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●Epílogo●

┌─── ∘°◈°∘ ───┐

FINAL

└─── °∘◈∘° ───┘

Elsa Menzel Pov

—Gracias por su atención.

Me levanté de mi silla y tomé la chaqueta de mi traje que me fue extendida, por el gerente, al darle fin a lo empezado. La reunión de ese día había sido bastante favorable después de las preguntas sin fin que hicieron de mi vida personal. Aunque eso no estaba en el tema y motivo del día de hoy, hablaron de que tenían derechos o, mejor dicho, todos tenían el derecho de saber por qué había abandonado la mansión Arendelle, mas sin embargo tuve que ponerlos en sus lugares ante su ridícula disputa.

—Han llegado —avisó uno de los guardias que cuidaban la puerta.

«La seguridad de mi padre... es obsoleta», pensé. Le asentí y me aproximé a la entrada principal para recibirlas.

Rapunzel: ¡Esto es una maravilla!

Ariel: ¡Me siento como una princesa!

Aladdín: ¡Miren eso! —exclamó y señaló el piano de cuerda.

—Sera mejor que no te acerques a él —advertí llamando su atención.

Todas voltearon a verme y la primera en acercarse con el ceño fruncido fue Tiana.

Tiana: Estaba preocupada —dijo—. Después de que colapsaste no contestabas mis mensajes y no quería que fuera a verte.

Elevé una ceja mirándola con seriedad.

—Necesitaba aclarar mis pensamientos antes de dirigirme a ustedes otra vez. Lamento haberte molestado, Tiana.

Ella me miró sorprendida, pero no duró mucho con esa expresión y volvió a retomar la previa.

Tiana: No molestaste nunca, Elsa.

—Causé problemas al final —dije cambiando mi semblante a uno de arrepentimiento—. No quise...

Tiana: No quisiste —me interrumpió—. Sé lo que vas a decir y sabes lo que te diré, ¿no es así?

Negué con la cabeza.

Tiana: No me importa si eres una Menzel o Arendelle. Sigues siendo la Elsa que conocí, ¿no? —Mis labios permanecieron sellados.

Mérida: Ella tiene razón. Por mi parte si me encuentro un poco molesta.

Bella: Admito que me tomaste por sorpresa, pero no estoy enojada contigo, Elsa. Sabía que ocultabas algo. Bueno, Tiana sabía que escondías algo. —Ella rio— Sera mejor que dejes de actuar de esa manera y le digas tus sospechas.

Miré a Tiana de nuevo. Ella suspiró resignada.

Tiana: Notaba cada una de tus reacciones cuando el nombre "Agnarr Arendelle" se presentaba en las noticias o nuestras amigas simplemente lo decían por las cosas que está elaborando actualmente en su negocio. Sin embargo no dije nada. Estaba esperando a que me lo dijeras por tu cuenta, pero parece que eso nunca iba a suceder, ¿o me equivoco?

Bajé la mirada y nuevamente negué con la cabeza.

Aladdín: ¿Por qué escapaste? —dijo y lo volteé a ver.

—Es una larga y triste historia. Prefiero no contarla.

«Anna...» Su nombre apareció como un destello en mi mente.

—¿Anna no viene con ustedes? —pregunté repentinamente tomándolas por sorpresa otra vez.

Rapunzel, Mérida, Ariel y Bella, levantaron una ceja. Tiana exhaló con suavidad.

Tiana: ¿Crees que venga?

Arrugué mi entrecejo.

—No lo creo. Estoy segura.

Aladdín: ¿Y si no es así?

—Entonces, no tendré otra alternativa que escoger a unas de las candidatas que Agnarr ha conseguido para mí.

Bella: ¿En serio quieres hacer eso? Quiero decir: eres muy joven aún.

Ariel: Bella tiene razón. No te veo con las capacidades de criar a un niño o niña, Elsa.

Suspiré sutilmente.

—Yo tampoco, pero estoy segura de que seré mejor que Agnarr en ese sentido. Es repentino —recordé—, pero aun así... quiero cumplirlo. Quiero cumplir con la última petición de mi padre —dije con seguridad.

Ellas me miraron inseguras.

—Entonces —dijo una voz que reconocí de inmediato provocando que volteara a verla con impresión—. ¿Por dónde comenzamos? —«Anna...»— Estoy dentro —aseguró con su ceño fruncido.

Una sonrisa se dibujó en mis labios y un pequeño brillo iluminó mis ojos.

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Primer mes

"Anna no quiere verme, pero me he asegurado de que tenga lo necesario mientras me encargo de buscar a alguien para que tome mi puesto", escribí en un cuaderno, para después mirar la puerta de la habitación donde se encontraba la susodicha. «La fecundación in vitro fue un éxito», pensé recordando como me había puesto cuando los exámenes me fueron entregados.

En todo ese tiempo que pasó no había visto a Agnarr ni una sola vez. Él se hallaba en su cuarto siendo monitoreado y cuidado por un enfermero. Su estado no era crítico, pero a veces sufría de algunas contracciones creadas por su propio cuerpo; sin embargo aún se mantenía con vida y por lo que me habían informado la mayor parte del tiempo se encontraba leyendo un libro o viendo la televisión.

Ese día sabía que era el comienzo de algo nuevo. No solamente sería madre dentro de unos meses, sino que también pensaba en algunos planes para conquistar a la persona que había aceptado el trato propuesto.

Anna tendría todo el dinero que quisiese para cumplir sus sueños. Simplemente... debía tenerlo. No sabía aun si era niño o niña, pero mi cuerpo temblaba y mi corazón palpitaba con rapidez. Estaba aterrada de la idea de cuidar de alguien que no tenía la más mínima idea de lo que pronto le rodearía. Sin embargo... estaba segura de que no cometería el mismo error que Agnarr.

Yo... no seguiría sus pasos. Las cosas iban a cambiar ahora que las tenía en mis manos.

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Tercer mes

"Los cambios de humor de Anna están empeorando y aun no me permite verla". Después de todo ese tiempo, Anna no quería verme. Eso me causaba un sentimiento de tristeza, pero, lastimosamente no podía hacer nada al respecto. «Reglas...» Anna había puesto unas reglas muy claras que debía seguirlas al pie de la letra.

Si ella no me dejaba verla, entonces obedecería.

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Cuarto mes

"He estado preparándome para este momento, pero ahora no me encuentro segura de lo que hare." Tenía una rosa en mis inquietas manos y mi mirada estaba pegada a la puerta de la habitación. Fruncí levemente el ceño y tomé varias bocanadas de aire para calmar mi nerviosismo. «Tú puedes», me alenté.

En el tiempo que trascurrió, Anna, no había abandonado mis pensamientos. Cada vez me gustaba y me enamoraba más de ella sin necesidad de verla o comunicarme o escucharla. Recibía muy mínima información de parte de la sirvienta. Lo único que me decía era que "la señorita" se hallaba en buen estado.

Eso no me bastaba, sin embargo me debía conformar; no obstante parecía que por fin mi deseo de verla y conocerla más se había cumplido.

Miré la rosa, la guardé en la chaqueta de mi traje e ingresé con los nervios aun altos. Enseguida cuando mis ojos se acostumbraron a la luz de la habitación, se deslumbraron ante la belleza de la mujer de cabello pelirrojo, que tenía una camisa suelta blanca y pantalones de tela azules; su vientre no se veía con claridad debido a su vestimenta. En otras palabras, aparentaba no tenerlo; pero en mi consciencia sabía que un pequeño ser humano se estaba formando lentamente.

Eso, me causó un poco de extrañes. La idea de que sería madre aun no me gustaba, pero había estado tomando los estudios necesarios para criar correctamente a esa pequeña u pequeño que me tendría como progenitora.

—Gracias —dije interrumpiendo su lectura. Ella no respondió y no levantó la mirada para verme—. No había podido agradecerte...

—De nada —me interrumpió y cerró su libro—. Toma asiento, por favor. Tenemos que hablar.

Asentí un poco tímida y me senté en la silla que estaba en frente.

—Te ves...

—Ahórrate las ofensas —dijo de manera cansada.

«¿Qué?»

—No. Yo. Creo que... No, creo no —corregí—. Yo pienso que... te ves... bien —acoté con una sonrisa nerviosa.

Anna levantó una ceja y suspiró.

—Gracias. Yendo al grano, tuve una conversación reciente por llamada con mi padre. Como supondrás las cosas no salieron bien y otra vez... acabamos lastimándonos.

«Oh...»

—Quiero que hagas algo —continuó—. Él tiene algunos problemas económicos. —Elevé una ceja imaginando por donde iría— Bueno, en realidad se ha metido en una deuda grande o, como le dirías, "mala deuda". Ahora... no puede costearla y se encuentra frustrado porque amenazan con quitarle algunos bienes.

—¿Ese fue el motivo de su pelea?

Anna asintió.

—Me pidió ayuda, pero aun... falta —dijo refiriéndose a los meses restante del embarazo—. En resumen, me dijo algunas palabras que omitiré. Se molestó al decirle cuando obtendría el dinero y... Bueno, ya te podrás imaginar el sobresalto que tuvo.

Mantuve mis manos en mis piernas y la miré con preocupación.

—Anna, puedo hacer que su deuda desaparezca, pero no creo que eso arregle el problema.

Ella arqueó confusa una ceja. Suspiré preparándome para una mejor explicación.

—Las personas que no tienen control de su flujo de efectivo o no llevan un presupuesto de sus gastos, siempre aspirarán a más y más dinero creyendo que tener más desaparecerán sus preocupaciones. En este caso, no quiero sonar mal, pero es probable que tu padre se aproveche de la situación en la que te encuentras por su desesperación económica. Y no me gustaría que agarres estrés, ansiedad e insomnio por esas cosas. —Extendí mi mano posicionándola encima de la suya. Su tacto me creó un pequeño cosquilleo en mi pecho bastante agradable y, sorprendentemente ella no la apartó— Pero si eso deseas o piensas que hará que estes tranquila, entonces me encargare.

Alejé mi mano y despojé del bolsillo interior de mi chaqueta la rosa. Seguidamente la abandoné frente a su libro y me puse de pies.

—¿Te vas? —preguntó ocasionando que la viera con extrañes.

—Yo... ¿Sí? ¿No? Creí que... eso era... ¿Quieres que me quede?

La expresión de Anna me daba una respuesta negativa, pero después de cambiarla a una más tranquila me hizo dudar un poco.

—¿Tienes cosas que hacer? —preguntó abriendo el libro.

—No.

—Entonces vuelve a tomar asiento, por favor.

La observé desde arriba sintiéndome más tímida que cuando había entrado. Obedecí y miré con atención sus acciones sutiles.

—¿Cómo vas con tu negocio?

—¿Mi negocio?

—Era de Agnarr, ahora es tuyo.

«Es cierto.»

—Bueno...

La charla en ese día se extendió hasta el anochecer.

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Sexto mes

—¿Sólo has estado leyendo eso?

—¿A qué te refieres con eso?

—Anna, es bueno que tengas el conocimiento de cómo funciona el cuerpo de los animales y que tipo de enfermedades pueden llegar a tener y como puedes llegar a sanarlos. Puedo estar segura de que serás una buena doctora, pero... ¿Conoces las reglas fundamentales de cómo manejar un negocio? Hablo del sistema que lo constituirá.

—Te escucho —dijo con una sonrisa cerrando su libro.

—¿No quieres leer algo de mercadeo de redes? —propuse—. Después de todo serás la dueña —le recordé.

—¿Qué libro me recomiendas primero?

—Tengo algunos donde puedes comenzar, pero luego estaría bien tener un instructor para que puedas hacerles las preguntas de las dudas que, posiblemente, tendrás al acabar —comenté sonriéndole igualmente.

Anna asintió.

—¿No quieres salir? —le consulté de repente.

—Me encuentro bien.

—¿Segura?

—Has tenido mucho tiempo libre últimamente —dijo cambiando el tema—. ¿Puedo saber a qué se debe?

—He conseguido a alguien capacitado para dirigir la empresa sin necesidad de que me encuentre en ella. Aprovecho para estudiar sobre... Bueno, eso —dije refiriéndome a lo que se desarrolla en su vientre.

Ella se ruborizo sutilmente.

—Un niño —soltó recordando los exámenes previos que se realizaron.

Me sentí nerviosa de repente. Casi nunca hablábamos de ese tema y la mayoría del tiempo parecía que lo evitábamos; evitábamos algo que se encontraba frente a nuestros ojos. Sin embargo cierta felicidad se creó en mi interior al recordar esas pequeñas imaginaciones que tenía en las noches.

«Un niño...» Me sorprendí cuando lo supe, ya que en mis pensamientos más me inclinaba de que fuera una niña. No obstante, ese hecho no me decepcionó y mis deseos de verlo incrementaron consciente e inconscientemente. Y como acto instintivo, llevé mi mano derecha a mi pecho sintiendo los latidos sutiles de mi corazón.

Anna lo notó, pero no dijo nada al respecto.

—¿Cómo vas con los cursos online? —pregunté con suavidad.

—Algunas cosas no las entiendo, pero estoy en proceso. Esa información nueva de finanzas o emprendimiento es nuevo para mí. Lo mío es la más la química.

Sonreí y recosté mi espalda en el suave sofá. El día era maravilloso, pero encontrarme encerrada otra vez en la casa que consideraba un infierno, causaba que mis días fueran un total agobio. Lo único que me relajaba era hablar con Anna. No obstante había estado planeando algo desde hace ya tiempo.

—Compraré una casa —solté repentinamente.

—¿Por qué no me sorprende? —dijo con diversión.

La miré desconcertada.

—Era obvio, Elsa. Estas bajo el techo de donde provinieron los traumas que aun conservas, e incluyendo la persona que causó la gran mayoría. Estaba esperando a que lo dijeras o, mejor dicho, a que te decidieras. ¿Has hablado con él? —consultó tomando una de las galletas situadas en un plato de vidrio blanco que contenía más tipos de dulces.

Negué la cabeza. No quería hablar con Agnarr.

—No quiero recordártelo, pero él fallecerá dentro de unos meses. Quieras o no, sigue siendo tu padre y estás haciendo esto por él.

—Que este en proceso de perdonarlo, no significa que lo traté como tal —dije recordándole la última charla que había tenido con ella sobre ese tema.

Estaba tomando un procedimiento para disculparlo de todo lo que había hecho, sin embargo eso que hacía era para que mi mente estuviera en paz. En otras palabras, lo hacía por mí; para mejorar mi estado emocional y mental.

—Lo sé, pero, ¿No hay algo que desees hacer o decirle antes de que sea tarde y te arrepientas?

Pensé en sus palabras e instintivamente agaché la cabeza buscando muy profundamente dentro de mis pensamientos alguna respuesta. «¿Hay algo de lo que me arrepienta?», me dije y mi pecho reaccionó apretándose ligeramente. «Sí. Lo hay», aseguré.

Levanté la vista y asentí ligeramente. Ella me regaló una sonrisa sutil.

—Espero no sea tarde.

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Octavo mes

«¿Que fueron esas palabras?». Estaba desesperada y con mi mejilla izquierda roja. Anna me había abofeteado, pero impulsivamente expresándose de manera... no amigable, ni suavemente.

Me encontraba en el nuevo hogar que compré con algunas sirvientas nuevas que la atenderían si llegara a tener algún dolor o molestar o antojo. Sin embargo una de ellas me coqueteó descaradamente frente a Anna, y yo... había correspondido, pero en broma; no obstante Anna se lo había tomado muy personal.

¿Lo había arruinado? Sí. Sin embargo cada vez que intentaba dar un paso con ella, me hacía retroceder uno más. No sentía que avanzara, pero con lo sucedido hace aproximadamente treinta minutos las cosas... parecían haber cambiado.

Anna estaba celosa. «¿Cómo se calma a una mujer celosa y embarazada?», me cuestioné y, lastimosamente no tuve una respuesta. Suspiré con un poco de cansancio y restregué mi mano en el rostro de manera frustrante. Seguidamente luego de tranquilizar mis confundidos pensamientos y llegar a una conclusión de lo que haría, caminé hacia su nueva habitación y toqué dos veces la puerta.

En el primer toque nadie respondió; y en el segundo la que me atendió fue la misma persona que me dijo que, me veía muy bien con traje, pero que me vería aún mejor sin él.

Parpadeé confusa y ella me sonrió.

—La señorita Anna, no desea verla.

Fruncí el ceño ante esas palabras. «Lo siento, Anna, romperé una de tus reglas.»

—Con permiso —dije pasando a su lado—. Retírese, por favor —pedí sin verla.

Cuando la puerta se cerró a mis espaldas me acerqué a donde se hallaba una persona acostada en la cama.

—Si sigues acercándote tendrás la mejilla derecha igual que la otra —amenazó.

Me detuve.

—¿Puedes explicarme el motivo de tu arrebato?

Ella se giró y se sentó en la cama.

—No me hables así —dijo refiriéndose a la formalidad con la que me había dirigido.

Elevé una ceja y dibujé en mi rostro una expresión de desconcierto.

—¿Lo siento? —solté dudosa.

Anna imitó mi primera acción y cruzó sus brazos encima de su vientre.

—¿En serio lo sientes? —preguntó y di otro paso que fue detenido por una seña de alto que hizo con su mano derecha.

—Sí. ¿Tu lamentas haberme golpeado?

—Un poco.

«Eso no es suficiente.»

—¿Debo pensar que tu impulso de celos se debe a las emociones descontroladas debido al embarazo?

—Tal vez. Y no fueron celos.

—¿Ah no? —solté confusa—. Entonces... ¿Por qué?

—¿Por qué?

Arrugué el entrecejo.

—¿Por qué me golpeaste?

—Oh... Estaba molesta.

—¿Y eso no son celos?

—No.

«Si, claro.» Me acerqué decidida a ponerle final a lo empezado previamente.

—Detente —ordenó, pero no obedecí y con delicadeza tomé sus manos mientras mis ojos buscaban los que me intentaban evitar.

Anna no quería verme. Sin embargo, gracias a que me encontraba cerca noté un leve sonrojo en sus pecosas mejillas que hicieron que retrocediera un poco dándole su espacio.

—Debemos hablar —dije.

—No hay nada de qué hablar —contestó.

—Anna...

—Estoy aquí por compromiso, ¿lo olvidas?

Inhalé sutilmente y exhalé pesadamente. Sus palabras provocaron que mi corazón se afligiera un poco, pero no dejaría que eso tomara nuevamente control de mis decisiones y emociones. Necesitaba respuesta y no acciones sutiles que me creaban ilusiones, para después ser tiradas.

—¿Así es como te sientes?

—¿De qué otra manera debería sentirme? —contratacó mirándome al fin.

—¿Amada...? —murmuré con duda.

Ella levantó una ceja.

—¿Amada? —repitió con un poco de burla—. ¿Tú me amas?

Asentí sin quitar mi mirada de sus ojos. Esa acción de mi parte hizo que sus mejillas volvieran a sonrojarse, pero esta vez se tornaron de un rojo intenso.

—Desde la primera vez que lo dije —acoté, recordando el momento en que lo había dicho.

"Creo... que me he enamorado de ti", esas palabras resonaron en mi cabeza e imploraba que resonaran también en la de Anna.

—Deja de ser orgullosa contigo misma y permítete ser feliz —solté sutilmente y volví a acercarme. Tomé sus manos y deposité un pequeño beso en las dos, para luego colocarlas en mi rostro. Anna se extrañó de mis acciones y yo le sonreí—. Me quieres —dije—. ¿O no me quieres? —concluí con un tono agudo que la hizo reír ligeramente.

Me alejé sonrojada de la vergüenza por haber hecho algo como eso, pero no me arrepentía.

—¿Quieres ser mi novia? —le pregunté con cierta emoción reflejada en mis ojos.

—Espera un momento. No vayamos tan rápido.

«¿Tan rápido?». Literalmente, ella se encontraba embarazada de mí.

—Aún recuerdo lo que hiciste. Y lo que me hiciste sentir. Si quieres tener algo conmigo, entonces... prefiero comenzar desde cero.

«¿Desde cero?»

—¿A qué te refieres...?

—Salgamos primero. Y si las cosas van bien, en ese caso, podríamos formalizarlo. Recuerda, yo salí con Elson, no con Elsa.

Tragué pesado mirándola con sorpresa. Tenía razón. Y tomando en cuenta sus palabras, ella... me estaba dando otra oportunidad. Mi cuerpo se puso ansioso de repente y mis manos comenzaron a temblar ligeramente. Mi corazón que palpitaba con rapidez era una clara señal de lo feliz y emocionada que me sentía.

—¿Puedo besarte? —le pregunté imprevistamente con un poco de agitación y con un brillo esperanzador en mis ojos.

Anna se sonrojo hasta las orejas y frunció su ceño.

—No.

Me reí y bajé la cabeza para contener esos impulsos de afecto y tacto que imploraba mi cuerpo. «Otra oportunidad...», pensé con felicidad. «Esta vez... hare las cosas correctamente». Yo... pondría todo mi esfuerzo para conseguir lo que más deseaba.

El corazón de Anna.

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—Buenas tardes, Agnarr —saludé encontrándome frente a él.

Él dejó su libro y lentes a un lado, para luego verme y sonreírme cansadamente.

—Buenas tardes, Elsa.

—¿Cómo te encuentras?

—Cada vez peor —contestó con sinceridad—. ¿Ha nacido? —preguntó con ilusión.

—Sí. Es un niño —respondí seriamente.

—¿Puedo verlo cuando este más tranquilo?

Asentí en afirmación y él sonrió más, pero con esfuerzo.

—Lo cumpliste.

Elevé una ceja.

—Cumpliste mi última petición.

—Aun no —le recordé—, necesitas verlo.

—No especifiqué que debía verlo, pero anhelo hacerlo. Quiero conocer al siguiente Arendelle. ¿Qué nombre le has puesto?

—Dennis. Anna y yo decidimos ponerle Dennis. Dennis Arendelle Leil —aclaré.

—Leil... —Él rio ligeramente y con esfuerzo debido a su mal estar—. ¿Las cosas van bien con Anna?

—Estamos saliendo.

—Me alegro saberlo. Felicidades. —Rio nuevamente y negó con la cabeza— Aun recuerdo cuando me informaron de tu nuevo aspecto masculino. ¿A qué se debía?

Me sobresalté levemente y lo miré con sutil sorpresa, sin embargo mi expresión volvió a estar neutra en segundos.

—Una apuesta que perdí. Supongo que puedes idealizarte el final.

Agnarr asintió.

—¿Cómo se sintió?

Suspiré levemente.

—No vine a hablar de eso.

—Cierto. Lo siento. Pensé que podrías contarme tu experiencia en la vida laboral y... en tu vida personal.

—Lo sabes. Has estado espiándome y tus informantes son muy buenos en su trabajo.

—Lamento eso, pero no podía dejarte.

—¿En serio? —pregunté con ironía.

Él frunció levemente el ceño.

—Siempre estuve con ustedes, pero eso no es excusa como para no encontrarme físicamente cuando más me necesitabas. Lo veo ahora, sin embargo no puedo volver el tiempo atrás y remediar las cosas. Me merezco todo lo que hiciste, hasta más. No he sido un buen padre para ti, pero estoy seguro de que podrás serlo para él.

—¿Qué hacías mientras mi madre estaba agonizando?

—Atendiendo asuntos de la empresa. Como sabrás, planeo expandirme. Espero que sigas esos planes, pero si aun piensas en venderla... Queda a tu decisión, Elsa.

«Aunque digas eso no quita la mirada adolorida de tu rostro», pensé. Agnarr había intentado ocultar el dolor expresado que le causaron esa vez mis palabras. Lo malo, era que no lo ocultaba perfectamente. Además, de que se reflejaba en sus ojos.

—¿Cómo te sentiste cuando murió?

—Lloré todas las noches con una foto de ella en mis manos. Luego supe de las cartas que hizo para ti, y también... me dejó una a mí que me ayudó, pero... que no pude cumplir. Ella quería que te cuidara y te prestara la atención que mereces, puesto que sabía que sufrirías con su perdida. Lamento no poder cumplirlo.

—¿Por qué?

Agnarr me miró confundido.

—¿Por qué no pudiste? ¿Qué te impedía hacerlo aparte de la empresa?

—Tenía miedo. No era bueno cuidando de alguien más. Quiero decir. —Él rio nuevamente de manera forzosa— Mírame. Mi estado es lamentable. No pude cuidar de mí mismo. ¿Y cómo podría cuidar de ti? No quería tampoco que vieras ese lado deprimido que escondía, ya que sólo con verte me causabas mucho remordimiento, que tenía siempre un nudo en la garganta. —Agnarr me miró y sonrió tenuemente— Te pareces mucho a ella. Y sé que tampoco es una excusa; y no tienes por qué entenderme.

—¿Deseas decir algo más?

—Siempre las quise —continuó—. Siempre estuvieron en mi corazón y en mis pensamientos. Habían ocasiones en donde imaginaba que, al volver a casa, después de acabar con el viaje que estaba realizando, ser recibido por ustedes. Ver las sonrisas en sus rostros me daban unas ganas de abrazarlas y nunca soltarlas. Quería quedarme a su lado, pero... era tan terco y egoísta con el proyecto en donde había invertido todo mi tiempo que... las dejé. Trabajé desde la juventud —Hizo una pequeña pausa— ¿Lo sabías?

Asentí ligeramente.

—¿Y eso fue más importante?

—Algunas personas tienen muchas prioridades. Como dije anteriormente, no espero que lo comprendas.

—Podrías explicarte mejor.

Él negó con la cabeza.

—Lo entenderás cuando llegues a más allá de mi edad, porque en la que estoy aún no he llegado al año que es considerado como la sabiduría plena; y por el camino donde vas te tomara más tiempo para llegar a entenderlo.

Nuevamente asentí.

—¿No vas a preguntar que decían mis cartas?

—¿Porque he de hacerlo? Conocía a tu madre y sé con exactitud lo que te ha escrito. Era amorosa y cariñosa. Eras su preciado tesoro. Y después de que me separara y te tuviese fuiste lo que más amó. —Suspiró— Espero que en la otra vida pueda ser un mejor esposo.

Crucé mis brazos y lo miré con atención.

—El collar...

—El de delfín —me interrumpió—. Era un regalo de tu madre. Y veo que lo llevas contigo.

Instintivamente llevé una de mis manos para tomar el dije con delicadeza.

—Me arrepiento de habértelo devuelto.

—Creíste que había sido de mi parte. No es tu culpa.

—Padre... —llamé llenando mis pulmones de aire—. Te quise y aun te quiero. El cariño que siento por ti es porque eras lo único que tenía en mi vida. Sin embargo... conocí a nuevas personas. Tiana, Rapunzel, Mérida, Aladdín, Bella y Ariel —mencioné recordándolas a cada una—. Ellas se convirtieron en mi nueva familia; en mi soporte por si algo me sucedía. Aun no me encuentro plenamente agradecida por haberme traído a esta vida simplemente para sufrir por la muerte de mi madre y por tu abandono. Pero... he conocido a una persona que me ha ayudado a empezar a valorarme y apreciar mejor lo que me rodea. Entonces... gracias y no gracias por haberme planeado.

—La vida está llena de maravillas. Lastimosamente no pude aprovecharlas o apreciarlas como se debían, no obstante espero que puedas hacerlo por ti misma.

—Mi vida estará vacía por cierto tiempo por el hoyo que dejaras en ella, pero estoy segura de que mi hijo lo llenará, mas sin embargo no deseo que el cargue con mis emociones. Trabajaré y seré la mejor versión de mí misma.

—¿Estamos recitando un poema o algo? —consultó con diversión, pero su sonrisa ceso después de unos segundos. Su mirada se posó atentamente a la mía—. Es momento de que avances, Elsa. Vive y aprende. Crea y consigue. Ama y desea. De eso se trata la vida. ¿Quieres algo? No te rindas hasta obtenerlo: porque de nada sirve si sólo sueñas con ello; de nada sirve imaginar un futuro próspero si no haces nada en el presente para que así sea. —Agnarr rio tenuemente— Eres una Arendelle y no te dejaras doblegar por nadie. Ni por la vida misma. Has sobrevivo a peores situaciones y tu espíritu poco a poco se fortalece. Espero... No. Anhelo que esas personas que has conocí estén siempre a tu disposición, y tu estes para ellos.

«Así será.», pensé regalándole una leve sonrisa. «Así será...»

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Tres años después

Ingresé en una clínica acompañada de una personilla que sujetaba mi mano con alegría, mientras que con la otra tenía un pequeño obsequio. Sonreí ante lo tierno que me parecía. Él tenía el cabello albino, ojos verdosos y los rasgos fasciales parecidos a los míos que lo hacían bastante atrayente para su poca edad.

Caminé hacia la recepcionista y me avisó enseguida de que la doctora se encontraba con un paciente canino en ese momento. Asentí agradecida y esperé en una de las sillas con mi hijo en mi regazo.

—¿Quieres un jugo o agua?

—Ninguno —dijo observando el regalo en sus pequeñas manos—. ¿Demorara?

—No lo creo.

Pasaron aproximadamente diez minutos y unos pasos se escucharon acercándose. Dennis la miró al instante cuando se mostró en una reluciente bata blanca y vestimenta común. Y enseguida se bajó de mis piernas para ir a recibirla.

—Mamá —llamó tratando de no levantar mucho la voz.

—Pero que tenemos aquí... —murmuró juguetona para luego levantarlo y cargarlo en sus brazos.

—No pudo esperar —dije aproximándome a ellos.

—Me di cuenta.

Se suponía que la vería dentro de dos semanas, pero mi hijo no quería esperar tanto.

—¿No tenías un viaje? —me consultó mirándome con una ceja levantada mientras que Dennis estaba acurrucado en su cuello.

—Lo pospuse.

Anna arrugó levemente su entrecejo.

—Es la tercera vez. No puedes ser tan descortés y dejar a las personas plantadas.

—Nunca te he dejado plantada a ti, ¿o sí? —le pregunté con diversión.

Ella se sonrojó sutilmente y una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Nunca —recalcó y aseguró.

—Te traje algo —dijo Dennis.

—¿En serio? —le contestó y tomó la pequeña caja—. ¿Lo forraste tu?

Él asintió tímidamente. La cajita no estaba bien decorada, pero se veía el intento de hacerlo lo mejor posible.

—Esta hermoso, cariño. Seguro que a la próxima lo harás mejor.

«Cariño...» Cada vez que Anna decía aquella corta palabra me recordaba a como mi madre se dirigía a mí. Era tierno. Demasiado tierno para mi corazón.

—Entonces... ¿Aun sigues siendo hetero? —le pregunté de manera juguetona.

—En realidad nunca lo fui —dijo creándome sorpresa. Ella se rio por mi reacción—. Siempre he sido bisexual, pero jamás había salido con chicas antes; sin embargo eso no significa que no me hayan atraído algunas —concluyó, para luego guiñarme el ojo derecho y darse la vuelta.

Vi cómo se alejaba lentamente con Dennis aun en sus brazos. «Bisexual...», recordé. Me reí al recordar como sus amigas me habían dicho que era heterosexual; y como me lo había creído por cierto tiempo.

Sin embargo, debía admitir que por primera vez... me sentía completa.

Tenía un hijo, a las personas que conocí en el comienzo de mi nueva vida y a una mujer... orgullosa y misteriosa. No podía pedir más. No quería pedir más. Lo que tenía era más que suficiente y me sentía bastante conforme.

Cerré mis ojos e imaginé a las dos personas que probablemente me estaban cuidando... donde sea que se encontraban. Sonreí y lentamente abrí mis parpados.

«Gracias...» 

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▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

Fin.

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¿Final largo? Sí. Los últimos tres capítulos de esta historia sobrepasaron su limite de 2 mil palabras, ya que necesitaba aclarar ciertas cosas y hacer que el tiempo no pasara tan rápido.

Primero que todo quiero agradecerles por haber llegado hasta aquí y apoyar esta primera historia que hago de este Ship: Elsanna. Espero les haya gustado tanto como a mi me gusto escribirla. 

Recuerden que esta historia no acaba completamente aquí, en su PDF posee el Extra donde se nos narra por medio de Anna, su pasado. Tiene dos finales alternativos, un especial y los datos de la historia, más unas palabras de su desarrollo. 

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