EXTRA - La boda.
✨️14 DE FEBRERO DE 2029✨️
✨️Lucca✨️
Nunca me he sentido tan vivo como en estos últimos seis meses. Viajar no solía ser algo que me llenara, al contrario, he viajado tanto durante mi vida que pensarlo se me hace tedioso, pero no esta vez. Recorrer Venecia en barco y más tarde Ámsterdam, pasear por Roma tomados de la mano, besarnos frente a la Torre Eiffel en Francia, esquiar en Austria sin idea alguna del deporte fingiendo lo contrario, tomar sol en las playas de Grecia, apreciar arte en distintos museos de Madrid, perdernos en los mercados callejeros de Estambul, ser arrestados en Rumanía por ir un poco drogados, tomarnos fotos a cada paso y hacer el amor en todas partes fue nuestra rutina durante este tiempo. Ya había visitado antes mucho de esos lugares, sin embargo, los recuerdos en ellos eran escasos y ninguno realmente feliz. Ahora cada vez que pienso en alguno de esos países Sara aparece en mi mente plagándola de alegría y no puedo estar más agradecido por ello.
Recuerdo cuando a los quince años Alba, la mujer que me cuidaba en los veranos, me dijo que el día que encontrara a una chica a la que amar no iba a querer apartarme de ella, que el amor me haría enloquecer y como tal cometer locuras. Cuando la llamé para decirle que iba a casarme y que pronto le llegaría la tarjeta de invitación no me creyó, tuve que enviarle fotos con Sara, hacer que Em se lo confirmara y como tras eso todavía seguía sin creer, Sara mismo habló con ella. Recuerdo su voz al otro lado del teléfono diciéndole que si yo la estaba obligando al matrimonio no dudara en pedir ayuda para después largar una carcajada similar a la de una bruja.
—¿Nervioso? —pregunta Pablo a mi lado codeándome.
—Un poco —admito.
La última vez que la vi fue ayer a la mañana después de que ambos tuviéramos nuestra despedida de solteros para ir al civil a firmar el matrimonio por lo que técnicamente ya estamos casados, pero para la familia de Sara la boda por iglesia es la que realmente cuenta y sé que a ella es la que más ilusión le hace.
—Tita debe de estar igual —dice Harry y me sonríe—. ¿Alguno habló con la tía Klara?
—Yo —suelta Pablo enderezándose—. Suerte que se hizo uñas acrílicas porque sino ya iría comiéndose los dedos de tantos nervios.
Luke llora en los brazos de Tina que está sentada en la segunda fila y Pablo dirige su mirada a él, al final la niña terminó siendo un niño que ahora tiene una colección de accesorios para el pelo; todavía sigo sin entender como en mil quinientas ecografías que le hicieron no lograron ver que era un niño. Klara y Pablo dicen que el nombre de su hijo fue escogido en mi honor, pero si me preguntan a mi estoy seguro de que más bien fue por ese cantante del que ella es fan desde que la conozco.
—Seguro hará el drama del año —Harry se cubre la cara tapando su sonrisa.
Uno de los fotógrafos se nos acerca y dispara el flash de su cámara múltiples veces antes de dirigirse a las personas aquí presentes. Hay cámaras por todos lados, ha venido mucha prensa a grabar la boda y varios fotógrafos de revistas locales, de otros estados e incluso de fuera del país.
Klara se encargó de reservar las habitaciones del hotel para todos los invitados, de conseguir los boletos hasta New York para los que lo necesitaran y de todo lo necesario para que Sara y yo no tuviéramos que preocuparnos por nada y gracias a eso hoy están aquí todas las personas a las que queremos. Vicky y Ander sonriéndome y alzando sus pulgares en el aire cada vez que volteo a verlos. Evelyn que llora recostándose a Austin; me alegra que ella haya encontrado a alguien que la acompaña y que a leguas se nota que la quiere. Jazmín y su novio escocés, Hilary. Gigi, Teresa, Madison y la mayoría de nuestros compañeros de instituto. Matteo que no quita sus ojos de encima de Emma como si tuviera alguna oportunidad. Anna, Tina, Cameron y parte de la familia de Marta. Chleo, la novia de Em. Algunos amigos de Sara y otros míos, mis compañeros de cast. Landon y su novia. Alex y Abigail. Gabriel y su hermana Beatriz. Débora, con quien por primera vez tengo una relación apropiada de madre e hijo y Pedro porque Sara me obligó a invitarlo. Además, también muchas otras personas que no conozco o no recuerdo haber visto en mi vida pero que Klara consideró prudente invitar.
El celular de Pablo suena y cuando lo saca para ver a qué se debe sus ojos se abren como platos.
—Están llegando —anuncia.
Dos palabras bastan para que se me erice la piel. Después de tanto no puedo creer que finalmente ha llegado el momento. He soñado con esto desde la primera vez que la vi despertarse a mi lado, despeinada y con un chorrete de saliva colgándole de la boca, y ahora por fin se hará realidad.
El pianista comienza a tocar la marcha nupcial a la vez que la limusina se detiene a mitad del jardín. Decidir dónde sería la boda fue dificil, y debo admitir que tuvimos una discusión boba por ello que terminó resolviéndose entremedio de sábanas. Finalmente decidimos hacerlo aquí, en el jardín botánico de Brooklyn.
Las doscientas personas sentadas frente al altar giran su cabeza en dirección a la limusina; Y ahí está ella, l'amore della mia vitta, mi rubia y ahora también ante Dios y todo el mundo mi esposa.
En cuanto mis ojos dan con los de ella siento un vuelco en el corazón. No puede verse más perfecta, literalmente ocupa la palabra en todos los sentidos posibles y la desborda. Una tiara color crema sujeta el velo que cae a sus espaldas y se arrastra por el suelo a medida que ella camina tomada del brazo de William. Mis ojos descienden por su vestido corte princesa y vuelven a subir para clavarse en el encaje que tapa su pecho; no puedo apartar de mi mente la idea de arrancárselo una vez que la fiesta acabe y por eso sacudo la cabeza para al menos no prestarle atención hasta que llegue el momento. Em, Klara y Sofía entran detrás de ella cada una con un ramo de flores color rosa y un vestido del mismo tono pero diez mil veces más simple.
Bajo del altar y doy unos cuantos pasos para alcanzar a Sara. William pasa su brazo al mío y nos hace la señal de la cruz a ambos para luego ir a tomar su lugar junto a Evelyn.
—No llores, rubia —suelto en voz baja secándole una lágrima que corre por su mejilla mientras intento no derramar algunas yo también.
—Esto parece un sueño, Lucca.
Para mi lo es.
Nos posicionamos frente al cura que tiene en sus manos un libro tan sucio que parece que se ha limpiado el culo con él. Una sonrisa estúpida se forma en mis labios ante ese pensamiento y Sara parece leerme la mente porque me pecha con el codo y agranda los ojos claramente diciendo que me comporte.
—Estás hermosa, tita —le dice Harry y ella se estira por detrás de mi cuerpo para lanzarle un beso y sonreírle.
El cura carraspea y en medio segundo todo el jardín queda en silencio.
—Estamos reunidos hoy aquí para unir en santo matrimonio a estos hijos de Dios; Lucca Bianchi Novva y Sara Dustin Clayson. ¿Ambos acuden aquí a contraer matrimonio libremente y por voluntad propia?
—Si —respondemos al unisono.
—¿Están dispuestos a recibir a Dios en su relación y durante el crecimiento de sus futuros hijos para guiarlos por el camino de Cristo?
Ambos volvemos a decir que sí, pero yo agrego en voz baja para que solo ella pueda escuchar.
—Nunca nadie habló de un trío, rubia. Espero que ese Cristo no sea tan lindo como yo... —y tras eso me gano una mini patada que causa gracia en los invitados.
—A continuación unan sus manos y manifiesten sus votos ante Dios y sus invitados...
No sé si son los nervios o el estúpido acento del cura pero tengo muchas ganas de reírme y no puedo hacerlo porque sino cuando esto termine Sara y Klara acabarán conmigo.
Tomo las manos de Sara y nos giramos de forma que quedamos frente a frente.
—Te amo —susurra ella antes de sonreírme.
—Te amo y quiero besarte —respondo yo y el cura agranda sus ojos negando con la cabeza. Si supiera que ya le he visto hasta los pecados de seguro se niega a casarnos.
—Lucca, por favor —me señala él y yo respiro hondo antes de comenzar a hablar.
—Yo, Lucca Bianchi, te quiero a ti, Sara Dustin como esposa y hoy me entrego a ti en cuerpo y alma. Prometo serte fiel y acompañarte tanto en la salud como en la enfermedad y así amarte por el resto de mi vida... Incluso cuando te he visto estresada por la universidad y parecías una muñeca endemoniada o cuando te enojas porque no quiero ver esas ridículas películas románticas contigo. Prometo prepararte la mejor pizza del mundo aunque después acabemos comiendo otra cosa —una mirada a la gente basta para iniciar las risas—, y si me dejas prometo intentar hacerte la rubia más feliz del mundo mientras yo lo soy a tu lado. Te amo.
Seco las lágrimas encima de sus mejillas y aprieto la mandíbula para no acercarme y besarla. Vamos, podría hacerlo porque me importa una mierda que el cura se enfade por ello, pero Sara me lo dejó estrictamente prohibido.
El cura asiente y la mira sonriendo diría que con ternura.
—Sara, por favor —ella suelta todo el aire en sus pulmones y cierra los ojos para después sonreírme ladeando la cabeza.
—Yo, Sara Dustin, te quiero a ti, Lucca Bianchi como esposo y al igual que lo he hecho durante todos estos años, prometo entregarme a ti en cuerpo y alma —los ojos del cura son un universo de grandes—. Prometo serte fiel y acompañarte en la salud y en la enfermedad aunque tenga que maquillarte la nariz cada vez que te resfrías porque pareces un reno o prepararte esa sopa asquerosa de acelga que solo tu comes. No dudes que voy a parecer una muñeca endemoniada muchas veces más y que tengo tendencia a convertirme en una real si sigues negándote a ver, no cualquier película, sino las tuyas conmigo disque porque te da vergüenza. Con gusto cenaría pizza el resto de noches que me queden por vivir si luego eso me habilita un pase libre a la cocina...
—O a la habitación —suelto y ella se sonroja.
—Idiota —masculla en voz baja y se endereza para continuar—. Prometo amarte hasta que mi corazón deje de latir, Lucca y recordarte cada día lo feliz que me haces. Te amo.
Ahora es ella quien pasa sus dedos por encima de mi mejilla apartando mis lágrimas y luego posa su mano en mi mandíbula mientras yo me acuno contra ella sonriendo. El cura le hace una seña a Harry que se acerca con los anillos y nos sonríe con sus ojitos llenos de lágrimas.
—Ahora, ante Dios, sus familias, amigos e invitados. Lucca Bianchi, ¿Quieres tomar a Sara Dustin como tu esposa para amarla, cuidarla y respetarla hasta que la muerte los separe?
—Si, quiero —la sonrisa de Sara es un reflejo de la mía.
Tomo el anillo y se lo coloco para luego darle un beso encima de él. El anillo de compromiso en su otra mano se vuelve pequeño en comparación con este fabricado especialmente para ella por Tiffany & Co.
—Sara Dustin ¿Quieres tomar a Lucca Bianchi como tu esposo para amarlo, cuidarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?
—Si, quiero —dice ella colocándome el anillo y al igual que yo dejando un beso encima de él.
—Entones, si nadie tiene interés o motivos para detener esta boda... los declaro marido y mujer. Puedes...
No lo dejo terminar porque tomo a Sara por la cintura y la inclino hacia atrás uniendo nuestros labios en un beso lleno de deseo que se ha acumulado a lo largo de estas horas. La gente aplaude, silba y grita desde que comenzamos a besarnos hasta que retomamos la compostura. Las cámaras nos apuntan tomándonos mil fotos por segundo a la vez que todos comienzan a prepararse para la gran escapada.
—¿Lista para correr? —le pregunto sonriendo mientras alzo las cejas.
—Hagámoslo rápido porque no quiero llenarme las tetas de arroz —suelta y hace un mini conteo antes de tirar de mi mano y obligarme a correr con ella inevitablemente llenándonos de arroz en el camino.
Dejo que sea ella quien entre primero en la limusina y luego me meto yo cerrando la puerta cuanto antes.
—Qué insistentes con el arroz...
Sara me toma del brazo y tira de mi hasta que mi cuerpo está por encima del suyo. Nos besamos, pero cuando intento pasar al siguiente nivel me empuja riendo y niega con el dedo.
—Tenemos que ir a prepararnos para la fiesta, ahora no podemos.
Llevo mi boca hacia su cuello, pero antes de que llegue vuelve a apartarme poniendo toda su mano en mi rostro.
—Esto es injusto, soy un pobre infeliz que lo único que desea es hacerle el amor a su esposa, ¿Acaso es mucho pedir? —suelto un suspiro sonriendo.
—Tenemos toda la noche para eso, Lucca. No puedo despeinarme ahora y tu estarás con el mismo traje, mira si te manchas o algo...
Le doy un beso corto en los labios sonriendo.
—Lo sé, rubia, pero no perdía nada intentando.
Ella suelta un suspiro y comienza a negar con la cabeza.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —pregunto yo frunciendo el ceño.
—Eres mi esposo —dice con lentitud asimilando las palabras—. La Sara de dieciocho años no habría imaginado esto.
—Créeme que el Lucca de diecinueve lo presentía.
Vuelve a tirar de mi brazo para besarme.
—Te amo —susurra sobre mis labios a la vez que yo respondo lo mismo.
Nos quedamos uno al lado del otro besándonos cada segundo y medio hasta llegar al hotel. No hace falta llegar hasta su habitación para escuchar a Klara dando órdenes al personal que ha contratado.
—Al fin llegan —suelta cuando Sara asoma en la puerta y corre a abrazarla—. Estaban hermosos, de verdad, lo recuerdo y... Dios, no quiero llorar otra vez —la forma en la que alza su cabeza hacia arriba y palpa sus pómulos intentando no derramar lágrimas me hace gracia.
Al soltar a Sara camina hacia mi y de igual forma me abraza.
—Bienvenido a la familia, ahora oficialmente.
Por encima del hombro de Klara veo como Em le da algo a Sara y frunzo el ceño.
—¿Para mi no hay regalo, pequeña traidora? —Klara me suelta y yo me dirijo a mi hermana que finge inocencia.
Mientras camino hacia ella busco a Sofía con los ojos, pero no está. No sé como accedió a ser dama de honor sabiendo que Em también lo era; llevan separadas un tiempo largo ya por problemas bobos, Em está en una relación y So disfruta de su soltería, pero aún así no pueden soportar ni diez minutos en la misma habitación sin comenzar a tirar indirectas hirientes entre la una y la otra.
—Es algo para ambos, pero se lo doy a ella porque sé que será más responsable con ello y me lo enviaron desde Argentina así que espero que sepan cuidarlo, eh.
Frunzo el ceño mirando a Sara a la vez que ella hace una seña como si estuviera armando un tabaco y entonces lo entiendo.
—Sé lo que pasó en Rumania, espero que estos puedan disfrutarlos sin interrupciones...
—¡Ya déjense de charlas! —dice Klara a mis espaldas tomándome por los hombros para empujarme fuera de la habitación—. Sara tiene que prepararse y tu también, así que adiós.
—¿No vas a dejar que me despida de mi esposa?
Klara rueda los ojos pero finalmente me deja entrar y llegar hasta Sara.
—Nos vemos luego, rubia, te amo —le doy un sonoro beso y desando mi camino devuelta hacia fuera de la habitación aunque apenas voy saliendo cuando Klara ya está cerrando la puerta de un golpe.
Mientras me dirijo hacia mi habitación tarareo la canción que con la que más tarde abriremos la pista de baile. Es perfecta, y que la haya elegido yo no tiene nada que ver con mi opinión, aunque bueno... quizá un poco.
—¿Dónde estabas? —pregunta Pablo ni bien pongo un pie dentro de la habitación.
En sus brazos tiene a Luke que duerme plácidamente y de vez en cuando sonríe. A decir verdad, me dan miedo los bebés que sonríen mientras duermen, pero no es algo que vaya a admitir en un futuro cercano.
—Con tita Sara ¿Qué no es obvio? —Harry rueda los ojos mientras camina hacia mi.
Lo alzo en brazos y cierro los ojos disfrutando del apretado abrazo que me da.
—¿Ahora puedo tener un primito? Mamá dice que ahora que están casados seguramente me darán uno...
—Ya tienes a Luke —replico yo tocándole la punta de la nariz.
—Es que necesitamos ser tres. Uno hace la travesura, el otro lo ayuda y el último cuida que no nos descubran.
—Lo que nos espera —dice Pablo palmeándome la espalda.
—A mi no me espera nada, yo no seré el tío ni el padre aburrido —suelto encogiéndome de hombros—. Te regalo ese puesto.
—¿Qué está haciendo la tita? —pregunta Harry atrayendo la atención—. ¿Puedo ir a verla?
—No creo que Klara te deje entrar —dice Pablo acomodándole las mantas a Luke.
—No hay nada que Harry Bianchi no pueda hacer, ya verás que si me deja...
Y con eso abandona la habitación.
—Alguien sacó el ego de su padrino —Pablo alza las cejas.
—No solo el ego, también lo guapo y carismático —sonrío de lado mientras él rueda los ojos—. Son cosas que se llevan en la sangre.
—Ya veo —replica acostando a Luke en la cama y tirándose con delicadeza a su lado.
Yo camino hasta ahí y hago lo mismo, para después cerrar los ojos y soltar un suspiro largo.
—No puedo creer que sea mi esposa.
—Ustedes están destinados, me di cuenta de ello desde que vi tu cara de preocupación cuando no quiso que tu la llevaras a casa —giro mi cara hacia él frunciendo el ceño—. La noche aquella en que salieron a la terraza y tu padre los vio... Tu viniste a buscarla a la cocina luego, pero ella no quiso irse contigo.
—El Lucca de hace unos años era muy idiota, sabía que la quería, pero me daba miedo que la mierda a mi alrededor la consumiera y apagara su brillo.
—A veces me asombra lo mucho que hemos crecido. En un abrir y cerrar de ojos tengo veintiséis años, un hijo, a la mujer que amo conmigo, una casa, a mis amigos... Lo tengo todo.
—Yo la tengo a ella.
—Y para ti estar con ella hace que el resto de lo que puedas tener se vuelva insignificante —sonríe haciendo que sus ojos se escondan en su rostro.
Dos golpecitos en la puerta atraen nuestra atención. Yo me levanto y camino suavemente hasta llegar a ella y abrirla con el ceño fruncido. Un Harry malhumorado entra en la habitación de brazos cruzados y con cara de pocos amigos se sienta en el sofá junto a la ventana.
—Maldita tía Klara, se cree la reina del hotel —suelta en un bufido—. Ni pidis intrir pirqui is hibitacin di chicis. Lächerlich.
«Ridícula».
—Harry —digo yo a modo de advertencia.
El alemán comenzó a practicarlo hace poco y lo único que retiene son insultos, no sé quién se los habrá enseñado, pero...
—Merece que la llame así, además tu me dijiste que podía insultarla mientras fuera en un idioma que ella no entendiera así no se sentiría mal.
Bueno, ya sabemos quien se lo enseñó. Pero en mi defensa es mejor que la insulte así y que luego cuando ella me venga a preguntar qué significa yo le mienta que es algo supero bonito y ver su cara de felicidad a que crea que Harry es un maleducado. Cosa que claramente no es así, o sea, yo formo parte de su educación y no voy a dejar que tire abajo mis habilidades de educador solo por algunas malas palabras.
—Lucca, creo que es buen momento para preguntarte qué significa «Ovos tristes» —Pablo frunce el ceño.
Yo lo miro a Harry y él ríe fingiendo inocencia.
—Huevos tristes —suelto yo intentando no carcajear.
Por este insulto cargo con la culpa plenamente. Se me escapó mientras veía un partido de fútbol con Gabriel el verano pasado cuando vino a visitarnos y como si fuera la gran cosa se quedó grabado en el cerebro de Harry que también estaba en nuestra casa.
—Con razón Sara se reía, niño endemoniado —le lanza un almohadón que le da en la cara y él lo mira como queriendo sacarle los ojos.
Está a punto de lanzárselo de regreso cuando vuelven a tocar la puerta y esta vez es Harry quien va a abrir.
—Solo falta media hora para que comience la fiesta y ya tendríamos que ir yendo al salón —dice Vicky apoyándose en el marco de la puerta—. Se ven bien, chicos.
—Como siempre, mami —Harry le sonríe de lado.
—Vamos, pichón, dejemos que los grandes se arreglen...
—Nosotros ya estamos —Pablo toma a Luke en brazos y se dirige a la puerta conmigo caminando detrás de ellos.
[✨️]
—No vayas a infartar cuando entremos ahí, no quiero quedar viuda tan pronto —dice Sara una vez la limusina se detiene.
Al final tuvimos que esperar en el hall del hotel casi que media hora más porque había que darle tiempo a los invitados de llegar al salón e instalarse. De todas formas, no me quejo, la sesión de besos y toqueteo que tuvimos mientras esperamos lo vale.
—¿Qué? ¿Qué tiene? —no sé por qué, pero me imagino posters de Luke Hemmings por todos lados.
Klara escogió todo pensando en como Sara y yo lo querríamos, ella misma tomó la responsabilidad de organizar todo y eso me hace temer a algunas de sus decisiones.
—Bueno... ya verás.
La miro con los ojos entornados antes de abrir la puerta de la limusina y salir. Caminamos por la extensa alfombra color crema hasta cruzar por debajo de un umbral circular cargado hasta el culo de flores; nos detenemos ahí durante un instante para tomarnos fotos y luego continuamos hasta finalmente estamos en el salón. Un vistazo basta para notar el decorado excesivo de flores y que a esto se refería Sara.
—No quedó mal —suelto encogiéndome de hombros.
Los fotógrafos no pierden tiempo, tienen que conseguir una buena tapa para sus revistas y fotos con las cuales atraer gente a sus redes, así que cada que pueden nos acribillan con los flashes.
La primera en recibirnos es Evelyn que camina con sus brazos abiertos hacia nosotros y nos abraza derramando algunas lágrimas. Susurra a mi oído un «No puedo imaginarme a alguien mejor para mi hija» y al apartarse sonríe dejándole el lugar libre a Vicky que de igual manera nos abraza. La suelta primero a Sara porque Klara reclama su abrazo, pero continua prendida a mi como un mono palmeándome la espalda.
—Me gusta pensar que tengo el crédito de esta boda —dice mirándome con picardía—. Si fuera por ti seguirías en Italia peleando como idiota, o peor, mejor ni imaginarlo.
—Sabes que estoy eternamente agradecido contigo por lo que hiciste, Vicky.
—Y tu sabes que eres una de mis personas favoritas y que no tienes nada que agradecer —vuelve a abrazarme—. Somos familia, Lucca, entre nosotros nos apoyamos.
Siento que alguien da unos suaves toques en mi espalda y cuando volteo la sonrisa de Débora me recibe.
—Felicidades, Lucca, les deseo una vida llena de alegría a ambos. Se ven preciosos —me abraza apoyando su cabeza en mi pecho.
—Gracias, mamá —digo sobándole la cabeza.
No hace mucho más de un año que comenzamos a acercarnos, por lo que todavía se me hace raro el contacto físico y estas demostraciones de afecto que requieren de palabras lindas.
Tras eso todo se convierte en felicitaciones y agradecimientos. Sara y yo paseamos por el salón tomándonos fotos con las familias, con nuestros amigos y con absolutamente todos aquí presentes porque ella espera poder armar un álbum enorme que enseñarle a nuestros nietos el día que seamos viejos. Cuando por fin después de casi una hora caminando y sonriendo mientras éramos apuntados con quince cámaras, no sentamos y siento un alivio notable en mis pies que no dura ni cinco minutos, porque Klara enseguida se sube a el escenario del Dj y le quita el micrófono para pedirnos a ambos que nos acerquemos a ella.
—Chicos, sé que están cansados, pero creo que todos aquí queremos que inauguren la pista de baile y así poder dar comienzo a su fiesta de bodas —la gente a nuestro alrededor grita en aprobación.
Sara me mira sonriente y alza las cejas señalando la pista. Sin más decir la tomo de la mano y la arrastro con facilidad hasta la pista de cuadrados dispuestos como en un tablero de ajedrez en color blanco y rosa mármol. La hago dar una vuelta a la vez que Perfect de Ed Sheeran comienza a sonar
¿Por qué elegí esta canción? Bueno... describe a la perfección lo nuestro, lo que siento por ella y lo que deseo para nuestro futuro. Me di cuenta de eso un día mientras iba a buscarla a la universidad y la pasaron en la radio, en ese momento, viéndola correr hacia mi auto para evitar que la lluvia la empapara volví a caer. Caí de amor justo como estoy cayendo ahora mientras bailamos con las tenues luces de la pista.
Sara me enseñó y afirma su lección cada día de que cuando estás con la persona correcta cualquier cosa puede ser especial y pasa a convertirse en un recuerdo memorable.
—Te amo —digo haciéndola girar otra vez.
—Te amo —replica ella sonriendo.
Klara grita algo desde lo lejos, pero no llego a escuchar nada, todos mis sentidos están eclipsados por la rubia que tengo delante.
—No llores, idiota —me reprende secando las lágrimas que ruedan por mis mejillas sin mi consentimiento.
Pego mi frente a la suya y cierro los ojos. No hay forma de explicar el sentimiento que cargo en el corazón en este momento, solo sé que es uno feliz; el mismo que espero me acompañe por el resto de mi vida.
Porque, como las estrellas, esto no tiene final.
————✨️————
Holiii, ¿Cómo andan? TANTO TIEMPOOOOOOOOO. Feliz día del amor y de la amistad manga de feos.
Siento que pasó una vida desde la última vez que anduve acá y apenas pasó poquito más de un mes. De verdad, gracias a todos los que en este tiempito le han dado una oportunidad a PDE y RLE, a quienes hacen reseñas, quienes me hablan por insta simplemente para decir cosas lindas y a quienes hacen tik toks sobre ellos.
Admito que la primera vez que me encontré uno en para ti lo ví como cien veces y se lo mostré un poco más y hasta al vecino, perdonen la emoción ajsjasja.
Nos vemos cuando me pinte escribir otro extra, adiosito, los kiero con k de kostrosos hediondos.
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