Capítulo noventa y nueve:
Antes de la batalla.
—Éste hombre—dijo Apolo con firmeza—. Si alguien puede vencer a Hades, Rey del Inframundo, es él, El Rey de los Fantasmas...
Los humanos y las valquirias guardaron un profundo silencio contemplativo.
Reginleif se acomodó los lentes.
—Podría funcionar, en realidad—dijo—. Sin embargo... no es el mejor compañero posible para nuestra única valquiria restante.
Geir miró la imagen del joven fijamente y apretó los puños con firmeza.
—Puedo hacerlo—dijo con determinación.
Freyja miró a su hija menor.
—¿Estás completamente segura?
—Estoy segura de que Hades peleará para vengar a su hermano, y yo pelearé para vengar a la mía—respondió—. Y sí este Nico pelea por vengar a Percy...
—El rencor es una emoción especialmente fuerte en los hijos de Hades—le confirmó Apolo.
Will negó con la cabeza.
—Es especialmente peligroso, ¡es su defecto fatídico!—respondió.
—Toda emoción negativa, deseos de venganza y rencor pueden ser redirigidos hacia un mejor objetivo—repuso Batman—. Sino, pregúntale a Vader.
El señor oscuro miró al murciélago en total silencio por un momento.
—El odio, la ira y la venganza crean poder—terminó diciendo.
—Eso es estupido, tú eres estupido—dijo una nueva voz entrando a la sala—. ¡No se preocupen! ¡Yo lucharé!
Los presentes se volvieron hacia la puerta, en donde el Iluminado, Gautama Buda, los miraba sosteniendo tranquilamente su Báculo de los Seis Reinos sobre su hombro.
—¿Qué dicen?
Freyja se cruzó de brazos.
—¿Tú, Buda?—preguntó desconfiada—. ¿Enfrentar a Hades?
Buda sonrió confiado.
—Podría ser Zeus y me daría igual, puedo hacerlo.
—Una mejor pregunta es, ¿por qué?—inquirió Hércules.
—¿Necesito una razón para hacer lo que se me pegue en gana?—respondió el iluminado.
—Sigo creyendo que podría encontrar a un luchador a tiempo—volvió a decir Barry.
—Y yo me mantengo firme, Nico di Angelo es nuestra mejor opción—dijo Apolo—. Además, incluso si...—le falló la voz—. Incluso si Percy no ganó su combate, quedó demostrado que un mestizo y una valquiria combinados tienen un poder nunca antes visto, y esa es nuestro as bajo la manga.
—¿Entonces por qué no peleo yo y asunto arreglado?—dijo Meg con aburrimiento.
Apolo se congeló en su sitio.
—Por que...
—No es tan fácil pedir luchar a muerte a alguien que te importa, ¿no es así?—lo miró Will acusatoriamente.
Bajó la mirada algo avergonzado, aún así, tenía un argumento que dar.
—Meg y yo no venimos de tú mismo universo—le dijo—. Nuestra línea temporal se interrumpió al venir aquí. Pero tú línea... es la misma de la versión de Percy que luchó aquí.
Will abrió mucho los ojos y se dejó caer en un asiento, como si una verdad lo hubiera golpeado de un segundo a otro.
—No... no habíamos tenido noticias de Percy en meses...—murmuró—. Annabeth... ella nos dijo que estaba en una misión, pero...
—El murió, Will—dijo Apolo, con toda la delicadeza que pudo.
—N-no...
—No. No necesariamente, al menos—interrumpió Geir—. Brunhild... Brunhild me dijo que durante la batalla había obtenido cierto grado de divinidad. Dijo que quizá se estaría reformando en su universo de origen... pero no es nada seguro, y quizá nunca sepamos la verdad.
Will se llevó las manos al rostro.
—Su madre... Bianca... Jason... y ahora esto...—susurró—. Cuando Nico se entere...
—No puedes protegerlo de su deseo de venganza—le dijo Reginleif—. Pero puedes redirigirlo a algo bueno: salvar a la humanidad de nuestro mundo.
Will empezó a temblar, pero sabía que tenía que aceptar la realidad.
—Quisiera creer que rechazará la propuesta cuando se le hagan—murmuró—. Pero sé que vendrá a luchar... así que,.. vayamos a preguntarle, entonces.
Freyja se puso de pie, tomando el dispositivo de viajes de manos de Apolo y disponiéndose a abrir un portal.
Sin embargo, Geir la detuvo.
—Esperen—pidió—. Necesito... necesito ir por algo.
La joven salió de la habitación, dirigiéndose a aquella sala en la que Brunhild desaparecía tras cada combate fallido. Finalmente creía entender lo que sucedía tras esas puertas.
Geir entró al lugar, encontrándose con altares con imágenes y objetos pertenecientes a los humanos caídos.
Se encaminó hasta un pilar y tomó los afilados pedazos de metal que antes habían sido Contracorriente, reunió todas las piezas que pudo de la hoja y tomó el mango partido, guardándolos todos en una bolsa antes de volver con el resto.
—Estoy lista—anunció—. Vamos.
...
Will miró desde la distancia el cuerpo de Hades, quien seguía tumbado en medio del cráter en la pared.
—Vaya... eso fue estupido—dijo—. Si se sigue esforzando tanto...
—Tranquilo—le pidió Apolo—. Nico y Geir lo están haciendo increíble, confía en ellos.
Freyja miró atentamente la batalla con una nueva curiosidad.
—Así que... controla las sombras y la tierra...—murmuró—. Fascinante.
Desde su palco, Ares se estremeció preocupado.
—Es... es imposible...—chilló
—Derribó a Hades con mucha facilidad—se sorprendió Shiva.
Anubis Los fulminó a ambos con la mirada.
—¿Facilidad?—preguntó—. Sólo miren al mocoso, tiene problemas para respirar y apenas y puede ponerse en pie. Crear un terremoto y manipular el suelo consumió mucha de su energía. Y pueden tener fe en que una roca no vencerá al rey de Helheim.
Ares seguía nervioso.
—Pero... de cualquier modo... Hades acaba de sentir el poder de su propio hijo...
El rey del inframundo levantó la cabeza, sangre corría por su cara, manchando el lado derecho de su rostro mientras se ponía torpemente de pie, usando su lanza como bastón.
—Me preguntaba cuando te levantarías, padre—provocó Nico.
Hades se paró firme, quedando frente a frente con el que en otro mundo era su hijo.
Los dioses y humanos guardaron silencio con sorpresa mientras el rey de los muertos se dirigía verbalmente una vez más hacia el semidiós:
—Nico di Angelo, ¿cierto?—lo llamó—. Así que dices ser, "el rey de los fantasmas"
Nico sonrió divertido.
—Es... autoproclamado, en realidad—rió—. Pero al parecer era parte de una profecía: "te alzarás o caerás por mano del rey de los fantasmas"
Hades abrió los ojos brevemente con sorpresa, para luego recuperar su seria expresión de siempre.
—Ya veo...—murmuró—. Así que dime, Nico di Angelo, ¿qué te trae aquí? ¿Por qué te paras frente a mí, oponiéndote a los dioses, tu familia?
Nico bajó su guardia, podía sentir que Hades no se mostraba hostil, así que relajó su postura.
—Creí que estaba claro—dijo—. Estoy aquí para vengarme, para hacer justicia por la muerte de mi primo, amigo y... y héroe, Percy Jackson, hijo de Poseidón.
Una pequeña sonrisa se apoderó de los labios de Hades.
—Je... je, je, je...
Nico lo miró muy confundido, si había algo que jamás creyó ver en su vida, era a su padre riendo.
Hades empezó a carcajearse a todo volumen, con una energía y alegría muy contagiosa, pero no por ello menos extraña.
—Qué estrepitosa carcajada—se sorprendió Ares—. Nunca había visto eso de Hades...
—Tampoco yo...—añadió Anubis, casi con horror.
Mientras el rey de Helheim seguía riendo, Nico lo miró fijamente frunciendo el ceño.
El dios había relajado su postura y sostenía su bidente despreocupadamente con los horcones en dirección al suelo.
—¿Qué es lo que te hace tanta gracia?—preguntó el semidiós.
Hades se llevó una mano a la cabeza y trató de controlar sus risas.
—Me recuerdas a alguien que conozco perfectamente...
Nico retrocedió levemente.
—¿Yo?
Hades miró al suelo con una sonrisa mientras se rascaba el cabello.
—Sí... me recuerdas a mí mismo—reveló—. Me recuerdas el porque yo estoy aquí. Para vengar la muerte de mi querido hermano, Poseidón. Quien murió en manos de tu amigo, Percy...
Nico miró al dios fijamente.
—Entonces, ambos luchamos aquí por idiota un cabeza de algas.
Hades alzó su bidente en alto, mostrando las partes del tridente de Poseidón que había unido con su arma.
—Yo lucho por mi hermano menor, Poseidón, rey de los mares—exclamó—. Y juro por su nombre... y como su hermano mayor... ME NIEGO A CEDER ANTE UN SIMPLE SEMIDIÓS.
Hades sostuvo su bidente con fuerza, con la mano muy cerca de las puntas. Flexionó la pierna derecha y estiró hacia enfrente la izquierda, al tiempo que veía fijamente a su rival.
—Está sosteniendo su lanza muy arriba—se sorprendió Ares—. ¿Qué clase de postura es esa?
Parecía que Hades sostenía su lanza al revés, queriendo apuñalar a su oponente con la punta inferior del arma. Sin embargo, para Nico era obvio que todo era parte de algo mayor.
El semidiós se puso en guardia nuevamente, alzando con fuerza su espada.
Hades exhaló, y abriendo mucho los ojos, se lanzó a toda velocidad contra el semidiós.
Era un ataque desatado desde una postura inusual por Hades, conocido por la solidez de su lanza.
POR LO TANTO...
No era por impulso, sino la manera apropiada de luchar con la lanza.
La mano de Hades se deslizó por el mango de su arma, bajando más y más al tiempo que se balanceaba hacia el frente y abajo, a tal velocidad que su puño y el asta de su lanza estallaron en llamas.
Con todas sus fuerzas, el rey del inframundo... LANZÓ UN APLASTANTE GOLPE HACIA ABAJO.
PERSÉFONE: TITÁN
¡¡DESTRUCTOR DE LA TIERRA!!
Nico trató de evadir el ataque, sin embargo cayó en cuenta de un factor desastroso para él: Hades había atacado en el momento y lugar perfectos para que Nico no estuviese bajo ninguna sombra.
Por lo tanto, el semidiós no podría disolverse y desaparecer.
Nico alzó su espada desesperadamente, flexionó las piernas y se preparó para recibir el impacto.
La lanza golpeó la hoja de hierro directamente, con una fuerza arrolladora.
—Intenta tomar todo esto...—retó Hades, al tiempo que daba un gran paso, destrozando el suelo a sus pies, sin dejar de aplicar presión con su bidente ni por un sólo instante—. ¡Rey de los Fantasmas!
Los brazos de Nico temblaban, el cuerpo de Hades estaba hinchado en venas y músculos por el esfuerzo.
Ares se levantó en su asiento con emoción.
—Se acabó... ¡Él va a despedazarlo! ¡La fuerza combinada del golpe hacia abajo y la retirarla es demasiado para que pueda detenerlo!
Nico soltó un rugido de esfuerzo, su armadura chirriaba y sus botas de hierro se hundieron en el suelo de roca, destrozando el terreno bajo sus pies.
—Kh....
El dios siguió aplicando más y más presión mientras miraba a Nico con ojos muertos.
—Yo... soy el rey del inframundo... ¡HADES!
Y con tal grito, el señor de los muertos se balanceó hacia abajo. Con el mango de su lanza casi totalmente doblado, únicamente los horcones permanecían en alto, aplastando con su poder la espada de Nico.
—Cae...—ordenó Hades—. ¡¡Y HAZTE PEDAZOS!!
El rey de Helheim salió catapultado hacia arriba por la fuerza de su ataque, aplicando una presión inconmensurable sobre el cuerpo de Nico, quedando por encima del semidiós mientras lo aplastaba con su bidente.
Nico cedió, el suelo explotó, llamas se extendieron y piedras volaron por los aires.
Una vez más los humanos guardaron un silencio de muerte. Proteus dejó salir un grito de victoria y las valquirias se quedaron en blanco.
La nube de polvo cubría ahora la mitad de la arena, y sobre ella se lograba apreciar a Hades, quien aún se sostenía de su lanza, mirando boca abajo al suelo desde las alturas.
El rey de los muertos se balanceó, las hojas de sus horcones se despegaron de la roca, y el dios aterrizó glacialmente en el suelo, recargando su tridente sobre su hombro y dando la espalda al titánico cráter de escombros que había dejado tras de sí.
Sin embargo, esta vez el dios no dejaría nada a la suerte.
Se dio la vuelta a toda velocidad y abanicó el aire con su lanza, despejando todo el polvo de golpe, permitiéndoles ver a todos los espectadores algo inaudito.
El rey de los fantasmas seguía allí, firme y de pie.
—Oh...—murmuró Hades, no muy sorprendido—. Así que aún sigues vivo...
Nico miró al dios de frente, dándose un par de golpecitos en el yelmo.
Entonces, aquella parte de armadura empezó a cambiar de forma, viéndose más amenazante a cada segundo, mostrando imágenes y muerte y destrucción cada vez peores.
—En mi mundo, Hades, tiene un casco—dijo el semidiós—. Y cuando lo usa, no pueden tocarlo.
Meg miró muy sorprendida a Apolo.
—¿Ese es...?
—El Yelmo de la Oscuridad, sí—confirmó el dios—. Sabes, Hades no quería que su hijo se enfrentara a su otro yo sin algo de ayuda de su parte.
La hija de Deméter se mostró impresionada.
—Entonces... realmente podemos ganar esto.
Apolo sonrió.
—Bien se dice que es la naturaleza del tiempo que las viejas costumbres deben ceder. Y es la naturaleza del tiempo que las nuevas formas vienen en pecado. Cuando lo nuevo se encuentra con lo viejo, siempre terminan las formas antiguas. Y como dice la historia, las viejas costumbres se apagan entre llamas.
Will miró a su padre.
—¿Eso es de Sabaton?
—Sí, pero aplica.
Nico tocó el yelmo de la oscuridad con su mano derecha y exhaló un suspiro de alivio.
—No creía que funcionaría—reveló—. Papá nunca me enseñó a usar ésta cosa.
Hades le dedicó una sonrisa a su oponente, relajando su postura y bajando su guardia.
—¿Todavía estás dispuesto a pelear, rey de los fantasmas?
Nico lo miró a los ojos, sosteniendo su espada en la misma postura relajada que el dios.
—No te preocupes—le respondió, poniéndose súbitamente en guardia y alzando su hoja de hierro estigio—. Ahora bien, ¿continuamos, padre?
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