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INTERCAMBIO DE MIRADAS
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Elsa Menzel Pov
—Estoy caminando hacia allá. ¿Cómo es ella?
—Cabello largo de color rubio rojizo con tonalidades naranja. Tiene pecas muy visibles en su rostro y unos ojos de azul turquesa.
—¿No tienes una foto o algo mejor que eso?
—Mi galería está llena y no la encontraré a tiempo.
Puse los ojos en blanco y seguí caminando hacia el sitio donde se encontraban. Antes de colgar la llamada le avisé que, si la veía le enviaría un mensaje para confirmar. Guardé mi móvil y exhalé con cansancio sintiendo cada vez más un dolor punzante y molestoso en mis pechos: no estaba acostumbrada a tenerlos aplastados de esa manera.
Y ahora que lo pensaba, me hubiera gustado traer mi cámara para guardar en mis álbumes esa bella imagen del panorama que me rodeaba. Además, antes de que me llamarán estaba a punto de entrar en una conversación que probablemente se hubiera vuelto incomoda: por tan solo decir que venía de rusia. Honestamente no me encontraba preparada para hablar con otra chica que no fuera Anna. Tal vez por eso me alteré un poco, sin embargo... debía admitir que la mujer era muy hermosa y, posiblemente había sufrido inconscientemente de un pequeño "gay panic".
Suspiré una vez más con mi chocolate caliente ahora en mi mano derecha; lo compré por el camino después de terminarme la limonada. Mis ojos se fijaron en una pareja particular que parecía charlar... animadamente. La chica era de cabello rubio rojizo con ojos azul turquesa y pecas visibles como la describió Mérida.
El hombre que la acompañaba era bastante robusto de cabello rubio y ojos marrones claros. Estaba vestido con un conjunto muy bien a mi parecer, y aparentaba estar pasándola cómodamente con su novia alejados de las personas del festival, ya que donde se habían ubicado cuando llegaron estaban bastante lejos de donde me encontraba. ¿Acaso no vinieron a disfrutar del festival? Era un desperdicio si no se pasaban unos minutos a disfrutarlo.
Admitía que las cosas estaban un poco caras, pero nada que un buen sueldo pueda recompensarlo luego. «Rayos, es cierto». Anna era mantenida por Kristoff, o eso era lo que sabía por el momento.
Me quedé observándolos por unos minutos en busca de una oportunidad para acercarme. En eso, aproveché para enviarle una fotografía de ellos dos a Mérida y, así, confirmara que no estaba confundiéndome de parejas. Al responderme con un: "Esos son", me causó una leve sorpresa y no pensé dos veces en mirarlos otra vez.
Anna era una bonita chica; de eso no cabía duda. Pero no podía pensar que, Kristoff en verdad no se la merecía: debía tener sus razones para cometer esas cosas, ¿no? Aunque era estúpido que lo pensara de esa manera, pero no conocía a Anna, y las cosas que me habían contado sus amigas simplemente me dieron una mala impresión de su mentalidad, sin conocerla todavía.
Sinceramente, me había regañado más de una vez en ese momento: no debía pensar de esa manera, pero no podía evitarlo al rememorar las cosas que hizo por ese hombre. Estaba clarísimo que él no se la merecía, sin embargo, mi mente volvía a ese pensamiento de: "Debe tener una razón". Algo debió haber sucedido en la relación que provocó que ese "buen hombre" que era antes, empezara a cometer actos imperdonables para sus amigas, pero no para Anna.
«Bien, Elsa, cálmate. No estás aquí para analizar una relación que solo te crea un malestar y disgusto bastante grande. Estás para no estropear las cosas y así cumplir con el favor que le debes a Mérida». Era un mes... Un mes que tomaría todo ese "plan bien planificado". Me daba un poco risa como lo había dicho Ariel.
—"Plan bien planificado" —la imité haciendo comillas con mis dedos.
Mi mirada volvió a ellos cuando escuché unos pasos alejarse. Me sorprendí al notar que Kristoff había dejado sola a Anna en ese... inseguro lugar. Cualquiera podría acercarse y hacer algo. Ellos, estaban bastante lejos de las demás personas como para que sucediera, pero ¿Por qué? ¿Por qué habían tomado la decisión de estar solos en ese lugar?
Sacudí mi cabeza en negación y me preparé para acercarme. Una vez lista me aproximé irradiando esa confianza y seguridad con la que nací. Di un sorbo a mi vaso de chocolate humeante y caminé con tranquilidad con mi otra mano en el bolsillo de mi pantalón.
—Hola —dije al llegar ganándome de inmediato su atención.
Me atraganté un poco con mi saliva cuando sus ojos se posaron completamente en mí. El aura que trasmitía era bastante... infantil e... inocente y... hermoso. Y sus pecas... Las pude admirar más de cerca asegurándome de que no sólo las poseía en sus pómulos.
—Hola —contestó un poco tímida.
En ese momento, estaba sufriendo otro "gay panic", pero éste era consciente y parecía ser más fuerte que el anterior. Odié internamente mi lesbianismo por reaccionar justo en ese momento, pero debía seguir con la conversación; como la había practicado antes. Sin embargo, ahora que lo pensaba... «¿Por qué Mérida no me enseñó una foto de Anna antes? ¡Había pasado una semana! ¡¿Y en una semana no pudo encontrar una fotografía?! ¡Me hubiera ahorrado de tener un gay panic como este!»
—¿Estás bien? ¿Estás perdido?
—¿Eh? No. Sólo... estaba pasando por aquí... y te vi sola en este lugar.
Eso sonó bastante acosador. «Respira, respira, respira».
—¿No quieres tomar un vaso de chocolate caliente? —propuse.
—No gracias. —Sonrió suavemente—. Espero a mi novio.
«Y tuvo que decir que tiene pareja para cortarme rápido de esa manera. Eso es algo típico de las chicas fieles».
—Seguro que va a demorar un rato. Me gustaría aprovechar y pasar tiempo contigo. Ya sea conversando o jugando.
«¿Jugando? ¿Jugando a qué, Elsa? No hay ningún juego en este lugar». Creía que no había dado un buen comienzo y tampoco creía haberle causado una buena impresión. Anna, ni un suspiro dio cuando me vio. ¿Seré feo para ella?
—No gracias —volvió a negar con amabilidad.
—¿Cómo te llamas?
—¿No tienes otra cosa que hacer?
«¿Qué? Eso fue grosero, pero la entiendo». No me había ido después de que me rechazara dos veces.
—No me malentiendas —siguió al notar mi expresión de sorpresa—. Puedo apostar que hay muchas chicas hermosas en ese festival que puedan llamar bastante tu atención.
Y lo habían.
—Pero la que ha llamado mi atención fuiste tú. —Sonreí, ganándome una mirada desconcertada de su parte.
—¿Cómo?
—Eres hermosa —halagué, para luego tomar asiento en la banca e invitarla a sentarse. Subí mi tobillo a mi rodilla y extendí mi mano izquierda en el borde de la banca.
Anna dudo por unos segundos, pero luego accedió a mi invitación. Di un sorbo manteniéndome serena.
—¿Estás en una cita? —pregunté sin vacilar para iniciar un tema de conversación.
—Sí —respondió con una sonrisa a medias y un leve sonrojo en sus mejillas, a la vez que pasó un mechón detrás de su oreja. Esa acción me causó un poco de ternura. «Las personas enamoradas son un dilema».
—¿Trabajas?
—Sí...
Esa pregunta hizo que su sonrisa se desapareciera, y mi sorpresa no demoró en aparecer en mi rostro otra vez. «Ella trabaja...» Entonces sus amigas... Había algo mal, de eso estaba segura, pero ahora mis sospechas y curiosidad en averiguarlo se hicieron presentes. Nunca antes me había sentido tan interesada en la vida de alguien más.
—Eso es impresionante. Yo también trabajo y me gusta mi vocación.
Ella volteó a verme, me sonrió y asintió.
—Tus pecas... son asombrosas.
Anna se rio.
—No lo son —planteó con seguridad—. Y deja de halagarme me haces sentir incomoda.
«Que sincera...»
—Lo siento no era mi intención, sin embargo, soy el tipo de persona que cuando ve algo que le gusta de otra persona, ya sea algo mínimo, no puede evitar decirlo. Soy honesto.
—¿Oh, enserio? —dijo con diversión—. Lo que yo veo es a un tipo coqueteando con la chica equivocada.
—Si fueras la chica equivocada no estaría hablando contigo —comenté mirándola con dulzura—. Me he fijado en ti, ¿Eso es algún problema?
Anna se sorprendió, pero luego... frunció ligeramente el ceño.
—Sí. Si buscas sexo, entonces escogiste a la persona equivocada.
Sonreí y miré nuevamente las constelaciones.
—¿Y si no busco eso? —pregunté y tomé con tranquilidad un sorbo de mi chocolate.
Silencio. Giré a verla después de unos minutos sin decir alguna palabra para comprobar su estado. Dentro de mi había una sensación palpitante que me hacía sentir como si hubiera... arruinado completamente todo por mis palabras.
No era buena coqueteando; eso ya lo había dicho antes y ahora... lo estaba comprobando, otra vez. Sin embargo, nuevamente me asombré al encontrarla sonriéndole al cielo.
—Algunas personas nacen con suerte.
«¿Suerte? ¿Cree que soy una persona afortunada? ¿Por qué?»
—¿Por qué dices eso?
—Eres atractivo, lo admito. Me sorprende que hables conmigo habiendo chicas que pueden estar a tu altura.
«Esta chica... En verdad no se aprecia».
—¿Tu novio no te hace sentir así? —Otra vez me atreví a preguntar, pero con una expresión seria.
Ella giró a verme con leve asombró.
—No pensarías de esa manera si tuvieras a una persona que en verdad te valore —solté sin pensar, pero en los segundos que me tardé en entrar en cuenta de lo que dije, me sobresalté en mi asiento haciendo que casi se me regara el chocolate encima—. Qui... quiero decir. —Estaba empezando a ponerme nerviosa y no podía dejar que viera ese lado. «¿Por qué no?» Simple, debía demostrar que era un chico seguro y decidido para que mis palabras fueran más creyentes, pero... «¿Era eso necesario?»
Anna esperó a que continuara y lo agradecí internamente: porque pude recomponerme.
—No deseo opinar de la relación que tienes. No lo conozco y tampoco te conozco bien a ti, pero... me gustaría hacerlo. —Viré a verla regalándole una sonrisa tranquilizadora—. Me gustaría conocerte —acoté con seguridad, teniendo como premio un leve sonrojo que adornó sus mejillas pecosas.
Me hubiera gustado que me hablaran con anterioridad un poco de sus gustos, pero creía poder averiguarlo por mi cuenta. Además, era mucho mejor si me lo decía ella directamente, puesto que, al haberme dicho que, trabajaba me hizo pensar que sus amigas no eran tan... cercanas o, simplemente les escondía ese simple detalle que no me parecía grande. Quizás... si sus amigas supieran de eso. Las cosas... tomarían otro rumbo, creía.
«Bien, Elsa, concéntrate. No te enfrasques en pensar en eso ahora. Necesitas no arruinar lo que empezaste».
—¿Qué estudiabas?
Nuevamente di otro sorbo a mi chocolate aun humeante.
—Estaba estudiando veterinaria. Me gustan los animales —aclaró jugando con sus dedos.
—Esa es una buena carrera.
Sinceramente, era muy buena. Lástima que para mí no. No me imaginaba memorizándome todas esas cantidades de medicamentos y enfermedades.
—¿Tienes algún pasatiempo?
—Practicar deporte. —Rio con suavidad—. Era porrista y nadadora en mi universidad.
«¿Nadadora?».
—También me gusta jugar videojuegos y pintar —continuó—. Hago arte. Bueno, hacía. Me inscribí en un club cuando estudiaba.
—Imagino que era divertido.
—¡No tienes idea! —exclamó alegre—. Una amiga me acompañaba después de las clases, y juntas empezábamos a jugar o proponernos retos o metas de diversas cosas relacionadas con nuestra pasión.
Me preguntaba... quién era esa amiga. Al menos había encontrado un buen punto de ella, aunque la mayoría que había escuchado lo tenían. Lo que quería decir era que... «¿Quién no se emocionaría de hablar de las cosas que lo apasionan?».
—¡Todo siempre era... hermoso! Una vez...
—Disculpa —interrumpió alguien a mi costado.
Levanté la mirada topándome con el hombre fortachón que se había retirado hace... No recordaba hace cuanto, pero internamente me asombré de no haber sentido su presencia; fui descuidada en no notarlo antes de que llegara a mi posición.
—Esa es mi señal —dije poniéndome de pies. Kristoff no me había quitado la mirada de enojo de encima—. ¿Me recuerdas tu nombre? —pregunte con incitación, ya que previamente no me había contestado.
—Anna —dijo con un leve sonrojo en sus mejillas. Y nuevamente mi respiración quedó atascada en mi garganta, pero logré reaccionar con rapidez.
—Anna. —Sonreí ampliamente—. Es un hermoso nombre. Te cae perfectamente. Esperemos que no sea la última vez que nos veamos.
Seguidamente, me dispuse a retirarme con mi vaso de chocolate caliente a medias, pero aun en una buena temperatura.
—¿Quién era ese? —escuché a Kristoff cuestionar en un claro murmuro de molestia, mientras fui alejándome con tranquilidad.
Una sonrisa tenue se dibujó en mis labios. Estaba consciente de que había sido el comienzo. El comienzo de claramente algo nuevo. Me sentía un poco asustada, pero por dentro... empecé a desear que ese plan funcionara.
«Nos volveremos a ver, Anna».
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Fin del Cap. 4 (Intercambio de miradas)
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Después de este capítulo viene un extra en su PDF. Este primer Extra detallará el pasado de Elsa en la universidad con algunos otros datos que hacen que puedas entender y conocer más al personaje y la historia. Recuerda que estos Extras sólo podrás leerlo en sus PDF que se encuentran en mi página de Gumroad. Link en mi perfil.
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