Capítulo noventa y cinco:
Nombres originales y versiones en español:
Frankenstrike—Frankentrueno—Benviktor
Chromastone—Pierda—Megacroma—Crómico
Cannonbolt—Rayo de cañón
Spidermonkey—Mono Araña
...
Helheim
El grupo de ataque había logrado entrar a las oscuras instalaciones del señor de las plagas, sintiendo el frío intenso y la maldad que el sitio emanaba.
Los guardias de Freyja estaban tensos, sujetaban sus lanzas y escudos con fuerzas, y sus armaduras traqueteaban con el temblar de sus cuerpos.
Mientras el grupo se adentraba más y más en los siniestros pasillos, se dieron cuenta de que a cada segundo eran menos.
Gritos ahogados, sonidos de agonía, y metal atravesando carne y hueso.
Cada vez que se giraban para ver de donde venían los ruidos, alguien desaparecía a sus espaldas.
—¡Espalda contra espalda!—ordenó Freyja.
Los guardias obedecieron formando un círculo y alzando sus escudos.
Una macabra risa hizo eco por todo el lugar.
—Oh, pequeña Freyja—rió Loki, dejándose ver entre las sombras, con sus cuchillas goteando sangre—. ¿Aprovechando que el viejo ya no está para hacerte con el poder?
—Eres tonto al dejarte ver, Loki—repuso la diosa—. Tú eres mi objetivo, no tu amigo demonio.
El hijo de gigantes sonrió con inocencia mientras tomaba con fuerza las cadenas de sus cuchillas.
—Bueno... ¿qué puedo decir?—murmuró el—. Tener poderosos amigos en Helheim tiene sus ventajas... como podría ser...
Chillidos, risas maniacas y demás siniestros sonidos se aproximaban a toda velocidad desde todas las direcciones.
—Sí... Belcebú es el dios de los demonios, por si no lo recuerdan—les dijo Loki—. Y él no quiere que interfieran en su... experimento.
Decenas, si no es que cientos o miles, de demonios se aproximaron desde todas las direcciones posibles, riendo a carcajadas y preparando sus armas.
Los guardias de Freyja prepararon sus lanzas, la diosa miró al humano que los acompañaba.
—Yo lidiaré con Loki—le dijo—. Tú ve por el demonio.
Strange asintió con la cabeza.
—Así se hará.
...
De regreso en el combate, Ben hizo crujir los nudillos.
—Bien, grandote—dijo—. Es mi turno.
Ben se lanzó de frente contra Quetzalcóatl, el dios se preparó para repeler el ataque.
El alienígena lanzó un fuerte puñetazo que el dios bloqueó com facilidad, sin embargo éste no contaba con la brutal descarga eléctrica que acompañaba al golpe.
Quetzalcóatl retrocedió momentáneamente, sólo para ser recibido de nueva cuenta por un puñetazo del transylian, el cual mandó a volar al dios, repelido por la carga eléctrica.
El dios azteca se levantó del suelo, temblando por el calambrazo eléctrico, sólo para ver cómo las torres Tesla del alíen despedían aún más energía y dos rayos verdes eran disparados por los brazos de Ben en dirección a él.
Quetzalcóatl dio un quiebro hacia la izquierda, evitando las descargas. Se puso en pie y cargó de nueva cuenta.
El Tezcatlipoca Blanco dio un gran salto y aterrizó un puñetazo en el rostro de Ben. Mientras el héroe retrocedía, Quetzalcóatl conectó otro puñetazo en el pecho del joven. El siguiente golpe del dios fue detenido por el enorme brazo izquierdo del alienígena, Ben respondió lanzando un derechazo al rostro de Quetzalcóatl.
Ambos oponentes empezaron a forcejear, con el dios azteca sobreponiéndose rápidamente y arrastrando a Ben hacia atrás. Entonces la electricidad en el cuerpo del alienígena aumentó su carga y Quetzalcóatl empezó a ser electrocutado allí mismo, sin ser capaz de soltarse de los brazos de Ben.
Quetzalcóatl rugió de dolor y una poderosa ráfaga de viento golpeó a Ben, mandándolo a volar contra las paredes del estadio y luego arrastrándolo por el suelo.
El dios azteca estiró los brazos, los vientos recogieron sus armas y estas volvieron a sus manos. Quetzalcóatl entonces hizo brillar su cuerpo por unos segundos antes de liberar ese poder en la forma de un rayo de luz que se dirigió directamente hacia donde Ben.
Tan sólo un segundo antes de que el ataque golpeara su cuerpo, Ben volvió a transformarse.
—¡¡Soy la Pierda!!
El rayo de luz impactó de lleno en el cuerpo de Ben, siendo absorbido por este.
El alienígena estiró sus brazos, la energía absorbida subió hasta estos y salió de regreso en la forma de un nuevo par de rayos de luz brillante.
Quetzalcóatl alzó su escudo Chīmalli, deteniendo los ataques, luego se lanzó de frente una vez más, convirtiendo su arma secundaria en un Tepoztōpīlli, una lanza de madera con punta de obsidiana.
El dios lanzó una serie de veloces golpes con su lanza, todos los cueles golpearon de lleno en el cuerpo del crystalsapien.
Ben retrocedió torpemente, resintiendo cada uno de los golpes, pero manteniéndose intacto gracias a su duro cuerpo y a la armadura brillante que Brunhild le proveía.
Quetzalcóatl giró sobre si mismo y dio un golpe lateral con su lanza. La punta de esta impactó de lleno el lateral de la cabeza de Ben, mandando al alienígena al suelo.
El dios se preparó para lanzar un nuevo ataque. Dispuesto a poner suficiente fuerza en él como para atravesar de extremo a extremo a Ben.
Pero antes de poder hacer nada, un brillo verde lo cegó por un segundo y una gigantesca bola de color amarillo rodó sobre él, aplastándolo antes de alejarse lo suficiente para estar a una distancia segura.
—¡¡Cannonbolt!!
El voluminoso alienígena retomó su forma de esfera y cargó a toda velocidad contra Quetzalcóatl, envistiéndolo una vez antes de rebotar sobre su rostro y volver a cargar, ahora desde arriba.
El dios bloqueó el golpe con su puño y mandó a volar al alienígena de un golpe.
Ben abandonó la forma de alienígena mientras caía y lanzó un zarpazo con sus garras. El dios gritó de dolor tras ser arañado en el rostro e intentó lanzar un golpe con su lanza. Ben se volvió de espaldas y la punta de obsidiana rebotó contra la coraza del alienígena.
Entonces, el dios azteca pasó los brazos por debajo de los de Ben y lo levantó con fuerza. Antes de que el héroe tuviera la oportunidad de retomar su forma de esfera, Quetzalcóatl lo estrelló con furia de cabeza contra el suelo.
—¡Toma eso, blemia asquerosa!—rió Ares mientras veía cómo se desarrollaba la batalla—. De momento están muy parejos, lo que no es ni bueno ni malo.
Hades frunció el ceño.
—Sin embargo, el humano no deja de transformarse una y otra vez—apuntó el rey de Helheim—. Sólo es cuestión de tiempo hasta que encuentre algo a lo que Quetzalcóatl no se pueda adaptar.
Ares tragó saliva.
Ben retomó la forma de esfera y empezó a dar vueltas por la arena a toda velocidad antes de lanzarse sobre Quetzalcóatl, el dios lanzó un golpe para interceptarlo pero no contaba conque su enemigo se transformaría una vez más.
—¡¡Mono Araña!!
Un simio de pelaje azul y cuatro brazos saltó evitando el golpe del dios, acto seguido se volvió y un fluido salió despedido de su cola, el cual se convirtió en una telaraña. Ben atrapó la cabeza del dios con su red y luego tiró con fuerza de ella, golpeando al dios de cabeza contra el suelo.
Quetzalcóatl se arrancó la telaraña de la cabeza y se pondría de pie, solo para que sus brazos y piernas fueran envueltos en telarañas una vez más.
—¡Pelea de mexicanos!—se burlaban los dioses en las gradas.
(Y antes de que nadie diga nada, yo soy mexicano)
El aracnochimoancé se lanzó sobre Quetzalcóatl, golpeándolo con una doble patada que lo mandó al suelo de espaldas. La serpiente emplumada gruñó, se arrancó las telarañas de un tirón y atrapó la cola de Ben antes de estampar al alienígena repetidas veces contra el suelo y arrojarlo contra una pared.
Ben se quedó tumbado en el cráter que había dejado en la pared, respirando agitadamente.
—¿Todo bien?—preguntó entre chillidos de simio.
"Por el momento"—respondió Brunhild—. "Esto no está saliendo tan bien cómo esperé"
Quetzalcóatl apuntó al craneo de Ben con su lanza.
—Luchaste bien, humano—reconoció—. Pero por más alienígenas que convoques, siguen siendo mortales frente a los dioses.
...
El Doctor Strange abrió un portal para salir de la zona de batalla que se había desatado en las profundidades de Helheim.
El humano reapareció en una oscura habitación, fuente de toda la perturbación en la magia que había detectado. Frente a él, encadenado y atado a una gran máquina, el Berserker de los Infiernos, Hajun.
El señor de las plagas aplaudió desde las sombras.
—Me preguntaba cuánto tardarían las valquirias en mandar a alguien en mi búsqueda—dijo.
Strange permaneció calmado.
—Realmente vine por el poder que tu mascota emanaba—repuso él—. Así que ¿vas a contarme tu plan malvado o esperas que lo descubra por mi mismo?
Belcebú sonrió macabramente mientras salía de las sombras.
—Planes, planes, planes—murmuró—. Tenía mis planes, sí. Pero la revelación de la valquiria, aquella de los infinitos universos... fue... instructiva. ¿Por qué limitarme a un mundo cuando hay millones?
—Ah, es sólo eso, admito que me esperaba algo más profundo.
—¿Qué puedo decir? Soy una persona simple, solamente necesitaba una buena distracción en el Valhalla para despistar a Odín, su muerte fue bastante oportuna. Luego, para sacarme de ene medio a Hades... la muerte del soberano de los mares fue muy útil.
Strange extendió sus brazos mientras se preparaba para la batalla inminente.
—Entonces ¿qué? ¿Planeas robarle el poder al grandulón de allí y luego qué? ¿Cuáles son tus motivos?
—¿Motivos...? Motivos... sabes... hay gente que sólo quiere ver los mundos arder.
—Sí, me lo imaginaba.
El demonio activo su extraño dispositivo, los gritos agónicos de Hajun resonaron por todo el infierno al tiempo que éste se consumía y sus poderes divinos entraban rápidamente en el cuerpo del señor de las moscas.
Decimotercer representante de la humanidad: Doctor Stephen Strange
Decimotercer representante de los dioses: Belcebú
El hechicero supremo y el señor de las plagas se encararon en una batalla extraoficial que perfectamente podría tener mayores consecuencias que todas aquellas en el Ragnarok.
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