Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Cinco semanas después...

"Existe una pequeña probabilidad de que despierta"

"Si reacciona puede que quede paralítico o con algún daño severo en su habla, vista y/o razonamiento"

"Sólo imagine lo qué sufre al estar vivo de forma artificial"

"Si llegase a reaccionar, puede que no recuerde nada"

Casi dos meses habían transcurrido, día tras día en que lo dicho era siempre lo mismo. Semanas en las que una decisión rondaba en la mente del cobalto.

«"Desconectarlo"...»

Lo pensaba siempre, siendo aquello dicho por los médicos, haciéndole sentir en si era correcto o no el tan siquiera pensarlo.

Había momento en los que se sentía egoísta por querer mantenerlo "vivo" para él, por querer sentir que el azabache despertaría en cualquier momento... Por aún mantener las esperanzas después del transcurso de aquel tiempo

Sí, era egoísta por querer a un padre para su hijo, por querer que todo estuviera bien, por ilusionarse por algo tan lindo como ser una familia feliz nuevamente.

Su mirada estaba posada en el rostro del moreno, mirándole con calma, como si nada más durmiera...

...Un sueño al que merecían llamar eterno...

Permanecía allí, acompañándole, como todos los días desde hacía cinco semanas, esperando una noticia, esperanza, algo. Por lo menos una desilusión, lo que fuese.

Mantenía la mano del azabache tomada, jugueteando con los dedos de éste y frotándola de vez en cuando con su mejilla. Quería hacerle sentir amado, a pesar de que el otro no tuviese conciencia.

Apoyó su cabeza sobre el colchón, colocando antes sus brazos cruzados bajo ésta, aun teniendo tomada con su mano la del azabache.

Solía ser así la mayor parte de los días, él estaba allí desde muy temprano y se iba hasta que la hora de visitas terminaba. No pasaba de hacer lo mismo día tras día, solamente mirar a su esposo, algunas veces le conversaba a pesar de no recibir respuesta y en otras muchas solía hacerse un huequito en la cama, acurrucándose a un costado del mayor.

No encontraba mucho sentido permanecer en su casa, no con la preocupación de saber que su amado moreno no llegaría... Odiaba estar solo en esas cuatro paredes.

Sólo podía pensar en dos cosas al estar tan solo: si Shadow moría y si llegase a perder al bebé... No le agradaba tener aquellos pensamientos presentes en su cabeza...

Temía tanto por su bebito, el cual recién cumplía ocho semanas. Su estómago era un notable bulto que se lograba cubrir con cualquier prenda. Más que nada solía utilizar abrigos y suéteres.

Había descuidado un poco su salud, limitándose a comer cuando salía del hospital, habiendo faltado también a varias citas con el médico que llevaba el control de su embarazo. Su mente había estado tan abrumada y agobiaba, mas su control era mucho ya que les fue extraño a muchos que el menor no haya reaccionado de una forma aún más fuerte. Muchos creyeron que iba a ser capaz de alguna locura.

Mas aquello que ya pasaba le era suficiente... Era verdad que no había llorado a mares como era de esperarse, se trataba de un chico fuerte después de todo, pero la tristeza en la que se había sumergido había sido suficiente para él.

Había momentos en los que quería mandar todo a la basura, desconectar a su marido y de paso acompañarlo, pero siempre recordaba aquellas palabras que su amado solía decirle cuando alguno estaba triste...

"Siempre que tengas ganas de llorar imagina todo lo bueno que hubo antes de eso que te afecta. Si es por culpa de algún coraje, mira hacia atrás, hasta donde la pasabas genial con esa persona y si es por mi causa, recuerda todos esos "te amo" que te repetí a diario. Siempre hay algo por lo cual luchar"

Y lo hacía, de verdad que lo hacía. Siempre recordaba aquella voz gruesa repitiéndole lo mucho que le amaba y las promesas que siempre le hacía de seguir junto a él...

Y sí, allí estaba. Tal vez no de la forma correcta, pero aún permanecía allí. Eso era lo que alentaba al azul a seguir adelante...

Esperanzado...

Soltó un suave ronroneo, besando la mano que apretujaba con la suya, cerrando por un momento los ojos. Se limitó a permanecer en silencio, estando acompañado sólo por los pitidos y zumbidos que eran emitidos por las maquinas. Por la nueva forma de vivir de su esposo...

Alzó las orejitas al escuchar la puerta abrirse, enderezándose y girando hasta ésta, topándose con su cuñado y uno de sus mejores amigos. Mephiles y Silver, respectivamente.

— Hola —musitó suave el albino, caminando hasta el cobalto para abrazarle, sintiendo como éste correspondía ante tal gesto —. ¿Listo? —Inquirió, observando al menor encogerse en hombros al separase.

— ¿No puede ser otro día? —preguntó apenado, bajando una de sus orejas azules en el proceso, el albino negó.

— La cita ya está preparada, es por el bebé. Además, Meph se quedará con Shadow mientras tanto —explicó el de piel bronceada, extendiendo su mano hasta el menor —. Vamos.

Era una situación algo sencilla. La pareja había arreglado una cita para el cobalto con una ginecóloga* —siendo que le atendiera ese tipo de médico, al ser su organismo reproductor muy similar al de una chica. En su mayoría —, al mirar que él había estado dejando todo de lado. No querían reclamarle ni hacerle sentir mal, por esa la razón que haya arreglado todo ellos.

El azul suspiró, mirando al moreno por un momento, pasando después su mirada a su propio estómago. Sonrió.

— Vamos —se levantó, sonriendo al par con ese toque melancólico que no se borraba de sus ojos desde hacía tiempo. Se inclinó un poco, a la altura suficiente para besar la frente del rojinegro, se alejó de él y se encaminó al ojimiel.

— No te preocupes —dijo el verdinegro sentándose donde el azul estaba hace unos momentos —, cualquier cosa, te avisaré inmediatamente. Él estará bien —el cobalto asintió ante lo dicho, acompañado de un suave "gracias". Salieron de aquella habitación, siendo dirigidos por el blanco quien le llevaría a una de las salas inferiores del piso en que se encontraban.

No había mucho de lo que se les ocurriera conversar, no es como que alguno de los dos encontrara algún buen tema.

Subieron al elevador que estaba al final del pasillo, quedando sólo acompañados por la música de fondo.

— Oye, Sonic —le llamó el mayor, teniendo la atención del menor casi de forma instantánea —, tú ¿no has pensado lo que han dicho los médicos? Ya sabes, sobre Shadow —el azul bajó la mirada ante las palabras del otro, inclinando de manera suave sus orejas al entender a lo que se refería.

— Lo he pensado —respondió desviando la mirada, era la primera vez que Silver le preguntaba por ese tema tan delicado —. Sólo esperaré...u-un... poco más... Siento que eso es lo... correcto —se envolvió en sus propios brazos, evitando decir alguna otra palabra ante aquello.

El más alto posó una de sus manos en el hombro del cían, pasándola a las púas de éste para acariciarlas de manera sutil.

— Verás que todo estará bien, Sonic —respondió.

— Eso espero —agregó.

Las puertas del elevador fueron abiertas, dejando salir al par en otra sección de aquel enorme hospital. El albino salió primero, seguido por su compañero, yendo hasta uno de los consultorios del fondo. Donde "Médico Rouge" era señalado con letras negras en la puerta.

El menor se limitó a tocar un par de veces, escuchando un par de tacones presurosos dirigirse a donde ambos estaban. Se abrió aquella puerta, dejando ver a una bella murciélago de pelaje blanco y ojos azul turquesa. De perfecta figura por no decir otra cosa.

Sonrió al ver a ambos chicos, invitándoles a pasar con amabilidad. Justamente era la médico que había comenzado a atender al azul y con la cual había dejado de ir desde hacía casi un mes.

— Qué bueno es verlos por aquí —dijo, ganándose una sonrisa apenada del más chico —. Tú y yo tenemos que hablar, jovencito.

— Ve-verá... Es que pues... —se encogió en hombros, dudando en seguir hablando —. Lo lamento.

— Conmigo no te disculpes, cariño —musitó —, hazlo con tu bebé, a él es al que le afecta esto —reclamó en tono de regaño, provocando que el erizo bajase la mirada y ambas orejas con pena.

No podía negarse ni contradecirla. Aquello era por completo verdad.

— Pero de ahora en adelante prometes venir cuando sea necesario ¿verdad? —cuestionó, ganándose un asentimiento de cabeza en respuesta —, entonces, no hay nada de qué preocuparse.

La chica pasó a la parte trasera de su escritorio, mientras los chicos tomaban asiento frente a éste, quedando de cara con la vampiresa. Ésta fue a su archivero, buscando una carpeta en específico; la sacó y comenzó a hojearla.

— Sonic The Hedgehog ¿verdad, lindo? —alzó la mirada por un momento, el menor asintió de nuevo —, aquí dice que deberías llevar ocho semanas ahora ¿me equivoco?

— Para nada, eso es lo que llevo —respondió, alzando la mirada curioso para observar el contenido de aquella carpeta.

— Muy bien, ve a la camilla, te haré unas pequeñas revisiones antes de llevar a cabo la ecografía —dejó la carpeta de lado, buscando en los cajones de su escritorio algunas cosas, entre ellas su estetoscopio. Se enderezó, yendo a donde el azul que ya estaba sentado en el lugar que le había sido asignado.

La chica le dedicó una pequeña sonrisa, pidiéndole permiso para llevar sus manos al estómago del menor. Comenzó a hacer pequeñas presiones alrededor de éste, sintiendo el pequeño volumen que tenía.

— Te has sentido mal, incómodo o ¿has tenido dolores? —el cían negó, no mostrándose muy convencido de ello — ¿Seguro? —cuestionó por segunda vez —, tu estómago es muy pequeño ¿has comido bien? O por lo menos ¿te has cuidado un poco? —el cían negó, obteniendo una mirada molesta de la chica —. Tu estado no es para dejarse pasar así. Un embarazo en un chico es mucho más delicado que el de una chica. Podrías perder al bebé, ¡inclusive la vida!

Sintió su corazón apretujarse ante lo dicho, provocando un remordimiento por la culpa. Bajó la mirada, jugando con sus manos.

— La situación por la que ha estado pasando no es la mejor —habló el albino, aun sentado en aquella silla —. Se esfuerza lo más posible, se lo juro.

— Lamento por lo que pasa, pero no puede dejar que la criatura también se pierda —se acercó al aparato que solía usar tanto, encendiéndolo y tomando lugar en su pequeña silla al costado de la camilla —. Recuéstate, cariño. Quita esa cara, ahora veremos al bebé.

Suspiró y obedeció ante lo dicho, quedando en posición horizontal sobre la camilla, prestando atención ante las acciones de la murciélago.

Ésta tomó el gel y lo colocó sobre el estómago melocotón del más chico, situando encima de éste el aparato, moviéndolo en círculos en aquella zona. Movió la pantallita, dejándola a la vista de aquel erizo y del albino que se acercaba para ver por igual.

La ojiturquesa miraba la imagen, buscando la bolsa en donde el feto estaba, quedando confundida al ver una pequeña "anomalía".

— Qué extraño —musitó, obteniendo la mirada temerosa de ambos —. Parece que hay una sorpresa más grande que un bebé.

— ¿D-de qué se trata? —cuestionó el mayor de ambos, mirando la pantalla, logrando apreciar no solo uno, sino, dos bultitos.

— Aquí está un bebé —señaló uno de los bultitos, al cual se lograba apreciar un pequeño punto parpadeando en el centro. Era su corazoncito — y éste es otro —apuntó al otro, que mostraba las mismas características que el anterior —. Felicidades, parece que serán mellizos —le sonrió al erizo, el cual aún divagaba ante lo dicho al escuchar los rápidos latidos de ambos pequeños corazones.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, sintiendo como sus ojos se humedecían por simple reacción. Aquello le puso muy feliz.

Una gran noticia rodeada de malas pasadas...

El ojimiel le abrazó con insistencia, felicitando una vez tras otra. El cobalto sollozó de forma suave entre el abrazo, feliz, muy feliz ante lo que ahora pasaba. Mas por un momento recordó aquello que el moreno había deseado, incluso desde antes que se casaran. Él quería un par de bebés y más si podían ser gemelos o mellizos.

Malo que ahora él no estaba para mirar como su tan anhelado sueño se volvía realidad.

Frotó sus ojos con la palma de sus manos y se separó del blanco, quedando de nuevo recostado, admirando aquella imagen de sus dos bebitos una y otra vez.

— Te daré vitaminas y te practicaré algunos estudios. ¿Está bien? —el menor asintió sentándose con ayuda de ambos. Sonrió de nuevo al escuchar la emoción del albino, imaginando que se trataba de su esposo.

Ése era el momento perfecto de tenerle a su lado... Era el que más le dolía vivir en su ausencia.

Mientras tanto, con ambos hermanos...

No diferenciaba mucho la forma en la que Sonic pasaba el tiempo cuando estaba con Shadow a como Mephiles lo hacía. Ambos conversaban con aquel erizo rojinegro, platicaba feliz como si con eso fuese a lograr algo.

Le mantenía tomado de la mano, repasando con sus dedos la línea rojo que iba desde el codo hasta su dedo anular. Línea que igual se repetía en sus propias manos, solo que de color turquesa.

— Ay hermano, si supieras cuanta falta haces —se encogió, mirando triste el rostro del mayor de ambos —. Es difícil no tener con quién hablar. Además, no soy el único que necesita de ti —bajó sus orejas, teniendo presente a aquel erizo cían en su mente —. Tienes que mejorarte, por Sonic, él... él te ama y te necesita mucho... No puedes dejarle aquí, solo con esa criatura —agachó de nuevo su mirada —... Sé que me escuchas, sé que sigues allí, por algún lado, tengo fe de que estarás bien —su voz se quebró levemente, entrelazando ambas manos de forma suave —. Hermano... Por favor, despierta... tienes que ver a ese bebé nacer... tienes que continuar con tu vida, ser feliz, tener más hijos. N-no puedes terminar así —bajó sus orejas mirando de nuevo ambas manos juntas —... Tal vez suene algo estúpido, pero, si es que escuchas por lo menos algo de lo que te dije, has algún movimiento, el qué sea. Sólo uno —estuvo atento, esperando que su indicación fuese acatada, esfumándose sus ilusiones al pasar unos segundos.

Cerró con fuerza los ojos, sintiendo impotencia ante la condición de su hermano. Frotó su mano libre sobre su rostro, queriendo evitar que sus ojos se aguaran.

Se relajó entre suspiros y respiros, mirando sólo la ventana que estaba frente a él, no teniendo más vista que el cielo azul al estar en un piso superior. Mas sus ojos se abrieron con total sorpresa al sentir su mano ser apretujada varias veces por la mano contraria. Viró sus ojos allí, ahora cambiando su mirar al rostro del rojinegro, el cual se mostraba haciendo unas suaves muecas.

Mephiles se levantó rápidamente, asimilando en su rostro una reacción muy similar a la de haber visto un fantasma, retrocedió un par de pasos antes de lograr reaccionar y salir corriendo hacia afuera del dormitorio, yendo en busca de un médico o enfermera que le ayudase.

De la preocupación había olvidado el botón de emergencia que estaba ubicado en la parte inferior de la cama. Pero por lo menos logró reaccionar de una forma.

No sabía si agradecer o maldecir. Una por saber que su hermano podría retomar su conciencia y la otra por haberse quedado solo en justo ese momento.

Corrió presuroso, buscando entre los möbians que iban de un lado a otro a alguien que le ayudase, yendo por el lado contrario que el otro par había tomado.

Ahora estos venían, tranquilos caminaban hasta la puerta, entrando al por fin encontrarse frente a ésta.

Sonic fue el primero, buscando al negriverde con la mirada en primera instancia, preocupándose al no verle. Después su mirada fue dirigida al erizo que permanecía en aquella cama, haciendo que su corazón se detuviera por unos segundos al admirar bien la escena.

El moreno tenía sus ojos abiertos y había logrado retirar el tubo que tenía en la tráquea que era el que le ayudaba a respirar. Miraba a un lado y otro, buscando alguna respuesta del por qué estaba allí, no encontrando nada.

El albino entró de manera inmediata, mirando igual de impresionado tal escena.

— ¿Shadow?... ¡Oh, Shadow! —exclamó el de tez blanca, yendo a donde el nombrado para abrazarle, ahora sí, llorando desesperado al por fin verle despierto. Le apretujó por los hombros, sintiendo que en lugar de ser correspondido, era retirado por los brazos del moreno —... ¿H-heh?

— ¿Qui-quién eres... tú?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro