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Capítulo setenta y ocho:


El viejo y herido anciano conocido como Zeus salió arrastrándose del cráter humeante que había creado con su caída a la tierra.

Estaba cansado, débil y con el orgullo herido.

Después de su combate había recuperado su forma normal de pequeño anciano, sin embargo la victoria no traía el dulce sabor que tenía por costumbre.

Él, el Dios Padre del Cosmos, había sido severamente dañado por un simple y pequeño humano.

Después de su batalla en el Ragnarok se sentía invencible, había eliminado al campeón que las valquirias habían mandado en su contra sin ningún problema, enfrentar a ese chico había sido un simple juego de niños con el que se divirtió, pero más allá de algunos golpes había salido casi ileso de la batalla.

Ahora, no era el caso.

Un pequeño niño que no podía tener más de doce años lo había llevado al borde de la muerte. El Mortal más Poderoso que Existe, aquel que poseía el poder de seis dioses, era un pequeño niño.

Zeus se quedó tirado en el suelo respirando con dolor y dificultad, mirando hacia los cielos y preguntándose si alguien iría a buscarlo.

Hermes lo hubiera ido a buscar al notar su ausencia, pero él ya no estaba más.

Apolo podría haberlo visto desde él sol, pero él también se había ido.

Dos de sus hijos más poderosos habían muerto a manos de los humanos, aquellos insignificantes insectos estaban destruyendo los cielos piedra a piedra.

Era gracioso, la comparación entre humanos e insectos.

Para una persona un insecto parece insignificante, pero incluso el más pequeño de los bichos podría tener un veneno o un aguijón capaz de asesinar a varios hombres adultos.

Cuando el Ragnarok comenzó, Zeus pensaba que los humanos eran eso mismo, pequeños insectos a los que podía aplastar bajo sus pies, sabía que no debía descuidarse o podrían picarlo, pero en general no eran más que pequeñas molestias.

Pero ahora, se daba cuenta de si error, no solo se trataba de picaduras fortuitas, se trataba de seres que a cada segundo se hacían más fuertes y difíciles de matar. Sin que los dioses hubieran querido darse cuenta, sus creaciones habían seguido mejorándose y mejorándose hasta alcanzarlos y... superarlos.

El anciano miró el humeante foso en el que yacía el cuerpo destrozado de Billy Batson, el cuerpo no se deshizo en luz verde como si sucedía en las batallas del Ragnarok, simplemente se quedó allí, inmóvil.

El alma del chico había vuelto a su mundo de origen, mientras que Zeus simplemente permanecía en el suelo, incapaz de levantarse.

Entonces un gran carro tirado por un corcel de fuego bajo de los cielos y aterrizó a un lado del anciano.

—Padre...—dijo Ares con preocupación levantando al anciano en brazos—. ¿Qué te sucedió?

Zeus se rio con dolor.

—Me caí... desde el Valhalla.

Ares miró el cráter humeante, la sangre, los huesos rotos y las heridas de su padre.

—Ya me contarás después que fue lo que sucedió—decidió el dios de la guerra antes de subir a Zeus a su carro y comenzar su regreso hacia los cielos.

Zeus entrecerró los ojos al borde de la inconsciencia.

—Dime... hijo... ¿qué le sucedió a Hermes?—preguntó el anciano.

Ares suspiró impotente y se limpió una lagrima.

—Él está en un lugar mejor—aseguró—. Está corriendo, corriendo a casa.

...

Loki entró a una oscura habitación, seguido de los siete dioses de la fortuna.

Nada más cruzar el umbral, las puertas se cerraron violentamente y se sellaron.

—¡Nos mentiste!—gruñó Ebisu apuntando a Loki con su pistola.

El dios del engaño sonrió mientras se colocaba una máscara anti-gases.

—Eso no es verdad—se defendió—. Zeus de verdad está ocupado, y yo de verdad sé dónde está Buda. La cosa es que nunca les dije que los llevaría hasta él, simplemente les dije que me siguieran.

En el mismo segundo en que los siete dioses de la fortuna desenfundaron sus armas, una nube de gases salió de las paredes y todos las deidades cayeron al suelo inconscientes. Todos excepto dos.

Loki retrocedió mientras veía cómo Bishamonten se alzaba imponente y mirándolo con furia.

—No sé que planeas, nórdico—gruñó el dios de la guerra—. Pero vas a pagar por esto.

El dios se lanzó de frente contra Loki, quien invocó sus cuchillas con cadenas y atacó velozmente. Bishamonten evadió el ataque agachándose y tomó las cadenas de su enemigo en el aire antes de dar un fuerte tirón y atarear a Loki hacia él.

Con un devastador puñetazo en el estómago, Loki cayó al suelo sin aire, mientras que Bishamonten se preparaba para aplastar su craneo bajo su pie.

Entonces un poderoso rayo de energía oscura golpeó al dios de la guerra en la parte posterior del cráneo y lo dejó inconsciente.

Belcebú miró a Loki algo impresionado.

—Me sorprende que hayas cumplido con tu palabra—dijo el demonio.

El hijo de gigantes se levantó del suelo y se sacudió el polvo de la ropa.

—Que puedo decir, me gusta desatar el caos—sonrió—. Ahora, ¿exactamente que planeas con estos siete idiotas?

Belcebú sonrió maliciosamente.

—¿Has oído hablar de la leyenda de los infiernos, el Rey Demonio del Sexto Cielo?

...

Hades suspiró cansado mientras veía como Ares volvía a entrar al palco VIP.

—¿Cómo está mi hermano?—preguntó el rey del inframundo.

Ares se sentó pesadamente en el suelo y se recargó contra una pared.

—Estará bien, pero recibió varios golpes muy poderosos—dijo el dios griego de la guerra—. No sé qué le pasó, es como si hubiera peleado contra sí mismo, y no sé exactamente si ganó.

Hades miró el estadio de batalla, en el que Anubis estaba llevando a cabo un funeral para Hermes en ese mismo instante.

—Ve a despedirte de tu hermano—le dijo Hades a su sobrino—. En cuanto termines, quiero que llames a Shiva y a Anubis para que vengan conmigo. Hasta que mi hermano se recupere, nosotros tomaremos las decisiones sobre los peleadores.

Ares asintió con la cabeza y se retiró del lugar.

...

—Bien hecho, Barry—felicitó Batman a su compañero una ves se reunieron en una de las habitaciones del Valhalla.

—Gracias... creo...—aceptó el velocista con tristeza.

—No te oyes muy feliz.

Barry suspiró.

—Es solo que... mientras peleaba, en algún punto dejé de pelar como yo y pelear más Thawne, yo... maté a mi enemigo, Bruce.

El murciélago puso una mano en el hombro de su amigo.

—No, lo guiaste a la Speed Force, le mostraste el camino hacia el hogar de todo velocista, te aseguro de que Thawne no hubiera hecho eso.

La joven valquiria Róta se rascó detrás de la cabeza.

—Yo... lamentó no haber sido más de ayuda.

Barry descartó con un gesto de la mano.

—Tonterías, hiciste más que suficiente y en el momento correcto.

Róta ladeó la cabeza.

—Sí pero... no sé, mis otras hermanas ayudar más a sus compañeros en la batalla—dijo la joven—. Reginleif, Hlökk, Hrist... todas han dado todo de sí, y yo...

—No fue necesario que hicieras más—la detuvo el murciélago—. Salvaste a Barry en un momento clave, pero él no necesitó de más ayuda en la batalla, eso no te hace menos útil si es lo que piensas.

...

En las cámaras de los guerreros, un par de puertas de alta tecnología se abrieron de par en par para permitir la entrada de Brunhild a una habitación un tanto futurista llena de equipo de entrenamiento.

El humano que se encontraba allí adentro golpeando un muñeco de practicas se detuvo al instante y se volvió hacia la valquiria.

—¿Qué sucede?—preguntó él con una sonrisa, esperando no equivocarse sobre lo que Brunhild le diría.

La valquiria lo miró fijamente con sus fríos ojos verdes y habló con voz firme:

—Es tu turno, Steel.

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