Epílogo:
Poco a poco, la humanidad fue retomando sus vidas cotidianas, centros religiosos eran destruidos, otros construidos, y otros se quedaban igual.
Incluso habiendo ganado el derecho a la vida, las secuelas sociales del Ragnarok se mantenían frescas en las mentes de la gente: ellos habían ocasionado la muerte de cinco héroes de otros mundos y de cinco valquirias que se sacrificaron por el bien de la humanidad.
No habían habido señales de algún tipo de venganza por parte de los dioses, y se esperaba que todo siguiese así.
Varios dioses estaban más furiosos de lo que habían estado nunca, enfurecidos, avergonzados, preguntándose porque ellos no habían peleado. Sin embargo, mientras los milenios pasaban, las deidades furiosas entendieron que la humanidad estaba a salvo, ya que incluso si miles de dioses deseaban venganza, cientos más habían aprendido a estimar y respetar a los humanos.
No volvió a haber otra votación unánime en el parlamento de los dioses, y eso significa que no habría peligro de extinción para los humanos en un buen tiempo.
...
—¿Seguro de que te quedas?—preguntó Geir.
Bruce Banner, con seguridad, asintió con la cabeza.
—Es... es lo que tu hermana me ofreció—dijo—. Me podría quedar en este mundo, como un héroe, no como el monstruo que temen y persiguen en el mío.
—Espero encuentres la paz que buscas—deseo Hrist—. Hasta pronto.
El científico se empezó a alejarse, creciendo a cada paso, aumentando su musculatura, dejando el control de su cuerpo y mente a Hulk.
El Gigante Esmeralda dio un gran salto y se alejó del lugar, mientras que los humanos que habían estado cerca para verlo lo vitoreaban y le agradecían por haber luchado por ellos.
Geir miró a Hrist.
—Ahora eres la líder de las valquirias, ¿no, hermana?
La segunda hermana asintió con la cabeza.
—Así es... aunque ojalá no fuese el caso.
—Harás un gran trabajo—animó Reginleif—. En especial ahora que mamá es la reina de Asgard, y diosa suprema del panteón nórdico.
—Gracias—aceptó Hrist, abrazando a sus hermanas.
Pero antes de que estas se dieran cuanta, sus huesos estaban crujiendo bajo la fuerza de la segunda hermana valquiria.
—P-por favor...
—N-no respiro...
Hrist la soltó.
—Entonces, ¿ustedes se van?
Reginleif asintió retrocediendo algunos pasos y, para sorpresa de sus hermanas, tomando la mano de Apolo.
—Es parte de mi promesa, ayudaré a Apolo a terminar con sus pruebas como humano.
Will miró a su padre.
—Si en mi línea de tiempo lo lograste sin ésta ayuda, ahora Nerón y Pitón no tendrán oportunidad.
Apolo tragó saliva al pensar en sus trabajos restantes.
—Sí... eso espero.
Hrist se volvió una vez más hacia Reginleif.
—¿Te vas por un tiempo, o de forma permanente?
La séptima hermana valquiria ladeó la cabeza.
—No estoy segura, eso está por verse.
Apolo se inclinó ligeramente, depositándole un beso cerca de los labios.
—Tengo tiempo suficiente para convencerte de quedarte.
Hrist miró sombríamente al chico.
—Quítale las manos de encima a mi hermanita.
Apolo retrocedió como si le estuviesen apuntando con un arma.
—Entendido...
Leto y Artemis se acercaron al joven para despedirse.
—Es una lástima que no te quedes—dijo la titánide—. Eres lo que mi hijo jamás pudo.
Apolo sonrió con tristeza.
—Te lo agradezco, pero tengo una madre y una molesta hermana que me están esperando en casa.
Artemis rodó los ojos.
—Trata de no morirte, ¿quieres?—le dijo—. Hermano.
Apolo sonrió, asintió con la cabeza y se alejó.
Usando el dispositivo de Caos, Geir abrió un portal, por el cual Apolo y Reginleif se fueron.
Antes de cruzar también, Meg se volvió hacia el grupo.
—Fue divertido y todo...—murmuró—. Pero yo también quería hacer picadillo de dios.
Y con esas palabras, la joven hija de Deméter abandonó también el universo.
—Esa niña me da miedo—dijo Will.
—Y que lo digas—estuvo de acuerdo Nico.
Geir agitó el extraño dispositivo en su mano.
—Bueno, lo mejor será empezar de una vez—dijo—. Tenemos que mandar a mucha gente a muchos universos.
...
El Faraón Atem retomó su trono en su luminoso reino post vida. No podía quejarse, había estirado las piernas y tenido un buen duelo por primera vez en bastante tiempo.
Mientras el rey de todo egipto meditaba sobre su aventura, uno de sus guardias se arrodilló frente a su trono.
—Mi faraón... un extranjero se encuentra en la puerta del palacio...—anunció—. Dice... que su nombre es Seto Kaiba.
Una sonrisa se apoderó del rostro del antiguo rey de Egipto.
—Háganlo pasar, me parece que es hora de un duelo.
...
En el edificio del Senado de la República Galáctica, en la oficina del supremo canciller, una escena de terror estaba tomando lugar.
Lo que había comenzado con una batalla entre maestros del consejo jedi y el recién revelado como maestro Sith, Darth Sidious, había culminado con el señor oscuro arrinconado contra un rincón, incapaz de seguirle el ritmo al mejor espadachín de toda la orden jedi, Mace Windu.
Mientras el señor oscuro lanzaba rayos de la fuerza los cuales eran desviados por la espada el maestro jedi, el joven elegido de la fuerza, Anakin Skywalker, se debatía sobre a quien debía de ayudar.
Finalmente su mente se quebró, y siguiendo sus impulsos oscuros, desplegó su hoja azul zafiro para ayudar al señor oscuro.
Pero antes de que pudiese hacer algo, una hoja de un bello rojo carmesí interceptó el golpe.
Una macabra respiración inundó la oficina entera, paralizando en el acto tanto al sith como a los jedis.
Aquella monstruosa presencia más mecánica que humana arrolló a Anakin, arrastrándolo contra una pared y sosteniéndolo en alto por el cuello.
Las frías palabras de Darth Vader hicieron eco entre los presentes:
—Elige sabiamente tu destino, es tu última oportunidad...
...
Dentro de un garaje, esperando con impaciencia, Gwen Tennyson observaba como su novio Kevin Levin hacía modificaciones a su auto.
Habían pasado algunas horas desde que aquella valquiria de otro universo había ido a por Ben, y el portador del Omnimatrix aún no había regresado.
La pareja detuvo lo que hacía y se volvieron de inmediato cuando en un destello, un portal se abrió, sin embargo, no era precisamente lo que esperaban.
Nico y Will cargaban como si se tratara de un mueble viejo al Alíen X, que seguía rígido y quieto sin moverse.
La pareja simplemente dejó caer a Ben al suelo mientras Geir miraba a Gwen y Kevin, señalando al Alien X.
—No fue de ayuda para nada, pero gracias.
Y sin decir más, los semidioses abandonaron aquel universo.
...
Lo más complicado eran los muertos.
La joven valquiria se tuvo que encargar de comunicar a los amigos y familiares de los distintos caídos sobre la defunción de los guerreros caídos.
La última en la lista era Sadie Kane, debido a que era del mismo universo que Nico y Will.
Cuando los semidioses aparecieron en la Casa de Brooklyn, estaban nerviosos y sin saber exactamente cómo dar la noticia, sin importar cuántas veces lo hicieran, siempre era difícil.
Entonces, fue una enorme sorpresa ver a Sadie vivita y coleando como si nada.
La maga se quedó en blanco por unos segundos.
—Ustedes... quieren... explicaciones, ¿verdad?
—Por favor—respondió Geir.
—Pues... resulta ser que el chacalín me mató, que mal, pero sobreviví, así que... eso, volví aquí después de perder mi pelea.
—Pero Anubis...
—El sacó mi alma de mi cuerpo, matándome—explicó Sadie—. Pero mi cuerpo seguía habitable, mi alma intacta, sólo hubo que reanimarme y mandarme a casa.
—Sadie, te vi morir, lloré tu muerte—se quejó Geir.
—Eh, así es la vida, me ha pasado.
La valquiria se volvió hacia el resto de su grupo.
—Vámonos de aquí.
Todos estuvieron de acuerdo.
...
Batman y Flash reaparecieron en Gotham City.
El murciélago miró el dispositivo de viaje dimensional creado por Caos, tal como Brunhild había prometido, ahora era suyo.
—¿Qué vas a hacer con eso?—cuestionó Barry.
Batman se lo tendió al velocista.
—Guárdalo—le pidió—. Escóndelo donde sólo tú sepas dónde está.
—No entiendo... ¿tú no lo...?
Batman miró a Flash muy seriamente.
—Tú lo viste, Barry, a ese dios, Odín, quien lo sabía todo, y se volvió completamente loco.
—Bruce... tú ya estás loco.
El hombre adulto con traumas de la niñez que se viste como murciélago para golpear a gente en medio de la noche rió amargamente.
—Lo sé... pero el infinito conocimiento del multiverso es más de lo que puedo manejar... al menos por ahora.
Flash asintió y tomó el dispositivo.
—Sé exactamente donde dejarlo.
Corriendo por el tiempo, el espacio y los universos, el Velocista Escarlata volvió a la Speedforce, fuente primordial de su poder, y corrió, siguió corriendo, sabiendo de sobra cuál era su destino.
"Supongo que nos volveremos a ver, Hermes..."
El murciélago de Gotham se quedó sólo en medio de las oscuras calles.
Entonces, su luminosa señal se encendió en el cielo, y el caballero de la noche no perdió ni un segundo en ir a ver que era lo que sucedía.
...
Geir, Nico y Will caminaban lentamente por las calles de la Nueva Roma, sin saber exactamente cómo decirle a Annabeth sobre el destino de Percy.
Para intentar alivianar un poco la situación, Nico se volvió hacia la valquiria.
—¿Si entiendes que sin ese aparato ahora estás atrapada en nuestro mundo?
La joven asintió con la cabeza.
—Ahora estamos conectados, Nico, somos la "anormalidad divina" ¿recuerdas? Tenemos que permanecer cerca, ya ni siquiera puedo manifestar un cuerpo físico si no es a pocos metros de ti—dijo la joven—. Y bueno... de todas las hermanas que perdí, Hjörþrimul es la única que quizá pueda recuperar... si espero el tiempo suficiente. Juntos somos una deidad inmortal y eso, tenemos tiempo para que aparezca.
Nico suspiró.
—Sí, yo también lo espero, porque si no, tendremos que buscarla a ella y a Percy por todo el multiverso hasta encontrarlos, y luego matarlos nosotros mismos.
La emoción se perdió rápidamente al recordar que iban caminando directamente hacia donde Annabeth, sólo para decirle que su novio estaba muy posiblemente muerto.
—Quisiera saber que fue de ellos realmente—murmuró Nico.
Una voz resonó detrás de ellos.
—Creo que yo puedo ayudarlos.
Al volverse, los semidioses estaban de frente con el ser de indescriptible y primordial poder del que se conocía por miles de nombres, pero la versión griega era Caos.
—Geir, joven di Angelo, y... Hades me parece que está en la espada. Creo que quizá les interesaría acompañarme.
...
Ares:
Y esa fue la historia del primer y más importante Ragnarok de mi universo.
¿Qué si hubo otros? Claro, varios milenios en el lejano futuro, pero ninguno llegó al nivel de éste. Hubieron varios Ragnarok en los que los dioses ganaron, y la humanidad sólo sobrevivió porque los dioses decidieron perdonarlos tras ver su valía, en otros Ragnarok los humanos sí ganaron, e inclusive hubieron empates.
¿Que si yo pelee? No, ni loco, soy bastante consciente de mi propia fuerza.
Pero puedo decir que eventualmente dejé de no entender nada, y me convertí en el que daba las explicaciones, un gran cambio.
Eventualmente tanto Zeus como Adamantino y más dioses cayeron en combate en futuras competiciones, y admito que no soy precisamente el mejor para guiar al panteón griego, así que agradezco que la tía Hestia se haya hecho cargo.
Ah, sí, sobre los luchadores de los otros mundos, no, no tengo idea qué pasó después de terminado el Ragnarok, escuché algunas cosas bastante locas sobre las que no voy a profundizar.
Si quieren un consejo, tomen éste de un dios: incluso siendo pequeños y débiles al lado de las deidades, los humanos tienen un impulso y determinación impresionantes, son capaces de ver y aprender de sus propias fallas, de mejorar y aprender, todo esto derivado de sus cortas vidas. Algo que los dioses, como seres eternos, tiene muchos problemas al intentar. Quizá si los dioses fueran más humanos hubiesen podido ganar el Ragnarok, o quizá jamás habría habido uno en primer lugar.
No lo sé, soy dios de la guerra, no de los ¿qué pasaría si...?
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