Capítulo cincuenta y cuatro:
El par de hermanas valquirias caminaban por los pasillos del Valhalla mientras meditaban su siguiente movimiento.
"Ahora ambos bandos están otra vez igualados", pensó Brunhild para sí. "La victoria del faraón sobre Odín a puesto nerviosos a los dioses"
Una sonrisa adornó la cara de la valquiria.
"Esta es nuestra oportunidad para presionarlos"
Geir se volvió hacia su hermana.
—Al parecer el Faraón va a necesitar algo de tiempo para recuperarse, pero está estable—sonrió—. Debe de ser muy poderoso como para recuperarse de la golpiza que le dieron.
Brunhild sonrió mientras abría las puertas de su sala de reuniones.
—Sí, pero no esperaba menos de...
En cuanto las puertas de la habitación se abrieron, las valquirias fueron abordadas por uno de sus luchadores.
—¡Allí están!—exclamó el humano—. Estaba buscándolas.
Brunhild miró fríamente al chico.
—¿Qué quieres, Lester?
Geir reconoció al chico.
—Es el mismo sujeto que nos avisó del turno de Odín—murmuró la joven—. ¿Quién es este tipo?
Brunhild se cruzó de brazos.
—Es uno de nuestros participantes, Geir—murmuró algo molesta.
La joven valquiria ladeó la cabeza.
—Pero... este sujeto es solo un adolescente con lonjas y acné...
Lester se golpeó la cara con la palma de la mano.
—No me lo recuerdes...
—Es el antiguo señor de la profecía—explicó Brunhild—. O lo era antes de que lo expulsaran de los cielos.
Lester se volvió a golpear la cara.
—¿Podríamos ahorrarnos las presentaciones para pasar a la parte importante?—rogó.
—No, es divertido verte sufrir—sonrió Meg, saliendo de quien sabe dónde.
Geir se volvió hacia Brunhild.
—¿Qué está sucediendo aquí? ¿Quién es ella?
La mayor de las valquirias se sobó las cienes para armarse de paciencia.
—Está joven es Meg McCaffrey, una semidiosa hija de Lady Deméter—explicó Brunhild—. El qué está pasando... es lo que me gustaría saber.
Lester sacudió la cabeza para organizar sus ideas.
—Recibí una profecía—explicó—. Tengo que luchar en esta ronda.
Brunhild miró fríamente al humano, mientras que Geir lo hacía con interés.
—¿C-cómo pudiste ver el futuro s-si la hermana Hilde dijo que te expulsaron de los cielos?
—Y cayó en un bote de basura—añadió Meg, para infortunio de Lester.
El chico fulminó a la niña con la mirada antes de responder.
—La flecha mágica me lo dijo—explicó sacando un proyectil de su carcaj y mostrándoselo a las valquirias.
Geir frunció el ceño confundida, entonces Lester sonrió nerviosamente y guardó el proyectil para sacar otro diferente.
—Sigo sin notar la diferencia—murmuró la joven valquiria.
—La flecha habla—explicó Meg—. Pero convenientemente solo Lester puede escucharla.
El chico agitó el proyectil.
—Está flecha fue creada con la madera de uno de los robles de la Arboleda de Dodona—explicó—. Es capaz de ver el futuro y revelarlo en lenguaje Shakesperiano.
Brunhild miró al joven.
—¿Y exactamente que te dijo la flecha?
Lester guardó la flecha en su carcaj.
—Simplemente dijo: "LESTER DEBE LUCHAR EN LA SÉPTIMA RONDA"—explicó el joven—. Pero cuando le pregunté el por qué no dio más detalles.
Brunhild lo meditó por un tiempo, por un lado no confiaba del todo en aquel sujeto, y por el otro, si decía la verdad, no había forma de escapar del inexorable destino rebelado por los oráculos.
—Júralo—ordenó la valquiria.
Lester hizo una mueca.
—No he tenido un buen historial con los juramentos últimamente...
—Júralo.
—¡Está bien, esta bien!—chilló el humano—. ¡Lo juro por el estigio! Ahora, por favor, suéltame...
La mayor de las valquirias soltó el agarre que tenía sobre el cuello del humano, quien cayó al suelo sobándose y tratando de controlar su respiración.
Meg se inclinó hacia Geir.
—¿Tu hermana siempre es tan intensa?—preguntó.
La joven negó con la cabeza.
—No... normalmente es muy serena, pero...—Geir miró confundida a su hermana—. Pero parece que no confía en tu amigo por alguna razón.
Lester se levantó del suelo tambaleándose y sintió como una flecha vibraba en su carcaj, al sacarla, la Flecha de Dodona le rebeló más información sobre su futuro.
La mirada del humano se ensombreció.
—Ojo por ojo, diente por diente, y Lester por... él—murmuró fríamente antes de sacudir la cabeza—. Todos quedan ciegos al final.
Geir lo miró confundida.
—¿Qué está...?
Lester guardó la flecha en el carcaj sin siquiera hacer más preguntas.
—Sé quien será el siguiente participante de los dioses para la séptima ronda—anunció—. Pero no se preocupen:
EL SIETE ES MI NÚMERO DE LA SUERTE
...
Belcebú desconectó rápidamente sus monitores y alzó la vista para confrontar a aquel que había entrado en su habitación sin previo aviso.
—Hola, niño mosca—sonrió Zeus.
El demonio tomó un libro cualquiera de su estantería y lo ojeó tranquilamente mientras intentaba descubrir que estaba ocurriendo.
—No me digas que quieres que peleé—murmuró—. Acordamos que iría mucho más adelante y no pienso salir antes de tiempo.
Zeus se rascó la bastan divertido.
—No, no es eso—aseguró—. Simplemente creo que debía venir a verte.
Belcebú no despegó la vista de su libro, pero alzó una ceja inquisitivo.
—¿Y eso porque?
Zeus sonrió.
—Veras, corren rumores por los pasillos del Valhalla—explicó—. Algunos dicen que Odín tenía serias sospechas sobre ti.
Belcebú sonrió un poco.
—Ese viejo estaba loco, todos lo vimos en su batalla—murmuró el demonio—. Lo que él haya pensado sobre mí ya no importa.
Zeus se cruzó de brazos tras la espalda y se dirigió a la salida de la habitación.
—Pero debería—murmuró el anciano—. Loco o no, Odín era muy influyente. No te gustaría tener a los dioses encima tuyo, ¿verdad?
Con esas palabras, el anciano salió de la habitación.
Belcebú suspiró exasperado antes de volver a encender su monitor.
—Así qué... voy a necesitar una distracción...—murmuró mientras revisaba su lista de objetivos, o más bien de ingredientes.
Daikokuten
Jurojin
Fukurokujo
Hotei
Ebisu
Benzaiten
Bishamonten
El demonio observó la lista detenidamente.
—No te preocupes, Rey Demonio del Sexto Cielo, me serás de mucha ayuda.
Belcebú revisó la pantalla que proyectaba la arena de batallas, a punto de iniciar la siguiente ronda.
—Pero... una batalla lo suficientemente interesante no me dará el suficiente tiempo de distracción para acabar mi trabajo...
Entonces, el demonio recordó el extraño dispositivo caótico con el que la valquiria traía a sus luchadores desde otros mundos.
—Pero me servirá para encontrar a una distracción adecuada...
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