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37 | Un regalo de navidad.

✨20 DE DICIEMBRE DE 2022✨

✨️Sara✨️

La navidad no es mi festividad favorita, en realidad ni siquiera tengo una, pero si la tuviera sin duda no sería la navidad. Cuando las fiestas se acercan el invierno viene avecinado con ellas y esa sí estoy segurísima de que es mi estación más odiada. Pies fríos, días horribles, tormentas, lluvias y todo lo que puede llegar a cancelar un buen plan está involucrado al invierno, o al menos era así hasta que descubrí que había otra forma de verlo.

Chocolate caliente y la comedia romántica más melosa de todos los tiempos fue nuestra forma de pasar los días en los que por culpa del frío no nos daban ganas siquiera de sacar un pie fuera de la cama. Klara se nos unió la mayoría de las veces y Pablo igual, pero él lo hacía a través de una pantalla mientras físicamente estaba en Connecticut muriendo de congelamiento con la calefacción de su piso rota. 

Por otro lado, volviendo a lo de la navidad, lo único bueno que le veo es que nos dan dos semanas de receso y que por fin podré volver a casa. En cuatro meses no he ido siquiera una vez y ya comienzo a extrañarlos, más que nada a mamá y es a quien debo esperar más para poder ver porque llegará a California dos días después que nosotros. Ella volvió a Brasil poco después de que nos mudáramos aquí y desde entonces solo la he visto a través de videollamadas una hora al día.

—Tenemos que irnos ya o no llegaremos a tiempo al aeropuerto —dice Lucca desde el umbral de la puerta.

Volteo a verlo y luego regreso la mirada a mi habitación.

—Se ve rara así tan vacía —comento tomando mi maleta y caminando hacia él.

Después del receso voy a mudarme con Klara y Lucca definitivamente, al principio pensé en hacerlo sin decirle a mamá y luego soltarle la bomba cuando ya no hubiera marcha atrás, pero Lucca me hizo ver que iba a meter la pata, así que tras hablarlo con ella y jurarle casi que con sangre que iba a actuar con responsabilidad finalmente estuvo de acuerdo en que me mudara con ellos. Además, mi compañera de habitación abandonó la carrera el mes pasado y las veces en que volví a la residencia después de eso fueron contadas porque el puto invierno vino cargado de tormentas y me vi obligada a tener compañía por las noches. 

—Nuestra habitación está igual y no te parece rara —frunce el ceño.

—No está igual, tiene fotos de nosotros y de Harry y de las personas a las que queremos —estiro el cuello hacia él esperando sentir su boca en la mía—. Y en un mes más tendrá las paredes decoradas con los resúmenes de mi clase.

—Abrir los ojos cada mañana y ver leyes, decretos y todas esas cosas raras va a ser una tortura —toma mi maleta y pasa el otro brazo por encima de mi hombro—. Por suerte podré voltear hacia un lado y recordar que en realidad estoy en el cielo.

—Voy a despertar cada día cinco minutos antes que tu solo para que no tengas esa satisfacción —cierro la habitación con llave y guardo esta en mi chaqueta.

Él suelta una carcajada mientras caminamos escaleras abajo. 

—¡Por favor, Sara! —sigue riendo—. ¡Apenas te levantas cuando suena la alarma, no creas que podrás levantarte antes que yo!

Bueno, en eso tiene razón. Cuando duermo en su casa es él quien se levanta primero y nos prepara el desayuno tanto a mi como a Klara antes de irse a clase, de todas formas, ahora que voy a vivir con ellos no espero que sea siempre así y me gustaría ser yo quien lo despierte a él con café y galletitas en forma de corazón.

—Ya te he avisado y el que avisa no traiciona —sonrío saludando al recepcionista de la residencia.

Le entrego la llave al hombre y me despido de él para luego alcanzar a Lucca que está subiendo mi maleta en su auto. Entre trayecto, aeropuerto, horas de viaje y demás nos lleva un total de diez horas y poco estar en California otra vez. Al ver a Klara esperándonos en el aeropuerto corro hacia ella y la abrazo, llevo una semana sin verla pero pareciera que la última vez fue hace un año. Lucca llega a nosotros y me abraza por encima de los hombros echándole la lengua a Klara que lo obliga a saludarla con un beso en cada mejilla. 

De repente la gente a nuestro alrededor comienza a aplaudirnos, una pareja de ancianos nos abrazan a Lucca y a mi a la vez que unas tipas nos miran con mala cara, o mejor dicho, me miran con mala cara. Volteo hacia Klara en busca de respuestas y sin siquiera escucharla hablar las obtengo.

Klara está alzando un cartel gigante que dice "¡Démosle una bienvenida a los recién casados!" y debajo está la foto que ella mismo nos tomó el día que fuimos a cenar y fingimos estar comprometidos para que el restaurante nos regalara un pastel.

—Voy a matarla en cuanto pueda —murmura Lucca y le agradece al anciano vaya a saber Dios por qué.

Yo solo puedo reír y continuo así hasta que estamos en el estacionamiento. Lucca, por otro lado, finge estar enojado con Klara, se sube en los asientos traseros cruzándose de brazos y duerme todo el puto camino hasta el pueblo. Al llegar la abuela nos recibe con llantos, el tata nos abraza con lágrimas en los ojos y la tía sollozando como si hubiéramos regresado de una misión imposible. Nos atacan con preguntas sobre la universidad, la convivencia y miles de cosas más que ambos respondemos en automático.

—¿Puedes llevarme a mi casa? —dice Lucca poniéndose de pie—. Iré a ver a Harry y a Em antes de que se haga más tarde.

Yo asiento e igual me pongo de pie caminando detrás de él hacia afuera.

—¿Vienes a dormir más tarde? —pregunta una vez nos subimos al auto.

Yo asiento y le sonrío mientras pongo el auto en marcha. No hemos hecho siquiera una cuadra cuando ya está durmiendo con la cabeza tirada hacia atrás. Hoy se levantó super temprano y desde entonces no ha descansado siquiera un minuto, en el avión un señor tosía como si estuviera a punto de expulsar un pulmón por la boca y tampoco pudo dormir y ahora al llegar aquí lo han hecho gastar sus últimas energías bombardeándolo con preguntas estúpidas.

Bajo el volumen del estéreo y conduzco lo más lento que puedo hasta llegar a su casa. Ya estacionada lo despierto sacudiéndolo suavemente del brazo.

—Voy a dormir tres días seguidos —murmura cubriéndose la cara—. ¿Vas a entrar?

—Ya los veré luego —le doy un beso—. Disfruta de Harry mientras porque cuando me vea no va a querer volver contigo.

Me echa la lengua y sonríe con los ojos cerrándosele.

—Descansa ¿si? —pongo mi mano encima de la suya—. No esperes a que llegue para dormirte, que te conozco.

—Te amo —me da un beso y se dispone a salir del auto.

—Te amo —respondo—. Nos vemos luego.

Me dedica una sonrisa y lo veo alejarse en dirección a la casa. Una vez ha entrado enciendo el auto y me marcho.

[✨️]

—¿Ya se durmió? —le pregunto a Em abrazándola.

—Hace no mucho que subió a acostarse, quizá aún esté despierto, pero no creo porque de verdad estaba cansado.

—¿Vicky y Harry? —sé que iban a pasar la noche aquí.

—Harry se durmió hace bastante ya y Vicky lo llevó a su cama. Sof y yo somos las únicas despiertas.

Había olvidado completamente que Sofía estaba viviendo con ella.

—Está en la cocina —explica Em seguramente al ver mi ceño fruncido.

—Voy a saludarla y luego subo —le digo mientras camino hacia la cocina.

Ella asiente y vuelve a tirarse en em sofá para después poner play a la película que estaba viendo. Me tardo más con Sofía de lo que pretendía porque me pone al tanto de los nuevos chismes del pueblo, chismes que seguramente Klara no sepa porque sino ya me los habría contado y ni siquiera abrió la boca, por lo que será mi trabajo ponerla al tanto.

Finalmente cuando acaba de contar todo el lío en el que el cura está metido le deseo linda noche y subo a la habitación de Lucca. Cierro la puerta detrás de mi y me dispongo a sacarme la campera así como también los zapatos y los pantalones.

A pesar de la poca luz que se filtra a través de las cortinas puedo identificar a mi novio durmiendo boca abajo con una manta enorme cubriéndole un poco mas encima de las caderas. Con cuidado de no despertarlo intento meterme en ma cama, pero como no, ni bien pongo un pie dentro él está despierto.

—Hola, rubia —su voz gruesa causa estragos en mí.

Se da la vuelta estirando el brazo hacia un lado y yo me acurruco contra él dejando que me abrace y a la vez disfrutando del calor que emana de su cuerpo.

Con la frente pegada a su pecho cierro los ojos y poco a poco voy sintiendo como nuestros latidos se sincronizan, como si compartiéramos un solo corazón y solo ahora que estamos juntos pudiera funcionar correctamente.

✨️24 DE DICIEMBRE DE 2022✨️

—¡Ya entren que van a resfriarse! —nos grita la abuela desde la puerta.

Los cuatro alzamos la cabeza, reimos y volvemos a recostarnos en la nieve para seguir haciendo angelitos.

—Deberíamos ir a ayudar con la cena —dice Pablo y no espera a que respondamos para ponerse de pie.

—¡No seas aguafiestas, amor! —le reprocha Klara intentando que vuelva a la nieve.

—También tengo algo de frío —le sonríe—. Y ya no falta mucho para que sean las doce.

Klara gruñe, pero sin embargo se pone de pie y lo acompaña adentro. Lucca se sienta y me mira sonriente.

—¿Qué pasa? —no sé por qué, pero sonrío también.

—Nunca lo hemos hecho en la nieve...

—¡Lucca! —carcajeo girándome hacia un lado—. ¡¿Cómo siquiera se te ha ocurrido eso?!

Ríe y vuelve a tirarse en la nieve volteándose hacia mi.

—Cada vez que lo hacemos tus mejillas y nariz quedan muy rojas, igual que ahora por el frío. Culpa al deja vu de que se me crucen esas cosas por la cabeza.

—Ahora tengo la duda de cómo se sentirá hacerlo en la nieve.

—Diría que como la mierda por el frío, pero siendo contigo seguramente sea el mejor del mundo.

—¿Quieres hace...

No me deja terminar de hablar. Se sube encima de mí mateniendo mis manos a ambos lados de mi cabeza y niega con la cabeza para después unir nuestros labios.

—Si esa propuesta sale de tu boca no me voy a sacar la idea de nosotros haciéndolo hasta que se haga realidad y creeme que ninguno de los dos quiere terminar con el culo rojo por el frío.

—Además, se nos va a meter la nieve por todos lados —pongo cara de asco.

—¿Qué están haciendo? —la voz de mamá nos hace voltear hacia la puerta con rapidez.

Lucca se baja de encima de mi y rasca su nuca algo nervioso, pero después me mira con esa sonrisa pervertida que me indica que ya tiene una respuesta para mamá, respuesta que no nos conviene y por eso soy yo quien habla para evitar que él lo haga.

—Jugando —no es mentira, pero tampoco es verdad.

—Vamos a poner la mesa —se cubre el cabello con la capucha de su campera y camina hasta nosotros—. Y mamá tiene razón, deberían entrar antes de que pezquen un resfriado.

—Ya vamos, Eve —dice Lucca, pero sigue haciendo angelitos—. Ay, creo que ya me he resfiado.

Comienza a toser claramente fingiendo. Mamá lo mira con los ojos entornados antes de formar una bola de nieve y lanzársela directo a la cara.

—¡Así si voy a resfriarme! —se queja Lucca quitándose la nieve que ha caído en el cuello de su campera.

—Jódete por hacerte el chistoso —me señala abriendo los ojos como platos—. Para ti también habrá si quieres tomarme el pelo.

Yo alzo las manos en el aire en son de paz.

—Ya vamos, mamá, en serio.

—¿Les guardo lugar junto a mí? —pregunta comenzando a caminar hacia la puerta otra vez.

Ambos asentimos y la vemos meterse dentro de la casa. Nos quedamos unos minutos más mirando el cielo estrellado mientras la nieve bajo nosotros nos congela hasta los huesos y entonces se escucha nuestra señal para de una vez por todas entrar.

—¡Feliz navidad! —gritan todos a coro desde dentro.

Lucca se gira hacia mí y me da un beso.

—Feliz navidad, rubia.

—Feliz navidad, Lucca.

Se pone de pie y extiende su mano hasta mí para ayudarme a pararme.

—Es la primer navidad que estamos juntos —comenta mientras caminamos tomados de la mano.

—La primera de muchas.

Le sonrío y lo tomo por las mejillas para besarlo.

—Te compré un obsequio —dice antes de que alcance el pestillo de la puerta—. Más bien es un regalo para ambos, pero vas a tener que encargarte de completar el resto tú porque después de terminar de hacerlo descubrí que no soy bueno con las manualidades.

—¿Qué hiciste? —no puedo evitar sonreír ante la idea de Lucca fabricando un regalo.

Saca una bolsita de regalo de dentro de su campera y me la pasa esperando ansioso a que la abra. Al hacerlo encuentro un libro rosa con un estampado de corazones rojos y lo miro con el ceño fruncido.

—¿Qué es esto, Lucca?

No hace falta que responda porque en cuanto veo la primer página caigo en cuenta de que es un álbum de figuritas. Un álbum sobre nosotros.

—Cada espacio tiene una adivinanza debajo, en cuanto sepas a qué se refiere te daré la figurita que le corresponda —comenta señalando el espacio con el número uno en el centro.

—"Donde nuestra historia comienza" —leo en voz alta y alza las cejas.

No tengo ni que pensarlo.

—La terraza.

Sonríe y mete la mano en el bolsillo de su campera sacando una figurita con bordes dorados brillante. Una vez me la pasa carcajeo al notar que es una foto de la terraza y paso a la segunda pista.

—"Vicky la encontró y a Lucca se la devolvió" —al leer la segunda mi ceño se frunce automáticamente—. Esta no la sé.

Él suelta una carcajada y besa mi frente.

—No tienes por qué descubrir todas ahora, piénsala y te darás cuenta —me toma de la mano y abre la puerta—. Ahora vamos a cenar que muero de hambre.

Después de desearles a todos una feliz navidad nos encontramos en la mesa conversando y entonces me doy cuenta a qué hacía referencia la pista. Recuerdo a Vicky agachándose para tomarlas del piso y lo que dijo luego sobre que esperaba ver a la dueña en los pasillos de maternidad.

—Las bragas —le susurro pechándolo con el codo.

Él sonríe y saca otra figurita de su bolsillo. Al ver una foto de él alzando mis bragas en el aire no puedo evitar reír, este es el mejor regalo que se le puede haber ocurrido y sin duda va a ser divertido llenar cada página con recuerdos nuestros.

✨4✨

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