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Capítulo trece:


POR PRIMERA VEZ LA HUMANIDAD SUFRIÓ LA DESESPERACIÓN DE LA DERROTA

—¡¡SIIIIIIIIIIII!! ESO ES!!—gritó Zeus mientras salía de la arena, alzando los brazos al aire y señalando a los dioses con los dedos para que aumentaran la intensidad de sus ovaciones.

Shiva apretó los cuatro puños con fuerza.

—Debo admitirlo anciano, eso fue increíble.

Heimdall señaló a Zeus mientras se dirigía al público.

—CON LA SEGUNDA BATALLA DEL RAGNAROK A FAVOR DE LOS DIOSES, ¡¡LA HUMANIDAD HA DADO SU PRIMER PASO HACIA LA EXTINCIÓN!!

Geir calló de rodillas en silencio mientras Brunhild apretaba los puños y miraba con ira a Zeus.

Los humanos guardaron silencio, sintiendo como empezaban a perder la esperanza que habían estado albergando.

—Ese chico fue increíble—decían.

—Se enfrentó de tú a tú con el rey de los dioses.

—Y murió por personas que ni siquiera eran de su universo...

Por el otro lado, los dioses estaban eufóricos, se levantaban sobre sus asientos y gritaban a todo pulmón:

—¡¡¿Vieron eso, estúpidos humanos?!!

—¡¿De verdad creyeron que su luchador tendría posibilidades?!

—¡Este es el poder de los dioses!

—¡Tuvieron mucha suerte en la primera ronda! ¡No tienen ninguna posibilidad!

—¡El cruzado de polvo estelar se convirtió en polvo de estrellas!

—¡Arrodíllense!

—¡Recen!

—¡¡Y ofrezcan sus patéticas vidas como ofrenda!!

A pesar del desolador escenario, a algunos presentes les pareció ver algo raro en las nubes, casi era como si el cielo hubiera recreado la silueta de Jotaro y Skalmöld, el joven pareció sujetarse de su gorra una última vez antes de desvanecerse en las alturas.

Geir temblaba en el suelo, mirando con impotencia la arena.

—Qué demonios están diciendo...—dijo la joven entre lágrimas—. Parecen niños... ¡¿y aún así se hacen llamar "Dioses"?!

Brunhild se volvió a su espalda y empezó a caminar con paso resuelto por el oscuro pasillo.

Geir se volvió sorprendida a su hermana.

—Ah... ¡¿Hermana?!—la joven valquiria corrió hacia Brunhild—. Hey... espera, espera un momento.

Brunhild ni siquiera la miraba, seguía caminando decididamente, ignorando todo el ruido que venía del estadio.

—Ehm... qué... ¿qué ocurrirá con Jotaro y la hermana Skalmöld después de esto...?

La mirada de Brunhild era oscura y fría, aún más que de costumbre.

—¿"Después de esto...?"—repitió como tono lúgubre—. La verdad... es que no lo sé.

Geir se removió nervioso.

—No... ¿no lo sabes?

La valquiria mayor negó tristemente con la cabeza.

—Está es una batalla entre almas...—explicó Brunhild—. En circunstancias normales, al ser destruida el alma no volvería al ciclo de reencarnación, se reduciría a polvo en el vacío del espacio.

Geir abrió mucho los ojos asustada.

—...¿Huh? ¿Polvo...?

La mirada sombría de Brunhild no se inmutaba en lo más mínimo.

—Nifhel, ya no habría más después de esto, sencillamente un desvanecimiento, dejar de existir...

Geir apretó los puños.

—¡Pero dijiste que no sabías lo que sucedería!—replicó Geir—. ¡Dijiste que eso pasaría en circunstancias normales!

Brunhild siguió caminando sin inmutarse.

—Ya que el alma de Jotaro no pertenecía a este universo, viajará de regreso a su mundo de origen, y me temo que no tengo idea de cómo será la otra vida allí.

Geir se paró en seco.

—¿Y la hermana Skalmöld? ¿¡Por qué desapareció si la espada estaba intacta al terminar la batalla!?

—Cálmate Geir.

Dos nuevas valquirias aparecieron en el pasillo, la primera era la segunda hermana Hrist, caminado tranquila y serena.

La otra era una joven de impetuosos ojos verde esmeralda y cabellera negra, vestida con una armadura vikinga de batalla, cargaba consigo una espada nórdica y lanzaba furiosos cortes al aire de forma distraída.

Esta era Hjörþrimul, la octava hermana valquiria

Geir abrió mucho los ojos sorprendida.

—Hermana Hrist, hermana Hjörþrimul...—murmuró la joven—. Ustedes también lo vieron, ¿verdad? La espada estaba en perfecto estado...

—Geir—dijo Hrist con calma—. El Volundr no solo consiste en convertirse en un arma. Es una técnica donde el humano y la valquiria se vuelven uno...

—En otras palabras—siguió Hjörþrimul envainando su espada—. Se confían todo el uno al otro. Luchan como uno, y mueren como uno.

Los ojos de Geir se llenaron de lágrimas mientras recordaba los momentos que había pasado con su querida hermana Skalmöld.

Quería pensar que su hermana se aparecería detrás de ella y las asustaría a todas como solía hacer con sus trucos temporales, o que rebobinaría el tiempo-espacio y ganaría su batalla. Pero era imposible, Skalmöld se había ido, y no sabía a donde.

—Pero... nuestra hermana...

—Su alma estaba ligada a la de Jotaro—explicó Brunhild—. A donde quiera que valla él, Skalmöld lo acompañará.

Geir se derrumbó y estalló en llanto, Hrist la abrazó la acercó a su pecho para reconfortarla.

—No llores...—le dijo con cariño—. Skalmöld era consciente del... tipo de batalla al que nos estamos enfrentando.

—Pero... ni siquiera pude despedirme...—lloró Geir—. No pude hacer nada por ella...

—Geir...

Un crujido proveniente de la espalda de Geir alertó a las presentes de que el agarre de Hrist se había vuelto duro y salvaje.

—Hermana Hrist...—chilló Geir—. Ow... ¡ME ESTAS APLASTANDO!

Geir empezaba a quedarse sin aire, con el cuerpo muy pegado al de su hermana y sin poder escapar de ninguna forma.

Al alzar la vista, la joven pudo ver cómo su hermana mayor tenía una mirada iracunda, se moría el labio furiosamente para contener sus gritos de ira, y la furia era emanada de su ser.

—PUTOS BASTARDOS—dijo la valquiria—. APLASTAR EL CRANEO DE UNO DE USTEDES NO FUE SUFICIENTE, ¿CUNTOS DIOSES TENDREMOS QUE MATAR PARA QUE ENTIENDAN?

—Y es por eso que voy por ellos—dijo Hjörþrimul—. Hermana Brunhild, quiero ser la siguiente en pelear, sabes bien que Skalmöld y yo éramos muy cercanas, era mi compañera de entrenamiento. Tengo que vengarla.

Brunhild entró a la habitación donde coordinaba a los luchadores y empezó a revisar los registros.

—Tendrás que esperar un momento por tu venganza, hermana—dijo la mayor de las valquirias—. Ya tengo un luchador perfecto para ti, pero tenemos que asegurarnos de que el dios con el que peleen esté dentro de sus capacidades.

Brunhild golpeó la mesa del salón.

—Estamos en un momento muy crítico, con el marcador uno a uno, el menor error nos hará perder la ventaja que tenemos. Necesitamos remontar en la siguiente ronda.

RING

RING

El dispositivo de Brunhild resonó, la valquiria tomó el aparato, abrió los ojos muy sorprendida y por poco deja caer el dispositivo al suelo.

El resto de valquirias la miraron sin entender que sucedía.

—¿Qué ocurre ahora, hermana?—preguntó Hrist, volviendo a su personalidad pasiva y calmada.

Brunhild les enseñó la pantalla del dispositivo a sus hermanas, en el texto del último mensaje decía:

EL TERCER CONTENDIENTE DE LOS DIOSES SERÁ POSEIDÓN.

Geir abrió mucho los ojos y gritó con terror.

—¡¡JUSTO DESPUÉS DE ZEUS VA LORD POSEIDÓN!!

Hrist se inclinó para ver el dispositivo desde más cerca.

—Parece que nos están poniendo contra la espalda y la pared...

Geir temblaba en su sitio.

—Pe...pero, Poseidón...—murmuraba la joven—. Aunque solo estamos en la tercera ronda, siguen mandando a sus mejores peleadores.

Hjörþrimul se cruzó de brazos y rodó los ojos.

—Pues si nos ponen contra la espada y la pared, elijamos la espada—dijo la joven—. Contra una espada si podemos luchar. Puedo con él hermana, déjame luchar—volvió a pedir.

Brunhild permanecía muy callada.

—Qué haremos...—decía Geir—. Poseidón es el hermano mayor de Zeus, ¿verdad? ¿No es súper fuerte?

La joven sacudía el brazo de su hermana mayor, pero Brunhild seguía sin prestarle atención.

—¿Me estas escuchando?—seguía con pavor Geir—. Si seguimos a este ritmo, ¡¿no seremos completamente masacrados por los dioses?!

—Cálmate Geir—dijo Brunhild, haciendo acopio de la paciencia que le quedaba—. Tengo al luchador perfecto para enfrentar a Poseidón.

El resto de valquirias se inclinaron sobre sus espaldas para ver mejor el holograma que estaba proyectando Brunhild desde su dispositivo.

—Parece ser, hermana Hjörþrimul, que sí pelearás en esta ronda—aseguró la mayor de las valquirias—. Nuestro luchador será, el terror de dioses y titanes. Aquel que ha hecho más que cualquier otro héroe en la historia de su mundo, y tal vez que el nuestro.

Hjörþrimul analizó con atención la imagen que Brunhild le mostraba.

—"El mejor espadachín en los últimos trescientos años"—leyó—. Me agrada.

—Y lo mejor de todo—continuó Brunhild—. Es que él ya cuenta con un arma divina.

Geir se volvió hacia su hermana mayor.

—Entonces, sí el ya tiene un arma capaz de herir a un dios... ¿por qué necesita el Volundr?

A pesar de las ganas de Hjörþrimul para luchar, ella se hacía la misma pregunta.

—Es simple, en realidad—explicó Brunhild—. Él tiene los medios, el poder y la habilidad para enfrentar a Poseidón, simplemente le falta la velocidad para poder detener los ataques del dios. Pero si nos enfocamos en que su Volundr aumente su velocidad de reacción...

Hjörþrimul rió emocionada.

—Yo me hago cargo—dijo decidida—. ¡Convertiremos a ese dios en sushi!

Las valquirias salieron de la sala, satisfechas con su elección de luchador.

En la pantalla del dispositivo de Brunhild aparecían claramente una foto y un nombre:

PERSEUS JACKSON 

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