Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❰19❱─•❥

┌───── ∘°◈°∘ ─────┐

VISITA IMPREVISTA

└───── °∘◈∘° ─────┘

Elsa Menzel Pov

«No...». Mi mirada estaba fija en los ojos azules de mi padre. «No ahora.»

—Buenas noches, Elsa.

«¿Qué está haciendo aquí? ¿Qué hace aquí?». Parpadeé saliendo de mi estado de impresión y observé a los dos guardaespaldas que se encontraban atrás de él. Lo volví a mirar en busca del motivo por el cual se hallaba en mi hogar, sin embargo, de inmediato cuando asimilé mejor la situación mi ceño se frunció.

—Vete.

Agnarr, que era unos siete cinco centímetros más alto, elevó una ceja sin quitar su expresión neutral. Con eso, me aseguró que no lo haría. Y con movimiento rápido agarré la puerta con intenciones de cerrarla en su rostro, pero uno de los hombres que estaba detrás la detuvo antes de que ocurriera. El sonido que se creó fue fuerte y me imaginé las reacciones de las personas que se hallaban en mi hogar.

—No es el momento —murmuré con enojo.

—Es urgente.

—No me interesa.

—Tenemos que hablar.

—Sólo... vete —dije entre dientes y en el tono más bajo posible.

—¡Elsa, ¿todo está bien?! —gritó Rapunzel.

Agnarr miró de reojo a donde provino el sonido, y luego volvió a mirarme e ingresó a mi hogar sin dejarme otra vez oponerme. Retrocedí sólo un paso, y después extendí mis brazos obsérvalo con enojo.

—No.

Su semblante cambió a uno más tranquilo, y con un simple movimiento de ojos ordenó a uno de los hombres a apartarme del camino.

—¡Detenté! —murmuré y exclamé en voz baja.

Sin embargo gracias a la fuerza del guardia nuevamente me encontraba en el salón frente a mis amigas. Quería quitar la mano de aquel hombre, pero no deseaba actuar agresivamente y menos en ese momento; no obstante... lastimosamente mi mente estaba empezando a fallar.

Mi corazón no había dejado de latir con prisa desde que apareció y un nuevo tipo de miedo se estaba apoderando de mis emociones.

«Esto no puede estar pasándome», me dije no creyendo que en realidad Agnarr se encontraba en mi hogar luego de... siete años. «No ahora», me repetí recordando el tema que me hallaba hablando con mis amigas y los sentimientos que tenía y la mentira que le había dicho, a la persona que me interesaba, acerca de que no ocultaba nada más.

—¿Qué está pasando? —dijo Tiana poniéndose de pies de inmediato cuando vio al guardia sujetándome del brazo.

Enseguida levanté mi mano libre en señal de que no avanzara. «Este es mi problema.» Y no iba a dejar que el miedo otra vez me controlara, pero... lo que perdería esta vez era mayor. La volteé a ver contemplando su expresión de confusión, e igualmente las demás me miraban de la misma manera.

Les sonreí como pude y asentí ligeramente.

—Lamento haber interrumpido —dijo Agnarr haciéndose presente con una postura firme y con sus manos juntas detrás de su espalda.

Él poseía uno de sus auténticos trajes de alto costo. Y no tuve que mirar a mis amigas para saber que semblante tenían en ese momento. Era obvio que se encontraban impresionadas ante la presencia del gran empresario Agnarr Arendelle del que habían estado hablando, pero en mi caso... me hallaba disgustada.

—Es un placer conocerlas —dijo con una sonrisa suave que me irrito aún más.

—El placer es mío, señor, pero... —Mérida volteó a verme— ¿Qué está sucediendo?

—¿Qué necesita? —le pregunté haciéndome la indiferente.

—No tomemos esos roles ahora, Elsa —dijo volviendo a su semblante serio—. Lo que diré es importante y no puede esperar.

Fruncí más mi ceño y crucé mis brazos.

—No tengo nada de qué hablar contigo.

—Elsa Arendelle —exclamó elevando su tono.

—Es Menzel —le corregí utilizando el mismo nivel de voz y semblante—. ¿Lo has olvidado?

«Lárgate de aquí», pedía en mi cabeza.

—¿Arendelle...? —Escuché decir con asombro por Bella.

«Maldita sea.»

—No lo he olvidado —dijo—. Me vas a escuchar.

Arqueé una ceja.

—Por favor... —susurró y acotó.

Respiré profundamente tratando de tener control de mi nerviosismo. La sangre la sentía fría y mi corazón palpitando con coraje y dolor no ayudaba.

—Vete de aquí, Agnarr —le dije con frialdad no queriendo empezar un drama. Su semblante se apaciguó ante esas palabras.

—No me iré a ningún lado, Elsa —aseguró.

Suspiré nuevamente con profundidad, apreté el agarré en mis antebrazos y bajé ligeramente la cabeza. Mis manos temblaban levemente y seguía tratando de controlarme.

El lugar permaneció en silencio por unos segundos que sentí bastante largos. Mi mente era una laguna de pensamientos pasados y preguntas presentes.

Tenía muchas preguntas, pero no iba a hacerlas. No quería darle el gusto a Agnarr de comenzar una conversación. Lo que más quería en ese momento era que se fuera de mi hogar. Sin embargo con mi mente hecho un total lio había quedado sin voz para decirle de nuevo que se retirara.

Y cuando sentí sus manos en mis brazos, después de unos segundos donde permanecimos en silencio, mi cuerpo reaccionó de mala manera.

—¡No me toques! —grité y rápidamente tapé mi boca con mis manos sorprendiéndome de mí misma ante esa reacción repentina.

Lagrimas empezaron a acumularse en mis ojos. Y Agnarr me miró con tristeza.

—Lo siento.

Cerré mis ojos y contuve mis lágrimas. No iba a llorar. No permitiría que Agnarr y mis amigas me vieran de esa manera. Así que me recompuse nuevamente ignorando difícilmente mis nervios y aflicción en mi pecho.

—¿Qué haces aquí?

—Ha ocurrido algo con la empresa.

Rei ligeramente. «Claro. ¿Para qué otra cosa vendría?», me dije. Era obvio que Agnarr no me visitaría con motivos fraternales, pero si quería que se fuera tenía que terminar con lo empezado.

—Elsa... No sé cómo decirte esto.

—Ve al grano, Agnarr, y vete.

Él tragó saliva y otra vez su expresión volvió a hacer de seriedad.

—Mi negocio. Mi empresa. Es tuya.

Lo miré indignada. «¿Qué...? No puede ser... Él en verdad...»

—No la quiero —dije segura.

—No tienes opción.

—La tengo. Tomé mi camino y me alejé de ti. Han pasado siete años, Agnarr. ¿Acaso no te has conseguido una nueva esposa e hijo?

Mis palabras causaron que me viera con incredulidad.

—¿Cómo puedes pensar eso?

Levanté una ceja y él dio un paso al frente.

—Tu madre... Iduna... es irremplazable.

Solté una pequeña risa en burla.

—No me vengas con eso.

—Habló en serio. No he pensado nunca —recalcó con fuerza la última palabra—, en remplazarlas. Elsa, eres la única familia que tengo.

—Lastima. Yo...

—¡Aunque lo niegues tienes mi sangre! —me interrumpió—. ¡Y no necesité de tu firma para traspasar mi empresa a tu nombre! ¡Con tu acta de nacimiento fue suficiente! —exclamó cansado de mi comportamiento.

Tensé la mandíbula y lo miré atentamente.

—Agradece que vine a decírtelo y no cuando...

—¿Agradecer? —dije con gracia interrumpiéndolo ahora a él—. ¿Me estás hablando en serio, Agnarr? ¡¿Qué tengo que agradecerte?! ¡Dime! —dije con agresividad.

Había llegado a mi limite. «¿Agradecer...? Que palabra tan estúpida.»

—¿Te agradezco por haberme abandonado? ¿Te agradezco por verme una vez cada tres meses? ¡¿Te agradezco por no haber ido a ver a mi madre ni una sola vez cuando estuvo enferma?! Dices que no la remplazarías. Hablas de ella como si aun la amases.

—Lo hago.

—¡¿Y dónde estuviste en sus últimos días de vida?! ¡¿Dónde estuviste cuando yo estuve a punto de morir?! —Pocas lagrimas se deslizaron en mis mejillas—. ¿Dónde estuviste cuando más te necesitaba? —murmuré en un hilo de voz.

Silencio. Agnarr me miró con arrepentimiento.

—Nunca... Nunca estuviste. Me abandonaste.

—Eres una persona fuerte. Siempre lo supe. Creí que...

—¡No! ¡¿Estás loco acaso?! ¡Tenía cinco años, Agnarr! ¡Cinco malditos años cuando mi madre murió! ¡Cuando perdí lo único que me entregaba amor y atención! ¡¿Y tú crees que eso me hizo fuerte?! ¡Estuve a punto de morir, maldita sea! ¡¿Y dónde carajos estuviste?! —Hice una pausa para recuperar el aliento y tragar un poco de saliva—. ¿Es que acaso no lo ves? Hablas como si en verdad te preocupara, pero en realidad lo que te preocupa es esa estúpida empresa en la que has dedicado todo tu tiempo. —Lo miré con furia— ¿A que costo? —Provoqué, con esas palabras, que sus ojos se cristalizaran— ¿A que costo, Agnarr? —repetí.

—Todo lo que hice... fue por ustedes... Quería que tuvieran una mejor vida. —Él suspiro— Por eso te deje ir. Una vez te pregunté lo que te ocurría, pero... me mentiste. No querías hablar conmigo.

—¿Y porque quisiera hablar con la persona que demostró indiferencia ante la muerte de Iduna Menzel Arendelle?

Mi pregunta causó que una lagrima acumulada abandonara su ojo derecho.

—Elsa... Amé a tu madre demasiado. Y ahora sé que es tarde para arrepentirse de los errores del pasado. Sé que es tarde para que formalicemos una buena relación de padre e hija. Es demasiado tarde... —murmuró dejando escapar otra lagrima, pero su tono de voz no deliró—. Elsa, no te pido que me perdones. Ni menos ahora.

Agnarr hizo una seña con su mano a uno de los hombres. Y él abandonó una carpeta en el comedor.

—La empresa es tuya —repitió y despojó de su chaqueta negra unas cartas envueltas en un hilo—. Y esto... también.

No las tomé y las miré con confusión, sin embargo, al reconocer la letra escrita las agarré de inmediato. «No puede ser...». Observé a Agnarr esperando a que dijera algo al respecto.

—Tu madre... quería que supieras en cada cumpleaños cuanto te amaba.

—¿Has tenido esto todo este tiempo? —le pregunté incrédula.

—Quizás no estuve físicamente con ustedes, pero... siempre me encontraba informado. No podía dártelas, Elsa. Estabas sufriendo su muerte y...

Exhalé impresionada no creyendo en verdad sus palabras. «¿Es en serio...?»

—No podía... —acotó—. Esperaba que crecieras.

Silencio. De nuevo quedamos en silencio. Estrujé un poco las cartas sintiendo otra vez ese enojo naciente en mi pecho.

—La venderé. —Él me miró confundido— Venderé todo lo que creaste. ¡Destruiré todo lo que has hecho!

Agnarr sonrió.

—Has lo que quieras, pero antes... ¿Me dejas pedirte algo?

—No.

—Por favor.

—No lo mereces.

—Lo sé, pero si aun sientes un poco de empatía conmigo, dame la oportunidad de pedirte una última cosa como deseo antes de irme de este mundo.

«¿Irse?».

—¿Irte? —le pregunté extrañada.

Él de nuevo sonrió, pero esta vez tenuemente.

—Estoy muriendo, Elsa.

Mis parpados se abrieron en grande ante esa declaración. «¿Está... muriendo?». No podía creerlo.

—Tengo un año —finalizó.

«No... No, no, no, no, no, no, no.», me decía con asombro. Mi pecho se apretó con fuerzas y mi corazón se sintió más afligido. Bajé la cabeza con las cartas aun en mis manos. Me costaba asimilarlo. La persona que no había abandonado mi mente; la persona que odiaba, estaba falleciendo. Pero... ¿En verdad lo odiaba?

Miré las cartas y entrecerré los ojos conteniendo esas lagrimas que imploraban en salir. Recordé la sonrisa, mirada y dulce voz de mi madre. Cuando cerré mis parpados dos lagrimas se deslizaron en mi mejilla, y después volví a mirar a Agnarr.

—¿Qué quieres?

Él pareció aliviado con esa pregunta de mi parte.

—Ten un hijo.

«¿Qué?». Lo miré nuevamente de manera incrédula. «¿Un hijo?»

—¿Por qué...?

«¿Por qué de todas las cosas... deseas a alguien de mi sangre?», me pregunté aun impresionada de tan repentina petición.

—Quiero asegurar que mi empresa tenga un futuro heredero o heredera. Me iría tranquilo con ese pensamiento y aseguración en mente.

Permanecí callada escuchándolo con atención.

—No me importa con quien puedas tenerlo. Sea hombre o mujer no es de importancia. Si necesitas ayuda... Si no te corresponden, tengo a unas candidatas que pueden ser de tu gusto.

«¿Si no me corresponden?», repetí confusa.

—Anna —dijo, sacándome de la duda—. Te interesa, Anna.

Él observó de reojo a Anna, y yo... me congelé.

—¿Cómo...?

—No creas que te he dejado ir sin supervisión. Has alcanzado y obtenido una experiencia laboral bastante alta. Estoy orgulloso de tu esfuerzo y desempeño. Esa experiencia puedes aplicarla en lo que ahora te pertenece. —Él hizo una pequeña pausa antes de continuar— Tienes el conocimiento y ahora la aplicación de cómo funciona un negocio. Fuiste educada por profesores profesionales en nuestro hogar. Tienes la capacidad necesaria para continuar con lo que empecé. —Sonrió— Serás mejor que yo, en lo fraternal y en lo profesional.

—¿No quieres otra cosa? —le pregunté un poco desesperada.

No quería tener a un hijo, y menos en el estado que me encontraba. No me sentía capacidad para cuidar de alguien totalmente inocente.

—Habla con ella. —Agnarr dio un paso hacia atrás— Sino resulta y necesitas ayuda entonces avísame.

—¿Qué te hace creer que aceptare? —pregunté temerosa y enojada.

—Eres mi hija. Tu corazón es como el de tu madre. Además. —Despojó de su bolsillo un papel arrugado y doblado por la mitad, para luego extendérmelo— Sé que no lograste mostrarle a tiempo la casa que creaste para vivir con ella.

«¿Cómo...?», me pregunté impresionada mientras tomaba la hoja y miraba el dibujo que había hecho a los cinco años. "Vivirás conmigo". Sonreí ligeramente. "Me encantaría. ¿Qué has traído en tu mochila esta vez?" «Madre...» "¡Hoy veremos las estrellas!" "¡Eso suena increíble!". Mordí mi labio inferior sintiéndome débil de repente. «Mamá...»

—Hice que intercambiaran los papeles mientras dormías. El que lanzaste al fuego era una copia —explicó—. Aun así, es tu decisión si deseas cumplir mi último deseo.

Agnarr retrocedió dispuesto a retirarse. Bajé otra vez la cabeza, sintiéndome... derrotada. Y lentamente se me hacía más costoso respirar y mantenerme de pies. «Está sucediendo». Estaba sucediendo de nuevo. Sacudí mi cabeza en un intento de despejar el recién mareo que se hizo presente, sin embargo, este sólo aumento.

La puerta se cerró y las últimas palabras que él dijo se repitieron en mi cabeza haciendo eco.

"Te quiero, mi princesa."

El lugar quedó en completo silencio y mi mente no dejaba de darme vueltas.

—¿Elsa...?

Exhalé suavemente.

—Tiana... —susurré, antes de que todo... se volviera negro.

------------

Fin del Cap. 19 (Visita imprevista) 

.

.

.

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro