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Cinco

Su corazón latía con fuerza, los nervios lo consumían. No estaba seguro de cómo iba a afrontar esa conversación, pero sabía que necesitaba respuestas, que la incertidumbre lo estaba desgarrando.

Cuando Rúben apareció, una sonrisa enorme se dibujó en su rostro al ver a Gavi.

El portugués lo miró con calidez, extendiendo los brazos para darle un abrazo, pero antes de que Gavi pudiera decir una palabra, o siquiera devolverle el gesto, todo sucedió demasiado rápido.

Un sonido seco y contundente llenó el aire.

Rúben retrocedió, tambaleándose, y Gavi quedó congelado en el lugar, viendo con incredulidad cómo Marc, con el rostro desfigurado por la furia, bajaba el puño.

Había golpeado a Rúben directamente en la mandíbula, sin una sola palabra de advertencia.

—¡Marc! —Gritó Gavi, pero sus palabras apenas salieron de su boca cuando sintió el agarre firme del Alfa en su brazo.

Sin darle tiempo para procesar lo que acababa de suceder, Marc lo arrastró fuera del hotel.

El aire frío de la calle golpeó a Gavi, pero ni siquiera eso logró calmar su mente desbordada por la confusión. No entendía nada.

¿Por qué Marc había golpeado a Rúben? ¿Por qué estaba tan furioso?

—¡Marc, espera! ¿Qué estás haciendo?—Exclamó Gavi, forcejeando para liberarse del apretón, pero la fuerza de Marc lo mantenía sujeto, firme, decidido.

—¡No puedes estar con él, Gavi!—Respondió Marc, su voz grave y cargada de ira contenida.

Gavi lo miró con incredulidad mientras lo seguía, su cuerpo siendo prácticamente arrastrado por la furia del Alfa.

¿De qué estaba hablando? ¿Por qué Marc reaccionaba así? Estaba tan confundido que ni siquiera sabía por dónde empezar.

—¿Qué? No... no entiendo.—Dijo Gavi, su voz sonando pequeña, insegura.

Marc se detuvo abruptamente en un callejón vacío, girando para mirarlo directamente a los ojos.

El fuego en su mirada hizo que el corazón de Gavi se encogiera. Estaba furioso, más furioso de lo que Gavi jamás lo había visto.

—¿No entiendes?—Espetó Marc, su mandíbula apretada.

—¿De verdad piensas que el cachorro que llevas es de Rúben?

Gavi sintió un frío repentino recorrer su espalda. ¿Cómo sabía lo de Rúben? ¿Y por qué estaba tan seguro de que no era del Alfa?

—No recuerdo lo que pasó esa noche, y… Solo sé que estuve con alguien, Rú..—

Marc rió, pero era una risa amarga, sin rastro de alegría.

—¿De verdad no lo recuerdas?—Preguntó, su voz ahora apenas un susurro, pero cargada de una intensidad que dejó a Gavi sin aliento.

—Yo estuve allí, Gavi. Fui yo quien te llevó a casa esa noche. Fui yo quien te reclamó.

Los ojos de Gavi se abrieron de par en par. Las palabras de Marc lo golpearon como una tormenta.

No podía ser. No podía ser que hubiera sido él. ¿Marc?

—No... —Susurró Gavi, retrocediendo un paso, negando con la cabeza.

Pero los recuerdos comenzaron a golpearlo como un torrente, y todo empezó a encajar, cada pieza del rompecabezas que había estado incompleto.

Las manos suaves, el aroma.

—Me llamaste a mí, borracho, llorando.—Continuó Marc, su voz más controlada ahora, pero aún con una sombra de furia.

—Me dijiste que lo sentías por molestarme, que harías lo que fuera para no amarme, para no hacerme la vida difícil. ¿Y sabes qué hice? Fui al bar a buscarte, porque sabía que no podías estar solo en ese estado.

Los recuerdos comenzaron a surgir en la mente de Gavi.

Fragmentos de esa noche, de haber llamado a Marc, de haberle pedido perdón, de decirle que quería dejar de amarlo para no ser una carga.

Lágrimas. Alcohol. Y entonces, Marc había ido por él.

—Fui al bar para llevarte a casa, estabas borracho, apenas podías mantenerte en pie.—Explicó Marc, sus ojos aún clavados en los de Gavi.

—Pero entonces vi algo que lo cambió todo.

Marc apretó los dientes, sus ojos oscureciéndose con el recuerdo. Su furia no era solo por lo que había visto, sino por lo que había despertado en él.

—¿Q-Qué viste? —Preguntó Gavi, su voz apenas un susurro. Tenía miedo de la respuesta.

—Vi a mi Omega con otro Alfa, vi a Rúben contigo, estaban bailando juntos, demasiado cerca. Y, Gavi… No pude soportarlo.—Gruñó Marc, su tono cargado de posesión.

—Y todo lo que había intentado enterrar, todo lo que había tratado de negar, despertó en ese momento. Te llevé a casa, Gavi, pero tú… tú no dejabas de rogarme que no te dejara. Y no pude resistirlo.

La realidad de sus palabras cayó sobre Gavi como una tonelada de ladrillos.

La confusión se mezclaban en su mente, pero lo más impactante era la verdad que Marc acababa de confesar.

Esa noche, no había sido cualquier Alfa. Había sido Marc. El Alfa al que había amado durante tanto tiempo, y el mismo Alfa que había rechazado todo lo que implicaba un vínculo con un Omega.

Marc se acercó más a él, su mirada intensa y penetrante.

—Fuiste mío esa noche, Gavi.—Dijo Marc en un tono bajo, pero que resonó como una verdad innegable.

—Y el cachorro que llevas dentro es mío. No de Rúben, no de ningún otro. Mío.

Gavi se quedó paralizado, las palabras de Marc repitiéndose una y otra vez en su cabeza.

—Marc… —Murmuró Gavi, su voz temblando, pero no encontró más palabras que decir.

Marc dio un paso hacia él, y aunque aún estaba lleno de rabia, su tono ahora era más suave, casi dolido.

—Sé que no lo recuerdas todo, pero quiero que lo entiendas ahora, Gavi. Eres mío. Y siempre lo has sido, incluso cuando traté de negarlo.

Gavi sintió un nudo en la garganta, y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos.

Todo lo que había sentido durante tanto tiempo, todo el dolor, el amor no correspondido, la confusión, ahora estaba frente a él, encarnado en el hombre que siempre había deseado, pero que nunca había creído que podría tener.

—No sabía… no sabía que eras tú —confesó Gavi, su voz rota.

Marc lo miró, su expresión suavizándose un poco.

—Lo sé.—Respondió con un suspiro.

—Pero ahora lo sabes. Y no dejaré que huyas de esto, Gavi. No dejaré que huyas de mí.

La intensidad de las palabras de Marc dejó a Gavi sin aliento.

Su mundo había cambiado por completo, y ahora estaba de pie frente al Alfa que siempre había querido, pero que ahora parecía más decidido que nunca a reclamar lo que siempre había sido suyo.

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