❰9❱─•❥
┌─────── ∘°◈°∘ ───────┐
PREGUNTAS SIN RESPUESTAS
└─────── °∘◈∘° ───────┘
Elsa Menzel Pov
Me sentía demasiada nerviosa al rememorar que tenía que comenzar y seguir una conversación. No era muy buena en eso cuando se trataba de "coquetear" con esa persona, pero... «No puede ser tan difícil, ¿verdad?». Suspiré resignada con mi mirada en el espejo. «Por supuesto que lo será».
Estaba segura que en algún punto lo arruinaría y quedaría como una idiota, o mejor dicho "como un idiota". Era la primera vez que tendría una charla más casual con Anna, y no podía echarla a perder; sin embargo, era Elsa, Elsa Menzel, conocida por mis amigas como la peor chica en captar indirectas o decir cumplidos a una persona sin sonrojarme o ponerme más nerviosa de lo que estuviera en ese momento.
—Lo harás bien —consoló Tiana, apretando mis hombros.
—Aún me sorprende como esta peluca puede parecer tan real —solté, desviando un poco el tema.
Tiana rio y la observó.
—A mi también me sorprende, pero mira el lado positivo: tienes "cabello real" —dijo con obvio sarcasmo haciendo comillas con sus dedos.
Suspiré nuevamente y volteé a verla con una expresión que demostraba clara inseguridad.
—Sabes que si lo arruino no habrá otra oportunidad para seguir con el plan —le recordé, sintiendo un peso de responsabilidad sobre mis hombros, provocando que me sintiera también un poco agobiada; hacía mucho tiempo no me sentía de esa manera.
Tiana me sonrió y acarició ligeramente mis brazos de arriba a abajo.
—Sé que, si cometes un error podrás remediarlo al instante, aunque eso implique trabarte al hablar más de tres veces.
Sonreí y negué con la cabeza.
—Esto me recuerda lo que pasaste con Honeymaren y Bella —dijo.
Mi sonrisa desapareció y una de mis cejas se arqueó.
—No me ponía nerviosa con Honeymaren. —Le recordé—. Ella no me gustaba y no estoy diciendo que Anna me guste, simplemente no soy muy buena en eso de "enamorar" a una chica.
Tiana levantó esta vez una de sus cejas.
—¿Estás bromeando? ¿cierto?
—¿A qué parte te refieres? —consulté estando un poco perdida.
—Elsa, estabas enamorada de Honeymaren —soltó de manera segura, como afirmando algo sin preguntar—. O bueno, lo estabas de manera inconsciente —siguió, para después agarrar la camisa que habíamos escogido juntas para ese día—. Nunca te diste cuenta —concluyó.
Parpadeé confusa, no sintiéndome... muy segura de esas palabras. «¿Yo, enamorada de Honeymaren?». Quería decir, si me sentía atraída hacia ella por el simple hecho de que le gustaba y la idea me ilusionaba un poco, pero, ¿Enamorada? No lo creía.
Tiana se rio una vez más, burlándose de mi expresión confusa.
—No me digas que nunca te diste cuenta.
Una vez más, no respondí.
—¿Es enserio? —preguntó con asombro—. Vaya... sí que eres distraída con tus sentimientos. —Tiana, me entregó la camisa— Literalmente se comían con los ojos. Ella te amaba, Elsa. Y tú... estabas igualmente de encantada de tenerla a tu lado, pero sucedió... eso. Al menos estás más consciente de ellos ahora, ¿verdad?
—Eso creo... —susurré colocando una mano en mi pecho.
No sabía exactamente que pensar al respecto. Tiana se veía muy segura de sus palabras, pero por mi parte no recordaba haberme sentido de esa manera. Sin embargo, me puse a rememorar más profundamente esos momentos a lado de Honeymaren, descubriendo cómo me sentía con su compañía. «Estaba feliz. Me sentía verdaderamente feliz».
Ahora me preguntaba... «¿Por qué tuviste que irte?». Claramente en este momento no sentía felicidad; no sentía nada. La tristeza había desaparecido y simplemente un sentimiento nostálgico era lo que me invadía. No obstante, no podía seguir pensando en esas cosas y andar cuestionándome la misma pregunta una y otra vez; no serviría de nada que lo hiciera.
Mi madre una vez me dijo que, siempre había que mirar hacia delante, nunca hacia atrás. Claro... era difícil cumplirlo ahora cuando ella ya no se encontraba a mi lado y admitía que estaba algo traumada con todo lo que me había sucedido en esos trece años. Además, de que aún deseaba... volver al pasado donde ella me tenía en sus brazos.
—Elsa, Elsa, ¿Elsa? ¡Elsa!
Me sobresalté ante el grito y la miré con sorpresa.
—¿Estás bien? Te quedaste perdida por... mucho tiempo. No te has puesto la camisa y vas a llegar tarde a tu cita.
«¿Cita?».
—No es una cita —aclaré, frunciendo ligeramente el ceño y colocándome la prenda.
—Puedes verlo como quieras, pero para mí esto. —Mostró mi celular con la conversación abierta de Anna—. Es una cita.
«¿No es considerado una cita cuando ella tiene pareja? ¿verdad? Que confuso». Suspiré y agarré mi celular.
—Está bien, será mejor que me vaya.
—¿No pensaras ir en tu carro? ¿verdad? —cuestionó mirándome con burla.
—¿Quieres que tome el autobús?
«¿Por qué debería?», me pregunté confusa.
—Sí. Recuerda. —Me señaló de arriba a abajo—. En cubierto.
Puse los ojos en blanco no conformé con la idea de agarrar un transporte público, aunque lo había hecho muchas veces en mis años universitarios, pero ahora tenía un auto y me había acostumbrado a andar en él. Suspiré una vez más y di un leve asentimiento.
El "plan bien planificado" empezando a cansarme cada vez más.
.
.
.
«¿Cómo debo hablarle? ¿Qué debo decirle en primer lugar? Tontas preguntas». No había necesidad de hacerlas después de que tuviera una charla con Tiana respecto a las cosas primordiales que debería hacer en esas "cita".
Me encontraba observándola dentro del restaurante hace unos cinco minutos y no tenía los ovarios necesarios para entrar y empezar una conversación "normal". Estaba nerviosa. Demasiada nerviosa y ni siquiera sentía algo por ella. Me imaginaba en esa misma situación, pero con un sentimiento romántico.
Era probable que no entrara si fuera así. O posiblemente lo hiciera con confianza.
—Vamos, tú puedes —me dije a mi misma para animarme.
En el momento de ingresar mi corazón latió con mucha prisa y odiaba que reaccionara de esa manera. No me gustaba sentir que estuviera a punto de tener un infarto o algo parecido. Inhalé y exhalé una dos veces disimuladamente. Caminé hacia la mesa donde se encontraba Anna demostrando "seguridad". Una vez que llegué, apoyé una de mis manos en la silla y le sonreí.
—Lamento llegar tarde.
Ella se sobresaltó y me miró con sorpresa. Reaccioné con una leve risa y proseguí a tomar asiento en la silla de enfrente.
—Lo siento —continué—, espero no hayas tenido que esperar mucho.
—No... Yo... acabo de llegar.
«Mentira». Había estado aproximadamente cinco minutos observándola, aunque no podía asegurar realmente cuanto tiempo había estado esperándome.
—¿Cómo te encuentras?
Coloqué mis manos en la mesa y le sonreí dulcemente, ganándome un sutil sonrojo de su parte. «Esta chica, se sonroja con facilidad. Eso es dulce».
—Estoy... un poco mejor ahora.
—¿Te sentías mal? —consulté con leve preocupación.
Aunque eso no debería importarme; tampoco debería ponerle atención a ese tipo de cosas, pero si quería conocerla bien debía hacer ese tipo de preguntas. Me costaba admitir que sentía cierta curiosidad por su vida, y que deseaba conocer cada detalle como fuera posible. Tal vez era el orgullo de haber pensado con anterioridad que no me interesaba absolutamente nada de ella.
—Un poco... —murmuró, desviando la mirada—. ¿Y tú? —preguntó mirándome de reojo.
La observé con sorpresa, no esperando que preguntara sobre mi estado emocional. Enseguida, me puse a pensar en una respuesta mejor.
—Bueno... estoy bien. No me siento fuera de lugar. —Hice una pausa, tomando el menú— ¿Estás... lista para ordenar y ser interrogada por mí, señorita Anna? —consulté mirándola con una sonrisa a medias en mis labios.
—Si tu también estas listo para mis preguntas, por supuesto.
Reí, y segundos después la mesera llegó a pedir nuestras órdenes.
—Entonces... ¿De qué trabajas?
—Contadora. Soy una contadora de una empresa pequeña.
«Oh... Vaya... Nada mal». Había pensado que laboraba como asistente de un centro veterinario o algo parecido, ya que me había dicho que estaba estudiando esa carrera, pero eso... fue totalmente una sorpresa. ¿Cómo había conseguido ese puesto si sus amigas me dijeron que no terminó la universidad? «Rayos, ahora tengo muchas dudas».
—Supongo que trabajas en las noches.
—Es correcto. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?
Anna, colocó sus codos en la mesa y apoyó su barbilla en sus manos mirándome con atención.
—Bueno...
«¿Qué le puedo inventar? Espera, ¿Tiene que ser obligatoriamente una labor diferente a lo que hago? No creo que decirle sobre de que trabajo arruiné algo».
—Soy administrador. Es un poco parecido a lo que haces.
—Lo sé. Estudié una corta carrera de administración de empresa, pero quedé como contadora.
«¡¿Estudio?!». Bueno, eso era un poco obvio y no debería sorprenderme tanto. Sin embargo... sus amigas... en serio se estaban perdiendo de mucha información y podía hacerme una idea del porqué.
—Al menos es una buena licenciatura para que te ayudé a avanzar en esta vida.
—Sí... —susurró un poco nostálgica.
—Entonces... Estudiaste primero veterinaria, pero por lo que tengo entendido cambiaste de carrera a administración de empresa.
Anna balanceó su cabeza de un lado a otro.
—Algo así. Digamos que tuve que abandonar la carrera que quería y elegir esa para tener un trabajo más rápido. Estaba... presionada en ese momento.
«¿Presionada? ¿Por quién?». Dudaba que fuera por su padre, ya que él trabajaba de profesor en la misma universidad. ¿O tal vez Anna había cambiado de universidad?
—Oh... entiendo.
Honestamente, algunas personas tenían suerte de... elegir la carrera que deseaban y no dejar que otros la escogieran por él o ella. En verdad... hubiera deseado contar con esa oportunidad.
—Habías mencionado que te gusta el deporte. ¿Haces alguno actualmente? —le pregunté.
—A veces... cuando tengo tiempo libre voy a una piscina olímpica sólo para... distraerme.
—Es un buen pasatiempo.
—¿Y tú? ¿Haces alguno?
«No. Me da mucha pereza». Suficiente hacia con caminar hasta el parque donde siempre estaba Oaken vendiendo sus deliciosos helados, además de hacer algunos que otros ejercicios para mantener mi buen físico; no era ni muy necesario realizar muchos por mi buen metabolismo.
—Claro... Muy pocos —dije con sinceridad, no deseando tanto mentir.
Anna se rio, y la mesera llegó con nuestros pedidos. Aproveché esos pocos minutos donde nuestros platos estaban siendo colocados en la mesa para inspeccionar su vestimenta, aunque no podía verle la falda que traía, su camisa era bonita. Pensaba que el atuendo que llevaba le caía a la perfección. Me sorprendió un poco que se hubiera vestido tan bien para verme.
—Los deportes, no son lo mío —concluí, bajando la mirada a mi plato.
—Me alegro escucharlo.
—¿Por qué? —pregunté curiosa observándola nuevamente.
—Por nada —dijo arrugando ligeramente su nariz acompañada de una pequeña sonrisa.
«¡Maldición!». Anna en serio estaba ganándose totalmente mi curiosidad e interés en querer averiguar cada vez más de su vida personal. «¡Y esas expresiones!». Pude notar, gracias a eso, que había intentado ocultar de nuevo sus pecas con el maquillaje. ¿No le había dicho anteriormente que me parecían asombrosas? En verdad, tenía tantas que parecían que tuviera bellas constelaciones en su rostro que viajaban a sus hombros y quien sabía hasta dónde más.
—Déjeme decirle, señorita Anna, que te ves hermosa el día de hoy. Agradezco de que se arreglara tan bien para mí —solté en un intento de "coqueteo". Ella se rio y me miró con una ceja levantada.
—No me sorprendes que lo notaras, pero para tu información me visto de esta manera la mayoría del tiempo. Aun así, gracias por el halago.
«Que directa y... sincera. Me gusta». Sonreí y observé mi plato. Empezamos a comer mientras charlábamos de distintos temas que no incluyeron a su pareja; ninguna de las dos deseaba incluirlo y notaba como Anna intentaba no mencionarlo. En mi caso, no tenía intenciones de hacerlo, puesto que... ese no era el plan.
Sólo éramos nosotras dos, nadie más.
Descubrí que Anna era una amante de los perros, y que lastimosamente no podía tener uno en el lugar donde se estaba quedando. También de que tenemos gustos similares en la música y un amor profundo por el chocolate. Cuando ella me hizo una pregunta con respecto mi familia, simplemente inventé de que mi madre y mi padre vivían en otro país; y que no tenía hermanos.
Como dije anteriormente, no deseaba tanto mentir.
Al terminar nuestra comida, era tiempo de retirarnos. Sinceramente me la había pasado de maravilla y conocí muchas otras cosas más de ella que me fascinaron y me hicieron pensar que Kristoff, en verdad no la merecía, pero no podía llegar a esa conclusión tan pronto, aún faltaban dos semanas para que se cumpliera el mes, y lo aprovecharía para conocerla aún más.
E incluyo hubo preguntas que ella no respondió o simplemente las desvió. Eso para mí... era muy intrigante.
—Las películas animadas son las mejores —agregué a la conversación que estábamos teniendo, mientras le abría la puerta del lugar.
—¿Ves películas animadas? —consultó con diversión y extrañes, observándome de reojo.
—Sí —aseguré, no sintiéndome avergonzada.
—Que infantil. Pero no puedo búrlame de eso cuando a mi también me encantan.
Caminamos lentamente hacia una parada cercana y a la vez seguimos conversando entre risas y sonrisas. No todo se trataba de nosotras, otros temas salieron a la luz, como, por ejemplo: Opiniones de las canciones de Katy Perry u otra cantante, charla de algunas escenas de películas de Pixar, Marvel Studios y otras películas más que no eran animadas.
Al llegar a la parada estaba consciente de que era nuestra despedida, y recordé justamente cuando llegamos el último paso que me propuso Tiana antes que abandonara mi hogar. Eso, provocó que me tensara un poco en mi lugar. Anna miraba los carteles del siguiente autobús que vendría, y yo... no dejaba de observar su mejilla derecha.
«¡Bésale la mejilla! ¡Vamos, Elsa, no es tan difícil!». Ojalá no fuera difícil, pero estaba muriendo por dentro y sentía ahora mis mejillas arder.
Estaba ruboriza de tan sólo pensar en besarle la mejilla. Nunca antes había hecho algo como eso y me parecía una invasión de espacio personal, pero a la vez... un acto bonito.
Jugué con mis dedos tratando de calmarme. Anna giró a verme e hizo contacto visual con mis esferas azules. Juré en ese momento que me daría un infarto por el bello color de sus ojos y la intensidad que poseían. Su sonrisa se desvaneció cuando notó mi nerviosismo y una expresión de pánico apareció en su rostro.
De inmediato, entré en consciencia de la imaginación que tuvo de lo que quería hacer y, rápidamente extendí mi mano tratando de desviar esa tensión y no hacerla sentir más incómoda.
—Ha sido un placer... estar contigo hoy. Espero no sea la última vez que salgamos.
Ella parpadeó saliendo de ese "pequeño" trance que asimilé que estaba. Anna miró mi mano y no dudó en estrecharla.
—También... lo espero —dijo un poco... ¿Aturdida?
—¿Estás bien?
—¡Sí! Estoy bien —contestó alejando bruscamente su mano.
Asentí confundida y no continúe preguntando.
—Entonces... ten un lindo día, Anna. Cualquiera cosa, sabes cómo comunicarme.
—Gracias... —susurró agachando la cabeza.
La miré extrañada, sabía que había provocado ese cambio de emoción en ella, pero había algo más que... me confundía demasiado. Sin embargo, dejé de indagar y me despedí nuevamente levantando mi mano.
Ese cambio de actitud y esa expresión de pánico. Anna me hacía pensar que solamente quería una amistad conmigo, pero si ese fuera el caso, no me hubiera invitado a salir en primer lugar.
«Rayos, soy un asco para esto». No obstante, de algo estaba segura. Anna tarde o temprano volvería a contactarme; más temprano que tarde. Y que también... estaba metiéndome en muchos problemas.
-----------
Fin del Cap. 9 (Preguntas sin respuestas)
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro