Capítulo dieciocho:
https://youtu.be/h3lYEYvzZI0
—¡¡EL TRIDENTE DE POSEIDÓN HA LOGRADO HERIR EL COSTADO DE PERSEUS!!—gritó Heimdall.
—Es Percy—gruñó el semidiós mientras se sujetaba la herida.
—PARECE QUE INCLUSO EL MAYOR HÉROE DEL OLIMPO NO ES MÁS QUE UN INOFENSIVO PEZ FRENTE AL SOBERANO DE LOS MARES.
Percy alzó la vista y volvió a relucir su sonrisa torcida.
—Admito que no me esperaba eso...
Los dioses alzaron los brazos con euforia.
—¡¡WHOOOOOOOOOOOOOOOAAAA!!
—¡¡Muy bien!!
—¡¡Por eso Lord Poseidón es el dios de dioses!!
—¡¡El Dios de Dioses!!
—¡¡Enfréntenos todo lo que quieran, malditos humanos!! ¡¡Jamás se acercarán a la cima!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
En medio de la arena, los ojos de Poseidón estaban ensombrecidos, el dios permanecía sin mirar a ningún punto en específico.
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
—¡¡DIOS DE DIOSES!!
Poseidón volvió el cuello hacia las gradas, mirando a los ruidosos dioses con unos ojos penetrantes llenos de irritación.
Todas las deidades se callaron de inmediato y se removieron nerviosas.
—Mierda, eso fue demasiado...
—No lo mires a los ojos.
—Barrerá el suelo contigo.
Geir se llevó una mano al pecho y se empezó a remover asustada.
—El aura de Poseidón... es otra cosa...
El tirano de los mares volvió su mirada al combate.
—Hmph. Inútiles parásitos...
Percy alzó una ceja.
—Mierda, si que das mala espina—dijo el semidiós—. En mi mundo jamás hubieras cayado a tus admiradores.
—¿Admiradores...?—dijo fríamente Poseidón—. No necesitamos al "rebaño". No necesitamos maquinar nada. Y no necesitamos ayuda. Así sin los dioses. Los seguidores y admiradores son completamente innecesarios para los que ya han alcanzado la perfección.
La mirada penetrante y turbulenta de Poseidón llenó la arena de un aura sombría y espeluznante.
Percy se mantuvo firme y serio por un momento, luego se le escapó una risa que pronto se convirtió en carcajada.
—¡Dioses... yo... tú... solo!!—rió el chico alegremente.
Geir se aferró al vestido de su hermana.
—Ya se volvió loco...
Brunhild miró la arena haciendo una mueca.
—"Los dioses no necesitan ayuda" ¡no me hagas reír, padre!—el chico se quitó una lagrima de los ojos—. Le he salvado el trasero a los dioses tantas veces que ya ni las puedo contra. Primero tú cuando Zeus te inculpó por robar su rayo, luego Ares con su escudo perdido en una trampa de Hefesto, el casco robado de Hades, el caduceo de Hermes, Artemisa bajó el cielo, Apolo llegando a mi casa cubierto de basura. Nejbet apuntó de ser devorada por ese mago Setne... ¡y aún me faltan!
La mirada de Percy se volvió tan furiosa, penetrante y salvaje como la de Poseidón.
—En lo que a mí respecta, padre, puedes meterte tus palabras por el culo e irte a perseguir yaguas.
La arena hizo un silencio total. Todos los dioses se quedaron en un silencio sepulcral. Ese semidiós no era molesto, era lo que le seguía. La reacción de las deidades fue tan violenta como solo los dioses podían hacer.
La mirada de Poseidón se fijó fijamente en el chico, llena de ira y desprecio.
—Ese chico está muerto—dijo Ares—. ¡Oíste pequeño bastardo!
Hermes se llevó la mano a la barbilla.
—¿Tu escudo en una trampa de Hefesto? ¿Mi caduceo? ¿Apolo cubierto de basura? Pagaría por ver eso último.
Percy sujetó firmemente su espada.
—Bueno, parece ser que tendré que empezar con los trucos.
Los ojos de Poseidón se desviaron a sus propios pies, ahora hundidos bajo casi cinco centímetros de agua y subiendo.
Los espectadores tampoco pasaron el cambio de la arena por alto.
—¡¡EL CAMPO DE BATALLA SE HA EMPEZADO A INUNDAR!!—gritó Heimdall—. ¡PARECE SER QUE PERSEUS QUIERE LLEVAR ESTÉ COMBATE A NUEVAS PROFUNDIDADES!
El agua se arremolinó alrededor de Percy, subiendo por su cuerpo, regenerando su piel, curando, limpiando y cerrando sus heridas, renovando su energía y mejorando sus reflejos, velocidad y fuerza.
El semidiós sintió una leve perturbación en la superficie del agua, luego un chapoteo.
Poseidón dio un extremadamente veloz salto con su tridente preparado. Se alzó frente a Percy y lo miró fijamente.
—¡DESAPARECE!
El dios bajó su tridente a toda velocidad, pero la hoja de Contracorriente bloqueó el ataque, desviando el arma de Poseidón.
Las estocadas del tirano de los mares empezaron a llover, aumentando su velocidad a tal grado que era prácticamente imposible verlas. Era incluso más veloz que antes, y venían de justo arriba de Percy en un ángulo de noventa grados.
Poseidón era como una nice de tormenta haciendo llover un torrencial de ataques con su tridente.
¡¡QUÍONE-TIRO-DEMÉTER!!
El agua se agitó con una violencia salvaje, las olas azotaban a las gradas y salpicaban con ferocidad,
—¡¡COMO UNA TORMENTA, LOS ATAQUES DE POSEIDÓN CAEN DESDE ARRIBA!!—gritó Heimdall—. ¡¡PRETENDE ACABAR CON ESTE COMBATE AHORA MISMO!!
Desde su palco, Ares retrocedió un poco por la potencia del combate.
—¡Qué ataque más violento! ¡¡Qué velocidad...!!—murmuró el dios de la guerra.
"Si solo se tratara de la velocidad, podría defenderse como antes", pensó Hermes. "Pero, todo lo que ha visto ese chico hasta ahora, no es más que una pizca del verdadero poder de Lord Poseidón"
LA VERDADERA PROFUNDIDAD DEL DIOS DE LOS OCÉANOS, SIGUE SIENDO UN MISTERIO, INCLUSO PARA LOS MISMOS DIOSES.
Así que la idea de que un simple semidiós sondeé las profundidades, es inimaginable.
Sin embargo, éste no era un simple semidiós, era el hijo del Tirano de los Mares.
Geir apretaba los puños y se inclinaba hacia la arena mientras gritaba:
—¡¡NO PIERDAS, PERCY!!
Brunhild estaba igual de tensa, con los puños apretados y los dientes rechinando mientras miraba la arena de combate.
Entonces una figura se logró divisar entre la tormenta de ataques, Percy bloqueaba y esquivaba a toda velocidad con su espada en alto y una mirada de total determinación en el rostro.
—No me importa una mierda si eres mi padre o no—dijo para sí Percy—. Te voy a partir en pedazos.
Poseidón atacaba por una multitud de ángulos a la vez, pero el segador brillo del colgante de Percy, sumado a su gran habilidad habían convertido a Contracorriente en un arco de destrucción.
Las hojas de ambas armas hachaban chispas al contacto y chocaban una y otra vez sin detenerse ni por un segundo.
Ares se inclinó hacia la arena con el rostro lleno de horror.
—Imposible... ¡¡un simple semidiós esta... está deteniendo sus ataques!!
La espada de Percy bailaba en el aire en una danza mortal con el tridente de Poseidón. El dios lanzó un poderoso tajo desde arriba, Percy lo evitó agachándose. El agua a su alrededor se agitaba sin control, pero el movimiento en ella no era al azar, unas hondas le rebelaron a los sentidos aumentados del semidiós el siguiente punto de ataque de su padre.
La mirada fría de Poseidón se posó en el chico, Percy se volvió y a toda velocidad lanzó un poderoso espadazo.
Sin embargo, la hoja abanicó el aire sin golpear a nadie.
Poseidón evitó el ataque con suma facilidad y se lanzó nuevamente al ataque, Percy lanzó un nuevo golpe a su espada, evitando ser empalado por el tridente de su padre, pero sin conseguir golpear al dios.
Poseidón se seguía mostrando imponente mientras apuntaba desde el cielo. Más y más y más ataques llovían sin detenerse. El hijo de Poseidón los detenía todos, empezando a sentir como su poder flaqueaba ante la insistencia del tridente del dios.
"Muy profundo"pensó Percy. "Pero a mi me gusta la profundidad, ¡ya no le temo a ahogarme!"
La lluvia de ataques no cesaba, pero Percy tampoco cedía ni un centímetro. Solo tenía que esperarlo, un poco más.
Los golpes y estocadas del tridente seguían veloces y poderosos, pero el ángulo de los ataques se iba volviendo cada vez más frontal. La altura estaba abandonando a Poseidón. Y en cuanto sus pies tocaron en suelo.
El dios del mar se quedó congelado en su sitio, retenido por el mismo océano. El agua se envolvía en sus piernas e impedían su movimiento.
—Tu mismo título lo dice—murmuró Percy—. Eres el "Tirano de los Mares". Mi padre siempre fue el rey que el océano quería y necesitaba. Tu no eres más que un dictador.
El semidiós se colocó en guardia frente al dios.
—Pero yo...—miró a los ojos a su padre de otro mundo—. Yo soy hijo del verdadero Soberano de los Mares.
La mirada furiosa de Poseidón se transformó en una de sorpresa cuando una melodía que bien conocía resonó por el estadio.
De los labios del semidiós, un silbido reverberó por las gradas. El Silbido de Poseidón. El llamado de los mares.
Con un poder y energía renovados, la misma fuerza primordial del océano corría por el cuerpo del semidiós. Percy se lanzó de frente y sin dudar, con su espada en alto dispuesto a matar de una vez.
Poseidón dio un golpe con el mango de su tridente al suelo. El agua explotó en una nube líquida antes de dispersarse por la arena. El dios alzó su tridente y se lanzó de frente con la punta señalando directamente al pecho de su contrincante.
Sin embargo, la hoja de Percy fue más rápida. Un veloz corte pasó frente a los ojos de Poseidón. El dios se inclinó hacia atrás evitando el ataque y aterrizó de nueva cuenta en el suelo salpicando agua mientras sus pies se arrastraban por el cemento mojado.
Poseidón preparó su tridente, pero ya era tarde para contraatacar. Percy se alzaba imponente frente a él con su espada en alto.
NAVEGACIÓN DEL MAR MONSTRUOSO
Sin ser detenido por las más fieras tormentas, vientos, monstruos, trampas o peligros. El hijo de Poseidón había recuperado el legendario Vellocino de Oro de la isla del Cíclope Polifemo, también hijo del dios del mar. Aún así, el crédito de la peligrosa misión jamás fueron reclamados por él. Para Percy era más importante la seguridad del resto y la ayuda a sus amigos que el reconocimiento por una misión.
En ese tiempo, el Cíclope con el que había luchado había rogado a Poseidón por que lo maldijera por el robo del mágico objeto. En ese momento, Percy se preguntaba si esa maldición finalmente había caído sobre él.
Poseidón evitó la hoja de Percy cuando estaba a un milímetro de su piel. La velocidad había sido tanta que el ojo del semidiós ni siquiera lo había registrado para cuando el tirano de los mares ya se alzaba a su espalda.
Entonces cayó la sangre. Desde el lado derecho de su rostro hasta el lado izquierdo de su cintura. Una fina línea de sangre corría por el cuerpo de Poseidón. Un corte pequeño e insignificante para un dios. Pero impensable de suceder al mismo tiempo.
"Sangre", pensó Percy. "No icor"
La punta del tridente voló directamente hacia la cara de Percy.
El chico giró su espada e interceptó el golpe. Pero sin tiempo suficiente para tomar una mejor posición de agarre, la espada resbaló de las manos del chico y fue a caer estrepitosamente entre el público en algún lugar de las gradas.
—No seas tan arrogante—dijo fríamente Poseidón mientras se volvía hacia Percy apuntándole com su tridente—. Sucio pececillo.
—¡NO PUEDE SER!—Geir abrió mucho los ojos.
Brunhild miraba la arena con terror en sus ojos verdes.
—¡¿QUÉ ES ESTO?!—dijo Heimdall—. ¡¡BIEN PARECE SER QUE, EL SEMIDIÓS PERSEUS JACKSON HA SIDO DESARMADO POR POSEIDÓN!!
Los humanos guardaron silencio.
Ares se cruzó de brazos.
—Se acabó.
Hermes miró fijamente la arena.
Geir calló de rodillas mientras temblaba.
Brunhild bajó la mirada y apretó los puños.
YA ESTÁ DECIDIDO.
En un movimiento simple pero veloz, Poseidón arrancó el arma divina de las manos de su hijo. La derrota estaba asegurada para la humanidad.
Poseidón miró fijamente al semidiós, desde arriba y con superioridad.
Sin embargo, Percy solo hizo una mueca molesto.
—Bueno, habrá que pasar al plan B—dijo en voz baja.
—¿Exactamente en qué piensas?—preguntó Hjörþrimul en la mente del semidiós.
—En qué tal vez es hora de un baño.
Percy extendió los brazos flexionados, con las palmas entreabiertas como haciendo garras con sus dedos.
El agua se arremolinó con más furia y poder, los vientos se agitaron y empezaron a girar alrededor de la arena. No, no de la arena, solamente alrededor de Percy.
Un pequeño trueno resonó, y un rayo en miniatura cayó al agua, sin causar algún daño real a los luchadores.
Alrededor de Percy, giraba furiosamente un huracán.
El semidiós se puso en guardia, incluso sin la espada en las manos.
—¡¡Déjame mostraré porque en mi mundo Poseidón es el Padre de las Tormentas!!—gritó el chico mientras el agua empezaba a moverse por toda la arena.
Poseidón se lanzó de frente con su tridente listo, pero fue recibido por un puñetazo de lleno en el pecho por una gran masa de agua.
El mar, el mismo elemento y dominio de Poseidón, estaba atacando a su amo y señor en favor del hijo bastardo de los océanos.
Poseidón balanceó e hizo girar su tridente a toda velocidad mientras esquivaba, bloqueaba y detenía los furiosos embates de las agitadas aguas.
—¡¡ESTO ES INCREÍBLE!!—gritó Heimdall—. ¡POR PRIMERA VEZ, EL TEMIDO POSEIDÓN HA SIDO PUESTO A LA DEFENSIVA!
El dios de los océanos avanzaba velozmente en dirección al semidiós, deteniendo cada ola, chorro o simple gota de agua que se atreviera a plantarle cara.
—¡¡ESTO ES SUFICIENTE!!—rugió Poseidón.
El dios furioso golpeó el agua con su tridente, y el estadio entero tembló mientras el mar se agitaba sin control propio alguno.
—¡YO SOY EL ÚNICO GOBERNANTE DE LOS MARES!—gritó Poseidón—. ¡ESTÁ INSURGENCIA TERMINA AHORA!
El agua se arremolinó alrededor de Percy, pero resistiéndose a dañarlo.
Poseidón se envolvió a sí mismo en un torbellino de agua salada y se lanzó de frente.
El huracán de Percy y la tormenta de Poseidón chocaron de frente, salpicando agua, sangre y rayos por todo el estadio.
Un choque frontal de ambas fuerzas despejó el campo de batalla. Sin vientos, ni agua ni rayosas solamente un dos guerreros, uno con un tridente y el otro solo con sus puños e ingenio.
Poseidón se abalanzó furioso al frente, frustrado por la resistencia del mar a sus órdenes. El miedo que el océano le tenía era equiparable al respeto que sentía por ese chico que decía ser su hijo en otro mundo.
El dios no logró evitar la enorme ola que lo golpeó de lleno.
Durante el choque de tormentas, Percy estuvo reteniendo el agua a su espalda, creando una barrera antinatural para la fuerza de la naturaleza. Al mar no le gusta ser contenido, y en cuanto pudo salir de su prisión, lo hizo.
HUNDIMIENTO POR EL RAYO MAESTRO
El mismo movimiento que había derrotado a Ares, el dios de la guerra en la tierra de Percy Jackson.
Poseidón emergió del agua, disparado por su superficie y plantándose sobre los mares con su tridente en alto.
—¡El océano me teme!—dijo el tirano sombríamente—. ¡Y tiene razón para hacerlo!
Percy palpó los bolsillos de su pantalón, nada.
—Déjame darle una razón para dejar de hacerlo—dijo Percy firmante—. ¡Kronos y los titanes mataron a Urano! ¡Zeus y los dioses mataron a Kronos! Y ahora... incluso en contra de todo lo que defendí toda mi vida... ¡Un semidiós matará a los dioses!
Poseidón se lanzó de frente, Percy dio un salto hacia atrás, con sus pies deslizándose por el suelo mojado hasta llegar a la orilla de la plataforma de combate.
—¡Llevemos esto a una nueva profundidad!
El chico se sumergió en las oscuras profundidades, y el dios del océano se lanzó tras él.
—¡AMBOS LUCHADORES HAN DESAPARECIDO DE LA SUPERFICIE!—dijo Heimdall—. ¡EL COMBATE POR EL DOMINIO DE LOS OCÉANOS HA EMPEZADO DE VERDAD!
El agua se agitaba a toda velocidad y golpeaba la orilla salvajemente, nubes de tormenta se posaron sobre el estadio y una lluvia torrencial empezó a caer sobre dioses y humanos.
"Quiero ir más allá", pensó Percy mientras se deslizaba a toda velocidad por las profundidades, seguido de cerca por Poseidón. "Más allá que cualquiera antes, quiero salvar este mundo y mandar a los dioses al demonio por una vez en mi vida"
Una poderosa luz verde esmeralda surgió del agua mezclada con un igual de cegador brillo de bronce.
"Si lo que quieres es ir más allá que cualquiera, lo haremos juntos", prometió Hjörþrimul. "Conseguiremos el verdadero dominio de la espada y nos convertiremos en algo jamás visto"
El agua explotó en un géiser de proporciones biblicas.
Entre la lluvia que caía del cielo, dos figuras se miraban fijamente mientras caían al suelo y aterrizaban con sus armas preparadas.
Poseidón miró furiosamente a su oponente mientras sostenía su tridente y el suelo temblaba a sus pies.
Frente a él.
Percy se alzaba sosteniendo su confiable espada Contracorriente, de alguna manera había recuperado su legendaria arma y apuntaba a su padre con ella.
—No puede ser...—murmuró Brunhild.
La espada de Percy sin duda era Contracorriente, pero se veía diferente. Su hoja de bronce ahora era de un blanco puro, sus filos eran de un metálico y reluciente verde mar y su empuñadura dorada brillaba como ella sola.
—Luchemos juntos entonces, Hjörþrimul, guerrea de la espada.
ANAKLUSMOS-HJÖRR
Une nueva arma divina había sido forjada, el poder del mar impreso en Contracorriente, y los destinos entrelazados de la poderosa valquiria.
Era el momento de un nuevo y mejor Volundr, uno que iba más allá de la unión de humano y valquiria, era la fusión de dos seres semidivinos. Era completamente un humano y era completamente un dios.
Era algo completamente nuevo.
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