38 | Un susto que no da gusto.
✨️14 DE MARZO DE 2023✨️
✨️Lucca✨️
—Después de este semestre voy a dejar la universidad.
Es algo que lo vengo pensando hace un tiempo. No le veo sentido seguir esforzándome y partiendo la espalda por cargar con tantas responsabilidades solo para poder decir en algún momento de mi vida que tengo un título universitario, quizá para algunos sea una meta, pero para mí ahora mismo no es lo más importante. La película con la que firmé contrato comenzó a rodarse a principios de , creí que podría hacer ambas cosas a la vez como lo he hecho siempre, pero subestimé la exigencia de la universidad y estoy terminando el semestre mucho más agotado de lo que debería.
—¿Y eso a qué se debe? —pregunta Sara retocándose el labial en el parasol de mi auto.
—Entre trabajo y clases me estoy muriendo, rubia —sus ojos se centran en mí—. No literalmente, pero casi.
—Dios, me asustas —golpea mi brazo con suavidad y vuelve a sus labios—. Si eso es lo que quieres hacer aquí estaré para apoyarte, sabes que cuentas conmigo para lo que sea, Lucca.
Lanza el labial a la guantera y se estira hacia mí para darme un beso corto. Al apartarnos pasa su dedo por mis labios quitando los restos de labial que dejó en ellos.
—Además, cuando la película se estrene se te van a abrir más puertas y eventualmente irás escalando hasta llegar a donde quieras.
Mi mente me hizo dar un paso y volver hacia atrás mil veces con este tema, si tan solo hubiera sabido que una sonrisa de Sara bastaba para hacerme ver que todo va a salir bien hubiera acudido a ella en primer lugar.
—Tengo el contrato con Coppola también —digo y ella asiente recordándolo.
Cuando fui a Italia por la semana de la moda Coppola me ofreció un sueldo fijo a cambio de exclusividad con su marca. Acordamos que él me enviaría las prendas y yo acudiría a su estudio aquí en Estados Unidos para no tener que trasladarme a Italia cada semana, lo que me facilitó el trabajo.
—¿Quieres que pase a buscarte cuando termines? —le pregunto estacionando frente a la casa de una de sus compañeras de clase.
Es el cumpleaños de una de sus amigas y como tienen exámenes dentro de poco van a celebrarlo con una noche de estudio o algo así, no sé muy bien.
—Tranquilo, a Nuria le queda de pasada y se ofreció a llevarme —me da un beso acunando mi mejilla en su mano—. No me esperes despierto porque si se nos hace muy tarde seguramente me quede a dormir aquí.
—Avísame ¿si? O a Klara igual —pensar que pueda pasarle algo malo me sacude los huesos.
—Si, cariño —la tomo por el brazo antes de que salga del auto obligándola a retroceder.
—¿Cómo acabas de llamarme?
—¿Qué? —me mira con el ceño fruncido.
—Dijiste algo —no puedo parar de sonreír como estúpido—. ¿Puedes repetirlo?
—Dije que sí, si me quedo les avisaré para que no se preocupen.
Niego con la cabeza.
—No, me dijiste "Cariño".
—Ah, eso —traga grueso—. ¿Te molesta que te llame así?
Recuesto mi espalda en el asiento tirando mi cabeza hacia atrás con esta sonrisa en mi rostro que no se va a borrar con nada.
—¡¿Es broma?! —la tomo por las mejillas y le doy múltiples besos por todo el rostro—. Mi nombre en tus labios suena hermoso, pero ese apodo viene directo del cielo.
Ella sonríe y detiene mis besos para abrazarme.
—Por un momento creí que había metido la pata —suspira saliendo del auto—. Te aviso si voy a quedarme, te amo.
Alzo las cejas esperando escuchar esa nueva palabra que en ella suena tan bien. Me mira desafiante intentando no sonreír y luego rueda los ojos dansdose por vencida.
—Te amo, cariño.
No puedo evitar sonreír de oreja a oreja. Enciendo el motor mientras ella camina hacia la casa y me marcho antes de que entre.
Al llegar a nuestro apartamento el silencio me sorprende, más aún cuando ya he avanzado hasta mi habitación y sigo sin escuchar absolutamente nada. Desenchufo mi celular de su cargador y en cuanto la pantalla se enciende el mensaje en la barra de notificaciones capta mi atención.
No dudo ni medio segundo en tirar el celular encima de la cama y dar zancadas hasta la habitación de Klara. Golpeo la puerta repetidas veces y al ver que no responde entro sin más.
Nada. No está.
De repente siento como me empujan por la espalda cubriéndome la cabeza con un saco, me doy la vuelta y mi puño automáticamente se dispara impactando con quien sea que esté frente a mí.
—¡Mierda, Lucca! —la voz de Klara me sorprende —. Puta madre creo que me cortaste el pómulo, idiota.
Me quito el saco de la cabeza y la observo cubriéndose el rostro.
—¿Eres idiota? —mi corazón late a mil por hora.
Me acerco a ella examinando su pómulo que está algo enrojecido y definitivamente tiene un pequeño corte.
—¡¿Qué mierda estabas pensando, Klara?!
—¡Quería asustarte! —salgo de la habitación en dirección al baño con ella caminando detrás de mí—. No pensé que fueras a pegarme.
—¡¿Cómo iba a saber que eras tú?! —rebusco en el botiquín de primeros auxilios hasta encontrar iodofón y una bandita—. ¡Dios, perdóname!
Le indico que se siente en la tapa del inodoro y me agacho a su lado comenzando a limpiarle el corte. Apenas la lastimé, pero sabiendo lo delicada que es la zona seguramente mañana se le hinche un poco y también le salga un moretón con el que va a convertirme en su esclavo hasta que su piel vuelva a verse bien. Tras ponerle la bandita la veo sonreír y cuando intenta tocársela le aparto la mano.
—¿Qué te da gracia? —me pongo de pie para lavarme las manos—. Pude haberte lastimado en serio, Klara, eres idiota.
—Esta va a ser una anécdota que le contaremos a nuestros nietos —se encoge de hombros—. Igual, duele como la mierda, no sé cómo tú podías soportar tantos golpes peleando como lo hacías en aquel ring.
Cuando recuerdo que mis amigos y Sara me vieron peleando de esa forma me avergüenza haberlo hecho porque ese no era yo, era un Lucca que quería fingir jamás haberse mudado al pueblo intentando pretender que todo seguía igual a un año atrás.
—No dejo que me golpeen en la cara, Klara —ruedo los ojos y guardo el iodofon en su lugar—. ¿Lo de estarte ahogando en lágrimas era verdad o no?
—Si lo era.
—¿Estás bien?
Aunque no pareciera estar mal siempre es bueno preguntar. A veces quienes peor la están pasando son los mismos que enfrentan cada día con una sonrisa e intentan hacer lo mismo con las personas a su alrededor sin importar lo rotos que estén por dentro.
—En realidad iba hacerte una broma, me puse a mirar un video de perritos siendo adoptados y lloré mucho, entonces se me ocurrió que podía decirte que yo y Pablo lo habíamos dejado, pero tardaste demasiado y las lágrimas se me secaron. Cuando te escuché llegar intenté llorar denuevo y fue un intento inútil así que terminé haciéndote la otra broma. Ya sabemos cómo resultó.
Niego con la cabeza saliendo del baño.
—Sigo creyendo que eres idiota —camino hasta la sala y me dejo caer encima del sofá.
Ella llega detrás de mí y se tira en el otro encendiendo la televisión.
—Voy a dejar la universidad —suspiro.
—Te envidio —me lanza un almohadón poniendo cara de asco—. A mi ya me tiene cansada, quiero que de una vez por todas llegue el verano y pueda volver a casa, y ver a Pablo todos los días y follar mucho, vamos a follar hasta que se le rompa la verga.
Ahora el que pone cara de asco seguida por una de dolor soy yo. Compadezco a mi amigo, le deseo suerte y que Dios lo tenga en su gloria.
—Que dejes la universidad no significa que vayas a irte de aquí ¿o sí?
—No, aquí me quedo —me cruzo de brazos—. Cuando Coppola se entere que no sigo estudiando va a querer que vaya a Italia todas las semanas y estando aquí me ahorro unas cuantas horas.
Klara suelta un suspiro.
—Me alegra saber eso, te juro que no sé qué haría sin ti, Lucca, eres como mi hermano y ya me acostumbré a verte la cara de culo todos los días —le lanzo un almohadón dándole en la cara—. Además te quiero un poco.
—Yo también, Klara.
Puede ser una chismosa, ruidosa y pesada, pero es mi mejor amiga y la quiero como a una hermana.
—Dices eso y luego vas y me golpeas, que hipocresía.
Abro la boca fingiendo ofenderme.
—Quizá si no me hubieras cubierto la cabeza no habría reaccionado así.
De verdad me ha asustado, en dos segundos llegué a pensar mil situaciones diferentes y en ninguna ella estaba bien.
—Así secuestran a las personas en las películas de terror.
—¿Eso fue un intento de secuestro? —feunzo el ceño divertido.
—¿Algo así? —aprieta los labios para no reír.
—Soy mínimo dos cabezas más alto que tú, por no hablar de fuerza y agilidad. No podrías secuestrarme ni aunque tu vida dependiera de ello.
—¿Cuánto mides?
—Un metro noventa y cuatro la última vez que me medí —me encojo de hombros —. Tú como uno sesenta y algo ¿no?
—Sesenta y nueve, crecí medio centímetro este año.
Todas las mujeres Clayson son de estatura baja y eso lo sacaron de Marta porque William es bastante alto incluso para su edad ya que se supone que al envejecer cada vez nos hacemos más pequeños.
Em le saca a Sofía media cabeza y yo a Sara una cabeza y media por no decir dos.
—Agáchate, no vaya a ser que rompas el techo —bromeo echándole la lengua.
—Ahora por chistoso estás obligado a ver una película conmigo.
Me encojo de hombros restándole importancia.
—Pon una de terror al menos.
La última vez que me invitó a ver una película terminamos viendo tres y todas eran de Barbie. Al acabar odiaba el color rosa, los objetos mágicos y los animalitos voladores que las acompañan.
—¿Vemos la del secuestro con el saco?
—Ni pensar —extiendo la mano y ella me pasa el control remoto con cara de pocos amigos—. Esta vez elijo yo.
—Iré a hacer palomitas con caramelo mientras tanto —se pone de pie—. ¿Preparo como para los tres o para solo para nosotros dos?
—Creo que Sara va a quedarse en casa de su amiga, pero por si acaso prepara más
Veinte minutos después Klara regresa con el bowl verde enorme que compramos para estas ocasiones hasta arriba de palomitas y en su otra mano una manta que me lanza para que yo acomode.
—Hazme lugar contigo —se sienta en el sofá corriendo mis piernas.
—Tienes un sofá entero para ti ahí en frente —me quejo señalándolo por si todavía no lo ha visto.
—Ya sé, pero quiero poder asustarte mientras vemos la película.
—No vas a asustarme, no soy Sara.
Sara se niega a ver películas de terror, a diferencia de Klara que cada vez que hay una escena sangrienta se queda viendo al televisor fijamente como si quisiera estar dentro de la pantalla.
—Eso está por verse —me mira con los ojos entornados—. ¿Cuál pusiste?
—Annabelle.
—No da miedo —y es cierto, no da, pero sé que las muñecas es a lo único que le teme y también sé que Sara tiene una guardada en el closet de esas antiguas coleccionables que era de Evelyn.
—Veremos si dirás lo mismo cuando vayas a dormir y sientas el pelo sintético haciéndote cosquillas en la cara.
—Lucca, no digas eso porque me llevas a dormir contigo.
Niego con la cabeza.
—La única mujer que duerme en mi cama es Sara.
—¡Entonces te vienes tu a la mía y lamento informarte que vas a tener que dormir en el suelo porque ambos no entramos!
—Tampoco —vuelvo a negar.
—Entonces cállate de una vez y veamos la película en silencio.
Río tomando un puñado de palomitas. A mitad de la película me pongo de pie con la excusa de ir al baño y me meto en mi habitación para sacar la muñeca del closet alejándola lo mas posible de mí porque es fea como la mierda y juro que como llegue a moverse le doy una patada que la mando a conocer a su fabricante. Me meto en la habitación de Klara y acomodo la muñeca debajo de sus sábanas con una sonrisa en mi rostro.
—¡Sara te ha enviado un mensaje! —grita ella—. ¡Dice que se quedará allá!
Finalmente regreso a la sala y me tumbo en el sofá quitándole mi celular de las manos y aprovechando para tomar otro puñado de palomitas.
Ahora solo queda esperar.
✨3✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro