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Capítulo ochenta y seis:


Las emociones y estado de los espectadores en el Valhalla era radicalmente distinto entre bandos.

A pesar de estar empatados en el marcador, los dioses se sentían emocionados, enérgicos, alegres y positivos. Mientras que los humanos por alguna razón tenían un mal presentimiento sobre lo que se avecinaba.

Tenían frío a pesar del intenso sol dorado que refulgía en el cielo, se sentían agotados y conmocionados, como si las mismas sombras del Helheim hubiesen salido de su foso y los hubieran atrapado a todos y cada uno de ellos.

Hades sabía que los humanos se sentían así, pero no compartía la emoción de los demás dioses. Y es que, para el rey del inframundo era obvio que él y el resto de deidades no eran los responsables del bajón del ánimo humano.

Había algo más, algo oscuro y poderoso que se estaba gestando del otro lado de las paredes de las cámaras de los humanos. Hades podía sentirlo, como si las mismas sombras se abrieran camino por los pasillos del Valhalla hasta llegar a la arena, en una contraposición total a la luz y el sol que Helios estaba emanando desde el lado de los dioses.

Los cielos se oscurecieron y un reflector iluminó a Heimdall, quien se llevó su cuerno a la boca y se dispuso a dar inicio a la siguiente ronda:

—¡DIEZ HAN SIDO LOS COMBATES QUE SE HAN LIBRADO EN ESTÁ GRAN ARENA, Y CINCO VICTORIAS SON LAS QUE CADA BANDO A LOGRADO COSECHAR!—anunció—. ¡¡AHORA, RAGNAROK, LA LUCHA FINAL ENTRE DIOS Y EL HOMBRE, HA LLEGADO A SUS ETAPAS FINALES CON EL INICIO DE LA DECIMOPRIMERA RONDA!!


https://youtu.be/V-O7HXXHcBs

Las puertas de los luchadores de ambos bandos se abrieron al mismo tiempo, por el lado de los dioses un enorme calor y abrazadora luz se abrieron camino hasta el centro de la arena, mientras que del lado humano las sombras, la oscuridad, la ira y la desesperación salieron de las puertas, sembrando el terror entre los mismos humanos a los que debía proteger.

Dos enormes figuras salieron caminando con paso resuelto de ambas puertas.

—¡CUANDO EL MUNDO SE ENCUENTRA EN TOTAL OSCURIDAD, ÉL ES QUIEN TRAE LA LUZ!—empezó Heimdall—. ¡¡CUANDO EL HELADO FRÍO DEL INVIERNO ACABABA CON LOS HABITANTES DE MIDGARD, Y LAS SOMBRÍAS CRIATURAS DE LA NOCHE ATACABAN LAS ALDEAS, ERA ÉL QUIEN SE ALZABA POR EL HORIZONTE E ILUMINABA TODO EL UNIVERSO!!

El titán sonrió a los demás dioses con nostalgia y miró a los humanos con gran pesar y tristeza. Su gran armadura dorada, decorada con motivos solares, refulgía y brillaba. Su cabellera rubia hondeaba con el viento dando la apariencia de ser una llamarada viviente. Sus ojos azules estaban encendidos en fuego y una larga capa roja hondeaba en la espalda del guerrero.

El sol convertido en un dios.

—¡ESTE HOMBRE ES LA PRUEBA DE QUE LOS DIOSES PUDIERON HABER AMADO A LA HUMANIDAD, PERO QUE ES LA MISMA RAZA HUMANA QUIEN HA LLEVADO A SUS CREADORES A DESEAR TAN FERVIENTEMENTE EXTERMINARLA!

Los dioses no pudieron hacer otra cosa que sonreír mientras veían pasar a su representante, pero no eran sonrisas arrogantes y prepotentes hacía con los humanos, sino genuina alegría de ver al original señor del sol alzarse una vez más después de tantos milenios sin verlo.

—¡EL DIOS QUE FIRMEMENTE LLEVABA LAS RIENDAS DEL CARRO SOLAR POR EL AMPLIO CIELO, LLEVANDO SU CALOR Y LUZ A CADA RINCÓN! ¡AMADO POR DIOSES Y HOMBRES COMO AQUEL QUE TRAÍA DICHA Y ALEGRÍA AL MUNDO!

Las deidades en las gradas empezaron a gritar con emoción.

—¡Vamos, tío Helios!

—¡Sabemos que puedes contra lo que te pongan enfrente!

—¡Demuéstrale a los humanos el verdadero poder del sol!

La verdad sea dicha, la gran mayoría de dioses no eran parientes del titán del sol, inclusive eran de panteones diferentes. Pero eso daba igual, Helios era el tío de todos ellos, aquel a quien podían acudir siempre que quisieran consejo, ayuda, o simplemente pasar el rato. Era el maestro por excelencia del resto de deidades solares y sencillamente amado por todos.

—¡PERO SU VONDAD LE JUGÓ EN CONTRA EN EL MOMENTO DE AYUDAR A UN AMIGO, Y ESO MISMO FUE EL INICIO DE SU DECLIVE! ¡EL TITÁN QUE SE UNIÓ A LOS DIOSES! ¡EL SEÑOR ORIGINAL E INDISCUTIBLE DEL SOL!

HELIOS, TITÁN GRIEGO DEL SOL

Representante de los dioses en la decimoprimera ronda: Helios

Apolo suspiró con tristeza mientras veía al Titán encaminarse por la arena de batalla.

—¿Por que tenía que ser Helios...?

Geir miró al chico con curiosidad.

—¿Qué sucede?

Apolo sonrió con nostalgia.

—Bueno... Helios también era querido por todos en el Olimpo en mi mundo—murmuró—. Pero... él se fue hace mucho...

Geir parpadeó confundida.

—Pero... creía que los dioses de tu mundo eran completamente inmortales...

Apolo miró con tristeza la arena de batalla.

—Sí... inmortales, pero eso sólo significa que no podemos morir, no que no podemos dejar de existir... el olvido, el desvanecimiento, es algo de lo que ni los mismos dioses se salvan.

Reginleif tomó la mano del joven y la apretó levemente para reconfortarlo.

El chico agradeció el gesto antes de volverse hacia la arena.

Heimdall miró las sombras que se extendían hasta donde él.

—Y AHORA... REPRESENTANDO A LOS HUMANOS... LLEGA ESTE SER...

Una sonora y macabra respiración hizo eco por toda la arena de batalla, haciendo temblar a todos los humanos.

—¡EN OTROS UNIVERSOS, LA RAZA HUMANA SE HA EXTENDIDO POR TODO EL UNIVERSO HASTA GALAXIAS MUY MUY LEJANAS! ¡Y A PESAR DE AHORA HABER HUMANOS QUE NACEN EN CADA RINCÓN DEL ESPACIO, SIGUEN SIENDO PRECISAMENTE ESO, HUMANOS!

Las pesadas pisadas de botas metálicas resonaron a cada paso mientras una gran figura negra como la noche se acercaba más y más al centro de la arena, emanando poder con cada uno de sus movimientos.

—¡ESTE SER... ES LA PRUEBA VIVIENTE DE QUE INCLUSO LOS DIOSES PUEDEN DESVIARSE POR EL MAL CAMINO! ¡DESTINADO A RESTAURAR EL EQUILIBRIO EN LA FUERZA PRIMORDIAL DEL UNIVERSO! ¡PERO QUE BAJO SU PUÑO EJECUTOR ENVOLVIÓ A UNA GALAXIA ENTERA BAJO LA TIRANÍA DE SU MAESTRO! ¡¡UN DIOS ENTRE HOMBRES QUE AHORA ES MÁS MÁQUINA QUE HUMANO!!

—E... eso ¿tan siquiera es un hombre?—preguntó Geir temblorosa.

Brunhild frunció el ceño.

—No... es un monstruo...

Un ser de metal cubierto con una armadura negra, una capa oscura en su espalda y un terrible sonido de respiración proveniente su macabro casco.

—¡¡EL SEÑOR OSCURO DE LOS SITH!! ¡¡EL EJECUTOR DEL GRAN IMPERIO GALÁCTICO!!

Representante de los humanos en la decimoprimera ronda: Darth Vader

Apolo miró al sith a la distancia y luego a Brunhild.

—Dioses... necesito traer a alguien de mi mundo...—murmuró.

La valquiria mantuvo la vista fija en la batalla.

—Ya te dije que traer demasiada gente de un mismo universo puede...

—Sí, pero por si ya no lo recuerdas ni Percy ni Sadie siguen aquí.

Brunhild bufó y tomó el dispositivo que Caos le había entregado.

—Que sea rápido.

Con un destello de luz, Apolo tomó el dispositivo de Brunhild y desapareció en el aire para reaparecer casi de inmediato pero acompañado de otro joven.

Era un chico con piel bronceada, cabello rubio y ojos azules iguales a los de Apolo, físicamente muy similar, pero sin duda no era él.

—¡¿Qué mierd...?!—empezó el recién llagado tras golpearse de cabeza contra el suelo.

—Lenguaje, Will— lo detuvo Apolo.

El chico levantó la vista para encontrarse con el dios.

—¿Papá?

—El mismo, es bueno verte.

Will se levantó aturdido.

—¿Qué esta...?

Reginleif tosió para llamar la atención de Apolo. El chico lo entendió.

—Ejem... sí. Valquirias, les presento a Will Solace, mi hijo, y lo que más nos interesa en esta situación, un total friki de Star Wars.

—¿Un qué de qué?—preguntó Geir.

Will miró a la joven sombríamente.

—¿Me estás diciendo que no conoces St...?

Apolo tomó a su hijo por los hombros y le dio media vuelta para que viera la arena.

Al joven casi se le sale el corazón por la impresión.

—¿Ese es...?

—Te explicó—dijo Apolo—. Ese de allí es el titán Helios, y se va a enfrentar en un duelo a muerte con Vader, el cual trajimos desde otro universo, ¿entiendes?

—Quiero creer que sí.

Apolo asintió satisfecho.

—Bien, lo único que debes de entender es que te traje aquí para que me explicaras todo lo que sucede, por qué de otro modo no voy a entender nada.

Will se rio emocionado y se frotó las manos expectante.

—Sabía que este día llegaría...

Geir ladeó la cabeza.

—¿Viste el futuro por ser hijo de Apolo?

Will sonrió.

—Nop, la fuerza me lo dijo.

Apolo lo señaló con la cabeza.

—Quiere decir que no lo sabía pero que está feliz de que haya sucedido.

Will rodó los ojos y se volvió para ver la arena de batalla.

Geir también se acercó un poco más para ver el combate de más cerca.

—Entonces... ¿ese tal Vader tiene alguna oportunidad contra Lord Helios?

Will miró a Apolo interrogante.

—Los dioses de este mundo son bastante menos poderosos que en el nuestro.

Will asintió.

—Entonces sin duda podrá con él.

Brunhild se cruzó de brazos.

—Yo no estaría tan segura—murmuró—. Sin duda Vader sería un guerrero mucho más capaz y poderoso en un combate tradicional, pero...

—Pero este no es un combate tradicional—supuso Geir—. Entonces, ¿qué clase de combate?

Brunhild señaló la arena de batalla, en la que del suelo se abrieron dos grandes compuertas y dos plataformas se elevaron trayendo consigo un par de imponentes vehículos.

—Cómo sabrán, Helios es el señor original del sol—explicó la mayor de las valquirias—. Conduciendo el carro solar por el cielo día tras día.

Apolo asintió seriamente con la cabeza.

—A diferencia de otras deidades solares, Helios siempre fue especial en su labor. Todos tenemos otros dominios los cuales atender, todos excepto él. Helios siempre fue único, llevando él sol con firmeza y dedicación, sin preocuparse o distraerse con nada más.

—Eso, lo convirtió en el piloto perfecto—añadió Brunhild—. Siempre viajando en las alturas, siempre llevando la luz, no hay quien pueda enfrentarlo en los cielos.

Will se inclinó para ver de aún mas cerca la arena.

—Y eso, damas y caballeros, nos trae a Lord Vader—dijo confiado—. El mejor piloto de tanto la Orden Jedi como del Imperio Galáctico. Capaz de acabar con una flota entera solamente con su caza estelar. Si alguien puede derribar a Helios, es él.

—Entonces...—murmuró Geir—. Está será una batalla en los cielos.

De regreso en la arena de batalla, los luchadores se encaminaron con paso resuelto hacia sus respectivos vehículos.

Helios subió a su carro dorado tirado por cuatro corceles de fuego, decorado con hermosos motivos solares que brillaban con luz propia.

Por su lado, Vader llegó a donde una nave de tecnología futurista, no muy alta pero si alargada y de un color gris. A sus lados tenía dos grandes alas que se curvaban hacia adentro y en la parte inferior de la cabina reposaban un par de turbo-cañones láser.

Helios tomó las riendas del Carro Solar y Vader encendió los motores de su Caza TIE Advanced prototipo.

Es aquí donde comenzaría la carrera entre la humanidad y los dioses por el dominio de los cielos.

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