capítulo 9
El día más bonito fue el que te pedí que seas mi novio, tú solo reíste y respondiste "Quería ser yo el que lo pregunte". Pero aún así aceptaste.
La felicidad que invadió mi cuerpo aquella vez fue sumamente gigantesca. Nunca había sentido tanto amor y emoción por algo, y mucho menos por alguien.
Pero ahí estabas tú.
Ambos reíamos por una misma causa mientras girabamos en la terraza del edificio donde vivíamos.
. . .
—Ven —tiré de su mano llevándolo a la entrada de mi departamento.
—¿A dónde vamos, lindo? —preguntó cuando salimos. Me aseguré de que haya cerrado correctamente y comencé a guiarlo a las escaleras.
—A qué carajos te importa, ¿Lo conoces? —rió. Sonreí. Sabía lo que iba a hacer y no estaba para nada arrepentido o con dudas, es más, estaba completamente seguro.
Para mí, mi vida había acabado aquel día en que conocí a Chris en la terraza. Desde ese día todo mi mundo dio un giro inesperado, ya no era ese chico débil, lleno de inseguridades, con problemas emocionales, ni nada de eso, no, yo era alguien nuevo, lo era desde que Chris llegó a mi vida. Él llegó con su alegría, con sus ganas de seguir adelante y se convirtió en mi luz, me dio motivos para seguir y me hizo ver el mundo de otro modo. Llegó cuando más lo necesitaba.
—Alto, alto, ¿La terraza? —preguntó cuando ya estábamos fuera, arriba de todo, en el lugar mencionado. Asentí varias veces—. Hey, ¿Qué piensas hacer? —dijo confundido y con temor en su voz.
Alcé mis brazos y los separé dejando que la brisa chocara contra mi cuerpo. Di una rápida mirada al cielo, estaba hermoso, el atardecer del momento era hermoso, el lugar era hermoso y lo que haría era hermoso. Todo estaba bien, la vida era hermosa aún con sus malas bajadas y así la veía gracias al tonto frente a mí.
—Aquí nos conocimos, ¿No es así? —caminaba hacia atrás. La brisa que me chocaba desde atrás despeinaba mi cabello haciendo que unos mechones taparan mi vista.
—Sí. Pero, Erick, ten cuidado —comenzó a caminar hasta a mí.
—Oh, tranquilo, no voy a tirarme —me encogí de hombros y tendí mis manos hacia él, una vez que las sujetó entrelacé nuestros dedos—. Aunque en realidad, sí iba a hacerlo, pero un idiota apareció en mi vida justo en ese momento, justo en el momento justo—sonreí y rompí nuestro agarre. Llevé mis manos a su rostro y acaricié sus mejillas—. Estoy completamente enamorado de ese idiota.
Su primera reacción fue sonreír y por un instante el mundo se paralizó y sólo fuimos nosotros dos en el mundo.
—Christopher... ¿Quiéres ser mi novio? —pregunté sin más rodeos.
—Quería ser yo el que lo pregunte —rió—. Sí, Erick, sí quiero —sonreí.
Me abrazó y me alzó para así comenzar a girar juntos. Este momento era muy cursi y cliché, sin embargo, ahora podía decir que lo cliché me gustaba, me encantaba ser así de meloso sólo si era con Christopher, porque para mí sólo era Chris o nadie más.
Al marearnos decidimos quedarnos quietos para recobrar el equilibrio. Cuando ya sentimos que estábamos bien rodeé su torso con mis piernas y su cuello con mis extremidades superiores dejando besos en su mejilla derecha.
Me separé para vivir una nueva experiencia, lo mejor es que sería con Christopher.
Lo miré en busca de su aprobación. El que asintiera me hizo sonreír. Había química entre nosotros.
Me acerqué hasta que mi nariz chocó con su mejilla y nuestros alientos chocaban.
Sonreímos sobre nuestros labios antes de dar paso a un beso, un beso completamente perfecto en todos sus aspectos aunque era mi primer beso. Mi torpeza por mi inexistente experiencia en esto ni siquiera importó, lo que sí importó fueron los sentimientos que dejamos expuestos en aquel beso. Ambos nos dimos cuenta de lo mismo;
Estábamos completamente enamorados.
. . .
Contigo fue mi primer beso y también serás con quien di el último, no pienso besar otros labios que no sean los tuyos, nadie se compara a ti, lo tengo muy claro.
—Te amo —susurré al aire, sólo para una persona.
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