Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ONCE

El tiempo en general pudiera parecer que transcurre siempre en contra de lo que anhelamos. Mónica tras el primer año en la universidad habría deseado que cada día tuviese por lo menos doce horas más y así asegurarse de tener el tiempo necesario para todas y cada una de las cosas que eran parte hasta ese entonces en su vida y las que día a día se iban incorporando.

A veces, consideró que el hecho de conocer nuevas personas era una tarea considerablemente agotadora y abrumante, pero alucinadora y a pesar de que no se transformó en una persona popular consideraba que sus relaciones sociales no eran algo de lo que debiese preocuparse de más; tenía buen trato en general con sus compañeros de generación, dentro de ellos un par de amigas que destacar, pasaba bastante tiempo con Jaime en la medida que sus horarios y cargas académicas lo permitían y de vez en vez compartía con los amigos de él en la misma universidad o en el café y sobretodo, tenía a Raúl.

Siempre estaba Raúl.

—Creo recordar que dijiste que este año te relajarías más. Vivir la experiencia universitaria o algo así.

Raúl había ingresado en la cocina de la casa de Mónica aquella madrugada mientras ella ya iba por la mitad de su café, demasiado temprano según él considerando que aún no eran ni las 6 de la mañana del sábado. Como muchas otras cosas la escena solía repetirse cada semana, ambos trasnochados; ella por leer o estudiar y él por una noche diversión.

— ¿Quién dice que no lo hago? —respondió ella acercándole una taza con café caliente.

— ¿Te quedaste toda la noche leyendo? —preguntó al momento en que recaía en el grueso tomo a su lado en la mesa

—Para nada, me fui a la cama temprano.

—Este libro a penas lo comenzaste ayer —dijo él haciendo entender que no le creía nada señalando el marca páginas muy cerca del final del ejemplar.

—Leo 400 palabras por minuto —dijo ella como suficiente explicación.

—Como sea, a lo que quiero llegar es que no estás relajándote más que el año pasado. El hecho de que yo sí fuera a la fiesta de bienvenida y tú no, dice bastante. Y tal vez no te diste cuenta pero yo no soy precisamente un alumno matriculado.

—Podrías serlo si te lo propusieras. Creo recordar que tu año sabático sería sólo eso. Un año.

—No es el punto, Mónica.

—Por supuesto que no lo es, pero ¿quién en su sano juicio decide que estas fiestas se realicen después de tres meses de iniciado el semestre?, es una estupidez. Tengo exámenes dentro de dos semanas y cuatro ensayos que entregar. No tengo tiempo para fiestas. Y tú sigues teniendo demasiado tiempo libre. No puedes seguir colándote en la facultad sólo para conocer chicas.

—Y tú no puedes seguir tomando tantos cursos. Tu amiga bonita, la de cabello rizado ¿Francisca?, me ha dicho que tienes el doble de clases que un alumno promedio.

—Se llama Fernanda. Y eso no es cierto —la mirada acusadora de Raúl la penetró de tal forma que Mónica se exasperó — ¡Esta bien!, es cierto, tengo más materias de las que debería pero sabes que soy así, me interesa mi carrera académica. Es más, estoy considerando tomar una pasantía el mes siguiente, ¿Qué tiene eso de malo?

—Yo sólo digo que deberías relajarte un poco más.

— ¿Cómo tú, por ejemplo?

—Eso fue un golpe bajísimo —recriminó él —. Que sepas que me he conseguido un trabajo —agregó orgulloso. Mónica alzó una ceja incrédula y luego volvió a su libro buscando el lugar en el que se lo había dejado porque Raúl había quitado el marca páginas.

—Genial, al fin dejaras de vivir en mi sofá —murmuró con una pisca de sarcasmo.

—Que acida estás hoy —comentó Raúl divertido poniéndose de pie. No había nadie en la casa y afuera el sol matutino aun no comenzaba a alumbrar —. Vas a extrañarme —sentenció solemnemente — ¿Quién va a hacerte compañía en tus desayunos los sábados tan temprano?, ¿A quién vas a leerle en voz alta tus notas ahora? Yo estaré muy ocupado, bastante, la próxima semana comienzo la inducción. Es un trabajo muy importante, hasta me he comprado un traje. "Gris Marengo", lo último en tendencias.

— ¿"Gris Marengo"?, de dónde te has inventado eso. Además, no es como si entendieras algunas de mis notas. ¿Y qué trabajo tan importante es ese?

—Estas frente al nuevo empleado de Williams & Asociados —respondió con una enorme sonrisa, más orgulloso que antes. Mónica volvió a mirarlo incrédula esperando una aclaración —Abogados —explicó.

—Okey. Reconozco que es bastante impresionante. ¿Qué harás exactamente allí?, porque déjame decirlo y perdón, pero eres la persona con menos respeto por la ley que conozco.

—Deprimes la ocasión. Vamos a celebrarlo, esta noche, en el bar universitario de la gran avenida ¿Qué dices? Y no te atrevas a decir que no —dijo inquisitivamente con el índice levantado cuando Mónica había estado a punto de responder.

—Me has preguntado...

—Era una pregunta retórica. Te veré allí a las 8. Ve con Jaime, de seguro también le hace falta relajarse un poco. ¡Cielos! Definitivamente son tal para cual.

Cinco meses después, Mónica reconoció que las palabras de Raúl en parte no habían estado del todo equivocadas. El trabajo lo había consumido más de lo que él muy en broma había dicho y pensado, y era cierto que ella en varias ocasiones extrañaba que él estuviese por allí revoloteando a su alrededor en lo que siempre había considerado una pérdida de tiempo por parte de su amigo, pero no podía quejarse; Raúl se notaba feliz, agotado pero feliz.

El puesto como junior administrativo en la firma de abogados lo había convertido en un adulto joven independiente bastante rápido. La paga era muy buena, más de lo que jamás hubiera aspirado a su edad y si bien consideraba que su jefe lo explotaba bastante, según sus cálculos en un par de meses sus finanzas estarían tan bien que lograría un crédito bancario y compraría un coche. Mónica insistió en más de una ocasión que no debería despilfarrar el dinero de la forma en que lo hacía, porque Raúl solía alardear de ello invitándola a lugares costosos cuando se veían o comprando cada cosa que de pronto creía necesitar adquirir y que obviamente no necesitaba.

—Deberías ahorrar para un fondo universitario en vez de endeudarte con un banco los siguientes dos años por un coche.

—Tu estas muy endeudada pagando una carrera. ¿Cuál es la diferencia?

—Que yo tendré un título, por supuesto.

—Y yo un automóvil del año y el próximo año, tendré mi propio departamento. No necesito un título, lo sabes.

—No se trata de que no compres un vehículo, ni un departamento. Esas cosas son importantes, grandiosas, pero no estoy de acuerdo con que deposites todo tu futuro en un empleo en el que no podrás avanzar.

—Por qué eres tan melodramática. A penas llevo unos meses, no es como si de pronto estuviese esperando un ascenso. Aunque déjame decirte que le agrado bastante a mi jefe. Dice que le recuerdo a él en su juventud.

—No van a darte una oficina el día de mañana y asignarte casos. Necesitas ser abogado para ello. Deberías aprovechar el hecho de que tu jefe te tenga estima. Pídele ayuda y estudia Ciencias Jurídicas. Apreciaría la iniciativa, te lo aseguro.

— ¿Quieres que me convierta en abogado? —Preguntó exageradamente cómico — ¿Sabes todo lo que estudian esos sujetos?, no estoy dispuesto a tanto sacrificio si me lo preguntas. Estoy bien así, trabajo más de lo que quisiera pero la paga lo compensa y eso es todo lo que estoy dispuesto a sacrificar a mis veinte años, Mónica. Convertirme en estudiante no me permitiría hacer lo que hago ahora. Me preocuparé del futuro precisamente en el futuro.

—Supongo que no lograré hacerte recapacitar diciendo que el dinero no compra la felicidad...

—Y yo supongo que no es necesario que te diga que, al menos ayuda bastante. Vamos, te compraré ese libro que tanto observas si dejas de sermonearme.

Y luego, el tiempo pasaba sin mediar aviso y mientras Mónica seguía enfocándose en sus estudios y Raúl en su trabajo los días, las semanas y luego los meses parecían haber sido apenas un flash ante sus ojos.

A veces daba la impresión de que habían madurado demasiado a prisa o que de pronto se habían transformado en personas completamente distintas; al menos a simple vista. Esta nueva etapa se veía presente tal y como otras veces de esas significativas en sus vidas. No es que realmente alguno de los dos se hubiese puesto a analizarlo, porque simplemente el tiempo pasó y de pronto Raúl había dejado de holgazanear, de emborracharse a diestra y siniestra y hasta incluso alguien había osado a llamarlo "Más Aburrido" en una ocasión. Estaba claro que no era la primera vez que experimentaba un cambio de esa índole por supuesto, pero Mónica lograba percibir que en realidad su amigo esta vez estaba tomándose las cosas un poco más en serio de lo que el mismo asumía. Ella podía notarlo, Raúl estaba satisfecho con su empleo por el dinero, por su supuesta independencia o cualquier otra clase de motivo que él esgrimiera a fin de no responder con lo que tal vez era lo más relevante. Le gustaba.

La primera vez que Mónica visitó el lugar de trabajo de su amigo, ella en verdad no tenía mucho conocimiento sobre qué exactamente hacía éste. Ya casi estaba por cumplir un año desde su ingreso y hasta entonces Raúl siempre se había limitado a describir sus funciones como administrativas por eso, una vez allí, Mónica realmente se sorprendió. Su amigo tenía hasta su propia oficina, pequeña claro, y una montaña de carpetas y archivadores decoraban su gran escritorio. Si se lo preguntaban, ella sinceramente nunca había imaginado verlo en esa posición.

—¿Cómo me has encontrado? —preguntó Raúl cuando la vio en el umbral de la puerta. Mónica comenzó una rápida inspección visual mientras comenzaba a responder.

—Le he dicho a tu secretaria que era tu novia. Me miró bastante feo y luego me señaló la oficina, la chica bajita de ojos azules.

—Yo no tengo secretaria... Espera, ¿has dicho qué cosa?, genial ahora tendré que dar un montón de explicaciones— Mónica rio y tras descubrir el semblante frustrado de su amigo aventuró muy convencida de que él estaría coqueteando con la supuesta secretaria.

—No es para tanto, además me aburría esperándote en el vestíbulo.

—No es mi culpa que llegaras veinte minutos antes.

—Es mi cumpleaños y puedo hacer lo que quiera. Lo prometiste.

—Exacto, te dije que haríamos todo lo que tú quisieras el día de tu cumpleaños, el cual no es hoy, sino dentro de 2 días.

Mónica rodeó el escritorio simulando no haberlo escuchado, echó un rápido vistazo a los papeles a los que Raúl revisaba y en los que destacaba fechas y frases. Era cierto, su cumpleaños no sería hasta en dos días más pero ella no estaría en la ciudad para entonces.

—Fuiste tú quien llamó para que viniera. Supuse que celebraríamos ya que no podremos vernos el domingo. Hay una exhibición en el museo de artes que me gustaría visitar.

—Ni creas que ocuparé mi tarde de viernes libre para ir al museo. Tú quisiste ir de viaje romántico por tu cumpleaños con Jaime además, ¿no sabes que es de mala suerte celebrar anticipadamente? —. Raúl se levantó de su silla, tomó su chaqueta y se guardó rápidamente la cartera y un par de cosas más en los bolsillos. Luego salió de la oficina con Mónica siguiéndole los talones.

— ¿Entonces para que me hiciste venir?, dijiste que era importante, hasta falte a mis clases —. Mónica se detuvo junto a él cruzándose de brazos y haciendo un mohín con sus labios mientras aguardaban la llegada del elevador.

—Necesito que me acompañes a un sitio —explicó vagamente extendiéndole una carpeta con papeles dentro. Mónica le propinó una mirada sugerente exigiendo más información —. Te prometo que iremos y celebraremos tu cumpleaños después de que me acompañes, aunque ni sueñes con que iremos al museo.

— ¿Y a dónde iremos exactamente?, ¿qué es esto? —preguntó con la esperanza de resolver el misterio de una buena vez. Abrió la carpeta e inspeccionó los documentos. El timbre del ascensor sonó y las puertas se abrieron. Ambos ingresaron automáticamente. Dentro del sobre Mónica pudo observar fotografías de un departamento y otros documentos que parecían ser importantes porque tenían firmas y timbres.

—Hace algo de un mes comenzamos a asesorar a una corredora de propiedades —comenzó explicando él —. Tras la terminación y renovación de varios contratos inmobiliarios, me encargue de los contratos y escrituras de ventas de varias propiedades, ¿recuerdas que te dije que ganaría una bonificación extra este mes? —Mónica asintió —Bien, pues resulta que tras cerrar todos los contratos la semana pasada, nos dimos cuenta de que esta joya había quedado completamente disponible.

—Déjame averiguar. Este es el sitio al que iremos. ¿Específicamente para...?

—Su nuevo dueño se mudará hoy —completó sonriente Raúl.

— ¿Y qué pintas exactamente tú con la mudanza?

—Resulta ser que estas frente al nuevo dueño —. Dijo en el instante en que el ascensor abrió las puertas en la planta baja. Mónica parpadeó un par de veces antes de elucubrar alguna frase en respuesta mientras atinaba a salir con un par de tropezones del cubículo antes de que este volviese a cerrar las puertas. Raúl la miraba impaciente y divertido con una gran sonrisa en sus labios —. ¿No vas a decirme nada?

— ¿Te has comprado un departamento? —dijo ella al fin.

—Sí, es exactamente lo que acabo de decir

— ¿Y vas a mudarte allí, hoy?

—No es tu pregunta más inteligente, ciertamente. Por supuesto que voy a mudarme, para que iba a comprar un departamento si no.

Raúl siguió caminando por la calle con las manos en los bolsillos de su pantalón dispuesto a responder al bombardeo de preguntas que esperaba Mónica hiciera.

— ¿Y cómo vas a pagarlo? —continuó ella preguntando siguiéndole con cierta dificultad el paso acelerado.

—Esa sí es una buena pregunta —bromeó —. He de asumir que trabajaré prácticamente para pagar las cuotas del banco, pero mi jefe tras revisar los detalles conmigo esta mañana me alentó, demasiado diría yo, a cerrar el trato, dijo que no me preocupara por el dinero, así que supongo que dentro de no mucho tiempo me dará un aumento.

— ¿Supones?, eso es absurdo Raúl. —regañó poniéndose delante de él para frenarle el paso.

—Bah, ya te he dicho un millón de veces que le caigo muy bien. Me ha tomado bajo su protección. ¿Por qué crees que tengo esa oficina?

—Igual y es una oficina muy chica —replicó con burla —. De cualquier forma, te felicito. Es algo muy importante. Aunque reconozco que apresurado —. Habían retomado la marcha, esta vez mucho más despacio.

—Lo mismo dijo mi madre esta mañana cuando le conté... "muy apresurado", ¿cuál es la manía de todos en no permitirme ser alguien independiente de una vez por todas?

—Será porque no te sabes preparar ni un huevo.

—Muy chistosa. ¿Te digo una cosa?, ni siquiera creo que realmente le importe demasiado, pero como Pablo ha dicho que ha sido una decisión irresponsable, pues ya vez, ella se ha puesto de su parte.

El tono de voz de Raúl había cambiado por completo de forma bastante evidente. Mónica sabía que hablar de Pablo y su madre nunca era un buen tema y esta ocasión no iba a ser la excepción. Raúl sacó una caja de cigarrillos del interior de su chaqueta pero antes de que consiguiese encender uno, Mónica se lo quitó. Él sólo entorno los ojos.

—Por favor Raúl, es obvio que estás de una u otra forma siendo algo inmaduro, es decir, vas a mudarte hoy, ¿lo llevas planeando de hace algún tiempo siquiera? Porque no lo creo. ¿Cuándo lo decidiste?

—Entonces retrasar lo inevitable me haría ser alguien más maduro, según todos ustedes.

—Tan sólo digo que podrías haberla puesto sobre alerta; no puedes simplemente irte el mismo día que le sueltas la bomba. Si me lo preguntas, es obvio que te extrañará un montón, no creo que realmente este molesta.

—Si claro, como digas. Se molesta porque ya no puede controlarme la vida, ni ella ni Pablo.

—Como si Pablo en realidad alguna vez te hubiese intentado controlar. Es más, me atrevo a decir que en más de una ocasión ha abogado por ti.

—Tú sabes lo que yo pienso de él. Sobre todo ahora que mágicamente van a casarse, ¿no crees que es sospechoso? Justo ahora que después de tantos años al fin mi madre puede disponer del dinero que dejo mi padre.

—Pablo no necesita que tu madre lo mantenga, Raúl... ¿Te vas de casa porque tu madre ha aceptado casarse nuevamente?, sigues siendo un egoísta.

—Me voy porque quiero mi vida bajo mis reglas. Porque quiero y puedo. Y me gustaría que al menos tú estés feliz por mí.

—Está bien. No soy yo quien cree que todo esto es irresponsable, me alegro por ti de verdad, pero debes asumir que es algo preocupante ¿no?, ¿qué pasará si te quedas sin empleo?, cómo vas a cubrir los pagos... Tú mismo lo has dicho, prácticamente trabajarás para pagarlo. Vi los montos, la cuota es casi todo tu salario, cómo vas a cubrir los servicios...

—Demasiadas preguntas, Mónica.

—A las que, he de suponer, tienes respuestas.

—Tengo un plan, ¿de acuerdo? —Mónica intento otorgarle una mirada de profunda comprensión —. Tengo unos ahorros que me ayudarán a mantenerme estos meses hasta que consiga el ascenso, además, dentro de un año podré acceder al fideicomiso que me dejó mi padre y si nada de eso es suficiente, alquilaré una habitación. ¿Te dije que tenía tres habitaciones?, deberías venirte conmigo.

— ¿Ese es tu plan, rentarme la habitación a mí?

—Te haría un buen descuento —bromeó —, sólo porque no tiene elevador y está en el piso quinto.

—Supongo que los años de amistad no cuentan.

—Por supuesto que cuentan, te lo he ofrecido a ti antes que a nadie.

Mónica golpeó juguetonamente el brazo de su amigo. No es que ella tomara en serio la oferta de éste ni mucho menos que creyese que él hablaba en serio, pero en el fondo ambos sabían que bastaba una simple aceptación para que ese escenario futuro se volviese realidad. Sí, habían crecido y sus vidas adultas comenzaban a tomar formas y caminos diferentes; ya no hablaban tanto sobre sus tormentos o no al menos de forma directa, pero aun los conocían, aun se necesitaban.

Raúl no iba a decirle a su amiga que en algún punto la figura de su padre había vuelto a atormentarlo, sobre todo ahora que su madre se casaría por segunda vez. Tampoco iba a decirle que cuando había escuchado a su hermano llamar "papá" a Pablo aquello le había roto el corazón. No quería volver a sentir tanta ira y rabia porque se había acostumbrado a aquella especie de estabilidad en donde su perfecta vida familiar le traía sin cuidado y aun así, Mónica no necesitaba que él verbalizara todos esos temores, porque ella era capaz de intuirlos.

—En el fondo, sé que su padrastro le agrada. Y creo que ese es su mayor conflicto.

Mónica sostenía con firmeza el sobre con la misiva que Jaime le había entregado aquella noche. No había tenido que decirlo en voz alta porque Jaime inmediatamente supo que ella había entrado en un grave conflicto.

—Raúl jamás me ha parecido un sujeto tan sentimental, como tú sueles analizarle. Es intenso, sí. Pero quien no lo es a los veinte años.

—Te equivocas, él es alguien sumamente complejo, más que tú o yo. Su lucha con la memoria de su padre siempre le ha afectado mucho; intentó odiarlo por mucho tiempo, luego aceptar el hecho de que le extrañaba y ahora creo que, creo que siente que si acepta a Pablo le estará traicionando.

—Yo no soy bueno analizando a la gente, lo sabes— dijo Jaime en tono conciliador —. Pero no me parece justo que debas condicionar tu vida a los problemas no resueltos de tu amigo.

—Yo no estoy condicionando mi vida a la de Raúl —se excusó rápidamente Mónica —, es sólo que en este momento hay muchas cosas... Además tú también eres parte de toda la ecuación.

—Claro que soy parte de la ecuación, teníamos un plan. Ese sobre era nuestro plan. Nuestro futuro.

—Sí, tú lo has dicho. Un plan para el futuro. No puedes pedirme que abandone todo en cuatro meses. Además, esta no iba a ser la forma.

Se suponía que iba a ser un viaje tranquilo a la playa, sólo para los dos. Para celebrar sus veinte años, para disfrutar de un par de día solos en pareja. Mónica jamás pensó que de pronto aquel viaje se transformaría en un momento decisivo en su vida.

—Yo jamás te pediría que abandonases nada. Sólo quiero que persigas tus sueños con o sin mí. Alguien debe decírtelo, pero Raúl no forma parte de ese futuro.

—No puedo abandonarlo... No ahora.

—Tarde o temprano deberás tomar una decisión. Y no es que lo diga de la oca para afuera, pero tan solo quiero que sepas que yo seguiré a tu lado sea lo que sea que elijas.

Cuando Mónica optó contarle a Raúl que se marcharía en unos meses más del país, sentía miedo de que él no comprendiese; fue por lo mismo que trato de alargar más y más el encuentro aunque en realidad no tuviese mucho tiempo para ello. Cualquiera la llamaría melodramática pero estaba segura que su para los ojos de su amigo aquella noticia no resultaría en otra cosa que en una tragedia. ¿Cómo haría para que él simplemente entendiera? La pregunta no dejaba de dar vueltas en su cabeza una y otra vez.

Se encontraron tres días antes de navidad. Mónica guardaba la ilusión de que el ambiente festivo ayudara a que Raúl se tomara las cosas con calma. Escogió el café que estaba a dos calles de la universidad dónde solían quedar; un lugar público pero no tan concurrido. También esperó que la mesera bonita de la que Raúl estaba algo flechado trabajara aquella tarde.

—El asunto Raúl, es que me voy de viaje.

—Por eso sonabas tan rara en el teléfono. Déjame adivinar, te vas todo el verano con Jaime.

—No exactamente...

—Al menos dime que estarás aquí la primera semana de enero. Un colega me ha dicho que me dará pases vip para el festival musical del verano, ¿Te acuerdas que fuimos hace algunos años atrás?, en realidad no creo que recuerdes demasiado todo lo que pasó.

—Si lo dices porque nos liamos aquella vez, claro que lo recuerdo.

—Y después conociste a Jaime.

—Lo que estoy tratando de decirte es que este viaje, es algo realmente importante...

—Pareciera que estás pidiéndome permiso —dijo gracioso — ¿Cuándo se van?

—A principios de marzo...

— ¿Marzo? —Interrumpió — ¿qué pasa con la facultad?, y ¿a dónde van que necesitan planearlo con tanta anticipación? —consultó esta vez intrigado.

—Eso es de lo que quería hablarte.

Raúl por primera vez desde que había inciado la conversación prestó realmente atención a las palabras de su interlocutora. Por primera vez notó que Mónica se estaba mordiendo los labios y que su taza de café seguía intacta en frente de ella.

—¿Qué es exactamente lo que viniste a decirme?

—Me voy en tres meses a estudiar al extranjero —respondió al fin seriamente ella. Raúl casi se atraganta con el líquido recién ingerido y levantó la vista hacía ella confuso.

— ¿Cuánto tiempo? —Preguntó serio y firme. Mónica supo que entonces venía la peor parte de esa conversación.

—Bueno es relativo, depende de una serie de factores y primero...

—Cuanto tiempo, Mónica —Insistió tajante, molesto.

—Indefinidamente. Tres o cuatro años en un principio hasta que termine la carrera —Raúl tardó unos segundos en procesar esa información, jamás se había imaginado la vida sin Mónica y menos en un momento como aquel. Pasaron apenas unos segundos que fueron eternos para Mónica quien aguardaba nerviosa a una reacción de su interpelado.

— ¿Cómo que te vas por cuatro años? ¿Así tan de pronto? ¿Cuándo comenzaste a planear esto? —preguntó ya completamente exaltado y titubeante, sin poder elegir entre que pregunta hacer primero y cual después. Hacía menos de un mes ella le había recriminado por largarse de golpe de su casa y ahora ella hacía exactamente lo mismo, pero multiplicado por cien, según él.

—Fue todo demasiado repentino, Jaime me dio la noticia en mi cumpleaños; me entrego el sobre con la aceptación del programa y la beca...

— ¿Beca? ¿Solicitaste una beca?

—Sí, pero no se suponía que sería tan pronto. Se supone que nos iríamos en año y medio por lo bajo, pero al parecer alguien desertó y se abrió una plaza de último momento...

—Por supuesto, que suerte la de ustedes ¿no? —interrumpió Raúl escéptico. —solicitas una puta beca y resulta ser que mágicamente los aceptan de la noche a la mañana. ¿Hace cuánto estabas planeando irte con él?

—No lo estaba planeando, Raúl. Aplicamos al programa hace meses, tampoco es que esperábamos que resultara.

— ¿Y por qué mierda recién vienes a decírmelo? Te falto poco para que te largaras sin siquiera mencionarlo.

—Quise decírtelo a penas me enteré, pero es que...

— ¿¡Es que qué!? —volvió a interrumpir esta vez gritando sin escrúpulos. Su enfado era tal que la tasa de café se dio vuelta sobre la mesa; varias miradas curiosas se voltearon ante el tono exaltado del muchacho. La garganta de Mónica se comprimió y pensó que en cualquier momento se pondría a llorar.

—Tenía miedo de cómo reaccionaras, ¡como ahora! —dijo finalmente con angustia reprimida —, de que no me apoyaras y que terminara arrepintiéndome —agregó ya sin pelos en la lengua, tratando de hacer ver a Raúl que aquello no se trataba de él sino que de ella, del apoyo que esperaba sentir por parte de él aquel día.

—Si temes arrepentirte sólo significa que no estás lista, ¿Qué pasara con tu vida aquí?, no es llegar y comenzar una vida de cero, Mónica.

—No es justo que me hagas esto, no soy como tú. Tengo apenas veinte años Raúl, no puedo simplemente irme de casa y pretender que he alcanzado mis sueños —. Raúl saco de su bolsillo una caja de cigarrillos y se llevó uno a la boca, negaba con la cabeza tras cada palabra de Mónica como si ella estuviese diciendo algo absurdo. —Esto, es algo muy bueno para mí, para mi carrera. No lograré aquí todo lo que podría allá —. A Raúl le parecía insólito que ella pensase que no había logrado nada cuando él pensaba que simplemente lo había conseguido todo y que conseguiría mucho más y para ello no necesariamente tendría que marcharse a otro mundo, no al menos sin él. De pronto, un pensamiento invadió la mente de Raúl.

—Fue idea de él ¿no?, por supuesto que fue idea de él. Lo mencionó.

—De qué estás hablando, Raúl.

—Hace meses, durante la cena de graduación de Alejandro. Dijo que haría un postgrado fuera del país una vez que terminara de estudiar. Te vas porque quieres seguirle, maldita sea Mónica, ¿Y si fallas? ¿Vas a tirar todo lo que has logrado por la borda?, ¿sólo por seguirle a él?

—Jaime no irá conmigo —dijo tajante. Raúl volvió a centrar su vista en ella, más atónito que antes —. Sólo me han aceptado a mí —explicó. Mónica aguardó unos momentos a que algo ocurriese o simplemente a que él esbozase una respuesta, la que fuera, pero al ver que no la tendría sólo suspiró. — ¿¡Por qué simplemente no me dices que tú no quieres que me vaya!?

Raúl dudó una milésima de segundo antes de contestar.

—Porque si quisieras escuchar eso, me habrías incluido en esto antes de arreglar todo para irte. No habrías esperado sólo para contarme tu decisión.

Una daga había atravesado los corazones de ambos en aquel momento, la diferencia radicaba en que mientras Raúl se dividía entre el arrepentimiento y la convicción por haber dicho esa última recriminación, Mónica experimentaba una profunda decepción.

El orgullo también llegó a ambos inevitablemente. Para Raúl todo fue más rápido. Motivado por su ira y molestia, supo de inmediato que no podría decirle cuanto le dolía que se marchara; no quería aceptar que si ella se iba su vida se desmoronaría ni tampoco quería dejarse llevar por todo lo que su mente había comenzado a maquinar en las horas siguientes de dejar sola a Mónica en aquel catastrófico café. Repentinamente volvieron los recuerdos de sus más importantes momentos juntos, también los más insignificantes. De pronto su mente volvía a dejar salir aquellos sentimientos confusos donde no sabía cómo expresar lo que le ocurría cada vez que pensaba en ella, cada vez que la veía. No, él no quería lidiar con nada de eso porque hacía años que la había dejado marchar, hacía años que había dejado de tratar de averiguar qué significaba Mónica.

Hacía años había preferido mantenerla a su lado como su más fiel amiga en vez de perderla por un romance que no duraría. Porque ambos eran incompatibles, por mucho que se necesitasen.

No supo con exactitud qué tan entrada estaba la noche cuando llegó a su departamento. Había deambulado sin rumbo fijo hasta que notó que los cigarrillos se le habían acabado. Hubiese querido emborracharse hasta el punto de borrarse la mente al cien, sin embargo aquella noche Raúl perdió la conciencia en los brazos de su sofá tan sólo entre lágrimas. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro