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Recuerda la abducción

¡Patricia! ¡Tenemos una emergencia! Levanta el culo del sofá y ven aquí, ¡ya!

—¿Huh? ¿Qué? —Pregunté desorientada.

—¡Algo ha pasado! —Chilló aquella voz que no reconocía ni sabía de dónde venía.

—Más vale que sea importante... Esta serie está bien bu...

—¡¡Calla ya!! —Me interrumpió—. Tienes que checar tus textos.

Yo me detuve en seco, sin entender nada.

—Si amas tus historias, debes ver que estén bien porque algo ha pasado...

El terror convertido en escalofrío recorrió mi espalda y me estremecí. ¿Mis historias estaban en riesgo? Escuché todo lo que aquella voz me decía mientras llevada por un frenesí casi líquido —entiéndase que sudaba como un gorrino a causa de los nervios— revisé mi cuenta de la comunidad naranja, allí donde escribo habitualmente. De pronto, había algo que no encajaba ante mis ojos...

—A todo esto, ¿quién puñetas eres? —Quise saber mientras observaba aquel título extraño.

—¿En serio? ¿¿Eso es lo que te preocupa?? —La voz resopló antes de responder—: ¡Soy Wattpad, pelotuda!

Oh, ¿de verdad? —Inquirí alzando una ceja—. Entonces... ¿¿¿Puedes explicarme qué @&=%:}>&+ es este título???

Señale aquella cosa rara: Recuerda la abducción. ¿Abducción? ¿Qué puñetera abducción? ¡Yo jamás he escrito sobre marcianos!

Todo fue muy rápido, de pronto vi la portada y quedé traumatizada. ¡Yo no había hecho esa cosa fea!

—Podrías, tus portadas no son precisamente las mejores...

—¡Cállate, consciencia del demonio! —Espeté frustrada—. Voy a revisar qué tan desastrosa es la situación, espero el relato esté bien.

Y así, descubrí que una extraña locura había poseído Wattpad y los textos de millones de personas se habían visto alterados. Sí, entre ellos uno mío: Recuerda la caracola.

Llevaba parte de la lectura cuando las ganas de llorar me pudieron. 

[...]

Hacía algo más de siete meses que se habían conocido, cuando él la citó en otro lugar en vez de su habitual punto de encuentro. Lidia, extrañada, acudió sin darle mucha más importancia a ese detalle y lo encontró sentado en una mesa de un bar de mala muerte, con un montón de cervezas negras sobre ella. Saludó alegre a pesar del desconcierto, le fue a dar un fugaz beso que él rechazó y se sentó frente a él resignada. Por primera vez, había incomodidad entre ellos.

—¿Qué te sucede? —Quiso saber ella—. Te veo raro hoy.

—Necesito hablar contigo, tronca.

¿Tronca había dicho? Lídia frunció el ceño. Su semblante se ensombreció y él volvió a hablar.

—Hay algo que no te he contado.

—Pues hazlo ahora —respondió con simpleza. Si había un secreto, con contárselo todo estaría bien. A menos que la hubiese engañado, entonces nada estaría bien.

Lídia observó cómo las latas de cerveza se tiraban de la mesa —solitas, sin ayuda de nadie— y luego se alejaban rodando sin más.

—Verás, yo... Mira, que me piro —acabó soltando el chico.

—A... ¿A dónde? ¿Por qué? —Cuestionó con nerviosismo y sin entender aquella forma de hablar que él nunca había empleado.

—A mi hogar. La posibilidad de que regrese es casi nula.

—Pero si vives aquí mismo...

Una lata cerrada brincó del suelo a la mesa, casi directa a la mano de Jairo. Ella observó perdida, preguntándose si se estaba volviendo loca por momentos.

—Lidia —la llamó—, oye...

—¿Qué? —Logró pronunciar—. Qué rarito es todo....

—Verás, hay algo más pero necesito salir fuera.

Y comenzaron a caminar hasta llegar al aparcamiento. Una vez allí, las farolas se apagaron dejándolos en penumbra. Justo después comenzó a escucharse por todo el lugar la melodía de un éxito ochentero. Tiroriro, tirorirori...

The final countdown, de Europe, sonaba a todo volumen pero ¿de dónde provenía? La respuesta llegó de inmediato cuando luces sobre sus cabezas comenzaron a danzar, cual iluminación de discoteca, pareciendo seguir el ritmo de la música. Lidia cada vez estaba más segura de que se estaba volviendo majara. «¡Esto es surrealista!», caviló.

—¡Ah, han llegado pronto! —Exclamó el muchacho con júbilo mirando al cielo, o a las luces.

Lidia detalló lo que había ahí arriba, sin estar segura de si realmente había lo que creía ver. Logró distinguir lo que un ufólogo hubiese llamado OVNI...

—¿Un &#/'&5): OVNI?

—¡Sí! Mi familia ya me ha encontrado, así que puedo volver a casa.

—Espera, ¿qué?

Jairo contó a pinceladas que era ni más ni menos que un extraterrestre que llevaba en la Tierra desde que era un bebé, todo a causa de un accidente. Había tenido que fingir ser humano básicamente para no acabar como su compadre en Roswell.

—...aquello hubiese sido malo —alcanzó a escuchar—. Y menos mal que caí en España, que vuestro desarrollo científico es menor y también estáis menos locos que los de EEUU. Menos Salvador Dalí, ese estaba más chalado que cualquier otro en este planeta.

«Sacada de un cuadro de Dalí parece toda esta locura», pensó Lidia.

Extraños sonidos se escucharon sobre la música que aún sonaba, después Jairo comenzó a emitir unos similares. Ella se dio cuenta de que estaba hablando y de repente varias figuras verduzcas con rostros deformes y brazos inquietantemente largos los rodearon. La cabeza le rodaba, ¿se desmayaría?

De pronto, sintió un empujón y, acto seguido, una extraña fuerza empezó a tirar de ella. Aquellos seres comenzaron a levitar como si nada, subiendo hacia una abertura en la base de la nave por dónde una luz más clara, brillante y potente emergía. No demoró en tomar verdaderas cuentas sobre la situación y observó a su novio —o al marciano con aspecto humano que había creído era su pareja en los últimos meses— y después se lanzó a suplicar.

—Jairo, ¡no! Detén esto... ¡por favor! —Suplicó.

—Tengo que hacerlo, ellos así lo quieren.

Sintió que la recostaban sobre helado metal, mientras un sinnúmero de extrañas extremidades palpaban y recorrían todo su cuerpo. Era incapaz de gritar o hablar, tampoco podía moverse; ni tan solo sus lágrimas eran capaces de aparecer. En algún momento perdió la consciencia y cuando la recobró se descubrió a sí misma sobre un suelo arenoso, desértico, con el supuesto Jairo a su lado, observándola.

—Te quiero —anunció él—, ¡pero qué bien que no estés embarazada!

—¿Disculpa?

—Hombre, imagina que me voy y estás preñada, mi hijo te hubiese matado durante la gestación —explicó con un encogimiento de hombros.

Entonces la mujer comprendió que le habían realizado el equivalente a una revisión médica completa, o algo así.

Ella fue incapaz de hablar, en su lugar el llanto se hizo más fuerte y la derrotó. Sentía desgarrado el corazón, ¿qué demonios había sucedido con su vida? Él, relajado, comentó que debía partir sin demora, que lo esperaban. Terminó de adornar aquella locura con otro te quiero y la pregunta: ¿y tú a mí? Ella lo observó incrédula y desubicada hasta que fue capaz de todo responder.

—No te quiero, Jairo. ¡Eres un puñetero extraterrestre! ¡Y me has abducido para luego soltarme aquí! Ni siquiera sé dónde estoy, ¡carajo! —Se sinceró al fin.

Él, por alguna extraña razón, soltó una leve risita mientras se ponía en pie.

—Me tienes que prometer algo. Prométeme que no me olvidarás.

—Como si pudiera olvidar esta m... —musitó ella con un nudo en la garganta.

—Recuerda lo nuestro, Lidia —insistió—. Recuerda la...

—¡La puta abducción voy a recordar!

Y, sin tiempo a más, se alejó de ella y se adentró en la nave que no demoró en alzarse y marchar al son de otro éxito ochentero y con las luces parpadeantes.

Ella no podía quedarse allí un segundo más, aunque ni tan siquiera sabía dónde estaba. Angustiada ante aquella loca y retorcida realidad, tuvo un ataque de ansiedad y cayó redonda allí sin poder respirar.

Después de aquel instante, nunca más se vieron. Él abandonó el planeta, ella perdió la cordura ante aquella situación irreal y traumatica y jamás volvió a ser la misma.

Fin.
     
         
    
¿Fin? ¿Cómo que fin? ¿Qué clase de final es este? ¿Qué locura de engaño es este relato?

—Wattpad... ¡Devuélveme mi historia original! —Exigí iracunda ante aquella aberración que acababa de leer.

Y sólo obtuve silencio como respuesta... El bendito Wattpad me dejó en la estacada con una obra que era mía y al mismo tiempo no y con el horror azotando mis esperanzas porque... ¿Sería capaz de recuperar la bonita, suave y tierna trama de Recuerda la caracola?

Algo me decía que no... Así que ahora tengo una historia de marcianos y una pava loca.

¿Qué hay más surrealista que esto?

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🔸1390 palabras🔸

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