Perverso:
Un profundo silencio se había apoderado del magno anfiteatro. Dioses y humanos aguardaban al borde de sus asientos, lentamente comprendiendo todos ellos el verdadero alcance de la técnica de Kamiizumi Ise-no-kami Nobutsuna, el santo de la espada.
—Oh... sabía que debería haber ido yo en su lugar—se quejó Shiva.
—Hmm... ese anciano no lo hace nada mal—sonrió Afrodita.
—Hermana... ¡¡Kamiizumi es jodidamente increíble!!—exclamó Göll.
Zeus, respirando con dificultad, se dirigió a su oponente, abrazándose a sí mismo.
—Tú... no estás nada mal, niño—murmuró débilmente—. Lo admito... eres muy fuerte... Fui un estúpido. Fui estúpido al creer que podía ganar así. Habría preferido no tener que usar esto, ya que ejerce una gran presión en mis huesos... pero esta es la única forma...
Con un desgarrador bramido de la más pura agonía, el cuerpo del dios padre del cosmos colapsó sobre sí mismo. Su piel se contrajo, sus músculos comenzaron a convulsionar y aplastarse sobre su esqueleto, arrancándole terribles quejidos.
—¡¿QUÉ ES ESTO?!—preguntó Heimdall—. ¡¡ZEUS HA EMPEZADO A COMPRIMIR SU PROPIO CUERPO!!
Los humanos en las gradas comenzaron a temblar, sintiendo un primitivo miedo carcomiéndoles el alma desde adentro.
—Asqueroso...
—¿Qué es eso?
—Qué repulsivo...
Sobre los hombros de Odín, Huginn y Muninn comenzaron a aletear inquietos.
—¿Qué es eso? ¿Acaso ese vejestorio se volvió loco?
—¿No lo entienden?—cuestionó una nueva voz, haciendo acto de presencia en el palco.
—¡¿Eh?!
En menos de un parpadeo, Thor se había abalanzado sobre ambas aves, sosteniéndolas entre sus manos con violencia.
—¡¡Malditos cuervos, fingiendo saberlo todo!!—gruñó el dios—. ¿Qué les parece si les arrancó la cabeza? ¡¿Eh?!
—¡¿Lord Thor?!—chilló Muninn.
—¡¡Suéltame, abusivo!!—graznó Huggin.
—Pensaba que ya te lo había dicho—habló Odín con frío desapego—. Qué jamás te volvieras a transformar en Thor.
—Oh, maldición, sólo fue una broma—Thor soltó a los cuervos, mientras su cuerpo se deshacía en humo y niebla—. Sigues siendo tan atento como siempre...
Desapareciendo en medio de un torbellino y reformando su cuerpo hasta su original apariencia, Loki, dios nórdico del engaño, tomó asiento a lado de Odín.
—Jamás podría herir a tus mascotas, tío—sonrió—. Pero aún así, ya hace más de cien millones de años que no veo al anciano usar eso. Estoy muy celoso de ese humano. Es tan afortunado...
—¿Eh? ¿Por qué?—quisieron saber Huginn y Muninn.
El rostro de Loki se arrugó en una macabra sonrisa.
—Es porque el modo serio del viejo es súper raro...
En el extremo opuesto del anfiteatro, habiendo notado la presencia de Loki desde la distancia, Brunhild hizo una mueca de desagrado.
—Hermana—Göll interrumpió sus pensamientos—. ¡¡Zeus está empezando a transformarse!!
Convertido en poco más que una retorcida maza de carne y músculos que temblaban, estiraban y comprimían en el aire, el dios padre del cosmos rugía y bramaba de dolor, usando sus manos como prensas para aplastar su cuerpo, dándole lenta y angustiosamente forma a sus piernas, brazos y hombros.
—¡ZEUS ESTÁ GRITANDO EN AGONÍA MIENTRAS SIGUE TRANSFORMÁNDOSE!
Sangre manchaba el sagrado suelo de la arena. El dios se aferró con fiereza a sí mismo y, doblándose mientras gruñía, desató una explosión de poder que levanto sendas nubes de humo polvo cubriendo al completo el campo de batalla.
Lentamente, una sombra emergió de entre el caos, alargada en su forma y alienígena en sus movimientos.
—¿L... Lord Zeus...?
Kamiizumi abrió los ojos de par en par, sintiendo una fría sensación de pánico recorriendo su columna de arriba a abajo. Tanto fue el miedo que sintió, la desesperación a la que sus afinados instintos le empujaban, que sin siquiera pensarlo, colocó el pulgar de su mano bajo la guarda de su sable, liberando el seguro de su arma, preparando aquella espada que no había visto la luz del sol en cincuenta años para finalmente ser liberada.
—Debe de ser una broma...—murmuraban los espectadores.
—¿Ese es Lord Zeus...?
La humanidad se encogió sobre sus asientos, hombres temblaban, mujeres se escondían y los niños lloraban. Göll, sudando profusamente, miraba sus temblorosas manos, incapaz de gobernar su propio cuerpo.
—¿Qué... qué demonios?—murmuró—. Mi cuerpo ha empezado a temblar... ¿qué es esta sensación?
—No lo sé—admitió Brünnhilde, con el rostro ensombrecido a causa del terror—. Pero probablemente sea tu instinto... el instinto primitivo el cual ha detectado una gran amenaza.
Loki sonrió de oreja a oreja, exhalando un profundo suspiro de satisfacción.
—Qué increíble...
¡¡FORMA FINAL DE ZEUS: ADAMAS!!
El dios padre del cosmos se alzó por sobre el campo de batalla, una criatura del todo aberrante, llevada al límite de todo lo natural y antinatural, menos dios que demonio. Cada exhalación echaba humo, vientos huracanados rugían a su alrededor, su rostro mostraba una permanente y horrenda sonrisa de piel estirada y dientes apretados. Una poderosa aura de energía púrpura brillaba a su alrededor con inusitada fuerza.
—¡¡Qué inmensa presión!!—se asombró Ares—. ¡¿Qué es eso?!
Hermes se llevó una mano al mentón, contemplando el campo de batalla con aire pensativo.
"Estando en pleno rendimiento, Lord Zeus puede mantener esa forma durante unos doce o trece minutos"—calculó—. "Pero estando herido, diría que cinco o seis minutos sería su límite".
—Maldición, viejo...—sonrió Shiva—. No vayas a destruir los cielos, ¿me oyes?
Habiendo comprimido sus músculos al límite, uno podía escucharlos gritar debido al inmenso poder que estaban reteniendo. Era como si acabara de nacer algo maligno. Por primera vez en la pelea, el Ise-no-kami se puso en guardia subconscientemente, desenvainando su sable, rompiendo su autoimpuesto kinjite y comprendiendo que aquel combate finalmente había abandonado del todo el reino de los humanos.
—Como pensaba, es la primera vez que conozco a alguien como tú—el anciano espadachín se rió a carcajadas, apuntando la hoja de su legendaria katana—. De alguna forma, esto se está volviendo mucho más divertido de lo que esperaba.
¡¡UNA BATALLA SERÍA SIN HÁNDICAPS!!
—Sensei va a usar su espada...—murmuró Kurando.
—Esto es...—balbuceó Katsuie.
—¡ASOMBROSO! ¡ESTO ES ASOMBROSO!—exclamó Heimdall—. ¡EL CUERPO DIVINO VS LA TÉCNICA DIVINA! ¡¡VAN A IR DIRECTAMENTE AL CLÍMAX!!
Y el que tomó la iniciativa, nuevamente volvió a ser Zeus.
Forma final de Zeus: Adamas, su técnica secreta. Consistía en condensar y acumular la energía mediante a la compresión de los músculos. Zeus simplemente dirigiría esa energía hacia su puño y la liberaría en un potente golpe. Su simplicidad lo convierte en el ataque más fuerte.
¡¡¡SHIN KAMI NO MIGI: VERDADERA DERECHA DE DIOS!!!
Kamiizumi se lanzó de frente para recibirle, mientras sus divinos ojos refulgían con la intensidad de una galaxia entera, haciendo brillar el cósmico patrón que viese en los cielos tantos años atrás.
¡¡¡TENKAKU NO MON: PUERTA DE LA ILUMINACIÓN CELESTIAL!!!
El santo de la espada balanceó su sable a dos manos, lanzando con su katana un poderoso mandoble con el cual interceptó de frente el puñetazo de su rival.
Una explosión de viento sacudió los cielos. Sangre manó desde los nudillos de Zeus mientras el humano era mandado a volar con violencia, girando por el cielo a gran velocidad antes de volver a tocar tierra, deslizándose como una bala que hacía estallar el suelo a su paso.
—¡¿Pero qué demonios pasa con tu cuerpo?!—se quejó.
—¡¡KAMIIZUMI CONSIGUIÓ DETENER EL PUÑETAZO DEFINITIVO DE ZEUS!!—exclamó Heimdall—. ¡PERO SIN FLAQUEAR, ZEUS SIGUE ATACANDO CON LA IZQUIERDA!
El dios asestó un nuevo ataque, imprimiendo en él toda su fuerza y velocidad. El humano le evadió con un ágil salto, pero no sin antes ganarse un sangrante corte en el costado del abdomen, consecuencia del mero roce con el puño del padre del cosmos.
Los humanos ahogaron un colectivo grito de terror. Yagyū alzó una ceja, intrigado.
—KAMIIZUMI, QUE SE HA MANTENIDO ESQUIVANDO POR LOS PELOS TODOS LOS ATAQUES HASTA AHORA... ¡¡ESTÁ SANGRANDO POR PRIMERA VEZ!!
El santo de la espada miró con gran sorpresa su herida abierta. Una sonrisa se ensanchó en su arrugado rostro.
—Esto es muy placentero. Parece que el mundo aún está lleno de cosas que no conozco—rió—. El inigualable en mil años, el más fuerte desde que nací hasta los cien años, alguien incomparable hasta dentro de un milenio. Para lograrlo, me aferré obstinadamente a la vida. Puede que no lo sea en estos momentos, pero haré que se vuelva realidad a partir de ahora.
Los ojos del anciano refulgieron con tal intensidad que oscurecieron el resto de su rostro, dotando de un aire demoníaco a su macabra y amplia sonrisa de cien años.
—Por eso... ¡¡deja que te convierta en un sacrificio para mi leyenda, pequeño Zeus!!
El propio padre del cosmos dudó en sus movimientos, abriendo sus ojos como platos, congelado brevemente en su sitio.
"¿Qué son estos escalofríos...?"—se preguntó.
El cuerpo del humano temblaba con una incontenible energía. Kurando, percatándose de lo que estaba por suceder, saltó de su asiento, gritando a todo pulmón en dirección de la arena:
—¡¡Sensei, no lo haga!! ¡Si abre más la puerta...!
Haciendo caso omiso a las palabras de su discípulo, ambos contrincantes prosiguieron con su encarnizada lucha. Zeus comenzó a disparar sus puñetazos como una divina ametralladora que cubría el campo de batalla con millones de mortales e inevitables golpes que, no obstante, eran hábilmente esquivados por el inigualable santo de la espada.
Mientras el suelo del escenario estallaba en mil pedazos y vientos huracanados azotaban las gradas, Kamiizumi se abrió paso a través de los incontables ataques. Sus brillantes ojos estaban fijos no en su adversario, sino en aquella refulgente puerta cósmica perdida en el espacio, allí donde estaba Dios, allí donde debía llegar.
—Abrete—ordenó.
¡¡¡OKU NO MON: PUERTA INTERIOR!!!
—¡ZEUS SIGUE LANZANDO MÁS PUÑETAZOS! NO IMPORTA CUANTOS LE LANCE, KAMIIZUMI LOS EVITA TODOS. ¡COMO SI ESTUVIESE POSEÍDO, SIGUE ATACANDO SIN PARAR!
"Sí, los comprendo muy bien"—pensaba el humano—. "Las incontables sustancias grandes y pequeñas y flujos de poder que componen este mundo. Ahora yo los siento. Por lo tanto, ahora... ¡¡No importa como te muevas, lo comprendo a la perfección!!"
Con ambos oponentes el uno frente al otro, viéndose cara a cara en el centro del escenario, Zeus asestó un puñetazo de indecible fuerza que provocó que se abriesen sendas grietas a través de todo el campo de batalla. Kamiizumi, sonriendo como un demente, le esquivó con un salto, girando a su alrededor como un tornado antes de emerger a su espalda, flotando por el aire mientras asía su espada a la perfección.
¡¡¡AMATO MON: PUERTA A LOS CIELOS!!!
Un mortal silencio se aperó de los espectadores mientras miraban al santo de la espada elevarse por los aires, girando en vuelo para mirar su oponente. Zeus dio un traspié, con decenas de cortes abiertos por todo su costado izquierdo, desde el brazo hasta el rostro mismo.
"Zeus, por fin ha ocurrido"—pensó Kamiizumi con gran euforia, mientras el rey de los dioses se volvía para encararlo—. "He estado esperando. Después de haber estado esperando durante casi cien años, al fin..."
"¡¡AL FIN TE HE ENCONTRADO, MONSTRUO DIGNO DE SER MI OPONENTE!!"
¡¡EN EL FUTURO, ESTA BATALLA SERÁ CONSIDERADA UN MITO!!
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