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Capítulo cincuenta y seis:


Ambos arqueros se miraron fijamente en total silencio.

—Dime, chico. ¿Cuál es tu gran arma mágica?—preguntó Apolo sonriendo—. Porque sé muy bien que ese arco definitivamente no lo es, una valquiria no tendría acceso al hilo del destino.

Lester pasó una mano por la cuerda de su arco.

—Me sorprende que hayas reconocido el material—murmuró—. Pero como sea, ella ya está aquí.

El joven apuntó al cielo con un dedo.

Apolo miró al cielo, para ver la silueta alada de un caballo sobrevolando la arena.

Heimdall se llevó su cuerno a la boca.

—¿¡PEGASO!?

Desde su lugar, Geir miró al cielo abriendo mucho los ojos al ver la silueta que se alzaba sobre el lomo del legendario corcel.

—Esos lentes...—murmuró.

—Sí, ella es la valquiria más adecuada para Lester—asintió Brunhild—. Capaz de... despertar el poder oculto en él.

HIJA DE LOS DIOSES: REGINLEIF

Séptima hermana valquiria.

Geir apretó los puños y gritó con fuerza.

—¡Hermana Reginleif!

La valquiria saltó del lomo de Pegaso y se precipitó contra el suelo de la arena.

—¡¡Lester, tu mano!!

El joven alzó una ceja confundido.

—¡Una vez emparejadas nuestras hondas me convertiré en una parte de ti!—explicó.

El joven se encogió de hombros, no tenía motivos para desconfiar de su valquiria. Extendió su mano hacia la de Reginleif y un resplandor verde los envolvió.

—Ahora, en este momento, ¡¡somos uno!!

VOLUNDR

El cegador resplandor hizo entrecerrar los ojos a todos loes espectadores, con la excepción de Apolo, el dios de la luz alzó una ceja intrigado mientras observaba como la valquiria se disolvía en tiras de luz verde que se unieron y rodear a Lester hasta finalmente solidificarse en la mano del chico con la forma de un ukelele de bronce.

El humano miró el instrumento fijamente, pasando sus dedos sobre las cuerdas con admiración.

Heimdall se volvió al público.

—¿¡UN UKELELE!?—preguntó—. ¡¿EL ARMA DE LESTER ES UN UKELELE?!

Los dioses se empezaron a burlar sobre la elección de armas, mientras que los humanos empezaban a removerse nerviosos y confundidos.

Lester no les hizo caso, sujetó el instrumento y se lo colgó con un par de correas a la espalda, justo al lado de su carcaj.

—Es igual al que perdí en la batalla contra Cómodo...—murmuró—. Esto ya me está gustando.

Apolo decidió que si su oponente quería tocar música hasta morir como músico del Titanic, no lo iba a detener.

—LA SÉPTIMA BATALLA DEL RAGNAROK EMPIEZA YA—anunció Heimdall—. APOLO VS LESTER.

Ni mal acabó de decir eso, una flecha dorada de Apolo atravesó el cielo en dirección al craneo de su oponente.

El dios sonrió confiado y se volvió hacia el público esperando ovaciones y vítores por la caída de su oponente, sin embargo, al mirar a las gradas solo se encontró con rostros de perplejidad e incredulidad.

Apolo se volvió hacia atrás, solo para encontrarse con que su flecha había sido interceptada en el aire sin ningún problema por una flecha de su oponente.

—Creí que serias mejor arquero—murmuró Lester.

Heimdall miró perplejo al humano.

—¡EL DIOS APOLO HA INICIADO CON UN ATAQUE DIRECTO!—anunció—. ¡PERO LESTER INTERCEPTA EL GOLPE SIN PROBLEMAS Y RESPONDE PROVOCANDO A SU RIVAL!

Eso hizo enfurecer a Apolo, quien cargó varios proyectiles a la vez y disparó, creyendo que esta vez sí haría pedazos a su rival.

Sin embargo, Lester a la misma velocidad cargó tres flechas en su arco e interceptó los tres proyectiles en el aire.

Apolo gruñó molesto, cargó una flecha más, que se encendió en llamas y se convirtió en un as de luz dorada.

—Veamos si esto es de tu talla, humano.

Con un gruñido de frustración, Apolo disparó su siguiente flecha directamente hacia el craneo de su rival, esperando así decapitarlo e incinerarlo.

Lester disparó una flecha más, pero el proyectil de Apolo la redujo a astillas.

El humano dio un salto a la desesperada y evadió la flecha por los pelos, dejando una marca de quemadura sobre su camiseta.

Lester se volvió hacia el proyectil de su enemigo, esperando que éste cambiara de dirección en el aire y volviera para empalarlo. Sin embargo, la flecha solamente voló hasta chocar contra un muro y estallar en una explosión de fuego dorado.

—¿No puedes controlar la dirección de tus flechas?—preguntó el humano confundido.

—Hago arquería, no brujería—gruñó Apolo molesto.

Lester miró al dios sumamente confuso, lo señaló a él y luego a las flechas en el suelo.

—Pero... pero tú eres Apolo...

El dios solar alzó una ceja.

—Veo que eres admirador—sonrió arrogante—. No me gusta matar a mis fanáticos, y admito que eres un arquero decente, pero el destino es el destino. Así que... ¡MUERE!

Apolo disparó una flecha dorada al cielo, que mientras caía brilló y se multiplicó hasta convertirse en cientos de proyectiles que caían a toda velocidad.

Lester se descolgó el ukelele desesperado e intentó pensar en alguna canción.

—¿Qué está haciendo?—preguntó Ares—. Tocar música no lo salvará.

Loki se rascó el cabello.

—¿Tal vez quiere hundirse como caballero?

Hermes los miró a ambos alzando una ceja.

—¿No se dan cuenta?—preguntó—. La música encierra una magia muy poderosa, probablemente lo que ese humano busca es hechizar los proyectiles de Apolo, ingenioso a mi parecer.

Lester finalmente encontró la letra que necesitaba, con algunos acordes de su ukelele y las palabras adecuadas sobre intentar llegar a una meta y fallar una y otra vez, los proyectiles de Apolo cayeron al suelo, todos cerca de Lester, pero sin siquiera rozarlo.

Apolo volvió a gruñir.

—¿Me obligarás a cortarte las cuerdas bucales?—preguntó el dios.

—Sería un crimen silenciar tan maravillosa voz—respondió Lester.

Entonces, la voz de una joven resonó por la arena.

—¡Cállate y concéntrate en la batalla, Lester!

El humano sintió como sus cuerdas vocales se bloqueaban y su boca se serraba al instante.

"¿En serio, Meg? ¿Ahora?", pensó el joven.

Apolo alzó una ceja con curiosidad.

—¿Esa niña acaba de...?—sus ojos brillaron por un instante—. Ya veo, ¡eres un esclavo!

La risa del dios inundó la arena de batalla, Apolo no podía dejar de burlarse de su oponente, mientras que Lester solo lo fulminaba con la mirada.

—No... no sé qué clase de magia usaron en ti—reía Apolo—. Pero, ¡Mierda, estoy feliz de no ser tú!

El joven no pudo evitar sonreír internamente, entonces un zumbido en su carcaj lo alertó.

"OS VAN A DISPARAR EN TRECE SEGUNDOS" dijo la Flecha de Dodona en su cabeza.

El humano tomó su ukelele por el diapasón.

"ESPERAD..."

Apolo seguía riendo sin contenerse.

"ESPERAD..."

El dios no daba señales de querer detenerse, solamente se carcajeaba y ni daba signos de amenaza.

"¡AHORA!"

Apolo se movió a una velocidad indetectable por el ojo humano, alzó su arco, apuntó, cargó una flecha y disparó en el tiempo que a su padre Zeus le hubiera tomado lanzar un par de golpes ligeros. Es decir, aproximadamente 0.002 segundos.

Sin embargo, Lester había lanzado un golpe al aire en el momento preciso con su ukelele de bronce. Golpeó la flecha y la lanzó contra el suelo a su derecha.

Apolo miró perplejo a su oponente.

—¿Cómo mierda...?

Lester le sonrió inocentemente.

—No eres el único capaz de predecir el futuro y ver el destino.

El dios gruñó cada vez más molesto.

—Tienes armas creadas con el hilo de las Moiras, puedes detener mis ataques con el arco, eres capaz de crear música que ablanda el corazón de los mismos dioses y puedes ver el futuro, ¿quién mierda eres?

El joven abrió los brazos para señalarse a sí mismo.

—En mi mundo me llaman Febo—respondió—. El antiguo señor de la profecía. Nombrado así por la honorable titán Febe, a quien le debo mi poder.

La revelación hizo eco por el Valhalla.

Leto por poco se cae de su asiento, mientras que Artemis evaluaba al chico nuevamente, sabía que había algo en él que se la hacía conocido, pero algo le decía que no era eso.

—¿Febo?—se burló Apolo—. ¿Quieres saber que le pasó a la inútil de Febe en este mundo? ¡La maté y me quedé con su poder!

Lester miró fríamente a su rival.

—Lo sé, oí la presentación—gruñó—. Y déjame decirte que no me agradan las personas que matan a sus abuelas.

"Pero sus padrastros malvados por otro lado...", pensó para sí el joven.

Apolo gruñó una vez más.

—No me importa si te agrado o no—escupió el dios—. Si puedes ver el futuro tal y como dices, sabes que mi victoria es inevitable. ¡No tiene caso que sigas peleando!

Lester alzó su arco.

—Sí, sé que Apolo ganará—afirmó—. Pero como dije, Lester no se echará atrás, lo importante no siempre es ganar, solo enviar un mensaje.

Ambos arqueros apuntaron a la vez.

—Entonces, me aseguraré de que el mensaje sea que todo aquel que rete a Apolo está destinado a perecer—sonrió el dios.

Dos flechas atravesaron el cielo a toda velocidad, chocando una frente a la otra y reduciéndose a astillas mutuamente. Una nueva ráfaga de flechas voló de un lado de la arena al otro mientras ambos oponentes corrían en paralelo, interceptando y esquivando los proyectiles enemigos.

Al llegar al borde de la arena, ambos arqueros se pararon en seco. Apolo disparó un proyectil que Lester esquivo lanzándose al suelo. El humano respondió con una flecha propia que Apolo atrapó con su mano izquierda, el dios giró sobre sí mismo usando el impulso de la flecha, cargó el proyectil de su oponente y lo disparó.

La flecha pasó a un lado de Lester, quien logró evadir el disparo en el último segundo, pero ganándose una profunda raja en la lonja izquierda.

Lester cayó al suelo adolorido, cosa que Apolo aprovechó para intentar disparar una vez más.

Sin embargo, no contaba con que Lester volvería a rasgar su ukelele y cantar.

Sin embargo, en lugar de una melodía que cautivará y hechizará al público, cantó "Nel blu dipinto di blu (Volare)" de Domenico Modugno, más específicamente la versión de Dean Martin.

El público chilló y se tapó los oídos, otros se jalaban los pelos de la cabeza y otros más trataron de arrancarse los oídos.

La desesperación de Lester y lo improvisado de su actuación hicieron sonar la canción peor de lo que ya era.

Apolo soltó su arco para taparse los odios y retrocederse. Lester aprovecho para levantarse y correr hacia su enemigo sin dejar de perpetuar su horrenda actuación.

—¡Mis oídos!—chilló Ares mientras se daba de cabezazos contra una pared.

Loki desapareció de la arena buscando algo se silencio lejos de allí.

Zeus se tapó los oídos, hinchando sus brazos para que fueran aún más fuertes, tratando de impedir que la canción llegara a su cabeza.

A Hermes parecía que le iba a dar un ataque.

Geir se tapaba los oídos con fuerza y gritaba.

—¡Hermana! ¡Has que pare por favor...!

Entonces, la joven se percató de que Brunhild permanecía impasible, cruzada de brazos y mirando fijamente la arena.

—Pero como...

Entonces, Geir notó las orejeras que su hermana mayor llevaba.

—¡Sí sabias que esto iba a pasar por qué no me habitaste!—chilló Geir.

Brunhild fingió no darse cuenta, pero, la verdad sea dicha, había llevado las orejeras para protegerse de los chillidos de Geir. Detener la canción de Lester era solo un plus.

En las gradas de los humanos, Domenico Modugno y Dean Martin estaban cruzados de brazos y mirando a los demás con el ceño fruncido.

—Tomare esto como una ofensa personal.

Lester alcanzó a su oponente, balanceó su ukelele interrumpiendo su actuación y golpeó con fuerza a Apolo en la cara, derribando al dios.

El humano empezó a golpear furiosamente el rostro de su oponente con su instrumento de bronce.

—¡Eso te ganas por ser tan endemoniadamente guapo!

El brazo de Apolo se interpuso en el siguiente golpe, desvió el ataque y el dios derribó a Lester de una patada.

—Lastima no poder decir lo mismo de ti—sonrió Apolo con falsa compasión.

Lester no alcanzó a reaccionar para cuando una flecha se había enterrado profundamente en su hombro izquierdo.

El humano cayó al suelo entre gritos de dolor.

Apolo sonrió arrogante y le dio la espada mientras saludaba a su público, mandaba besos al aire y guiñaba el ojo.

Artemis se palmeó la cara.

—Estupido, primero matas a tu enemigo y luego celebras.

Leto no dijo nada, miró fijamente al chico en el suelo, sonriendo al ver como se movía silenciosamente y apuntaba su arco.

¡¡TRIPLE P!!

¡¡Perforador Posterior Perfecto!!

La flecha de Lester cortó el viento a toda velocidad, dirigiéndose directamente hacia el trasero de su oponente.

El público del dios guardó un silencio de muerte. Apolo puso los ojos en blanco y gritó de dolor mientras caía al suelo con el astil de una flecha sobresaliéndole del asterisco.

Sin poder evitarlo, Ares y Hermes y Artemis estallaron en carcajadas mientras veían como Apolo chillaba en el suelo presa del dolor.

La diosa de la caza no estaba demasiado preocupada, si el destino había decidido que Apolo ganaría entonces no tenía que tener por la muerte de su hermano. Por lo tanto, se sentía en la completa libertad de reírse de las desgracias de este, algo de humillación le vendría bien al descontrolado ego de Apolo.

El dios solar se levantó del suelo, mirando a Lester furiosamente.

De un tirón, se sacó la flecha de atrás y la partió en dos con un apretón de su puño.

Lester miró anonadado a su enemigo.

—Esa cosa debería haberte atravesado de extremo a extremo, ¿cómo has...?—el chico se quedó en silencio total, abriendo mucho los ojos extremadamente horrorizado y fascinado a la vez—. ¡Atrapaste la flecha con tus glúteos!

Apolo miró a su oponente colérico, con los ojos ardiéndole en llamas.

—Se acabó el juego—sentenció el dios—. Considérate muerto, estupido e insignificante humano.

...

Aclaro que no tengo nada en contra de "Nel blu dipinto di blu" ni de Dean Martin, solamente estoy siendo fiel a los libros de Las Pruebas de Apolo.


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