Capítulo cincuenta y tres:
La humanidad ovacionaba y vitoreaba al faraón, quien se había quedado de pie mirando al cuerpo de Odín en el suelo frente a él.
El Soldado del Brillo Negro se paró al lado de Atem, se arrodilló en señal de respeto y desapareció en un destello mientras las sombras se despejaban y las nubes abandonaban la arena.
—Gracias—murmuró el faraón—, a todos.
El rey de Egipto miraba la baraja en su mano mientras asentía con la cabeza.
Con un destello dorado, tanto la baraja como el disco de duelo desaparecieron en el aire. Al mismo tiempo, el cuerpo de Odín se resquebrajó en luz verde y se disolvió en el aire.
—Al final tus visiones del Ragnarok no fueron más que alucinaciones al romper tu mente—dijo Atem mientras veía las cenizas del dios disolverse en el caos.
Los dioses estaban en un silencio absoluto, no era simple ira lo que sentían, era impotencia e incredulidad ante la perspectiva de que el dios supremo hubiera sido derrotado por el humano.
Atem miró la última carta que estaba en el suelo, entre los escombros de la batalla, el faraón levantó una última tarjeta de marco blanco.
—Tu cuerpo fue destruido, pero tú alma descansará en paz—aseguró.
Desde su lugar, Loki miraba completamente en shock la escena, sus ojos se detuvieron en los del faraón, quien lo miraba fijamente desde la distancia.
Entonces, el rey de Egipto arrojó la carta con fuerza, esta cruzo el aire hasta llegar a las manos de Loki.
Odín, Padre de los Aesir.
Sin decir otra palabra, el faraón se volvió con su capa rota hondeando con el viento hacia el túnel de salida.
Mientras Atem se encaminaba a la salida, vio como toda la sección de las gradas sobre las puertas de salida estaba llena por personas del antiguo Egipto.
Los antiguos faraones se arrodillaron, poniendo una espada curva Kopesh frente a sus pechos como señal de respeto.
Tal vez Atem no existía en ese universo, pero esos faraones sí lo hacían en el de él. Reyes y gobernantes, algunos que no reconoció y otros que sin duda había visto, ancestros y descendientes que jamás lo conocieron en su mundo, ahora presentes, arrodillándose frente a él con las espadas curvas de la guardia real del faraón como muestra de respeto.
Frente a Atem, cayeron en el suelo dos objetos dorados.
Un cayado y un látigo, las herramientas sagradas del faraón.
El joven asintió con la cabeza agradecido, miró con respeto a los faraones de Egipto asintiendo solemnemente con la cabeza y atravesó el túnel que lo guiaría fuera de la arena.
...
En un oscuro salón, frente a una chimenea, un hombre de apariencia joven, cabello negro y ropas oscuras sonrió con satisfacción mientras veía a través de la pantalla como la espada del soldado del faraón atravesaba el cuerpo de Odín.
Representante de los dioses: Belcebú
—Así que el viejo brujo dejará de meter sus narices en donde no le importa—murmuró para sí—. Está bien, ¿en donde nos quedamos...?
El demonio se volvió hacia un par de monitores que tenía en la sala, abriendo los archivos sobre uno de sus experimentos.
El archivo rezaba simplemente: Rey Demonio del Sexto Cielo
...
Brunhild miró la arena una última vez antes de darse media vuelta y empezar a caminar seguida por Geir.
—¿Ahora qué sigue, hermana?—preguntó la joven.
Brunhild no se molestó en mirarla.
—El Ragnarok no se detiene, aún tenemos que seleccionar a nuestros siguientes competidores.
Freyja se cruzó de brazos.
—Elijan sabiamente, ya no les podré decir quien será el siguiente dios en luchar—dijo la diosa—. Los luchadores estuvieron de acuerdo en excluirme de cualquier reunión y negarme toda información después de la batalla contra Shiva.
Geir se paró en seco.
—¿Fuiste tú la que nos dio la información sobre los luchadores enemigos, madre?
Freyja asintió seriamente.
—Así es, pero eventualmente empezaron a sospechar de mí—explicó la diosa—. No tienen pruebas de que yo les haya dado la información, pero aún así decidieron no revelarme nada, por "seguridad"
Batman se cruzó de brazos.
—Así que estamos a ciegas—murmuró—. Y si no sabemos quién será el siguiente dios en luchar, tampoco sabemos cómo responder.
Brunhild guardó silencio por un minuto.
—Ya encontraré la forma de encargarme de ese asunto—aseguró—. Por ahora, lo único que podemos hacer es buscar a alguien capaz de dar la talla en la siguiente ronda.
Freyja sonrió.
—Además, aunque no pueda darles demasiada información, sigo pudiendo ayudarles desde el lado de los dioses—aseguró—. Por ejemplo, sé que Odín sospechaba de uno de los representantes de los dioses, si logró inculcarle esas mismas sospechas a Zeus o algún otro luchador...
—Los dioses se destruirán entre sí, y nos darán más margen de maniobra—terminó de decir Batman mientras analizaba la situación.
Brunhild hizo una reverencia respetuosamente como despedida a su madre y se retiró acompañada por Geir.
...
Hermes se llevó una mano a la cara mientras observaba el marcador de los combates.
—Con este encuentro el marcador es 3-3...—murmuró—. Muy ajustado de nuevo... al parecer.
Loki, por su lado miró la carta que el faraón le había entregado.
—El viejo ordenó encerrar a mis hijos por que les temía—murmuró—. Dijo que ellos tres desatarían el fin del mundo y la muerte de los dioses...
Loki guardó la tarjeta y apretó los puños.
—Pero se equivocó, solamente fueron visiones fruto de su locura...—el dios nórdico invocó sus cuchillas con cadenas y destruyó un par de pilares del palco con un solo movimiento furioso—. Ahora, sí sufriéramos otra derrota en manos de los humanos, el rumbo de este torneo se volvería a favor de ellos.
Zeus miró inexpresivamente la arena.
—Claro... lo que significa... que para bien o para mal...
Las piernas del dios crecieron y se hincharon en músculos, destruyendo el suelo bajo el y creando un gran cráter.
—Debemos ganar esta siguiente ronda por cualquier medio que sea necesario.
Una risa confiada brotó a espaldas de los dioses.
Al volverse, Ares y Hermes hicieron muecas de disgusto.
—Creo que puedo ayudar con eso—sonrió el joven de cabellos dorados recién llegado.
Zeus se rascó la barba.
—Oh, Apolo hijo mío...—murmuró—. No esperaba que te aparecieras por aquí tan pronto.
El dios solar sonrió arrogantemente.
—Yo tampoco pensaba llegar tan temprano—sonrió—. Pero he recibido una profecía bastante clara sobre la siguiente ronda.
Hermes miró con disgusto al dios solar.
—¿Y exactamente que dice esta, querido hermano?—dijo con sarcasmo.
Apolo sonrió, sabiendo la molestia de sus medio-hermanos ante su presencia.
—Como dije, las palabras fueron simples:
La guerra de dios y el hombre llega a la mitad
Tres victorias en cada bando, tenéis que desempatad
El número sagrado del señor de Delfos ha sido marcado
La victoria del dios Apolo es un hecho confirmado
Apolo se cruzó de brazos sonriendo.
—Creo que más obvio no puede ser—sonrió—. Apolo ganará, básicamente ese es el resumen.
Por más que Hermes o Ares quisieran argumentar, nadie podía escapar del inexorable destino rebelado por Delfos. Si Apolo luchaba en la siguiente ronda ganaría, y no había nada que los dioses o los humanos pudieran hacer para evitarlo.
—Creo que nuestro luchador ya está decidido—rió Zeus rascándose la barba.
Ares y Hermes miraron a Apolo fijamente, no confiaban en él, era famoso por sus mentiras, después de todo.
—¿Cuál es la trampa?—preguntó Hermes.
Apolo sonrió con falsedad.
—Querido hermano, me hieres—dijo en tono burlón—. No hay ninguna trampa, por más que te cueste creerlo digo la verdad.
Ares gruñó molesto.
—Tú jamás dices la verdad, ocultas algo...
—Juro que esta vez no oculto nada—rió Apolo—. Solo están enojados porque soy más fuerte y veloz que ustedes dos juntos, y lo saben.
Hermes miró molesto a su medio-hermano.
—Lo que haya sucedido hace milenios no nos interesa—aseguró—. Buscamos la victoria en el Ragnarok, solo eso.
Apolo rodó los ojos.
—Bien, crean lo que quieran creer, pero sepan que esta batalla será mía, así lo ha escrito el destino.
El dios sonrió una última vez.
—Además...
EL SIETE ES MI NÚMERO DE LA SUERTE
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