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Capítulo sesenta y nueve:


Una explosión de luz blanca iluminó la arena.

Pero en lugar de destrucción, trajo la restauración.

Las grietas el universo, la destrucción y el caos en general se convirtieron en orden. Los jeroglíficos volaron por el cielo reparando el estadio, evitando y revirtiendo la unión de Helheim y el Valhalla.

El báculo en manos de Sadie empezó a echar humo y a temblar por la energía liberada, al tiempo que la maga luchaba con todas sus fuerzas para mantener el control del hechizo.

Cuando la luz se despejó, Sadie cayó de rodillas con agotamiento y respiró con dificultad.

Una poderosa luz verde iluminó por un momento la arena, y de ella Herja salió disparada, aterrizando con fuerza en la arena.

—¿Qué acaba de pasar?—murmuró Sadie confundida.

—El orden...—respondió Herja a duras penas—. La creación y el orden divino son opuestos a la devastación, literalmente me expulsaste de tu alma.

Sadie la miró pidiendo disculpas mientas se ponía de pie, solo para ver como la sombría figura de la muerte se lanzaba sobre ella.

La maga alzó su báculo dorado y detuvo el ataque de Anubis. Las hojas negras de ambos cuchillos se hundieron en el báculo dorado y empezaron a echar chispas.

—¿Qué estás haciendo?—gruñó Sadie—. ¡Destruirás la balanza del destino!

Anubis gruñó.

—No me lo recuerdes, ¿quieres?

El dios liberó un aíra de energía que concluyó con una violenta explosión que arrojó a ambos enemigos a lados opuestos de la arena.

Sadie respiró con dificultad, sosteniendo un pedazo del báculo roto. Anubis hizo lo propio, tomando los mangos de sus cuchillos destrozados.

Ambos se quedaron en silencio en lados opuestos de la arena, luchando por estabilizar su respiración.

—Sadie Kane—murmuró Anubis—. ¿Qué es le muerte para ti?

La joven se quedó un tiempo en silencio, pensado seriamente en lo que diría a continuación.

—Es... el final de un camino, supongo—dijo—. Un descanso merecido, cuando llegue podré ver a mi padre más seguido, podré volver a abrazar a mi madre, ella murió cuando yo era muy pequeña, la extraño.

Anubis analizó lo que la joven le dijo.

—Así que también lo entiendes... entiendes que la muerte es un regalo, no un castigo.

Sadie miró el cielo, ahora despejado y brillante.

—Depende—respondió—. Una muerte por las causas equivocadas, o de una manera injusta... eso no es un regalo, es separarte de tus seres queridos en el mundo terrenal.

—Parece que entiendes bastante del tema—reconoció Anubis.

Sadie sonrió débilmente.

—Bueno, habló mucho con la Muerte—dijo—. Mucho más de lo que crees.

Anubis se levantó del suelo con dificultad, mirando el cielo azul y entendiendo lo que tenía que hacer.

—Soy yo, ¿no es así?—preguntó el dios—. Quiero decir, el yo de tu universo, es a lo que te refieres cuando dices "la Muerte"

Sadie también se puso de pie con dificultad, la joven miró a Herja, quien estaba cerca de allí, pero que había quedado inconsciente tras la explosión.

—Sí...—confirmó la maga—. Tú... el tú de mi mundo, a él me refiero con "la Muerte"

Anubis abrió la palma de su mano, que empezó a brillar con intensidad y a despedir energía oscura.

Las palabras que Sadie habían dicho durante la batalla cobraban sentido:

"No es mi primer baile con la Muerte" "No temo a la Muerte, incluso podría decir que la amo" "Bueno, hablo mucho con la Muerte"

Palabras que en una simple humana de su edad sonarían como simples intentos de llamar la atención sonando oscura y depresiva, en Sadie Kane tomaban un significado radicalmente opuesto.

Era algo extraño para el dios, el jamás había comprendido esa clase de emociones, nunca había experimentado le quiero sería una relación. Le era difícil entender que su versión de otro universo si lo hubiera hecho.

Pero si sabía que no tenía el derecho a quitarse eso a sí mismo, aunque fuera en otro mundo.

—Acabamos con todo de una vez—murmuró el dios con algo de pesar.

Anubis atacó.

Sadie apretó su puño derecho y cargó mientras llamaba toda la energía mágica que le quedaba en una última palabra de poder.

—¡Ha-wi!

GOLPEAR

Un puño de luz azul brillante se envolvió alrededor del brazo de Sadie al mismo tiempo que se lanzaba al ataque.

Ambos contrincantes llegaron al rango del otro.

Sadie atacó.

Anubis desapareció entre las sombras.

Sadie se volvió hacia su espalda, y las frías garras de la Muerte la tomaron por el rostro.

LIBERACIÓN DE ALMAS

Una explosión de energía oscura sacudió la arena.

El dios empezó a recitar un cántico antiguo al tiempo en que su cuerpo empezaba a brillar con energía.

—Jat Sahu Ib Ka Ba Ren Sheut Aj Sejem

(Cuerpo, espíritu, corazón, fuerza vital, alma, nombre, sombra, luz, voluntad)

Con un tirón y liberando inmensas cantidades de poder, Anubis arrancó el alma del cuerpo de Sadie Kane.

Hades sonrió satisfecho desde su trono.

—Está echo—dijo—. El combate acabó.

Ares miraba nerviosamente la arena de batalla, temeroso por lo que acababa de ver.

Geir empezó a temblar una vez más.

—Hermana... por favor dime que no...

—Se acabó—reconoció Brunhild—. No hay nada más que hacer.

Osiris miró la arena de batalla, como si hubiera notado que los demás no, sin embargo se guardó su observación para más tarde. Luego tendría que hablar con su sobrino sobre ello.

—¡SE ACABÓ!—gritó Heimdall—. ¡¡CON UN MOVIMIENTO RÁPIDO Y CERTERO LOS DIOSES HAN VUELTO A EMPATAR EL MARCADOR!! ¡¡LA VICTORIA EN LA OCTAVA RONDA DEL RAGNAROK ES PARA ANUBIS, EL DIOS DE LA MUERTE.

Anubis respiró con dificultad y dejó caer al suelo el cuerpo sin vida de Sadie Kane.


Anubis vs Sadie Kane

Duración: 10 minutos, 23 segundos 

Movimiento decisivo: Liberación de almas

Ganador: Anubis 

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