas de los niños mientras corrían por las calles cuando, en cierta casa, sólo pudo escucharse el fuerte portazo del hijo gritando a su madre que no estaba listo para volver a la escuela. El joven Raúl era un experto si se trataba de fingir y convencer, se había convertido en un gran manipulador. Aquella habilidad la había heredado sin duda alguna de su padre a quien jamás le había faltado una buena excusa por haber pasado por unas cervezas después del trabajo u otra lo suficientemente elaborada y convincente por haber olvidado el aniversario de bodas, saliendo casi siempre ileso de un posible drama matrimonial. No obstante aquella capacidad de persuasión heredada, sobre todo si se trataba de mujeres, parecía no funcionar hoy en día con su madre, quien, pese al entendimiento de la situación ya parecía haber tomado su decisión y, fiel a su naturaleza pretendía que aquella orden se acatara sin ni una clase de restricciones ya que su voluntad era un factor que ni Raúl ni su padre estando en vida, eran capaces de hacerla cambiar. Así y sin poder apelar a la compasión de su progenitora como último recurso, con dos semanas de tardanza el muchacho volvería a la escuela que lo había visto crecer para continuar con la normal vida de siempre.

Raúl asistía a un colegio particular de la ciudad. Siempre había estado allí y este era su primer año de secundaria. Por los pelos logró conseguir una vacante y claro que la antigüedad en el establecimiento fue el plus que le permitió conseguirla, sin mencionar el ostentoso pago por adelantado de las colegiaturas. Cecilia, su madre estuvo a punto de sufrir un infarto cuando supo la condición de la que gozaba su hijo, un alumno con pocas posibilidades de aspirar a un futuro prominente decían algunos; a él esos asuntos le tenían sin cuidado.

Los gritos en el aula de clases eran ensordecedores, los chicos corrían por el salón, gritando extasiados a la vista que ningún profesor interrumpiese la dicha que poseían en aquel momento; las niñas cuchicheaban atesoradas en los pupitres comentando aún sobre los chismes del verano que estaba a punto de culminar; tal vez sólo una persona se encontraba ausente de aquella escena; tenía los ojos sumergidos en un libro, era como si sólo su cuerpo estuviese allí porque el libro no era más que una simple careta. Así fue como lo percibió Raúl cuando entró por primera vez a aquella sala de clases y la vio, sin prestarle demasiada importancia a lo que había notado ya que habían cosas más importantes que hace en ese momento, como saludar a quienes se llamaban ser sus amigos. Luego de unos cuantos intercambios de palabras antes de que se instalara por completo, Raúl se percató de que el único puesto donde podría incorporarse era al lado de aquella niña; estaba claro que no sería una buena convivencia porque sin siquiera conocerla se había dado cuenta que no se trataba de alguien de sus intereses, no parecía ser de aquellas personas que encajaban. Tendría que conseguir cambiar de puesto con alguien, se repitió mentalmente un par de veces. Sin siquiera mirarla directamente se acercó y dejó sus cosas en el pupitre; la escuela era lo que menos le importaba en aquellos momentos y ciertamente, siempre había sido uno más del montón, su historial de pésimo comportamiento y su bajo estimulo de superación dejaban claro que él no era más que una causa perdida. Algo que no pensaba contradecir, por cierto.

Raúl no cruzó palabra alguna durante aquel día con la chica de baja estatura, piel blanquecina y de mirada perdida que ahora era su compañera de asiento; se enteraron de sus nombres por medio de la lista de asistencia que cada profesor hacía al comienzo de las clases y también supieron por medio de la vista que vivían algo cerca ya que bajaron en la misma estación del autobús cuando regresaban a casa, cada uno por su lado; no se conocieron literalmente hasta el día siguiente, porque él estaba muy ocupado haciendo reír a los demás y ella muy concentrada en no llamar la atención. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro