Capítulo 9
(...)
~•°♡°•~
De nuevo el mismo escenario, la misma vista y la misma puesta de sol.
Como casi todos los días, el mismo sueño, sólo que, ahora no me encontraba solo.
Una sombra curvilínea se interponía entre los rayos del sol y mi vista, dejando sólo ver su silueta en forma de una sombra. No lograba identificar sus facciones o siquiera si estaba de espaldas o de frente a mí. Simplemente una figura negra.
— ¿Quién eres? —cuestioné después de observarla un momento. No hacíamos ningún tipo de gesto ante la mirada del contrario, nos manteníamos estáticos.
— Lo que tú has logrado crear —respondió con simpleza. La misma voz que llevaba escuchando toda la semana —. Soy lo que quieras: un fantasma, una voz molesta, tu "guía" o, incluso, tu mejor amiga.
Caminé un poco, dándome cuenta que no avanzaba del mismo lugar en donde estaba parado. Como si estuviese pegado al piso.
— ¿Antes hablaba contigo? —pregunté de nuevo, llevando mi mirar de nuevo a su figura.
— ¿Antes, cuándo?
— Antes de que pasara todo esto, el accidente, que todo se acabara —fruncí el ceño, molesto ante su voz burlona.
— ¿Accidente? Yo no me enteré de nada —se encogió en hombros, alzando ambos brazos con duda —, para mí todo continúa igual. Tú tienes la misma apariencia, el mismo carácter de los mil demonios y los mismos recuerdos —se acercó a mí, caminando a mi alrededor. Seguía sin poder ver más allá de un lienzo negro como su cuerpo —. Aunque hay algo, en tus ojos se mira —se alejó de nuevo, posándose a un costado del árbol —. Estás confundido ¿no es así?
Asentí a lo dicho, mirando a otro punto del sitio. Suspiré.
— ¿Cuál es tu razón de estar aquí? —pregunté.
— Ya te dije, tú escoges el porqué de mí.
— Sabes a lo que me refiero —le miré serio, ella rió.
— Siempre fuiste así: luchabas para conseguir lo que querías. Sin importar qué o cuánto tuvieras que alzar la voz. —se acercó de nuevo a mí, quedando a varios metros al frente —. Tomaré la imagen que tú prefieras, el papel que elijas y hablaré contigo cuando quieras. Yo aquí sólo soy tu conciencia. Esa voz molesta que resuena dentro de tu mente cuando cometes algún error y la que te anima a hacer las cosas bien.
Nuestro alrededor fue cambiando de a poco, tornándose un escenario oscuro, en el que solo lograba ver su silueta gracias a un rayo de luz que se reflejaba a sus espaldas.
— Me muestro así para hacerte entrar en razón, ya que hubo un enorme desequilibrio en tu mente. Me escucharás hasta el momento en que no me necesites o hasta que tu fuerza de voluntad sea tanta para poder contra mí.
Fijé mi vista en ella, observando como desaparecía poco a poco conforme la luz se apagaba.
Tal vez, no estoy tan loco después de todo...
O estoy tan demente que no sé diferenciarlo...
~•°♡°•~
Fui abriendo poco a poco mis ojos, mostrándome en la habitación en la que solía dormir antes. Con Sonic, acompañándole en aquella enorme cama. Todo aún permanecía con cierta oscuridad, no pasaban de ser las tres o cuatro de la madrugada.
Suspiré tomando asiento en la cama, mirando hacia mis pies para lograr pensar con un poco más de claridad.
«Entonces tú, ¿puedes aclarar mis dudas?»
«Las que me sean posibles sí, recuerda que sé lo mismo que tú. Más allá de eso no puedo ir...»
Suspiré ante aquella respuesta, alzando la mirada ahora a la mesita de noche en donde los álbumes y pequeñas cajas de zapatos con fotografías descansaban. Tomé uno de ellos, aquel de color blanco, apoyándolo contra mis piernas para así abrirlo, mirando las fotografías con la poca luz de luna que entraba por la ventana.
Eran ésas, en donde tanto él como yo vestíamos de etiqueta. El sumiso de blanco y el activo de negro, como toda mi vida me dijeron y enseñaron. Una regla definida desde las primeras generaciones de cualquiera de nosotros...
Mi solapa, corbata y chaleco de azul eléctrico, contrastando con el negro del pantalón y el saco, y Sonic de chaleco negro, corbata y solapa color tinta y traje blanco.
Sólo podía tener —de nuevo— en mente aquellas imágenes.
Ya había recordado la mayoría de los sucesos a base de fotografías, pero solo había visto una parte, ya que no soportaba seguir los dolores de cabeza que siempre solía sentir al verlas. Tal vez hoy me dignaría a mirar el resto, por lo menos de nuestra boda.
Pasé más allá de las imágenes que miré días atrás, topándome con una, en donde la murciélago albina hacía presencia. Parecía que me reprendía al acomodar mi corbata antes de comenzar la boda. Y digo parecía, porque en su rostro no se mostraba una alegría propia del momento en que una fotografía era tomada, sino que, la habían tomado con una mueca de coraje y con la expresión de estar dando un grito. No pude evitar reír un poco ante aquello.
« ¿Lo ves?, ella está allí. Ella se mostró como nuestra mejor amiga desde que María partió, fue la que nos apoyó durante todo ese tiempo. Además de Sonic, claro está.»
Suspiré mirando la foto, pasando la yema de los dedos por sobre ella. Sólo lograba ver pequeñas imágenes en donde ella hacía presencia rondando por mi cabeza.
Por lo menos esta vez no me han dado dolores de cabeza con solo comenzar...
«Y María, ella, para mí ¿quién fue? ¿Cómo murió?»
Pregunté, tomando uno de los álbumes más antiguo y abriéndolo en la página en donde varias imágenes de ella junto a mí cubrían las hojas.
«Ambos eran jóvenes, solían soñar con un mundo de aventuras, exploraban sitios extraños, conversaban hasta tarde. Se conocían desde que tuvieron memoria. Eran los mejores amigos, no había cosa que no conocieran del otro, inclusive llegaron a ser pareja...»
Aquella voz detuvo un momento su hablar, como si supiera lo mucho que yo necesitaba un poco de tiempo para lograr razonar todo. Posé mi vista solamente en la imagen de la erizo rubia, bajando suavemente las orejas. Ella continuó con su relato.
«Ambos recién cumplían los 18 años, llevaban casi un año de pareja; en ese entonces tú eras tan distinto a como lo eres ahora, te mostrabas muy tranquilo, con un carácter blando... ella te había logrado moldear de forma que fueras un amor con cualquier persona... pero...»
« ¿Siempre debe de existir el pero, no es así?»
Pregunté, llevando ahora mi mirar hacia la ventana, que era la que se encontraba frente a mí. Miraba un punto muerto, ni siquiera sabía qué ver.
«Así es, siempre debe de existir... Pero, desde que ella se fue, te volviste alguien duro y recio, inclusive con personas que no lo merecían. Nos convertiste así y dejaste de escucharme... Ella, ella murió a causa de un grave accidente, allá, en el lugar del sueño que sueles tener a diario.»
« ¿Cómo así?, le pregunté a Sonic, él me dijo que ese sitio era mi preferido. ¡Nunca me mencionó su accidente!»
«No lo culpes. Él nunca se enteró cómo es que ella había partido, siempre solíamos decirle que amabas ese sitio, pero que no lo visitabas a causa de falta de tiempo. Él desconoce el verdadero significado de ese lugar, como tú lo hacías hace unos minutos.»
Me giré, mirando ahora al azul, el cual dormía a unos centímetros de donde me encontraba sentado, respirando de forma calmada entre sueños. Suspiré profundo para calmarme. No debía perder la paciencia, solo debía de estar tranquilo y con las esperanzas en alto, como todos los días escuchaba...
« ¿Cómo ocurrió ese accidente?»
« ¡Intenta rememorar!, no ganarás nada si yo soy la que te cuento todo. Lo sé, ¡estoy más que segura!»
Por desgracia, tiene toda la razón...
... Escuchar una historia, no es lo mismo que volver a sentirla...
... Supongo que fue suficiente por ahora...
(...)
Dos semanas después...
La situación cambió radicalmente de hace unas semanas a lo que es el día de hoy. Por tres simples razones.
Primera: Mephiles, en sus tiempos libres, me mostró lo que era conducir un coche ¡y orgullosamente puedo decir que no choqué!, además, ¡recordé cómo hacerlo de manera casi perfecta! Claro, un poco más de práctica y volveré a las calles sin la necesidad de ser trasladado por mi cuñado y/o hermano.
Segundo: Me he dedicado mucho a visitar el parque, sintiendo esa calma propia de un sitio como ése. Suelo escapar a dicho lugar cuando Sonic está ocupado en otras cosas. Pero hablando de él;
Tercero: No sé cómo es que de un momento a otro su embarazo se volvió tan riesgoso. Según Rouge, desde hacía un mes había detectado un problema no muy visible en varios resultados de sangre y orina que él tenía, pero nunca creyó que aquello se agravara tanto en tan poco tiempo. Toxemia¹ nos especificó ella.
Aparece a la mitad del embarazo en los erizos, muy cerca de las 15 semanas de gestación. Allí es cuando da su primera aparición y él recién los ajustó.
Esto sólo supone dos riesgos: él o los bebés.
Y yo no quiero saber cuál pierde.
— ¿Cómo te sientes? —pregunté entrando a la alcoba, sonriendo al verle obsequiarme la misma acción.
Debía de estar en cama y tener bastantes cuidados, no esforzarse y estar atento a cualquier cosa que involucrara su salud o la de las crías.
— Bien, gracias —respondió apoyándose sobre sus codos, posando su mirada en mí —. ¿Saliste? —cuestionó tomando asiento. Hice lo mismo quedando en la orilla de la cama.
— Sí. Mephiles vino y salimos un momento. Me mencionó de una reunión que está planeando, algo así como una pequeña fiesta que hacen año con año —dije mirándole por el rabillo del ojo. Él se quedó pensando un momento antes de sonreír suavemente.
— Tú eras el que organizabas esas reuniones. Fue idea de mis cuñados, Knux y tuya desde que estaban en la preparatoria —rió, parecía estar más distraído en lo que pensaba que en lo que decía —. Se volvió una costumbre, aún ahora que cada quien tiene su trabajo, familia. Aun todos con su propia vida siguen siendo igual de unidos.
Lástima que no tenga ni la menor idea de ello en estos justos momentos.
— Meph se tuvo que hacer cargo de ella esta vez —musitó llamando de nuevo mi atención —, creí que no la harían este año.
— ¿Lo dices por lo que me pasó? —cuestioné teniendo mi atención puesta en él. Se encogió en hombros, asintiendo cohibido —. Ni siquiera sé quiénes son. Nadie más que mi hermano, mi cuñado y tú he logrado ver en todo este tiempo —fruncí los labios en una mueca, mirando a otra parte del sitio. Sonic suspiró.
— Yo les pedí que no vinieran. Ellos no tuvieron la culpa, es sólo que quise evitar que te agobiaras —musitó bajito, llevando la vista hacia sus manos al momento en que le dediqué una mirada seria.
«Esta vez sí pasó el límite.»
— Sonic, no te lo tomes a mal pero, ya basta —negué cuando por fin me miró, queriendo hacerle entender que sus acciones ya no podía soportarlas —, no recordaré mucho, pero no por eso significa que no pueda cuidarme solo —gruñí ante lo dicho, levantándome y cruzándome de brazos frente a él —. Te ruego que ¡por favor!, no te metas más en mis asuntos.
— N-no creí que fuera a molestarte —respondió bajando ambas orejas. De nuevo desvío la mirada —. Sentí que era demasiado con todo por lo que estabas pasando, que el simple hecho de que más y más información se acumulara en tu mente, te agobiaría. No quería verte mal.
Suspiré rendido ante sus palabras. Él parecía solo querer cuidarme. No podía ante eso.
— Tus intenciones son buenas —musité tomando de nuevo asiento, tomando de su mentón para ver sus ojos —, pero ten en cuenta que hay cosas que yo debo de darme el tiempo de conocer, por muy malas o buenas que sean. Si no lo hago, todo esto no valdrá la pena.
Asintió, forzando una pequeña sonrisa. Hice lo mismo.
— No me culpes. Tú siempre solías cuidar de mí, ahora me toca a mí hacerlo —comentó en un tono lastimero, tomando con sus dos manos la mía, jugando con ella como un niño pequeño.
¿Tanto le dolía no verme como su pareja?
No es culpa suya, mucho menos mía. De verdad no podía forzarme a sentir algo por él ¡no era tan sencillo!
Pero debíamos comenzar... Debíamos relacionarnos como lo hacíamos antes de que esto pasara...
Debimos querernos con la misma intensidad...
— Te lo agradezco —susurré, como si hubiese más quienes pudieran escucharnos. Soltó una suave risa, frunciendo después el ceño al igual que apretó mi mano. Gruñó —. ¿Qué pasa? —pregunté confundido, mirando su rostro con atención.
— Lo-los bebés —jadeó bajando las orejas, llevando una de sus manos para acariciar su vientre. Soltó un suspiro pesado, abriendo de nuevo los ojos un poco más tranquilo —, se mueven mucho. Más cuando te escuchan —atinó a soltar una pequeña risa, una risa cansada.
Le miré preocupado, de verdad ese estado había afectado mucho su salud. Su piel estaba pálida, ojeras se mostraban bajo sus ojos, sus púas eran de un azul más opaco y su cuerpo había adelgazado bastante.
Pero, esa sonrisa, esa alegre sonrisa perduraba día tras día... Sin importar qué...
Llena de esperanzas o llena de tristezas... Pero, allí estaba...
— ¿Quieres sentirlos? —preguntó después de unos segundos, mirando mis ojos con curiosidad. Le miré algo confundido, no sabiendo qué responder.
Sentía pena y al mismo tiempo incomodidad en hacerlo. No me atrevía hasta el momento a querer tocar su vientre, aunque no puedo negarlo, tenía la necesidad de conocer alguno de los movimientos de los cachorros.
Asentí de forma suave ante su mirada bajando mis orejas de manera lenta.
Me tendió su mano, yo le di la mía, tomándola así. La pasó con cuidado por su vientre —el cual aún no era muy grande—, dejándola en un pequeño punto, en donde todas las travesuras de los bebés lograban sentirse completamente.
Pataleaban con insistencia, como si buscaran la forma en la cual salir. Sonreí enternecido, llevando mi otra mano para seguir tentando al par de crías. Sonic ronroneó, parecía que gustaba de mis caricias.
— Saben que los estás sintiendo —comentó de nuevo, cerrando de forma suave los ojos —, por eso se lucen, como si quisieran un premio.
Reí ante su comentario, posando mi vista en su vientre.
Podía admitir mi incomodidad al hacer este tipo de acciones, que solo entre amantes se llegaba a hacer, pero, el saber que con gestos así de simples él se miraba un poco feliz, animado siquiera, me hacía sentir satisfecho.
Como si estuviese haciendo mi buena acción del día.
Además, el estar con él casi a diario, me llegaba a estresar, sí, pero me había encariñado un poco. Por lo menos lo mínimo hacia su persona.
Alcé la mirada hasta sus ojos, admirando sin querer ese par de orbes verdes que me miraban con cierta ternura.
Tal vez... Sólo tal vez, pueda enamorarme de él...
(...)
Salí a la puerta de la casa, tomando asiento en la grada que estaba fuera del portón de la calle, mirando a los möbians pasar y los automóviles ir de un lado a otro.
Recién noto que es un vecindario tranquilo, bastante callado en realidad.
Mi vista paseaba de un lado a otro, buscando qué ver y con lo cual entretenerme un momento. Necesitaba aclarar mi mente, de nuevo... Como todos los días y a todas horas.
Recibí saludos de varios chicos y una que otra chica, desconociendo a la mayoría y teniendo un recuerdo muy nulo de los restantes vagando por mi cabeza.
Cada día me sacaba más de quicio esta mente tan inútil que tengo.
Apoyé mi cabeza en el portón, alzando la mirada hasta el cielo, mirando como las nubes grises lo cubrían nuevamente.
Era temporada de lluvias después de todo...
«Intenta concentrar un poco tu mente y aligerar la carga en tu cuerpo. No querrás enfermarte por el estrés ¿o sí?
Bajé las orejas al escuchar de nuevo la voz femenina, provocando que diera un suspiro y cerrara los ojos. No podía negarlo, ella tenía razón.
Me mantuve unos minutos en tal posición, sintiendo como el viento aumentaba a causa de la pronta tormenta, además del petricor² llegar a mi nariz; ese aroma fresco e inconfundible.
«Vamos adentro, no tardará mucho para que comience a llover»
Comentó de nuevo, llamando mi atención. Bajé la cabeza y abrí los ojos, sintiendo una gota caer en mi nariz. Reí.
«La has invocado»
Retiré el agua con el dorso de mi mano y me levanté del escalón, girándome hacia un costado.
Mas sin querer terminé chocando con alguien, provocando que dicho sujeto cayese de sentón al piso.
«Hombre ¡ten cuidado! Terminarás matando a alguien con uno de estos descuidos»
« ¡Lo lamento! No me fijé»
«Todos nos dimos cuenta, genio. ¡Dah!»
«Mi cabeza está enfocada en muy pocas cosas en estos instantes y lo sabes»
Me excusé mirando a quien yacía en el suelo, topándome con una chica.
Una ardilla de simpática sonrisa y de brillantes ojos.
Me apuré a ofrecer mi ayuda, agachándome para ayudarle a colocarse de pie. Ella rió al verme tan acelerado.
— Lo lamento tanto, estaba tan distraído-...
— La que debería disculparse soy yo. Soy demasiado torpe ¡si viera! —me interrumpió, sacudiendo y acomodando sus ropas, manteniendo una sonrisa contra sus labios. No pude evitar devolverle tal gesto.
Posé mi mirada en sus ojos azules, sintiendo mis mejillas de un suave rosado de un momento a otro.
Era algo loco... Pero el simple hecho de ver ese par de orbes azules me había hecho sentir algo...
Un sentimiento extraño...
Interés... tal vez.
Sí, eso... eso debe ser...
Toxemia: una complicación del embarazo asociada a hipertensión y proteinuria (presencia excesiva de proteína en la orina)
Petricor: es un nombre dado al que se produce al caer la lluvia en los suelos secos, equivalente al popular «tierra mojada» o simplemente «olor a lluvia».
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