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Capítulo 17

~Shadow~

Días más tarde...

Caminaba a su costado por el sendero de aquel parque, conversando con cierta tranquilidad.

Se ocultaba en su suéter de lana mientras yo me cubría con mi chaqueta de cuero. 

Sally había aceptado dar un paseo a pesar del frío que ya comenzaba a calar en los huesos y era lo que hacíamos desde hacía un cuarto de hora. Habíamos decidido conversar más a fondo lo que realmente pasaba, tanto de su relación como de la mía, bueno, si es que aún quedaba rastros de lo que fuese una relación con Sonic.

Estaba más que claro en sus ojos azules al momento de platicarlo. Ya tenían todo preparado, tanto ella como Amy, para su boda, ya habían entregado cada invitación correspondiente y tenían un plan de vida bastante detallado, incluso podría decir que no parecía tener falla alguna.

Se le notaba feliz, ilusionada y por demás nerviosa, recordándome esa faceta que vi en una foto mía.

Me sentía en una especie de extraño déjà vu, como si me estuviese mirando en un espejo.

Por un momento llegué a sentir la misma emoción que ella...

— La amas mucho ¿no? —pregunté mientras nos deteníamos en la cima de una de las colinas del parque, mirando como el sol se encontraba a mitad del cielo, oculto entre varias nubes.

— Cómo no tienes idea —musitó en respuesta mirando al frente, mostrando una sonrisa propia de ella, llena de ilusión, de alegría... De todo eso que desapareció en mí —. La conocí de la forma más loca, nos odiábamos al principio pero, poco a poco sus encantos me maravillaron. Es una chica fabulosa, un tanto loca he hiperactiva pero grandiosa. —rió mientras metía sus manos a los bolsillos delanteros de su suéter. Le había observado hasta ese momento, por fin separando la mirada para llevarla a dónde ella la mantenía; una de las cientos de nubes del cielo era la que tenía toda mi atención.

Sus palabras me habían hecho recordar a la perfección la plática que tuve con el padre de Sonic cuando intentamos escapar. Cuando por fin aceptó que estuviésemos juntos.

Había repetido las mismas palabras y lo había dicho con la misma ilusión.

Suspiré al momento de que ella se giraba a mí, haciendo un pequeño gesto con una de sus manos para retomar el camino de vuelta a la entrada del parque.

— Y tú, ¿qué piensas hacer ahora?

— Volver a estudiar y trabajar, supongo. Realmente ni yo me he planteado qué hacer de mi "vida" de ahora en adelante. —dije de forma decaída y me encogí en hombros mientras miraba hacia el piso. Ella suspiró de forma suave.

— Es que... —se detuvo a mitad del sendero, causando que repitiese su acción para mirarle —... Todo lo que me cuentas, lo que pasó tan así de la nada es... es ¡sorprendente!... Algo, realmente impactante. —hizo varios ademanes con sus brazos antes de tomar de los míos para mirarme a los ojos —. Shadow, todo eso que ambos compartían ¡debió quedar en alguna parte!

— Dime tú ¿en dónde se supone que debió haber quedado? —gruñí por su acción, estando un tanto cansado de siempre escuchar lo mismo. Llevo buscando esas respuestas desde hacía semanas y me era imposible encontrarles origen, compartía la misma duda que ella y que todos los que me rodeaban.

¿Dónde podrían estar?

— No lo sé, dímelo tú. Eres el único que te conoces tan a la perfección que sabrías dónde guardar un sentimiento al no creer necesitarlo. No sé, en tu corazón, en tu mente... ¿en algún sitio de tu subconsciente?

Si supiera cómo está mi subconsciente, descartaría esa opción...

« ¡Oye! »

— ¿Recuerdas que hasta hace unos meses no tenía la menor idea de quién era? Mucho menos ese tipo de detalles. Apenas si tengo control de algunas cosas en mi cabeza.

— Pero ya pasó bastante, lo suficiente para que de nuevo lo sepas. ¡Es ahora, Shadow! —negué al momento de escucharla, dando un paso hacia atrás para lograr que me soltara y así lo hizo. Suspiró. Volvió a meter sus manos a sus bolsillos y siguió con su caminata —. He logrado saber cómo fue la relación de ambos y créeme que, me dolería que ya no tuviera ningún tipo de compostura...

Me encogí en hombros al escucharla, captando un suave «a mí igual» en lo más profundo de mi cabeza.

El resto del camino de vuelta a casa fue en completo silencio, ni ella ni yo nos sentíamos con los ánimos de conversar de algún tema, ya había sido bastante plática por aquel día.

Entré en casa en cuanto me aseguré de que ella haya llegado a la suya, cerrando la puerta con suavidad a mis espaldas. Subí al segundo piso en donde me detuve en la primera puerta; la abrí en silencio, asomando primero mi cabeza y después mi cuerpo al asegurarme de que su ocupante se encontrase dormido.

La alcoba se encontraba lo más oscura posible gracias a unas cortinas gruesas, tibia y bastante agradable, esto a petición de Rouge. Él debía mantenerse así si no deseábamos que su estado empeorase... En reposo, tranquilo, lejos de todo lo que habíamos pasado últimamente...

Me coloqué a un costado de la cama, logrando ver su rostro sobresalir de la manta que cubría hasta sus hombros. Sus facciones relajadas y su respiración pausada me provocaban cierta tranquilidad.

Me abstuve de salir de aquella habitación; le había dejado solo parte de la tarde y, a pesar de que estaba dormido, quería compensar un poco mi descuido quedándome a su lado hasta que despertase.

Miré a mi alrededor con algo de curiosidad; desde que había vuelto a casa después del accidente no duraba más de unos cuantos minutos en aquella habitación, a pesar de incluso haber dormido recientemente en la misma cama que el azul.

Aproveché los pequeños rayos de sol que se lograban colar de las gruesas ventanas y observé los cuadros de las fotografías que estaban en una de las paredes, iban desde retratos de nosotros de bebés hasta fotografías familiares, tanto mías como suyas.

Miré con detalle como en la mesita de noche que estaba del costado del azul permanecía una fotografía mía en la que parecía no tener más de diecisiete años, con aquella apariencia demacrada y espantosa y del costado que me pertenecía estaba una suya, en donde se mostraba tal vez de quince o catorce años en donde también parecía tener frenillos y unos anteojos de bastante aumento.

Era gracioso ver ambos costados de la cama, se notaba que teníamos con qué alegrar nuestras mañanas de manera perfecta.

Negué un tanto divertido antes de pasarme a la cómoda que estaba frente a la cama, en dónde descansaban en una carpeta los documentos de divorcio que habíamos firmado hacía unos días, los cuales no entregué al abogado ya que el estado del cobalto nos tomó bastante desprevenidos.

Seguí mirando los pequeños adornos que descansaban sobre la superficie de aquella cajonera, notando sobre una replica a pequeña escala del Big Ben dos anillos, uno acomodado, casi que con cuidado de manera perfecta sobre el otro. Giré un poco mi rostro hacia el azul, procurando que no despertase y me mirara merodeando por allí sin su consentimiento, notando que parecía estar lo suficientemente dormido para seguir con lo mío alrededor de aquella alcoba.

Volví la mirada a la pequeña figura para así tomar ambos anillos de oro con cuidado de no tirarlos. Me encaminé hacia la ventana al ya tenerlos en mi puño, mirándolos con un poco más de detenimiento gracias a la luz.

Tenían varios grabados tanto afuera como al interior del anillo: Por el exterior, al acomodarse de manera correcta formaban con un sutil relieve los continentes y dentro de ambos estaba el nombre del otro. El de Sonic era un poco más pequeño que el mío, además de que tenía mi nombre grabado en su interior y el más ancho tenía el nombre de él el cual me quedaba a la medida en mi dedo anular.

Me coloqué el anillo gracias a la curiosidad que me causaba su peculiar decoración; lo miré por un momento antes de retirarlo y notar como su nombre había quedado marcado en mi piel. Pasé la yema de mis dedos con suavidad sobre el interior de dicho anillo antes de tomar ambos en mi puño y dedicarme a mirar al azul que desconocía lo que estaba haciendo.

Volví a la cómoda y dejé ambos anillos en su lugar antes de ir a una silla que se encontraba debajo de la ventana, me senté tomando mi cámara de una repisa cercana no tenía otra cosa que pudiera hacer después de todo. Busqué una posición cómoda quedando apoyado sobre mis codos sobre mis rodillas y mirando la pequeña pantalla de la cámara, pasando las fotografías que descansaban allí.

Tal vez miré los vídeos de la luna de miel más de cinco veces cada uno y cada fotografía que parecía haber sido tomada en alguno de esos sitios mostrados en las estampillas, estando aún bastante descolocado pero, todavía sentía que faltaba algo; me apoyé por completo en el respaldo de la silla y me dediqué a mirar el último vídeo con total dedicación.

Reproduje sólo la última parte de aquella larga grabación, suspirando un poco mientras subía el volumen con precaución de no despertar al contrario, jugando con las escenas y pasando de una a otra de manera rápida:

¿Podría ser más feliz de lo que ahora lo soy? ¿Eso es posible?

[...]

[...] Al igual que frente al altar te juré y cada día lo prometo más y más, me dedicaré a verte sonreír, a verte feliz... A darte una familia.

[...]

Shadow, serás padre...

Cerré los ojos al momento de escuchar aquello, logrando por fin representar aquella noche en mi cabeza; se sentía el mismo ambiente cálido, el mismo aroma dulce que había dejado el té que en la cena habíamos ingerido y sentía entre mis brazos el calor emanado por ese cuerpo azul. Me sentía por completo presente en ese momento, como si estuviese volviendo a ocurrir todo.

Percibí con total claridad aquella sensación que causaba tener los ojos cristalinos y la sonrisa remarcada en mis labios: emoción. La sentí por varios segundos, antes de que la voz de aquella grabación me distrajese.

¿Pa-papá?... ¿Seré padre? [...] ¡Seré papá, Sonic! ¡Seré papá!

Todo se transformó en un eco lejano al momento de escuchar dichas palabras, vuelto todo una imagen irreconocible, sólo manchones en todas partes. Abrí los ojos de manera lenta mientras escuchaba del reproductor de la cámara la voz del azul, causando que sin poder evitarlo, no retirara mi mirada de los últimos segundos de grabación.

Prométeme que sin importar lo que pase cada día, si es bueno o malo, este amor no terminará...

Apagué la cámara antes de escuchar la respuesta que, sabía, ese yo de hace meses le daría, apretando dicho aparato entre mis manos. Mis ojos se cristalizaron al sentir la impotencia recorrer mi cuerpo, causando cierta ansiedad al fondo de mi pecho.

— Lamento tanto no haber logrado cumplir esa promesa, Sonic. —siseé como nueva respuesta de la petición dada por el cobalto, negando de manera suave y estrujando con una de mis manos mi rostro.

Cerré los parpados con bastante fuerza antes de apoyar mi cabeza sobre el respaldo del sofá con mi antebrazo sobre mis ojos, intentando deshacerme de ese sentimiento incómodo. Dejé la cámara sobre mis piernas y me quedé en dicha posición que había tomado segundos antes, dejando que mi cuerpo se deshiciera de dicha tensión y se relajase.

Prontamente me vi envuelto en aquella faceta tranquila que transmitía el azul, dejándome llevar por el cansancio que llevaba cargando por las múltiples noches que no había logrado dormir siquiera un par de horas.

Sentí mi cuerpo pesar al paso de los minutos, dejando que mis ojos se cerraran y el sueño hiciese de las suyas, llevándome pronto a caer dormido...

~•°♡°•~

Abrí pronto los ojos al encontrarme en el mismo sitio que siempre se mostraba en mis sueños pero, con una pequeña excepción...

Ella se encontraba allí, con su mirada ingenua dirigida a mí y su tierna sonrisa.

Me quedé un momento observando esa eriza curvilínea con sorpresa, sonriendo con emoción al por fin haber reaccionado, sin duda era ella.

— ¡María!, ¿Eres... —pronto me vi interrumpido al ser traspasado cual fantasma por otro sujeto cubierto con una sudadera con capucha.

Pasé mis manos por mi pecho ante semejante situación, mirando de igual forma mis manos y brazos notando estos intactos.

— ¡María, por fin te encuentro! —me mantuve estático al escuchar mi voz resonar en el lugar, observando atento al chico encapuchado.

Se retiró aquella chaqueta dejando ver a ese yo más joven que había mirado en varias fotos. Me apresuré a acercarme, tomando a éste de los hombros más mis manos de nuevo se hundieron en su cuerpo, haciendo que me diera cuenta que era imposible siquiera tocarlo.

— No importa cuánto lo intentes, Shadow, solo somos los espectadores en este recuerdo —siseó aquella figura oscura mientras aparecía a mi costado, levitando sobre el piso de arena —. Ven aquí y dedícate a mirar, lindo, más nada puedes hacer.

Suspiré vencido ante lo que dijo, agachando mis orejas en el proceso; caminé a la par de ella mientras observaba la escena, siéndome bastante desconocida en dicho momento lo que fuese a pasar.

Ambos se abrazaban, se observaban con total dulzura. Negué.

— ¿Sabes qué momento es éste? —cuestionó aquella figura curvilínea. Negué sin apartar la mirada de aquella pareja, queriendo recordar por lo menos un rasgo de la escena —. Se trata del día en que ella murió. Te dije que no serviría de nada que yo te contara lo que pasó, no has puesto nada de iniciativa en saber todo lo que ocurrió antes de que cayera —gruñó mientras se colocaba frente a mí, tomando mis hombros y haciendo que me inclinara a ella.

— Bien, admito que no lo he hecho pero...

— Nada de peros, erizo mentiroso —pronto me dio un fuerte coscorrón que, a pesar de estar dormido, me había dolido bastante. Sobé mi cabeza repetidas veces, separando su agarre de mi cuerpo con mi otra mano en un empujón —. Ahora quiero que estés atento, no quiero preguntas tontas. —bufé con enojo, haciendo sin remedio lo dicho por ella.

Claro, podía huir de todos menos de mi propia consciencia...

~Narradora~

La chica había estado allí desde hacía un rato, frotando sus brazos con las palmas de sus manos a causa del gélido aire que chocaba en la cañada y él parecía algo agitado, esto por haber corrido bastante para llegar a tal sitio.

Ambos se sostenían de las manos ante el reciente saludo, atreviéndose a hablar primero el azabache, más como reprenda que como que con cualquier otra intención.

— Creí que estarías en tu casa, toqué y nadie abrió así que supuse que vendrías acá —se escuchó decir por parte de esa voz un tanto más aguda perteneciente al joven Shadow presente en el sueño. Ella se abstuvo de responder al momento de soltar las manos bicolores del contrario, girándose hacia el mar, él igual lo hizo —. ¿Pasa algo, bonita?

— Mi abuelo de nuevo se molestó —musitó en respuesta, jugueteando con sus manos en un gesto nervioso —. Ya no creo soportarlo, Shadow, su comportamiento está escalando de nivel muy rápido y ya no sé qué hacer.

— Bonita, María —habló con voz baja, dulce para no decir más y se acercó a la chica, tomando a ésta de la cintura —, ¿quieres que hable con él?, ¿te consigo un departamentos lejos? ¿Algo? —se apresuró a decir con sus ojos rojos posados en los perdidos orbes azules de la eriza rubia, mas ésta optó por negar y separarse del agarre del moreno.

No comentó siquiera una palabra por varios minutos, preocupando así a su novio. Éste se volvió a acercar en busca de lograr tomarla, pero ella se alejó y acercó a la orilla de la barranca quedando así de espaldas a él.

— Es tan hermosa la vista, ¿no lo crees? —comentó con voz tranquila y una sonrisa agria; se le notaba decaída, distante y hasta asustada. Una faceta muy extraña en la rubia...

— Esa sonrisa la he mirada antes —comentó el azabache que solo admiraba el sueño, acercándose a la joven eriza rubia para mirar mejor su rostro —. Esa faceta, ese brillo pero, ¿dónde?

La figura obscura se abstuvo de responder, tomando al moreno de la mano para regresarle a su posición a unos metros de aquella vieja pareja. Shadow se mantuvo pensativo por unos segundos antes de que la voz de él más joven llamara de nuevo su atención.

— Lo es, bonita, esta vista es una de las mejores —respondió acercándose de nuevo al cuerpo de la joven, tomando una de sus manos con el tacto más sutil que podría demostrar —, pero es mejor mantenernos alejados, es hermoso, sí, pero también es muy peligroso vacilar cerca de la orilla.

— ¿Por qué siempre es así?

— De qué hablas, May?

— A esto, Shadz, siempre lo más lindo debe suponer algún peligro. ¡Mira los incontables ejemplos que tiene la naturaleza! —exclamó con bastante frustración reflejada en su tono de voz, soltando de forma algo brusca su agarre con el bicolor —: las flores más hermosas tienen espinas, los animales de grandiosos colores son venenosos... La paz no se consigue sin haber luchado primero...

El moreno se sorprendió ante la acción, mirando expectante a la erizo; ésta retrocedió un poco, logrando así dar la media vuelta para mirar al azabache a los ojos.

— Incluso el amor, éste no se logra hasta no haber sufrido lo suficiente y tú, Shadow, tú aún tienes bastante por qué luchar...

— ¿Mary? —siseó nervioso, descolocado y un tanto asustado.

Ella no dijo nada más con respecto a las últimas palabras, sólo pasó a un costado del bicolor y caminó de manera tranquila por la arena hasta donde las raíces de aquel árbol se dejaban ver.

— Siempre he deseado mostrarte toda esa belleza que esconde la punta de la cañada, Shadow, sé que no hay peligro, sé que todo está bien desde allí...

Shadow se acercó a ella con sigilo, mirando con preocupación la extraña manera de actuar que la joven mostraba, quedando muy cerca de donde ella se había colocado. Negó.

— María, vamos a mi casa, necesitas dormir un poco y estar lejos de tu casa. —esperó respuesta pero no la obtuvo, ella lo había ignorado por completo, mirando hacia el enorme árbol que colgaba en aquella delgada orilla. De nuevo habló.

— Si voy allí y regreso ¿creerás que puede haber algo lindo sin peligro? —él negó al escucharla y se apuró a tomar la mano de la rubia, pero ésta fue más rápida y avanzó veloz a través de aquella delgada punta.

— No te permitiré que arriesgues tu vida así. —gruñó el de ojos rojos, intentando acercarse, mas sintió un crujido bajo sus pies que le hizo retroceder.

— No te estoy pidiendo permiso, mi amor...

— Y allí fue donde las rocas cedieron por su peso —siseó la figura curvilínea que se encontraba al lado del bicolor que observaba la escena, mostrándose frente a sus ojos el momento justo del accidente.

Cerró sus párpados con fuerza y tapó sus orejas al no querer escuchar los gritos y admirar nuevamente la escena la cual, desapareció unos segundos después.

Ella se acercó al moreno y acarició su espalda, haciendo que éste dejase aquellas acciones y se girase aún cohibido a la figura oscura.

— ¿Buscaba suicidarse? ¿¡Eso es lo que quería!? —jadeó al recibir una pequeña afirmación por parte de su acompañante, haciendo que él negara frenético —. Pero ¡todo ese miedo que mostraba! Ella... ella...

— Todos tenemos miedo de morir, Shadow, no importa qué tan decidido te muestres para cometer estos actos, siempre hay temor presente.

Negó y negó hasta que su respiración se convirtió en simples jadeos desesperados, provocando que se dejase caer sentado al piso tomando de su cabeza.

— No puedo creer que después de todo lo que pasamos María haya querido...-

— María tenía problemas desde hacía meses atrás —le interrumpió levitando a un costado de él, apoyando su mano en el hombro del bicolor —, ya habíamos intentado hablar con su abuelo, con tus padres... Habíamos acudido a psicólogos, a médicos y no mejoraba en ningún sentido. Todo esto pasó después de la muerte de sus padres, Shadow, le afectó mucho.

» Ella estaba dispuesta a acabar con su vida, si no haya sido ese día, lo hubiera hecho al siguiente o el siguiente a ése o días después; no lo hubieras podido detener de ninguna forma.

Shadow se encogió cohibido al hundirse en sus hombros, desviando poco a poco la mirada. Todo eso no lo había recordado, siquiera una parte de aquella situación.

— Estaba destinado para ella morir, ya se habían intentado encontrar mil y un remedios, Shadow, tú Incluso lo concluiste y por eso descansaste de tal pesar. —se inclinó tomando las manos del azabache, haciendo que éste mirase hacia éstas —. Los primeros amores siempre son así: llegan, encantan, marcan y se van, dejando huella en todos los sentires, en todos los aspectos, pero siempre hay que aprender a dejar que se vayan, por cualquier forma.

El bicolor se mantuvo un momento pensativo, apretando las manos obscuras que estaban entre las suyas.

— Déjala ir, Shunny, déjala ir nuevamente... Permítenos descansar de nuevo...

Sus ojos se mantuvieron abiertos por un momento con la vista por completo pérdida, mas pronto los fue cerrando, sintiendo su cuerpo ligero y el latir de su corazón normalizarse. Poco a poco lograría de nuevo esa meta...

— Shadow, si tuviéramos un hijo ¿qué te gustaría que fuese? —abrió de golpe sus ojos al escuchar aquella voz masculina resonar contra sus oídos, mirándose envuelto en un ambiente muy distinto al anterior. Se trataba de su casa, en lo que parecía ser la sala. La pareja conformada por él y el cían estaba en el sofá más grande, arropados y abrazados.

— ¿Una niña? Puede que tenga tus facciones y tu pancita o ¿un niño? ¡Imagínalo! Con mis ojos o mi mechón —el mayor de esa pareja apapachó a su compañero entre sus brazos, causando risas por parte de ambos. No se miraban mayores de 22 años, así que parecían solo contar sueños de adolescentes —. ¿A ti?

— Pues realmente no me importaría qué fuese, más bien me agradaría descubrirlo hasta el momento de tenerlo en mis brazos. No sé, sería lindo ¿no crees? —preguntó acomodado entre los brazos del mayor, jugando con ese mechón blanco. El moreno le sonrió.

— Tienes razón, Blue. Sea lo que sea, será lo mejor que la vida nos pueda dar.

— Fue un gran detalle respetar el deseo de Sonic —habló ella mientras el azabache se limitaba a mirar desde su posición, sonriendo de forma muy tenue ante la mirada de la silueta.

— Creo que merecía algo de felicidad después de todo.

— Tú igual la mereces, Shadow, por lo menos un poco. —se inclinó frente a él, posando sus manos en las mejilla del macho negro.

— Después de todo lo que ha pasado y lo que he causado, dudo que siquiera merezco estar consciente —colocó una de sus manos sobre una de aquella silueta. Ella rió antes de alejarse de él y levitar con total libertad enfrente suyo.

— ¿Quieres que te dé las razones suficientes para estarlo? —preguntó con voz emocionada, causando, sin querer, una sonrisa por parte del azabache.

Pronto se miró envuelto en un lienzo oscuro, haciendo que se levantara por el temor a volver a caer en ese vacío. Al momento de estar de pie logró notar como pequeñas imágenes se formaban alrededor suyo. Miró a la figura oscura que sobresalía de una de esas imágenes y enarcó una ceja.

— Anda, ésas no son ni la quinta parte de las razones que tienes para seguir viviendo. —le animó con un empujón, queriendo que se acercara para observar todo con más detenimiento.

Sus amigos, su hermano, sus compañeros, su esposo y ese par de risitas que solo se le permitían escuchar. Todos estaban allí...

Había momentos con todos, esparcidos en cada rincón de aquel sitio. Hasta donde podía llegar su vista y aún más lejos pero, en especial, uno llamó su atención frente a él.

— Por fin ahora comprendo las palabras que María me dijo —siseó un Shadow de 25 años, tomando de las manos a su compañero de 22 en uno de los miradores de la costa —. Yo aún tenía bastante por lo cual luchar para conseguir al amor de mi vida...

Sólo necesitaba escuchar aquella voz decidida y se convencería... Eso era lo último que necesitaba para demostrar que su corazón siempre tuvo razón. Solo un empujoncito...


Miró atento aquel recuerdo y se acercó hasta quedar frente a la pareja. Miró con atención al azul, sus ojos, su sonrisa, sus rasgos... Observó cada detalle con la mayor paciencia que había mostrado en mucho tiempo.

¿Cómo de un momento a otro había olvidado la perfección de aquella faceta?

¿La dulzura de sus rasgos?

¿Cómo se había olvidado de aquel amor tan flamante que hubo por tantos años?

¿Cómo se dejó llevar por su confusión?

¿Cómo se había atrevido a buscar la felicidad teniéndola frente a él?

¿Cómo?...

De nuevo reconocía aquella molestosa sensación de encanto en su pecho.

Otra vez sabía apreciar que aquello que sentía al acercarse al otro no era incomodidad...

Por fin habían encontrado ese amor que estaba tan perdido ¿dónde? En lo más profundo de su corazón...

Solo hacía falta dejar un poco de espacio entre sus pesadillas y temores para permitirles sobresalir.

Simplemente necesito dejarse llevar un segundo más por sus sentimientos...

~•°°•~

Despertó de golpe ante un ruido desconocido para él en esos momentos, dejándole algo asustado. Parpadeó antes de acomodarse en la silla en la que había estado descansando, notando como el sol ya había desaparecido de atrás del par de cortinas que estaban a su espalda.

Se removió un poco ante una punzada que atacó su cuello y espalda por la incómoda postura. Escuchó de nuevo aquellos sonidos que le habían despertado, llamando su atención con dirección al azul.

Ignoró el dolor punzante en su nuca y se levantó para ir presuroso hasta la cama en dónde el menor descansaba, llevando consigo la silla para tomar asiento cerca de la cama.

Los quejidos pasaron rápido, dejando que el azabache suspirara aliviado y tomara de nuevo asiento, solo que ahora junto a la cama del cían; apoyó sus codos en el colchón y su cabeza en la palma de sus manos, dando un pequeño suspiro antes de que ese sueño se le viniera a la mente.

Pensó y recordó a la perfección cada escena, cada palabra dicha y cada decisión tomada, teniendo presente una sobre todas. Miró al azul con detenimiento y sonrió con cierto alivio reflejado en el brillo de sus ojos.

Se inclinó un poco al estar frente al estómago del cobalto, retirando con cuidado la cobija que le cubría; se topó con aquella pancita abultada, causando ternura en su semblante. Se permitió dar una pequeña caricia en ella y dejar un beso sobre una pequeña manita que se marcaba a través de la piel melocotón del menor.

Volvió a cubrir aquella zona del cuerpo de su acompañante y apoyó su cabeza sobre la cama con uno de sus brazos de soporte, quedando girado hacia el rostro de contrario; le miró con la luz de luna que ahora iluminaba a través de la ventana, atento ante cualquier cosa que haya cambiado en aquel rostro cansado. Se notaba tan distinto en tan solo cuatro meses...

¿Dónde había quedado ese rostro radiante de juventud y alegría?, ahora solo se lograba ver una faceta cansada y triste...

Bajó sus orejas antes de llevar la mirada ante la mano melocotón que estaba apoyada a su costado, pasó su mano libre hacia ella y se atrevió a tomarla, siendo rápidamente estrechada por el erizo dormido.

Miró sus manos entrelazadas y no pudo evitar sonreír con miedo.

Esa sensación de nuevo se presentaba ante el roce de sus manos...

De nuevo sentía felicidad del simple hecho de tener su tacto...

Ya no se sentía un simple desconocido...

De nuevo estaba con su familia...

Y ahora temía por imaginar que le era demasiado tarde para recuperarlos.

Besó el dorso de la mano de piel blanca y volvió a su posición con la cabeza apoyada en la cama, sin apartar su mirada de aquel erizo.

No hasta que con el pasar de las horas el sueño de nuevo le venció...

~•°♡°•~

Por primera vez no se encontraban en aquel paisaje que siempre acompañaba sus sueños. Esta vez estaba en casa...

Por fin parecía tener un sueño tranquilo, libre de aún más corajes y discusiones que su realidad. Al fin sentía que eso no se volvería una pesadilla más.

Miró su cuerpo y su alrededor, buscando a la segunda alma que debía hacer presencia en aquel sitio, preocupándose al no encontrarla. Bajó las orejas. Le necesitaba, a pesar de todos los malos entendidos que tuvo con ella deseaba que siguiera a su lado. Necesitaba agradecerle su insistencia.

— Shadow...

Se apresuró a girar la cabeza en cuanto escuchado la voz de la silueta curvilínea. Ésta había tomado la forma del erizo azul, cosa que le alegró todavía más.

— ¿Es esto lo que realmente quiere tu corazón?

No hicieron falta palabras y mucho menos tiempo para que el moreno se convenciera de que sus ojos deseaban esa vista cada que sus sus parpados se abrieran y se cerraran. Asintió, siendo ésa la única respuesta necesaria.

Respuesta que jamás se arrepentiría de dar...

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