Silencio. Es lo único que Rocio había recibido de Ferrán desde que habían subido a la habitación que iban a compartir, pues, al declararles a todos su nuevo estado, ya no tenía sentido el estar en dos dormitorios separados.
- Lo siento, Ferrán, de verdad que lo siento.
Rocío se llevó las manos a la cara y las apartó segundos después, mordiendo sus labios. El chico estaba sentado en la cama con ambas manos a los lados de su cuerpo mirando a la morena que se deshacía en miles y miles de disculpas con él.
- Es que no he podido evitarlo, Ferrán. A mi me ha puesto cara de asco, pero a ti, parecía que quería follarte ahí mismo, en la entrada... y te miraba con una prepotencia...
La morena apretó sus labios mirándolo. Esperaba alguna reacción por su parte. Algún grito de Ferrán. Que estuviera enfadado, que le reprochara su actitud. Pero, no recibió nada de él.
- Di algo, Ferrán, joder, que ya me siento bastante mal para que encima tú no me hables.
El chico curvó su boca en una amplia sonrisa y echó atrás su cabeza unos segundos. Al volver a su posición natural, miró a Rocío aún con esa sonrisa.
- No me importa lo que le has dicho, Rocío, es más, te doy las gracias porque has conseguido quitármela de encima -le confesó él sin mostrarse enfadado o molesto por su acción.
- Entonces, ¿no estás enfadado?
Rocío siguió mordiendo sus labios y se acercó a él hasta sentarse a su lado en la cama. Ferrán negó con su cabeza dejándola a ella más tranquila.
- Tengo que admitir, que me has dejado sorprendido, Rocío, pero, has sido rápida de reflejos -se carcajeó Ferrán al recordar la cara que puso su ex al enterarse de su nueva relación.
- Bueno si, supongo que por eso no me ha quedado ni una en la puta carrera, por mi agilidad mental.
- Ahora tendremos que parecer que somos novios -le sugirió Ferrán esta vez mostrándole una pícara sonrisa.
- Lo sé -le dijo ella suspirando de nuevo- acabo de meterte en un lío enorme.
- ¡Que no, tonta! -Ferrán pasó uno de sus brazos por el hombro de Rocío y la atrajo hacia su pecho- ¡y lo bien que nos lo vamos a pasar!
- Bueno, por lo menos lo intentaremos...por cierto, una cosa muy importante.
- Dime.
- ¿Cómo quieres que te llame? ¿Gordi? ¿Neni? ¿Osito?
Rocío empezó a reírse a carcajadas y acabó apoyando su cabeza en el hombro de Ferrán. Ese gesto a él lo desarmó por completo, pues, era signo de que entre ellos aún había más confianza.
- Ferranito, Ferri o Ferr no, que lo odio, y Torres tampoco, que es muy evidente. Yo a ti te voy a llamar princesa.
- Ay, no, ¡es horrible, Ferrán!
- ¿Y nena, te gusta? -la voz con la que él pronunció esa palabra produjo en Rocío un ligero espasmo en su vientre. Fue como una caricia que invadió todos sus sentidos y que aceleró los latidos de su corazón- si que te gusta, si.
- ¿Cómo lo sabes?
- Por la cara que has puesto. Estás como un tomate, nena -se burló él de ella.
- Pues ya se me ocurrirá algo contigo, y los besos, sin lengua ¿vale?
- ¿No me digas que va a haber besos?
Ferrán la separó de sus hombros y se hizo el sorprendido. Ella le dio un ligero codazo en las costillas y volvió de nuevo a poner su cabeza en el mismo sitio de su cuerpo.
- Me rogarás que te meta la lengua -le dijo Ferrán haciéndole cosquillas en el cuello donde había puesto sus dedos
- Mientras sólo sea la lengua.
- Tu novia está tardando en bajar -le dijo su amigo Nico mientras miraba el reloj de su muñeca.
- A lo mejor es que no tiene nada que ponerse -replicó Rosalía con una mueca de fastidio- si lleváis poco tiempo lo mismo no está acostumbrada a codearse con gente como nosotros.
- Tan pesada como tú, desde luego que no -le respondió Ferrán alejándose de ella.
- ¿Cuánto lleváis juntos? -siguió preguntándole la rubia de bote y largas uñas postizas.
- Lo suficiente para saber que le gusta que le den caña en la cama -la voz de Rocío retumbó en la entrada de la casa a la vez que bajaba las escaleras.
Ferrán no pudo ocultar su sonrisa de satisfacción al escucharla hablar así. Ladeó su cabeza así como el resto de su cuerpo para poder recibirla cuando bajara las escaleras y lo que vio hizo que todo su cuerpo sufriera un pequeño terremoto.
La malagueña llevaba una falda blanca suelta que le llegaba a mitad del muslo. A un lado, una raja que dejaba entrever una lujuriosa pierna coronada por una sandalia plateada de alto tacón a juego con su compañera del otro pie. Un top color gris perla, de tirantes y con un profundo escote, terminaba el look. Su pelo, suelto y rizado terminaba de rematar los pensamientos, para mayores de 18, de Ferrán.
Se acercó a ella y no se lo pensó. Puso su mano en su cintura atrayéndola hacia él. Rozó su boca unos segundos ante el desconcierto de Rocío, la cual supo disimular bien delante de los demás espectadores.
- Estás preciosa, nena -Ferrán acercó su boca al oído hablándole en apenas un susurro. Ella se agarró a uno de sus hombros y dejó que él besara su cuello.
- ¿Esto es parte de nuestro show? -le preguntó ella con la voz entrecortada, pues esos par de besos le habían removido las mariposas de su estómago.
- ¿Qué show, nena?
Rocío se separó de Ferrán y lo que vio en sus ojos la desconcertó. Su mirada no era burlona ni disimulada. Era una mirada de deseo, la que das a alguien a quien le tienes muchas ganas. Que así era como se sentían ellos dos.
Ferrán deslizó una de sus manos por su desnudo antebrazo consiguiendo que su piel se pusiera de gallina. Sus dedos buscaron los de Rocío, y cuando al fin la tuvo cogida de su mano, se giraron para encarar a los espectadores que esperaban impacientes para poder irse a cenar.
- Cuando queráis, nos vamos -les dijo Rosalía incapaz de aguantar como su ex le babeaba a su nueva novia, a la cual, odiaba desde el mismo instante que la vio.
Salieron ambos agarrados, siguiendo al resto de los chicos. Fuera, unos coches los esperaban para llevarlos a la zona de más glamour de Ibiza. Ferrán y Rocío iban sentados en la parte de atrás de uno de ellos, siendo Nico y otro chico cuyo nombre no recordaba, el resto de los ocupantes.
Ferrán iba en una de las ventanillas teniendo a Rocío a su lado. No le llamaba la atención el paisaje de luces que había fuera. El verdadero espectáculo tenía una de sus piernas pegadas a él. Su mano pasó por sus hombros acariciando el izquierdo a la vez que Rocío ladeaba su cabeza para mirar a Ferrán y perderse ambos en esa mirada.
- Se te cae la baba mirándome -le dio Rocío acercando su boca a su oído.
- Es que me ha dejado sorprendido, la niña buena. Te repito que estás preciosa.
Rocío sintió como el rubor se instalaba en sus mejillas y se mordió el labio inferior incapaz de apartar su mirada de la de Ferrán.
- Estoy harta de ser la niña buena.
- Pues no lo seas esta noche. Aunque te lo advierto, las maldades, las haces conmigo.
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