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La silenciosa conmoción:



—¡¡RAGNARÖK, EL SEGUNDO COMBATE DE LA PRIMERA RONDA TIENE COMO RESULTADO UN INESPERADO EMPATE!!

Un llanto descorazonador desgarró los cielos. Marume Kurando, junto con el resto del séquito de Kamiizumi, cayó de rodillas, llorando con frustración mientras contemplaba aquel polvo cósmico en el que se había deshecho su maestro perderse en espacio.

—¡¿Por qué, sensei?! ¡¡¿Por qué hizo algo tan absurdo?!!—gritó—. ¡Su sueño de ser el inigualable en mil años...! ¡¡¿De verdad quedó satisfecho con que terminara de esta manera?!! ¡¡Nunca me hubiera esperado que agotaría su esperanza de vida pese a estarlo acorralando hasta tal punto!!

Los dioses observaban en incrédulo silencio la sangre que manchaba el sagrado suelo de Valhalla. De un momento a otro, Zeus, Dios Padre del Cosmos, Presidente del Parlamento Divino, había muerto a manos de un humano y su espada.

Era un insulto demasiado grande, demasiado doloroso. Frente a esa inconcebible realidad que les hacía hervir la sangre y temblar hasta los huesos, las deidades del mundo no pudieron hacer más que engañarse a sí mismas, pues Kamiizumi Nobutsuna no era humano, no podía serlo, ese hombre que había acabado con el poderoso Zeus no era otro que el dios de las artes marciales, y aunque terrible, aquella pobre excusa bastó para sosegar el ánimo de los dioses, al menos por el momento.

—¡Eso fue asombroso!—gritaban los humanos.

—¡Mi corazón sigue latiendo muy rápido!

—La Tenkaku No Mon... ¡¿Quieres decir que este es el potencial de las artes marciales humanas?!

Yagyū Munenori dejó que una retorcida sonrisa de la más pura maldad se ensanchase en su rostro.

—El anciano debe de haberse encontrado realmente con Dios. Y el dios de la espada nos acaba de mostrar nuevas posibilidades para las artes marciales...

En el palco de los dioses, en donde reinaba una extraña sensación de vacío y confusión, Hermes habló con aire sombrío, tratando de dar orden a sus confusos pensamientos y emociones:

—Es difícil de creer, pero por lo que parece, Kamiizumi agotó todas sus fuerzas por culpa del rejuvenecimiento—murmuró—. Es imposible que el humano juzgara mal los riesgos de su propia técnica. El que la haya usado a pesar de eso, no significa otra cosa más que reconoció a Lord Zeus como un enemigo formidable...

—¡Espera un momento!—interrumpió Ares, en un estado de furia, tristeza y desasosiego al que ningún dios debería nunca tener que sufrir—. ¡No puedo simplemente aceptar eso! ¡Es imposible que una persona rejuvenezca! ¡¡Tiene que haber algún truco!!

—No es posible—graznaban Huginn y Muninn—. ¿Un dios realmente perdió...?

Odín despedazó su trono, apretando los puños en su contenida ira. Loki se llevó las manos a la cabeza, aferrándose a su cráneo con frustración.

—Hombre... a esto no se le puede ni siquiera llamar broma.

Brünnhilde se dio media vuelta, retirándose en silencio, perdida en sus pensamientos. El resultado de aquella batalla le era del todo insatisfactorio. No era suficiente. No era suficiente ni de cerca. Necesitaba jugar mejor sus cartas o todo estaría perdido.

Y así, el telón descendió sobre el segundo combate del Ragnarök.

No obstante, el ambiente que rodeaba el lugar hasta ese momento cambió por completo. Aquello que Kamiizumi Ise-no-kami mostró hizo que algo grande quedase grabado en el interior de todos los artistas marciales.

El "conocimiento" hace evolucionar a los humanos. Tras esta batalla, el Ragnarök comenzará a avanzar hacia el próximo nivel...






A través de los corredores del Valhalla, Göll corría con lágrimas en los ojos y furia en su desesperado corazón conforme se dirigía a encarar a la mayor de las valquiria con respecto a la resolución de aquel segundo combate que acababa de suceder.

Abriendo las puertas con gran fuerza y gritando a todo pulmón, la joven exigió respuestas a la oscurecida figura de Brünnhilde, que le daba la espaldas, sentada entre las penumbras de su habitación.

—¡¿Qué significa esto, hermana Hilde?!

—Göll, cálmate—pidió una tercera presencia en la estancia.

La joven se volvió hacia la recién llegada, abriendo los ojos de par en par al reconocer la figura de la segunda de las valquirias.

—Hermana Hrist... tú también lo viste, ¿verdad?—preguntó—. La espada estaba ilesa, ¿no? Entonces, ¡¿por qué?! ¡¿Por qué desapareció la hermana Leif?!

Hrist miró al suelo con tristeza, explicándose con palabras cargadas de aflicción:

—Göll, el Völundr no sólo consiste en convertirse en un arma. Es una técnica donde el humano y la valquiria se vuelven uno. En otras palabras, se confían todo el uno al otro. Luchan como uno, y también viven y mueren como uno.

Göll dejó que aquellas palabras fuesen absorbidas por su cerebro, sintiendo las lágrimas deslizándose por su rostro conforme comprendía que su hermana Reginleif se había ido para siempre.

—No llores—pidió Hrist, abrazándola con dulzura—. Leif era consciente del tipo de batalla al que nos estamos enfrentando.

—Pero... ni siquiera pude despedirme... No pude hacer nada por ella...

—Göll...

Con inusitada violencia, la segunda de las valquirias se aferraba al pequeño cuerpo de su hermana, haciendo crujir sus huesos y privándole de respirar.

—Hermana Hrist... ¡Me estás aplastando!—se quejó la más joven—. Qué fuerza...

Con las venas hinchadas y una mirada perdida en el más puro y salvaje de los odios, la valquiria miraba a la nada, maldiciendo entre dientes, ardiendo su corazón en deseos de venganza.

—Putos bastardos, voy por ustedes—prometió.

"Casi lo olvido..."—penaba Göll en sus adentros—. "Los dos poderes que hay dentro del cuerpo de la hermana Hrist, dos mitades del mismo cuerpo..."


HRIST


La traducción de su nombre es...


"LA QUE TIEMBLA"


—Por favor cálmate, hermana Hrist...

En ese momento, un extraño sonido capto la atención de ambas valquirias. Entre las sombras de la habitación, Brünnhilde devoraba plato tras plato de Salmiak, dulce hecho a partir de cloruro amónico especialmente preparado por ella para saber especialmente mal.

—¡¡Puto viejo de mierda!!—bramaba entre bocado y bocado—. ¡¡Arruinó mi as bajo la manga!!

"Ah... ¡¡Ella empezó a comer esos pasteles especiales de salmiak!!"—pensó Göll preocupada—. "¡¡Eso significa que en estos momentos, la hermana Hilde está súper estresada!!"

Brünnhilde comía frenéticamente, tratando de mantener su cuerpo ocupado mientras su cabeza trabajaba a toda velocidad, cada vez más al límite, cada vez con mayor desespero.

"Si perdemos el siguiente..."—se decía—. "Tenemos que evitar que eso pase. ¡¡Sin importar como!!"

Una notificación llegó a su teléfono, haciéndole abrir los ojos como platos y lanzar al suelo todos los platos que yacían sobre su mesa. Sus hermanas, intrigadas, se acercaron para ver lo que sucedía, sorprendiéndose al leer el mensaje que la pantalla de Brünnhilde proyectaba:


"El tercer contendiente de los dioses será Poseidón"


Göll emitió un agudo chillido:

—¡¡Justo después de Zeus va Lord Poseidón!!

—Parece que nos están poniendo entre la espada y la pared—convino Hrist.

—¿Eh? Espera, Poseidón—murmuraba Göll, inquieta—. Aunque sólo estamos en la tercera ronda siguen mandando a sus mejores peleadores.

Brünnhilde comenzó a teclear frenéticamente, buscando una solución a su nuevo problema, intentando dar con una respuesta que finalmente hiciese que todas las piezas encajasen en su sitio.

—¿Qué haremos?—seguía preguntando la menor de sus hermanas—. Poseidón es el hermano mayor de Zeus, ¿verdad? ¿No es súper fuerte? ¿Me estás escuchando? Si seguimos a este ritmo ¡¿no seremos completamente masacrados por los dioses?! Hey, ¿estás...?

Brünnhilde le cerró la boca con un dedo, y sonriéndole dulcemente, le amenazó de muerte:

—Göll, ¿te importaría cerrar la boquita antes de que te arranque la cabecita?

La más joven de las valquirias retrocedió con un salto, yendo a esconderse detrás de Hrist.

—Cla... claro...

"¡¿Cómo puede decir eso con una sonrisa en la cara?!"—se preguntó—. "Aunque no se compara a los cambios de personalidad de la hermana Hrist..."

Brünnhilde daba vueltas, una y otra vez, a su lista de contendientes. Ningún nombre terminaba por satisfacerle del todo, no existía una respuesta obvia a su dilema.

"Hemos sido arrinconados demasiado rápido"—pensaba, con el rostro cubierto de sudor—. "¿Quién? ¿Quién podría? ¡¿Quién podría enfrentarse a ese dios conocido como el Zeus de los Mares?!"

Varios nombres desfilaron frente a sus ojos: Fūma Kotarō, Miyamoto Musashi, Sasaki Kojirō...

Finalmente, una retorcida idea comenzó a cobrar forma dentro de su mente. Para domar los salvajes mares, hacía falta un marinero.







Minutos más tarde, en las salas de espera de la humanidad, una terrible tormenta se había desatado sobre los cielos, hendida en truenos y relámpagos y feroces vientos que lloraban en su furia la muerte del padre de los dioses.

—¡Ahí está!—gritó Göll, protegiéndose con los brazos de la inclemente lluvia—. ¡¡Sobre el tejado!!

—¡¿Qué estás haciendo ahí?!—se quejó Brünnhilde—. ¡Es peligroso! ¡¡Baja aquí de una vez!!

—¡Es inútil! ¡Parece que no nos puede escuchar bajo estas condiciones!—gruñó Hrist.

—¡¡Condenado británico!!—maldijo la mayor de las hermanas—. A pesar de que su combate es el siguiente...

—Aunque, ¿qué está pasando?—quizo saber Göll—. ¿Cómo es capaz de realizar una maniobra como esa en mitad de esta tempestad?


¡¡EL MONSTRUO OCULTA SU PRESENCIA EN MITAD DE LA TORMENTA!!


Por sobre el techo de su sala de espera, exponiendo su esculpido cuerpo desnudo a la furia de los elementos, un hombre de largas barbas mantenía el equilibrio sobre una sola mano, disfrutando con un tan extraño como salvaje placer la furia de la tempestad.

—Que agradable... Esta lluvia y viento fueron los que me guiaron hasta Japón, y ahora aparecen ante mi en el Valhalla. El destino llevó mi alma al lugar más apropiado—una cruel sonrisa se dibujó en su rostro—. Me gusta mucho esta hermosa tierra, las hermosas mujeres... así que venceré en esta batalla y le brindaré mis semillas al reino celestial.

El humano fijó sus ojos inyectados en sangre sobre las hermanas valquirias, dejando que su imaginación fluyese libre mientras lanzaba una promesa a los cielos:

—Dioses, yo, William Adamas, he decidido que voy a dejar diez millones de mis familiares en esta tierra de lo divino.

Tras unos minutos, la tormenta desapareció como si se hubiera tratado de una mentira. Finalmente un nuevo enfrentamiento estaba a punto de comenzar.



...

Tengo un problema gente, y ese es que no tengo ni la más remota idea de cuál debería ser la valquiria de William. No sé sí sólo publicar la pelea y agregar a posteriori la valquiria cuando alguna me convenza, o si simplemente detener la historia por un tiempo. 

Les dejo la decisión a ustedes.

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