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Capítulo quince:




El estadio estaba en un silencio total, Poseidón miraba fijamente a Percy, apretando con tanta fuerza su tridente que sus nudillos se habían puesto blancos.

El semidiós por su lado sonreía confiado, se llevó las manos a los bolsillos y se balanceó alegremente.

—D-dijo...—chilló Geir—. ¿Hijo de Poseidón?

Brunhild no pudo evitar que se le escapara una sonrisa de satisfacción ante la reacción de los dioses.

Las deidades gritaban y se removían alarmadas.

—Tu no eres mi descendiente—dijo Poseidón fríamente.

Los dioses se escandalizaron aún más.

—¡Acaba de dirigirse a un humano!

—¿¡Qué demonios está pasando!?

—Es imposible que Lord Poseidón haya...

Percy le dedicó una sonrisa torcida.

—Esa es la gracia del multiverso, ¿no crees?—dijo simplemente—. Posibilidades infinitas, como por ejemplo que mi querido y alegre padre sea un rubio con delirios de superioridad.

—¡El chico le está hablando a Poseidón!—chillaban los dioses, casi arrancándose el cabello.

La tensión en el aire era tan real que se podría haber cortado con una espada, el agua estaba totalmente quieta, sin siquiera mover una molécula.

Se hizo un silencio total en la arena.

Ares se quedó mirando la arena.

—Hmmmm... solo están a un paso del rango de ataque del otro...—murmuró el dios mientas se cruzaba de brazos—. Parece que los dos quieren atacar contrarrestando el golpe del otro.

Hermes se llevó la mano izquierda a la boca e intentó contener la risa.

—Pfffff—se le escapó—. Lo siento.

El dios se acomodó el cuello de la corbata.

—Lord Poseidon no está preocupado por su ofensiva—explicó Hermes—. Él simplemente atacará a cualquier cosa que entre en su rango. No hay nada más que decir por su lado. Pero ese chico es otra historia...

Percy ladeó la cabeza.

—Bueno, eres algo aburrido—murmuró él—. Supongo que si no vas a atacar....

Hermes se dio unos golpecitos en la frente con los dedos.

—Está jugando con Poseidón—entendió—. Molestar a los dioses parece dársele muy bien a ese chico. No creo que ni siquiera él lo sepa, pero se está intentando meter en la mente de su rival y así sacarlo de sus casillas para que ataque descuidadamente.

Ares frunció el ceño.

—Debe de ser estupido si cree que molestar a Poseidón es buena idea.

Hermes se rio.

—Si mal no recuerdo, él ya te derrotó en su universo—se burló el dios mensajero—. Y también a otros más...—silbó con admiración—. Cronos, Políbotes, e incluso se rumorea que una victoria ante Lord Hades fue retirada de su presentación.

Ares empezó a sudar y a removerse en su asiento.

Percy se movió de un lado a otro, la mirada de Poseidón seguía fija en un solo punto, seca y distante, pero con mucha ira en su interior.

—Hmmm, ¿exactamente cómo haré para vencerte?—murmuró el chico.

—Hum—murmuró Geir—. Percy no ataca, solo ser irreverente no le servirá contra el más temido de los doce dioses del Olimpo, sea su padre o no.

Brunhild no quitaba los ojos de la arena.

—Los doce dioses, ¿eh...?—dijo ella—. Está es una buena oportunidad para contártelo...

Geir abrió mucho los ojos y se volvió hacia su hermana.

—¿Eh...?

—Originalmente, al igual que nosotras, las hermanas valquirias, los dioses del Olimpo eran trece.

Geir empezó a sudar.

—¡¿Eh?! ¡¿Trece dioses?! ¿Qué quieres decir?—preguntó la joven con voz temblorosa.

Brunhild no pudo evitar poner una expresión de nervios mientras una gota de sudor se deslizaba por su mejilla.

—Entre los trece dioses del Olimpo...—murmuró—. Uno FUE ASESINADO POR POSEIDÓN.

Geir abrió los ojos de par en par mientras empezaba a temblar.

—¡EH!—chilló—. ¡¡¿Qu...qué?!! ¡¿Un dios... mató a otro?! Es la... primera vez que escucho algo al respecto. ¿Quién era...?

Brunhild seguía mirando seriamente la arena.

—El nombre de ese dios era ADAMAS.

Todos los dioses en las gradas que la escucharon hablar empezaron a temblar asustados.

Geir se aferró a su hermana.

—Eh... ¿por qué reaccionaron así? ¿Era tan famoso?

—Ahora su nombre es temido. Nadie se atreve a pronunciarlo...—explicó Brunhild—. Él fue uno de los dioses que heredaron la sangre del poderoso Cronos... El hermano mayor de Zeus y Poseidón.

Geir empezó a temblar en su sitio.

—Adamas....

...

En el pasado, un gigantesco barco volador sobre el que reposaba una enorme fortaleza se deslizaba por los cielos.

—¿Ese pedazo de mierda de Zeus gobernará los cielos....?—murmuró con furia un ente.

Sentado en un oscuro trono estaba Adamas, el dios de la conquista.

Tenía el aspecto de un hombre joven de complexión delgada, su cabello era medianamente largo y erizado de color claro, con un mechón oscuro el cual llevaba atado por una gran horquilla de huesos. Su cuerpo estaba cubierto por marcas negras las cuales se asemejaban a tatuajes. No usaba calzado y vestía con una capa blanca la cual sujetaba con una gorguera en forma de cuernos.

—Él es el más joven... ¡¡No aceptaré eso!!—gruñó el dios—. ¡¿En qué demonios están pensando?!

Después de que Zeus y los demás dioses del Olimpo derrocaran a los titanes. La sucesión que obtuvo Zeus como nuevo soberano del cosmos, provocó la ira de Adamas.

En consecuencia, ¡¡Adamas se rebeló!!

Liberó a los gigantes y a los titanes del Tártaro, y doblegó al temible Tifón a su voluntad. ¡¡Y así se dirigió hacia el Olimpo!!

El barco volador estaba suspendido al lado de un enorme palacio sobre un monte.

Este era el palacio de Posición.

En el gran salón, el tirano de los mares estaba sentado con una pierna cruzada sobre la otra, apoyando la cabeza contra su puño derecho y mirando fríamente en dirección a Adamas, quien le hablaba desde el otro lado de una larga mesa.

—¡¡Ha llegado el momento!!

Poseidón se quedó en silencio, con su fría mirada impasible.

Adamas golpeó la mesa violentamente y con emoción.

—¡Ya he conseguido el apoyo de cuarenta y nueve miembros del comité de Zeus!—el dios de la conquista sonrió maliciosamente—. ¡¡Y eso no es todo!! ¡¡Gracias a los esfuerzos de Hermes. Algunos de los dioses prometieron traicionar a Zeus después de mi señal!!

Adamas alzó un dedo y sonrió con crueldad.

—Poseidón, si puedo asegurar tu apoyo... ¡¡El destino de Zeus será sellado!!

Poseidón seguía cayado e imperturbable.

Adamas serró el puño y golpeó la mesa con ira.

—Ningún hermano debería menospreciar a sus mayores... es sentido común, ¿no crees...?—Adamas se inclinó sobre la mesa—. Me apoyarás ¿verdad...? Poseidón.

El dios del mar siguió en silencio por un momento.

—Qué hermano mayor más patético tengo...

Adamas abrió mucho los ojos sorprendido, luego bajo la mirada mientras sus ojos se ensombrecían y se llenaban de furia.

—Disculpa, no te escuché bien, es una mesa muy larga...—gruñó el dios fríamente mientras se encorvaba en su asiento y bajaba la mirada llena de odio—. Poseidón...

Adamas volteó la gigantesca mesa de un golpe y la estrelló contra el muro, reduciéndola a astillas.

Poseidón seguía impasible.

—Vamos, dilo en voz alta—retó Adamas después de haberse levantado de su trono negro—. Para que pueda escuchar lo que dices.

El dios se la conquista se mostró amenazante.

—Solo intenta decirlo una vez más.

Entones, Adamas miró a Poseidón fijamente, su hermano menor ni siquiera se dignaba a mirarlo a los ojos, veía al suelo con aburrimiento y frialdad.

—El caso de Zeus es diferente. Y ahora tú también...—gruñó Adamas—. ¡¿Quién demonios piensan ustedes que soy, pedazos de mierda...?! ¡¡MÍRAME A LOS OJOS!! ¡¡SOY MAYOR QUE TÚ!! ¡¡MUÉSTRAME UN POCO DE PUTO RESPETO!!

Poseidón se limitó a levantarse de su asiento y convocar su tridente.

—No necesitamos ejércitos—murmuró el tirano de los mares—. No necesitamos traicionar. Y no necesitamos apoyo... Así son los dioses. Desde el principio hemos sido seres perfectos. Y aún así...

Poseidón se irguió frente a Adamas, viéndose muchísimo más majestuoso e imponente que Adamas.

—Conseguiste deshonrar todo lo que nos representa—término Poseidón con frialdad.

El dios de la justicia empezó a ver en rojo, apretó los dientes salvajemente y gruñó con ira:

—Tú.... ¡BASTARDO! ¡¡PARECE QUE NECESITAS QUÉ TE PONGA EN TU SITIO!!

Poseidón empezó a silbar, una simple y sencilla melodía divina.

Adamas no le dio importancia, convocó su guadaña y se puso en posición de ataque.

—¡¡No...

El dios de la conquista saltó a toda velocidad, mientras se dirigía en un ataque feroz y directo, con la intención de partir a su hermano a la mitad.

—... TE ATREVAS A MENOSPRECIARME!!

En la fracción de segundo en la que Adamas tardó en cruzar el salón, por su mente pasaron cientos de recuerdos que había compartido con Poseidón.

"¡¡Él siempre ha sido así!!", pensó iracundo. "Hasta ahora, ni una sola vez, él jamás... ¡¡ME HA MIRADO A LOS OJOS!!"

—¡MÍRAME! ¡¡MALDICIÓN!!—rugió Adamas cuando ya estaba sobre Poseidón, con su guadaña a centímetros de su hermano.

Poseidón alzó la mirada.

Adamas se quedó congelado en el aire.

Ese momento, fue la primera vez en sus vidas en la que sus ojos se encontraron.

Poseidón tomó la vida de Adamas.

El dios de la conquista yacía atravesado de extremo a extremo por el tridente de Poseidón, fue demasiado rápido, ni siquiera pudo verlo.

Su rostro estaba suspendido sobre el de su hermano menor.

El cuerpo de Poseidón quedó salpicado de la sangre de Adamas.

—Posei...—intentó murmurar Armas.

Con un simple pero veloz movimiento del tridente, Adamas salió disparado a toda velocidad. Se estrelló violentamente contra un muro y se quedó allí estampado, en medio de un cráter ensangrentado.

Poseidón se dio media vuelta y se encaminó hacia afuera de la sala.

—Parece que entre nosotros había alguien que no merecía el título de dios—murmuró Poseidón—. ¿No estás de acuerdo, Hermes...?

El dios mensajero se asomó desde atrás de un pilar.

"Qué vista más aguda...", pensó el dios mensajero.

Hermes se arrodilló frente a Poseidón.

—En efecto.

Y así fue, como su nombre fue borrado de la historia. Y fue como si en el Olimpo siempre hubiese habido doce dioses.

...

Ares se rascó la barbilla.

—Oh... ya lo recuerdo. Había un rumor que decía que había un traidor entre nosotros...

Hermes alzó la mano.

—Ah, yo empecé ese rumor.

Ares se volvió hacia su hermano, mirándolo en silencio por un momento.

—Tú... ¡¿QUÉ DEMONIOS?! ¡¡ESO PODRÍA HABER CAUSADO UN CONFLICTO QUE HUBIESE SEPARADO LOS CIELOS!!

Hermes sonrió inocentemente.

—Bueno, pensé que podría haber sido bastante interesante—dijo él—. Lord Zeus también estaba muy emocionado con la idea.

Ares suspiró con cansancio.

—Uggggh... jamás te comprenderé, aparte de eso... Lord Adamas no era un debilucho... que puedes en derrotarlo con un solo golpe fue...

—Eso no es lo más aterrador...—dijo Hermes sombríamente—. Tan pronto comp Lord Poseidon lo solicitó. Adamas fue borrado de la historia. No hubo ni una sola objeción. Ni ninguna discusión al respecto. ¿No es eso... muchísimo más aterrador...?

Ares tragó saliva.

—En efecto... por eso él es... MÁS DIVINO QUE CUALQUIER OTRO.

Ares apretó los puños.

—El pensar que Lord Poseidón tendría un hijo, y con una humana... sin importar si es otro universo, es impensable.

Percy terminó de pasearse por la arena.

—Bueno, padre—dijo con una pizca de malicia—, ya que no planeas atacar, es momento de que te muestre mi arma divina.

Todos los espectadores se inclinaron hacia adelante para poder ver el divino tesoro.

Percy se sacó las manos de los bolsillos y... rebeló una pluma de plástico, un simple bolígrafo.

—¡¿QUÉ....?!

Dioses y humanos, nadie entendía que rayos acaba de pasar.

Geir se aferró a su hermana.

—Por favor dime que el bolígrafo no es su arma divina.

—El bolígrafo es su arma divina—confirmó Brunhild.

Heimdall parpadeo dos veces.

—¿Es una broma?

Percy negó divertido con la cabeza.

—Nop, esta es mi arma, la Anaklusmos.

CONTRACORRIENTE.

Heimdall se llevó su cuerno a la boca.

—¡NO SÉ SI ESTE CHICO ES MUY VALIENTE O MUY ESTUPIDO! ¡¡PLANEA ENFRENTARSE AL PODEROSO POSEIDÓN, CON UN BOLÍGRAFO!!

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