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8. La invitación

Rocío estaba sentada en una de las sillas que el abuelo Andrés tenia en su porche. En vano había intentado comunicarse con su abuela, y ella, había apagado su teléfono, igual que estaba el de su acompañante. 

- ¡Muy fuerte me parece! Lo dejo todo para seguirla y ella me abandona a las primeras de cambio por un tío. Joder, ni que fuera una adolescente -protestó Rocio cada vez más enfadada con su abuela, a quien al parecer, le había dado igual todo desde que se encontró con Andrés. 

Ferrán río al ver a la morena tan sumamente enfadada. Y pensó que estaba adorable con las mejillas encendidas y ese gesto tan adusto en su cara. 

- ¿Y tú de qué te ríes? ¿es que no te molesta lo que ha hecho tu abuelo? -le preguntó ella fulminándolo con su mirada.

- Para nada. Y ojalá lo esté pasando bien con tu abuela...ya me entiendes.

Rocío abrió sus ojos muy sorprendida y sintió de nuevo el rubor en su cara. Pensar que su abuela Julieta estuviera haciendo "eso"...bueno, pues si lo hacía, bien por ella. Por lo menos que una de las dos se llevara un buen recuerdo del viaje. 

- Pues a ver que hago yo ahora, Ferrán. Que lo mismo a mi abuela le da por estar desaparecida hasta que terminen mis vacaciones. Y no puedo volver a casa y decirle a mi padre que la he perdido.

- No se lo digas -le dijo él encogiendo sus hombros- han dicho que se cogerían unos días, haz tu lo mismo.

- ¡Si claro! Y me voy, ¿dónde? -Ferrán la miró y una idea le pasó por la cabeza. Era la solución perfecta. Hacer algo que no le apetecía, con alguien que si quería. 

- Vente conmigo a Ibiza, Rocío -le propuso él de forma inesperada. 

- ¿A Ibiza? ¿Y qué se me ha perdido a mi allí? -le preguntó ella bastante confundida.

- Unos amigos de Barcelona, han organizado un viaje. De hecho, hoy ya están allí. Y a mi no me apetecía ir.

- ¿Y ahora si te apetece?

- Es que va a estar allí  mi ex, y no quiero ir solo -le confesó él apretando sus labios pues las perspectivas de reencontrarse con Rosalía no eran muy agradables. 

- ¿Y pretendes meterme a mi en la boca del lobo? 

- Si.

Rocío miró a Ferrán y soltó una carcajada nerviosa. Desde luego que él no tenía problemas en decirle la verdad de lo que quería.

- Yo te invito, Rocío. A todo. Tú di que si y nos vamos unos días. Te olvidas de todo, de tu abuela, de tus padres, de la carrera...

- Si como idea no es mala, Ferrán. Pero, qué le vas a decir a tus amigos? hola, os traigo a mi nueva amiga que posiblemente sea la nieta del rollo de mi abuelo...un poco fuerte, ¿no?

- Es que yo no tengo porqué darles explicaciones a nadie, Rocío. Anda, di que si y esta noche estamos en Ibiza.

Rocío se quedó pensativa unos segundos. No tenía más opciones. Entre pasar el resto de los días en el hotel hasta que su abuela se dignara en aparecer, e irse de marcha a Ibiza con un chico guapo, la decisión estaba bastante clara.

- Obviamos lo de nuestros abuelos y voy contigo, Ferrán -acabó ella por decirle para alegría del joven futbolista. 

- Hecho.

- Espero no arrepentirme -sus palabras hicieron que Ferrán la mirara y que una pequeña sonrisa algo traviesa, incluso, se formara en sus labios. 

- Ya haré yo que no te arrepientas.

A Ibiza llegaron a las 9.30  de la noche. Cogieron un taxi en el mismo aeropuerto y Ferrán se encargó de decirle a sus amigos que iba de  camino, y acompañado. Multitud de mensajes inundaron su móvil deseando saber quien era  su acompañante, pero él, los ignoró todos. 

- ¿Algunos de tus amigos son futbolistas también? -le preguntó Rocío apartando la vista de la ventanilla para centrarse en mirarlo a él.

- Si, un par. Pedri y Nico.

- Como si me dices Epi y Blas -le respondió ella riéndose- ¿juegan contigo?

- Si que lo hacen, si. A Pedri lo conozco de la selección. Hemos coincido en las categorías inferiores, y el año pasado estuvimos juntos en la Eurocopa. A Nico lo he conocido esta temporada.

- ¿La Eurocopa es lo que juegan las selecciones de cada país cada cuatro años?

- Eso es.

Rocío asintió satisfecha. En el avión le había pedido a Ferrán que le diera  un curso acelerado de fútbol para no parecer una idiota delante de sus amigos. El chico se había divertido mucho explicándole ciertas facetas del deporte rey, las cuales la morena, pilló a la primera. 

- Oye, que gracias por venir conmigo, Rocío, no te puedes imaginar el favor tan grande que me estás haciendo -el chico le dio una genuina y dulce sonrisa que ella le correspondió de igual manera.

- Pienso cobrarme el favor a base de cócteles, y quiero ir a Usuaya como la gente pija -le pidió ella con un tono de voz algo burlón. 

-Eso está hecho, morena.

Ferrán le guiñó un ojo a Rocío haciendo que ella tuviera que desviar la mirada de nuevo a la ventanilla.  No quería admitirlo, pero, Ferrán la ponía nerviosa, muy nerviosa. Hacía mucho tiempo que ese revoloteo en el estómago a consecuencia de un chico, no lo tenía, y ahora, lo estaba sufriendo con más fuerza. 

Minutos después llegaron a la casa que sus amigos habían reservado en Ibiza. Al estar en el grupo 3 futbolistas famosos, no podían permitirse el lujo de ir a un hotel y que todos los fans los asediaran durante esos días de vacaciones. Por ello habían decidido alquilar esta casa de lujo, que contaba con cocinero y servicio de limpieza propio. 

Se bajaron del taxi, y después de que Ferrán le pagara al conductor, cada uno de ellos cogió su maleta dirigiéndose hacia la entrada de la casa. Antes de tocar al timbre, Rocío cogió aire con fuerza arrepintiéndose de estar ahí, después de ver la fachada de la casa. 

- No estés nerviosa, Rocío, mis amigos son buena gente, si no lo fueran no te habría traído.

Ella asintió y una pequeña sonrisa tranquilizadora, se instaló en su cara. Esperaron unos segundos más y la puerta fue abierta por uno de los miembros de la casa. Un chico moreno, un poco más joven que Ferrán fue el que los recibió. Al valenciano le dio una amable sonrisa, y a ella la evaluó de arriba a abajo durante unos segundos, aprobándola al instante. 

- ¿Te queda mucho o nos dejas entrar? -le dijo Ferrán chasqueando su lengua. No le había pasado desapercibida la larga mirada que Pedri le dio a Rocío,  y eso le mosqueó en cierta medida.

- Si, perdona, tío.

Pedri les abrió la puerta y ellos entraron dejando sus maletas en la entrada. El valenciano y el canario se fundieron en un abrazo charlando un poco de sus últimos días. 

- Esta es Rocío -dijo Ferrán presentándole a la chica. Ambos se saludaron con dos breves besos, volviendo ella de nuevo al lado del valenciano.

-  Encantada -dijo ella aún cohibida por su presencia aquí.

- Igualmente.  No teníamos ni idea de que fueras a venir acompañado, Ferrán -le dijo Pedri fijándose de nuevo en la morena- nos has sorprendido mucho.

- Bueno, ella es la razón por la que no pensaba venir, pero al final, lo hemos hablado, y aquí estamos -le contestó Ferrán con ironía pues aún sus amigos pensaban que él seguía enamorado de Rosalía por el simple hecho de que fuera ella quien lo dejara. 

Unos pasos dirigiéndose al salón, dejaron al Pedri sin la oportunidad de preguntarles más cosas a la pareja. Llegaron un par de amigos más, y Ferrán se los presentó a Rocío, la cual los saludaba de manera educada, notándose que aún ella se sentía algo cortada en su presencia. 

Minutos después, las voces de bienvenida se callaron para recibir a una rubia que, con un escueto bikini blanco de tanga brasileña, hacía acto de presencia donde se encontraban los demás. Miró a Ferrán, con esa mirada de prepotencia y lascivia que seguía teniendo. Agitó su larga melena y alzó su barbilla mirando a su ex-novio. 

- Ferrán, me alegro de verte -le saludó ella ignorando a la morena que lo acompañaba, y si, sacando pecho para que él posara sus ojos en ellos, algo que Ferrán no hizo. 

- Me gustaría decir lo mismo, Rosalía, pero se me da muy mal mentir -le contestó él forzando esta sonrisa irónica que su ex tanto detestaba. 

Varias carcajadas salieron de la garganta de algunas de las figuras masculinas que contemplaban la escena del reencuentro de los que fueran pareja hasta hacía solo medio año. La rubia apretó sus dientes y enfocó su mirada en la chica morena que lo acompañaba, la cual estaba demasiado pegada para su gusto a Ferrán. 

- ¿Y tú eres? -le preguntó Rosalía con altivez.

Rocio miró a la chica, viendo en ella tanta arrogancia que las palabras salieron de su boca, sin poder pensarlas ni detenerlas. 

- Soy Rocío, la novia de Ferrán.

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